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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, septiembre 05, 2010

Ya pasaron los días de exclamar "la vida por Perón".


HISTÓRICAS ARGENTINAS.

Gral. Juan Domingo Perón.

Discurso transmitido por radio y televisión.
12 de junio de 1974.

El último discurso de Juan domingo Perón (Fragmento).

Como ha sido mi costumbre, hoy deseo hablar al Pueblo Argentino sin eufemismos y sin reservas mentales.

La información, con mi sentido de realidad, me dicen que en el país está sucediendo algo anormal a lo que debe ser la marcha pacífica y serena de la tranquilidad.

Parte de esta intranquilidad obedece a causas reales; parte de ellas, se ocacionan en la provocación deliberada.

Existen, sin duda, factores negativos que provocan consecuencias a cuyas causas hay que ponerle remedio; pero ocurren también hechos que sólo obedecen a causas provocadas e invocadas al servicio de una campaña psicológica, con fines inconfesables, desarrollada ante la indiferencia de unos y la desaprensión de otros, pero que provocan un estado de cosas que si bien tienen un objetivo bastardo, no por eso dejan de perjudicar la confianza popular y la firme decisión que el país debe tener en la reconstrucción y liberación en la que estamos empeñados. Así, podríamos estar acercándonos a una lucha cruenta que algunos insensatos intentan provocar, en tanto el gobierno se esfuerza por evitarla.

Personalmente, he presenciado de cerca esa lucha y conozco sus efectos y consecuencias. Todos hablan de que fuerzas foráneas e interiores trabajan por crear trabas a la decisión tomada, pero pocos se ponen al servicio de esa buena causa, y por ello no hablo de los opositores sino muy especialmente de los propios partidarios, que poco hacen de efectivo para asegurar la pacificación y realización de lo que debe ser el empeño de los verdaderos argentinos, en las horas decisivas que nos tocan vivir.

Algunos, por mala intención, sirven a la perturbación; otros, lo hacen como idiotas útiles, pero muchos son lo que a sabiendas, o sin darse cuenta, sirven a intereses que no son los del país.

Cuando el 21 de junio del año pasado dije que volvía para servir lealmente a la patria, tal como lo hiciera toda mi vida, sabía claramente que enfrentábamos un proceso difícil y peligroso, pero también era consciente, entonces, como lo soy ahora, de que no podía rehuir mi responsabilidad frente al Pueblo, que es la única fuerza en la que siempre he confiado para orientar y conducir los destinos del país.

Yo nunca engañé a ese Pueblo, por quien siento un entrañable cariño. Ése es el sentimiento y la relación que me han dado fuerzas para seguir adelante, en medio de diarias acechanzas y conjuras ridículas, tanto para quienes sueñan con un pasado imposible como de los que desean apurar las cosas. Yo vine al pías para unir y no para fomentar la desunión entre los argentinos. Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación nacional y no para consolidar la dependencia. Yo vine al país para brindarle seguridad a nuestros conciudadanos y lanzar una revolución en paz y armonía

...

Como ustedes saben, nosotros propiciamos que el acuerdo entre trabajadores, los empresarios y el Estado, sirva de base para la política económica y social de nuestro Gobierno.

Lo hicimos con la convicción de que es el mejor camino para lograr, con el aporte de todos, sacar adelante el país.

Todos los que firmaron en dos oportunidades ese acuerdo, sabían también que iban a ceder una parte de sus pretensiones, como contribución al proceso de la liberación nacional.

Sin embargo, a pocos meses de asumir ese compromiso clave para el país, pareciera que algunos firmantes de la Gran Paritaria están empeñados en no cumplir con el acuerdo, y desean arrastrar al conjunto a que haga lo mismo.

Yo califico a quienes están en esa posición, como minorías irresponsables y los acuso de sabotear la Reconstrucción Nacional.

No escapa a mi Percepción la existencia de irregularidades, a las que procuraremos ponerle remedio cuanto antes.

Frente a esos irresponsables, sean empresarios o sindicalistas, creo que es mi deber pedirle al pueblo no sólo que los identifique claramente, sino también que los castigue como merecen todos los enemigos de la liberación nacional.

Por nuestra parte, quiero que se tenga la más plena certeza de que los funcionarios oficiales que hayan violado el acuerdo, tendrán su sanción.

A este respecto, pido a todos los ciudadanos que denuncien ante la Secretaria de Gobierno de la Casa Rosada, toda irregularidad que conozcan en los órganos gubernamentales.

Tampoco es nuestro deseo que los vivos de siempre saquen tajada del sacrificio de los demás.

Los que hayan violado las normas salariales y de precios, como los que exijan más de lo que el proceso permite, tendrán que hacerse cargo de sus actos.

A mi juicio, quienes inducen al desorden, están promoviendo la contrarrevolución, y estoy convencido de que el pueblo habrá de combatirlos, como siempre hace con sus enemigos.

positivamente que existen algunos problemas reales.

¿Cómo evitarlos, cuando estamos cambiando drásticamente las estructuras de la dependencia, montadas por los empleados de los poderes coloniales?

Pero estoy convencido de que esos problemas tienen poco que ver con los que inventan los saboteadores del proceso.

