GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

miércoles, agosto 08, 2012

DE VEZ EN CUANDO… LA PATRIA POR CARLOS SCHULMAISTER.


Me gustó este trabajo del Reginense Carlos Schulmaister ¡Muy bien diez!


DE VEZ EN CUANDO… LA PATRIA
POR CARLOS SCHULMAISTER
Dedicado a Noelia Cañadas
Unos años antes de finalizar mi carrera como docente de ciencias sociales dicté un seminario sobre la noción de patria que sostiene la mayoría de las personas en general, y sobre los actos patrios  escolares al uso en nuestros establecimientos escolares, sobre todo los destinados a la niñez.
Como mis alumnos iban a convertirse muy pronto en profesores de enseñanza primaria tenían la capacidad intelectual y la madurez necesarias para participar de un enfoque crítico que habitualmente no tiene cabida en la educación de grado. Perdón, me rectifico, es cierto que muy esporádicamente se presenta la oportunidad de llevar a  cabo algún seminario de este tipo, pero de hecho jamás se pasa más allá, a ningún tipo de aplicación concreta en los actos patrios, y ni siquiera a la promoción de espacios ampliados de reflexión y debate sobre eso llamado patria. Y esto lo digo con larga experiencia propia y ajena.
No obstante, de vez en cuando la vida nos da una alegría inesperada que conmueve nuestras ansias y aviva nuestras pupilas, incluso, a veces, hasta empañarlas. Es lo que me sucedió cuando alguien, sin proponérselo, le hizo un regalo exquisito a mis afanes de profesor que mientras ejercía pensaba siempre por mi mismo lo que decía y sólo decía aquello que al pensarlo de ese modo se convertía para mi en una convicción.
El obsequio estuvo a cargo de una de mis alumnas por entonces: Noelia Cañadas, destacadísima estudiante, muy bella, muy dulce y muy sensible; tanto que -según me han contado en voz baja- alguna colega mía de entonces la hizo objeto de un destrato inmerecido cuando ya estaba al final de su carrera, pronta a graduarse, y a causa de ello esta jovencita decidió abandonar sus estudios.
Lamento profundamente esa decisión que igualmente respeto por provenir de una persona con tanta dignidad, y le pido perdón institucional (como se acostumbra ahora) en nombre del sistema educativo provincial y nacional, responsable estatal en última instancia,  de los dolores y sacrificios de su alma.
Por suerte, la sensibilidad de Noelia se expresaba también de otras maneras, como la que intento destacar aquí como objeto central de estas líneas. Y es que después de una clase del seminario antedicho sus compañeras contaron que había escrito una poesía sobre la patria, a la cual no le daba importancia ni deseaba  que yo se la pidiera para leer.
Pero aunque más no fuera porque tengo en muy alta estima que un educador siempre debe dar el primer paso hacia la promoción de la educación de sus alumnos yo debía hacerlo. De modo que estaba escrito que inmediatamente se la solicitara.
Patria 
Ente sobrenatural
que nos unifica y condena,
hermanados al nacer bajo su manto,
morir por ella es la sentencia.

Lago en los ojos ante el emblema,
nudo de marinero en la garganta,
al oír su canto decanta
toda racionalidad posible.

Es que cuando sólo se siente,
y ponerle un nombre es imposible,
también lo es detectar
lo que detrás del telón se esconde.

Porque tanto Patria como Poder se escriben
con P de potencia y de pueblo,
pueblo que sumiso vela
por cumplir los deseos de los titiriteros.
Noelia Cañadas.
La leí en silencio y la releí. Quedé impactado y sorprendido. ¿Estaría en presencia de una poetisa? ¿Podría esa alumna haber escrito semejante poesía? ¿Sería realmente de su autoría o se habría inspirado en otra que yo mismo desconocía? En este último caso yo quería conocer al verdadero autor pues su poesía reflejaba exactamente mi pensamiento con belleza formal y con dolor sustancial.
Tengo ante mis ojos la hoja que ella me había dado con la poesía. Al final de todo, en cursiva, se lee lo que escribí antes de devolvérsela: “Esta poesía es tremenda. ¿Ud. es la autora?”.
“La escribí en el colectivo,  el otro día, después de nuestra última clase”, respondió tímidamente.
Es decir, durante un viaje que no dura más de diez minutos.
Por cierto, me desaté en elogios hacia ella y la exhorté a que continuara escribiendo porque a mi juicio tenía vena creativa. Y le prometí que colocaría esa poesía en un libro que estaba escribiendo sobre el mito de la Patria.
El libro está escrito hace varios años, pero lamentablemente ya no lo publicaré. Por eso, subsidiariamente escribo estas líneas dedicadas a ella, una ex alumna de la que conservo tan bellos recuerdos, de la misma manera que los tengo de alumnas y alumnos excepcionales que he tenido a lo largo de mis casi cuarenta años dedicados a la enseñanza.
Finalmente, tengo un deseo que si se cumple me servirá de consuelo: que Noelia escriba un diario personal. Sé que algún día, quien lo lea por primera vez no siendo ella, pensará que es una poetisa tremenda..

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