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LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, marzo 15, 2012

El sexo y el género gramatical por Ángela L. Di Tulio.


Hace pocos días la diputada Mara Brawer propuso un proyecto de declaración de rechazo al uso de términos denigratorios que se mantienen en los diccionarios del español: judiada en el sentido de 'acción mal intencionada o injusta hecha contra alguien' y 'lucro excesivo y escandaloso' y gitanada como 'adulación, chiste, caricias y engaños con que suele conseguirse lo que se desea'. También se registran significados denigratorios en el uso de ciertos femeninos, asimétricos de los respectivos masculinos, como cortesano ('individuo que sirve en la corte') y cortesana ('prostituta refinada'), entre sargento y sargenta o entre zorro y zorra. Evidentemente estos términos revelan los prejuicios que en la comunidad lingüística recayeron sobre algunas minorías y sobre la mujer, y resultan inaceptables hoy. Tampoco ha sido ajena a este prejuicio la descalificación del femenino presidenta, que se intentó respaldar con argumentos gramaticales, a pesar del uso extendido de, por ejemplo, clienta, así como el mantenimiento de la embajador o la juez por parte de algunos sectores conservadores. En este sentido, los cambios en el género de estos sustantivos reflejan el avance de la mujer en el campo profesional y político, y ya están incorporados a la lengua.

Lo que, en cambio, se discute en la polémica generada por el informe que el gramático Ignacio Bosque elaboró para la RAE es el desdoblamiento del género, que se ha difundido en los discursos políticos y pedagógicos y que en las guías sobre el sexismo en el lenguaje se defiende como estrategia de visibilización de la mujer. Los argumentos de Bosque conciernen a la organización gramatical de nuestra lengua, en la que el masculino es el género no marcado –como lo es el singular para el número (El elefante es un paquidermo omnívoro, que abarca a todos los miembros de la especie) o el presente para el tiempo (Vivo en Neuquén, que no excluye el pasado ni el futuro). Este recurso de economía de la lengua se reconoce en la concordancia de género: así, la oración La maestra y dos alumnos salieron juntos debería parafrasearse en la versión recomendada por las guías en algo así como La maestra y dos alumnos salieron juntas y juntos, lo que, además de inflar la expresión inútilmente, conduce al disparate de desdoblar el adjetivo juntos, que se aplica a todo el conjunto; también sería absurda la sustitución por el colectivo: La maestra y el alumnado (¿o la alumnada?) salieron juntas y juntos, y el ulterior desdoblamiento requerido si los dos alumnos pertenecieran a diferente sexo: La maestra y el alumno y la alumna salieron juntas y juntos. Otro hallazgo en la misma línea es la creación de femeninos como las sujetas, hasta ahora acotados a ciertas jergas. Evidentemente, y por suerte, nadie se expresa así en español, y esto muestra que la pretensión de incorporar las formas desdobladas es un acto de imposición de estructuras que resultan extrañas a la estructura de la lengua y al uso espontáneo del hablante común, por más que puedan sentirse como políticamente correctas.

Lo que parecen confundir algunos de los participantes de la polémica desatada a propósito del informe de Bosque es que su objetivo no fue el de legislar sobre la lengua, sino, por el contrario, oponerse al normativismo de quienes pretenden imponer una manera de expresarse que infringe el uso normal de los hablantes, sin que resulte un aporte para resolver las situaciones de discriminación que sufre la mujer.

ÁNGELA L. DI TULLIO Lingüista. Docente e investigadora, Universidad Nacional del Comahue
*** Columna de opinión del Diario "Río Negro", miércoles 14 de marzo de 2012.

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