Los que hace muchos años que estamos en esta labor, sabemos claramente que un 80 ó 90 por ciento de las cosas que se andan diciendo por ahí, son inventadas por los profesionales de la acción sicológica.

Algunos diarios oligarcas están insistiendo, por ejemplo, con el problema de la escasez y el mercado negro.

Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los ingresos del pueblo - como sucede desde que nos hicimos cargo del poder- hay escasez de productos y aparece el mercado negro.

Lo que subsistirá hasta que la producción se ponga a tono con el aumento de la demanda.

Por otra parte, el gobierno ha fijado los precios, pero cuando se cobra más de los precios fijados, el que compra debe ser el encargado de hacerlos cumplir, ya que el gobierno no puede estar cuidando el bolsillo de los zonzos, que hacen el juego a los especuladores.

No hay que olvidar que los enemigos están preocupados por nuestras conquistas, no por nuestros problemas.

Ellos se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y que seguiremos en esa tarea sin fobia, pero hasta no dejar ningún engranaje decisivo en manos extranjeras.

En un año de gobierno, ellos advierten que el pueblo sabe, sin acudir a las recetas de miseria y dependencia, que mejoramos el salario real de los trabajadores, bajamos drásticamente la desocupación y aumentamos las reservas del país.

Esas sectas minoritarias han llegado a la histeria, y quieren que nos contagiemos para impedir que este proceso de cambio siga avanzando.

Si esto sucede en lo económico, no deja de complementarse en lo político-social; no sería mucho avanzar en la autocrítica si dijéramos que, en muchas partes, los hombres de nuestro propio movimiento, en la función gubernamental, tienen la grave falla de sus enfrentamientos, ocasionados unas veces por bastardos intereses personales y otras por sectarismos incomprensibles.

A todo ello se suma la fiebre de la sucesión, de los que no comprenden que el único sucesor de Perón será el pueblo argentino que, en último análisis, será quien deba decidir.

Se ha lanzado a la calle el asunto de la televisión, cuando ya funcionaba una comisión de estudio en la que debía participar el Estado, sus legisladores, los sindicatos de esta especialidad y otros órganos interesados en la mejor solución.

Sus concesiones han vencido hace dos meses, como también ha vencido el plazo acordado a esa Comisión.

Sin embargo, el Poder Ejecutivo, que es quien debe decidir, ha mantenido una conducta prudente que, lejos de despertar intranquilidad, ha servido para que los órganos publicitarios, al servicio de otros intereses, que no son los de¡ país, lanzaran las más incomprensibles versiones.

Este apoyo no debe ser pretoriano, sino inteligente y franco, apoyando lo bueno y señalando lo malo, ante quienes lo puedan remediar, pero no sumando la murmuración propia o la perturbación a los que la desarrollan en grupos que bien sabemos en lo que están.

Ya pasaron los días de exclamar "la vida por Perón", vivimos momentos en que es indispensable demostrar en hechos sinceros y fehacientes, que estamos dispuestos a servir al objetivo común de todos los argentinos, realizado en paz con un trabajo honrado y permanente, a la vez que neutralizando la acción de los enemigos de la patria, de afuera o de adentro, empeñados en impedir su reconstrucción y su liberación”.

Duele en el alma y en el corazón, argentinos, tener que contemplar un sabotaje de pigmeos que no han llegado a comprender que los innegables éxitos de nuestra política internacional, que nos está llenando de ventajas y de prestigio en el mundo exterior, es parte de un patrimonio nacional que sólo un traidor a la patria puede combatir, cualesquiera sean las causas que lo impulsan.

Cuanto estamos haciendo por los intereses, el honor y el prestigio de la República ante todos los países del mundo, depende, en gran parte, del masivo apoyo de nuestro pueblo. Defeccionar en estos momentos, significaría renunciar a todo lo conquistado, para volver a ser una republiqueta sin dignidad y sin grandeza.

Por eso, cada uno que comparta las inquietudes y fines que perseguimos, no puede ser un testigo mudo de los acontecimientos, sino un protagonista activo y diligente en la defensa de los intereses comunes de los argentinos. Sólo los pueblos calificados con un alto índice de cultura política, pueden llegar a ser artífices de su propio destino.

Muchas gracias.


Mensaje del Presidente de la Nación, Teniente General Juan Domingo Perón, dirigido al Pueblo Argentino desde el Salón Blanco de la Casa de Gobierno.
12 de junio de 1974, 11:30 horas.


Discurso desde los balcones de Plaza de Mayo- 12 de junio de 1974.

Compañeros


Retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria.

Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro.

Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.

Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas.

Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible.

Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamás otra causaque no sea la causa del pueblo.

Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.

EI Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos.

Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia.

Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que eso.

No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan.

Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer.

Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección de la Patria.

Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los aprovechados.

Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la desgracia del pueblo.

Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie.

Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.

Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender.

Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana.

Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta plaza.

Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesito.

Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo.

Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el ultimo aliento.

Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen.

Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo.

Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.


Mensaje dirigido al Pueblo Argentino por el Presidente de la Nación, Teniente General Juan Domingo Perón, desde los balcones de la Casa de Gobierno, ante el Pueblo reunido en la Histórica Plaza de Mayo, el 12 de junio de 1974, a las 17:30 horas.

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