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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, abril 24, 2012

ELPIDIO GONZÁLEZ, RADICAL.


Elpidio González  fue ministro, jefe de policía, vicepresidente de la Nación durante el mandato de Marcelo Torcuato de Alvear, de 1922 a 1928. Murió en 1951, en la pobreza, y en su testamento dejó indicado el deseo de “ser enterrado con toda modestia, como corresponde a un católico, vestido con el hábito de monje franciscano como mortaja (orden a la que pertenecía) y una plegaria por el perdón de sus pecados y en sufragio de su alma”."
Por una ley en tiempos de Agustín P. Justo, plena década infame, se estableció una pensión vitalicia para los ex vice y presidentes de la Nación. Elpidio González la rechaza con estas palabras:
"Confío en que Dios mediante he de poder sobrellevar la vida con mi trabajo, sin acogerme a la ayuda de la República, por cuya grandeza he luchado, y si alguna vez he recogido amarguras y sinsabores me siento reconfortado con creces por la fortuna de haberlo dado todo por la felicidad de mi Patria".
Su padre había sido el coronel Domingo González, militar que abrazó la causa de las montoneras federales. Bajo las órdenes del caudillo y general Juan Saá, Domingo González se sublevó en la zona de Cuyo hacia 1866 y 1867, siendo parte de la última gran revuelta federal que hubo en el país. Cabe agregar que el padre de Elpidio González fue también un viejo servidor de Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza.
Incursiona en las filas radicales, en la revolución de 1905, comandando un pelotón y haber sido preso luego de la derrota, Fue elegido candidato a gobernador de su Córdoba adoptiva por la Convención Provincial, pero declinó el honor que el radicalismo cordobés le confiriera en diez sucesivas votaciones.
En esta  campaña electoral participó José Gabriel del Rosario Brochero “el cura gaucho” Brochero  (como era conocido por sus paisanos cordobeses) y el payador Gabino Ezeiza. El 17 de noviembre de 1912 se realizó la elección sin mayores inconvenientes, ganando el radicalismo la capital y perdiendo en el interior, que en la suma arrojó una diferencia de algo más de cien votos a favor del oficialismo, pero en el Colegio Electoral la diferencia a favor de la Concentración Popular fue de 37 a 20 votos.
El 2 de abril de 1916  triunfa la fórmula Hipólito Yrigoyen- Pelagio Luna en esta contienda Elpidio González fue elegido elector para integrar el Colegio Electoral que consagró el binomio radical. Renuncia al cargo de Diputado Nacional y asume el Ministerio de Guerra. En la cartera dispuso con el motivo de ahorro de gastos, entregar a las unidades los bienes de consumo en especie, en lugar  de los fondos para atender esos gastos, con la finalidad de evitar desviaciones “non sanctas”.
Elpidio González era católico en 1946 dijo desde el tren que partía trasladando a la fórmula presidencial de la Unión Democrática: Tamborini-Mosca que enfrentaba a la de Perón-Quijano por el Partido Laborista y un desprendimiento de la UCR Junta Renovadora en la campaña política de 1946 decía: “Acabo de arrodillarme ante la Virgen para pedirle que me dé las fuerzas necesarias para seguir la lucha en que estamos empeñados...”. En su testamento dejó indicado: “ser enterrado con toda modestia, como corresponde a mi carácter de católico, como hijo del seráfico padre San Francisco, a cuya tercera orden pertenezco, suplico con amor de Dios la limosna del hábito franciscano como mortaja y la plegaria de todos mis hermanos en perdón de mis pecados y en sufragio de mi alma”.

Un ciudadano argentino
llamado Elpidio González
por Abel Sandro Manca.

