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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, agosto 14, 2011

EL CAMIÓN GRIS por Jorge Vergara.



Ya cerca las 18 horas casi cerca del cierre de elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.)que definirán las candidaturas para los comicios generales del mes de octubre y traigo este artículo de "La Peña" que es la columna de opinión del Sr. Vergara del diario regional Río Negro. Otros tiempos, otras elecciones.

TESTIMONIOS DE VIDA.
EL CAMIÓN GRIS por Jorge Vergara.

Día de elecciones era día de fiesta. No votábamos todos, pero todos participábamos de una jornada distinta que empezaba distinto porque el abuelo Alcides era taxista y ese día trabajaba más. Claro, en esa época todavía no se alquilaban los taxis al por mayor desde los partidos y cada viaje que salía era de un particular que, vestido con sus mejores ropas, se disponía a votar.
Eso sí, aunque éramos niños, ya escuchábamos del acarreo y de aquellos que llegaban al cuarto oscuro con las boletas en el bolsillo.
La gran desilusión fue cuando le pedimos al abuelo que nos mostrara un cuarto oscuro. Es que no entendíamos cómo se podía elegir con certeza un candidato si todas las boletas estaban en un cuarto en tinieblas. Era un aula, ni más ni menos que un aula.

Igual era un día distinto, en tiempos donde Perón y Balbín eran hombres indiscutidos desde un partido y otro, donde jamás se podría imaginar a un radical votando al peronismo ni a un peronista votando por Balbín. Claro, hoy las cosas están bastante más mezcladas.

Más o menos sabíamos de qué lado estaba la familia. La política no era un tema que se hablaba demasiado delante nuestro porque era "cosa de grandes", pero podíamos saber por qué partido no votaría el abuelo y nuestros padres.

Allí entendimos también que lo sucedido con los chicos el Día del Niño era razón suficiente para no votarlos. Al menos eso dijeron. Sucedió que nos enteramos por otros chicos que había llegado un camión con juguetes para repartir. Sin pedir permiso nos fuimos a la cola de la entrega de juguetes. Cuando nos tocó el turno, la mujer que los entregaba dijo: "Ustedes son hijos de fulano, para ustedes no hay".

Volvimos con la cara larga y le contamos a nuestro padre lo sucedido. Nos retó por haber ido sin permiso y lo escuché decir que con los chicos eso no se hace. "Jamás los voy a votar".

No fue un episodio menor, nos marcó también a nosotros y nos dejó en claro que el país no tenía grises, era blanco o negro, así de simple y de complejo.

El día de la elección también implicaba el asado inevitable, pero a la vez la familia un poco dispersa, porque algunos de los integrantes, sobre todo los que eran maestros, habían sido designados autoridades de mesa.

Alrededor de la una de la tarde, el abuelo hacía un paréntesis en sus viajes y nos juntábamos a comer. El tema ahí sí era político, pero como niños no preguntábamos más que lo que ellos contaban.

Larga sobremesa y la vuelta al taxi. Esta vez con el abuelo a la estación del tren. Allí llegaba la gente que, a modo de acarreo, venía desde otros puntos del país a votar en el pueblo. Eso sí, nadie viajaba gratis en el taxi y el asiento de adelante no se ocupaba.

La ciudad a pleno vivía esa jornada, todos eran parte de un día intenso, aunque a la hora del conteo sólo la mitad festejaba.

Se escuchaba radio con atención porque era como cuando había un clásico del fútbol, la radio podía anticipar un par de horas después del cierre quién había ganado. La radio AM, lejana en esa época al boca de urna, sólo se escuchaba según se le daba la gana a las ondas. Si la poníamos inclinada se escuchaba más o menos, si la poníamos mirando a la derecha no se oía nada y si la acostábamos, salía con menos descarga.

A determinada hora, cuando aparecía el camión grande de color gris, con su temible bocina y cientos de personas festejando por la calle, era la muestra de que las cosas estaban decididas.

Eran tiempos de violencia política, era la hora de entrar a casa y dejar que el resto festejara. El resto era nada menos que la mayoría. El resto eran los mismos que nos habían dejado sin juguetes. Día de política, de camión gris, hace cuatro décadas atrás.


* Públicado en el Diario "Río Negro" (edición Nro. 22.628), domingo 14 de agosto de 2011, cultura y espectáculos.

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