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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, agosto 26, 2010

Fragmentos de “El genio del idioma” de ÁLEX GRIJELMO.




• • • Nuestro genio parece un perdedor, pero al cabo se demostrará que su carrera tenía la meta más lejos. Y aún no sabemos hasta dónde piensa llegar. Su empuje crece y su territorio se agranda. Algunos le imponen cortafuegos (el “espanglish”, el “portuñol”) para que no avance, y le arrojan palabras contaminadas que le inoculen un virus destructivo, un pulgón depredador que provoque no sólo el desuso de la vieja cultura del español sino, sobre todo, el complejo de sentirse inferior por haberla ideado.

• • • En español tenemos verbos terminados en –ar, en –er y en –ir. Evidentemente, esos verbos se han formado alguna vez, y por eso los usamos ahora. Pero ya pasó el tiempo de crear verbos en –er y en –ir. El genio es severo en esto. Si usted quiere inventarse un verbo, no tendrá más remedio que formarlo en la primera conjugación. Hace mucho tiempo que el genio de nuestra lengua vetó cualquiera de las otras dos posibilidades.

• • • El genio no permite que las palabras patrimoniales del español se casen con determinados sufijos tomados del griego o del latín (valen “cefalópodo” o “filólogo”, pero no cabezópodo o lenguófilo)...

• • • No deja de tener importancia este hecho: fueron los analfabetos quienes crearon nuestra lengua poseídos por el genio del idioma. Y todavía hoy, las clases menos cultivadas siguen teniendo una intuición formidable de la lengua que hablan, en la que sólo yerran cuando abandonan sus acervos léxicos para adentrarse en aquellos que les resultan ajenos. El genio sigue en ellos. Como ha dicho Eugenio Coseriu, lo que el hablante ingenuo piensa de su lengua es decisivo para su funcionamiento.

• • • A veces nos deslumbra el éxito del inglés; su rapidez para invadir culturas. Pero, si rascamos un poco, vemos que por debajo queda una lengua autóctona –ya sea el hindi, el malayo o el afrikáans– tan fuerte o más que el idioma invasor. En América, el genio del castellano actuó despacio, y tal vez por eso sirva hoy como lengua materna a más del 90 por ciento de los habitantes de los países colonizados por España.

• • • La fuerza de la etimología siempre podrá más entre los hablantes cultos (y no le disgusta tampoco al genio, pues ya veremos que es nostálgico), porque permite pensar con mayor rectitud y deducir mejor el origen de las palabras. Pero eso no quita que podamos apreciar con cierto gusto el valor de la palabra “mondarina” cuando alguien se refiere con ella a una “mandarina” que, es obvio, se monda; o cuando alguien cuenta que se ha hecho un “moratón” porque, indudablemente, es morado.

• • • A veces, esa tendencia hace que se desvíen algunos de los comportamientos propios del genio de la lengua, porque prefiere la coherencia fonética o la de sentido a la coherencia etimológica. Las sucesivas corporaciones de la Real Academia han intervenido para salvaguardar la etimología, pero el genio ha seguido actuando por su cuenta. Digamos que, para él, entre dos derechos iguales acaba primando el analógico. Quizás por eso prefirió “ventana” y su relación con “viento” a la voz finestra, que no podía relacionar con nada. Vale la pena tener en cuenta esta circunstancia cuando alimentamos nuestra lengua con palabras que se agotan en sí mismas.

• • • No es lo mismo “yo cogí el arma” que “el arma la cogí yo”. La frase desordenada altera sobre todo la percepción psicológica, cuando no el contenido entero.

• • • “Sujeto, verbo y predicado” no sólo es una fórmula sintáctica sino también una manera de ordenar las ideas: la fórmula lingüística “alguien hace algo para algo y en alguna circunstancia” constituye el armazón del que puede colgar toda la sintaxis de nuestra lengua.

• • • Para nuestro genio, con toda claridad el lugar principal es el lugar primero.

• • • Por influjo griego, en el siglo XVI se usaban ya la coma (komma: “corte”, “cesura”), el punto (stigmé, “punción”), así como los dos puntos, el paréntesis, las comillas y el signo de interrogación. En el XVII se añadieron al idioma español el punto y coma y la exclamación. Más adelante los puntos suspensivos y el resto de los signos que ahora empleamos.

• • • Ángel Rosenblat nos habló de que en el lenguaje se dan dos corrientes enfrentadas: una que se basa en la innovación y otra que pretende claramente la conservación. De la lucha entre ambas resulta la evolución de la lengua. Es curioso que en el español ocurra eso ahora, porque distintos investigadores, en diferentes épocas, caracterizaron al latín hispánico por su arcaísmo y su conservadurismo.

• • • La ñ, en efecto, es un invento peculiar del español. No existía en latín, y si ha pasado a otras lenguas (el euskera –donde ocupa incluso el lugar insigne de la bandera vasca, ikurriña–, el aimara, el guaraní, el quechua, el araucano, el tagalo...) eso se debe a que el castellano les prestó su alfabeto porque estos idiomas carecían de él.


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