El doctor Elpidio González nació en la ciudad de Rosario el 1 de agosto de 1875. Allí ingresó en la universidad y estudió abogacía. Cursó hasta quinto año de la carrera, pero abandonó.
Posteriormente se recibió de abogado en la Universidad de La Plata en 1907.
Fue un esclarecido político, militante en la Unión Cívica Radical, hoy injustamente olvidado por la mayoría de los argentinos. Su primera actuación política data de la revolución del 4 de febrero de 1905, cuando se intentó derrocar al entonces presidente Manuel Quintana.
En las elecciones de 1916 triunfaron los radicales. Le tocó ser miembro del Colegio Electoral cordobés y tuvo el honor de sufragar por el binomio Yrigoyen-Luna.
Había sido electo diputado nacional, cargo al que tuvo que renunciar porque el presidente Yrigoyen lo convocó para conducir el Ministerio de Guerra, cargo al que renunció en septiembre de 1918. Poco después, en enero de 1919, fue convocado para una función de alta complejidad: la Jefatura de la Policía de la Capital Federal. Puesto al que debió renunciar el 14 de marzo de 1922, cuando fue proclamado candidato a la vicepresidencia de la Nación en la fórmula que encabezaba el Dr. Marcelo T. de Alvear. Triunfaron en las elecciones del 2 de abril de 1922. Constituyó una gestión de progreso y estabilidad. Se sancionaron importantes leyes y se mantuvo un sagrado respeto por las instituciones. Solamente el período se vio empañado porque se acentuaron las diferencias en el radicalismo, entre los personalistas que apoyaban a Yrigoyen y los antipersonalistas que se alineaban con Alvear. Esto motivó un alejamiento entre Alvear y González, quien nunca dejó de apoyar al caudillo radical.
Yrigoyen fue elegido nuevamente presidente en 1928 y Elpidio González como ministro el Interior. Con ese cargo y el de ministro de Guerra interino lo encontró la Revolución del 6 de septiembre de l930, encabezada por el general José Félix Uriburu. Derrotado el gobierno constitucional, fue encarcelado casi en forma continuada durante dos años. Al dejar la prisión, pasó a un plano decorativo en el radicalismo. No tuvo prácticamente actuación durante la llamada Década Infame (1930 -1940).
En la campaña electoral de 1945-1946 retornó a la actividad política para acompañar la fórmula radical sostenida por la Unión Democrática, integrada por Tamborini y Mosca. Luego de la derrota sufrida frente al coronel Juan D. Perón, volvió esta vez a su definitivo silencio político.
En 1933, al dejar la prisión y ante la necesidad de buscar una actividad para ganarse la vida, consiguió trabajar como corredor de la empresa de anilinas "Colibrí", propiedad de un amigo suyo.
La hipoteca que pesaba sobre su casa de la calle Gorostiaga fue ejecutada. Debió ir a vivir a una humilde pensión.
El periodista Dr. Nelson Castro, en su libro "Vicepresidentes Argentinos", relata una anécdota que ilustra el estado de precariedad en que vivía don Elpidio. Un día llegó la orden de demolición de la pensión ubicada sobre la Diagonal Sur. El ex vicepresidente salió a la calle para hablar con el capataz de la obra. Le pidió contar con algunos días para que los pensionistas pudieran reubicarse en algún otro lugar. El director de la obra se sorprendió al enterarse de quién era la persona que había realizado el pedido de prórroga. La noticia corrió y llegó a los oídos del presidente general Agustín P. Justo. En la mañana del desalojo se hizo presente el secretario de la Presidencia de la Nación, quien entregó a don Elpidio un sobre cerrado de parte del general Justo, quien le envió además un saludo afectuoso. Al abrir el sobre comprobó que contenía una cantidad importante de billetes de mil pesos. Felizmente, aclaró posteriormente González: "Alcancé al señor y se los devolví, no lo quería recibir y tuve que ponerme firme y decirle que no iba a permitir que me ofendiera el presidente ni nadie por más buena voluntad que hubiera de por medio".
Como consecuencia de este hecho, por una ley, se estableció una pensión vitalicia para los ex vice y presidentes de la Nación. Al tomar conocimiento de que se le había asignado una pensión ¡de dos mil pesos mensuales! don Elpidio respondió ofuscado: "No, ¡yo no puedo aceptar eso! No, no". Y siguió repitiendo como si acabaran de proponerle un negocio deshonesto.
Para que no quedaran dudas de su actitud, le envió una carta al presidente de la Nación en la que le manifiesta entre otras cosas: "Confío en que Dios mediante he de poder sobrellevar la vida con mi trabajo, sin acogerme a la ayuda de la República, por cuya grandeza he luchado, y si alguna vez he recogido amarguras y sinsabores me siento reconfortado con creces por la fortuna de haberlo dado todo por la felicidad de mi Patria".
A comienzo de 1951 fue sometido a una operación quirúrgica en el Hospital Italiano, donde permaneció convaleciente durante seis meses. No tenía dónde ir a vivir, ni quién le prodigara cuidados a su edad. Allí falleció el 18 de octubre. El gobierno decretó duelo oficial por dos días. Sus restos mortales fueron velados en la sede partidaria de la UCR, llevados al cementerio de La Recoleta y depositados en el panteón del Monumento a los caídos en la Revolución del 90, junto con Alem e Yrigoyen.
Cuenta el dibujante y periodista parlamentario Ramón Columna, en sus memorias, que don Elpidio solía decir: cuando el radicalismo subió al poder en 1916 tenía alrededor de 350.000 pesos (suma importante para la época), capital que fue puesto íntegramente al servicio de la política. Y que la revolución del 6 de septiembre de 1930 lo sorprendió con 65.000 pesos de deudas.
Cuando caminaba por las calles de Buenos Aires, al reconocerlo, algunos se acercaban a saludarlo. ¿Cómo es posible que usted esté pasando estas vicisitudes? "Ninguna vicisitud, es lo que corresponde", contestaba con toda naturalidad.
Así era este singular político, un ejemplo de austeridad, rectitud, honradez, humildad... y otras virtudes que jalonaron su conmovedora vida.

