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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, febrero 25, 2012

UN 27 DE FEBRERO DE 1778 NACÍA EL LIBERTADOR GRAL. JOSÉ DE SAN MARTÍN.

HISTÓRICAS
ARGENTINAS

NACIMIENTO DE JOSÉ FRANCISCO DE SAN MARTÍN EN YAPEYÚ, CORRIENTES."Los soldados de la patria no conocen el lujo, sino la gloria."

Yapeyú, cuna del Libertador San Martín y cuyo nombre completo es Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, fue fundada el 4 de Febrero de 1627 por el padre jesuita Pedro Romero. San Martín nació allí el 25 de Febrero de 1778 o 1777 (según algunos historiadores), diez años después de la expulsión de los misioneros de la Compañía de Jesús. Yapeyú situada a orillas del río Uruguay en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virreinato del Río de la Plata.
Junto con Simón Bolívar es considerado el libertador más importante de Sudamérica. En la Argentina se lo reconoce como el Padre de la Patria y se lo considera el principal héroe y prócer nacional. En el Perú, se lo reconoce como libertador del país, con los títulos de «Fundador de la Libertad del Perú», «Fundador de la República» y «Generalísimo de las Armas». En Chile su ejército le reconoce el grado de Capitán General.

JOSÉ MARTÍ RESUME LA EXISTENCIA DE SAN MARTÍN.“Un día, cuando saltaban las piedras en España al paso de los franceses, Napoleón clavó los ojos en un oficial, seco y tostado, que vestía uniforme blanco y azul; se fue sobre él, y le leyó en el botón de la casaca el nombre del cuerpo: “¡Murcia!” Era el niño pobre de la aldea jesuita de Yapeyú, criado al aire entre indios y mestizos, que después de veintidós años de guerra española empuñó en Buenos Aires la insurrección desmigajada, trabó por juramento a los criollos arremetedores, aventó en San Lorenzo la escuadrilla real, montó en Cuyo el ejército libertador, pasó los Andes para amanecer en Chacabuco; de Chile, libre a su espada, fue a Maipú a redimir el Perú; se alzó protector en Lima, con uniformes de palmas de oro; salió, vencido por sí mismo, al paso de Bolívar avasallador; retrocedió; abdicó; cedió a Simón Bolívar toda su gloria; pasó solo por Buenos Aires; se fue a Europa, triste; murió en Francia, con su hija Mercedes de la mano, en una casita llena de flores y de luz. Escribió su testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte de una batalla; le habían regalado el estandarte que el conquistador Pizarro trajera a América hace cuatro siglos, y él le regaló el estandarte, en su testamento, al Perú.”

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