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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

miércoles, junio 16, 2010

LA MÁQUINA DE HACER LLOVER ARGENTINA.




GRANDES INVENTOS ARGENTINOS.


"EL HOMBRE DE LA LLUVIA"

por ARACELI BELLOTTA.

Periodista e historiadora argentina.


Hacía tres años que no llovía en la provincia de Santiago del Estero cuando el 24 de diciembre de 1938 se desató una diluvio como nunca se había visto en medio siglo. según informaron los diarios de la época, no fue un fenómeno natural, sino que el chaparrón lo había producido Juan Baigorri Velar, un ingeniero que aseguró haber inventado un aparato que provocaba precipitaciones. Baigorri Velar, hijo de un coronel del ejército, se había graduado en geofísica en la Universidad de Milán y había trabajado como técnico en petróleo en México, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil, entre otros tantos países. mientras realizaba pruebas de estudio del subsuelo en Colonia, Uruguay, el ingeniero descubrió que al activar uno de sus aparatos con ondas electromagnéticas, se producía lluvia cuando nada indicaba la posibilidad del fenómeno.

De regreso a Buenos Aires continuó con sus experimentos. En octubre de 1938 tomó contacto con el Ferrocarril Central Argentino, cuyo gerente, Mr. Mac Rae, le facilitó el vagón de uno de sus trenes, designó un ingeniero de la empresa, Hugo Miatello, para que supervisara los trabajos y lo envió a Santiago del Estero donde la sequía asolaba los cultivos.


Realizaron las primeras pruebas en la estación Pinto de esa provincia y, según Miatello, en cuanto Baigorri conectó su aparato el viento norte cambió de dirección soplando hacia el Este.

Retornaron a Buenos Aires y Baigorri se comprometió a construir un aparato de mayor potencia. En diciembre de ese año estaba listo para volver a intentarlo. El 22 de ese mes llegó a la provincia, conectó el aparato, y dos días después la ciudad de Santiago recibió en dos horas 60 milímetros de lluvia.

Pese a la evidencia, el titular de la Dirección de Meteorología, Alfredo Galmarini, declaró en los diarios que su oficina había pronosticado esa precipitación y que lo de Baigorri eran patrañas. Sin embargo, técnicos británicos y norteamericanos intentaron contactarlo para comprarle la "máquina de hacer llover", pero Baigorri respondió que no vendería su fórmula por ninguna cifra, porque el invento estaba destinado a beneficiar a la Argentina.

"Como respuesta a las censuras a mi procedimiento, regalo una lluvia a Buenos Aires, para el 3 de enero de 1939", declaró Baigorri al diario "Crítica" que siguió de cerca el procedimiento. tres días un gran titular anunció "Hoy empezó Baigorri a preparar la lluvia que caerá del 2 al 3". Y en la madrugada del 2 de enero, la lluvia comenzó a caer, primero en forma tenue y después como un gran chaparrón acompañado de vientos huracanados.


Baigorri repitió el experimento en Carhué, donde el lago Epecuén estaba seco, y entre el 7 y 8 de febrero se produjeron dos lluvias que desbordaron la laguna. Pese a las ofertas del extranjero, siempre rechazadas, ninguna autoridad nacional contactó al ingeniero. Hasta que a fines de 1951, Raúl Mendé, ministro de Asuntos Técnicos, lo designó asesor de su cartera y lo envió a Caucete, San Juan, donde hacía ocho años que no llovía. Baigorri conectó su aparato y se produjeron tres precipitaciones.

Lo mandaron a Córdoba, afectada por la sequía, y cayeron lluvias, algunas que superaron los 81 milímetros. Lo mismo sucedió en La Pampa.

Cuando regresó, Baigorri le envió una nota al ministro recordándole que su trabajo había sido ad honorem y preguntando si su invento interesaba al gobierno. La respuesta le indicó que para considerarlo, debía remitir un informe sobre las bases técnicas y científicas de su descubrimiento.

Baigorri nunca reveló su secreto y desapareció de la escena pública. Murió en Buenos Aires, en 1972, sin que se conociera el mecanismo de su "máquina de hacer llover".

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