*** Publicado en Diario “Río Negro”, viernes 13 de enero de 2012.

Anexo I:
ELPIDIO GONZÁLEZ, EL MALDITO.
GONZÁLEZ, ELPIDIO (1875-1951)
"Cuando entró en la función pública -en 1912- era un hombre de buen pasar. Hasta 1930 ocupó altísimos cargos" "La revolución lo encontró endeudado y con su patrimonio casi desvanecido. Cuando lo soltaron de la cárcel, estaba fundido.
Vendió sus últimos bienes y salió a buscar trabajo en medio de la crisis que azotaba al país, lo único que encontró fue un modestísimo puesto de corredor de anilinas que le reportaba un ingreso misérrisimo con el cual apenas lograba sobrevivir. A este ex vicepresidente de la Nación casi en la miseria, era posible cruzárselo por distintos rincones de la  ciudad, siempre a pie y con larga barba y su valijita de anilinas, tratando de conseguir un comprador.
El asunto trascendió y llegó a las altas esferas. Entonces se votó una ley que otorgaba una pensión a los ex presidentes y vicepresidentes. Para nadie era un secreto que la disposición tenía por único destinatario, Elpidio ´González. Pero ante el asombro de todos, don Elpidio la rechazó.
La caída de su partido y luego la muerte de Yrigoyen marcaron seriamente a su espíritu. Devoto Católico, acentuó su militancia y se hizo terceario de la orden franciscana.
Vivía en un humilde hotel que debió ser demolido para dar paso a la Avenida 9 de Julio, lo cual provocó su traslado con los demás inquilinos al Hotel de Inmigrantes.
Tras las elecciones de 1946 formó parte de la delegación que saludó al general Farrel por la pureza del sufragio, sin renunciar a su carácter radical. Después siguió correteando calles -ya septuagenario-, cada vez más encorvado, ahora apoyado en su bastón.
Falleció en el Hospital Italiano, de la ciudad de Buenos Aires, el 18 de octubre de 1951, a los 76 años de edad. Un diario comentó: "Su paso por los altos cargos públicos no había significado para él un enriquecimiento material. Pobre, muy pobre, hizo frente al violento cambio de la fortuna con estoica simplicidad". El silencio lo ha cubierto porque posiblemente los vaciadores de las finanzas públicas temen evocar su conducta."

Autor: Ricardo Alberto Lopa.

Publicado en el libro "Los Malditos - volumen II" Coordinador: Norberto Galasso / Ed. Madres de Plaza de Mayo,  pág. 291-292.

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