GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, marzo 25, 2013

24 de marzo 1976: ASESINATO DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE.

“Nosotros les prevenimos que algún día vendrá el hombre sencillo de la Patria a interrogar a sus militares en actividad y en retiro. No los interrogaran sobre sus largas siestas despues de la merienda, tampoco sobre sus estériles combates con la nada, ni sobre su ontológica manera de llegar a las monedas, no sobre la mitología griega ni sobre sus justificaciones absurdas crecidas a la sombra de la mentira.
Un día vendrán los hombres sencillos de esta tierra, aquellos que fueron sus soldados, a preguntar que hicieron cuando la Patria se apagaba lentamente, que hicieron cuando los pobres consumían sus vidas en el hambre y la de sus hijos en la enfermedad y la miseria, que hicieron cuando los gringos vinieron a imponernos esa nueva forma de vida “occidental” que todo lo corrompe y compra el dinero.
Quizás para ese momento, la vergüenza que provoque el silencio como respuesta, no sea suficiente como castigo.”  (Bernardo Alberte, 1969).

Bernardo Alberte fue edecán de Perón en 1954 y su delegado personal desde comienzos de 1967 hasta marzo de 1968.
Fue editor de Con Todo, órgano del peronismo revolucionario, y defendió públicamente a los guerrilleros de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) apresados en Taco Ralo en septiembre de ese mismo año. En las primeras horas del 24 de marzo de 1976, un grupo de militares y policías uniformados violentó el departamento del teniente coronel Bernardo Alberte, en el sexto piso del edificio de Avenida del Libertador 1160. "Alberte, venimos a matarte", gritaron antes de arrojarlo por una ventana hacia un patio interior. Días antes, el militar había denunciado que la Triple A había intentado secuestrarlo. El ex delegado de Perón terminaba de escribir una carta al jefe del Ejército en la que le advertía del error que significaba un nuevo golpe militar por parte de las Fuerzas Armadas.
El primer asesinado por Carlos Torrengo.
El 24 de marzo de 1976 es muy joven. No tiene más de una hora de vida.
Carriers, Jeeps, Falcon. Todos frenan con chirridos frente a un edificio de Avenida del Libertador, orillas de la Recoleta. Gritos. Rostros desencajados por el odio. Matarifes del Ejército Argentino. Llegan a un piso. Derriban una puerta. Están bien entrenados. Es lo que harán durante años con prusiana eficiencia. Asesinar. Asesinar. Torturar. Robar chicos y bienes.
–¡Te venimos a matar a vos, hijo de puta!– escucha un hombre parado en el living. Los mira con desprecio. Pómulos altos. Cabello hostigado por los años y gomina propia de maniática peinada castrense.
Le destrozan la cara a culatazos. Alguien abre una ventana. El hombre es arrojado al vacío. Un juez que vive en el primer piso se asoma. Nunca olvidará la masa de sangre de lo que era antes un hombre. Faena cumplida. Los asesinos se marchan. De paso roban esto o aquello. Trofeos de guerra santa.
Sobre una mesa queda un manojo de hojas. Escritas a mano están dirigidas a un general: Jorge Videla. Durante varios días, morgue a morgue del sur del conurbano, el hombre buscó el cadáver de un joven militante. En la tarde del 23 lo encontró en Avellaneda. Desfigurado a balazos. Entonces el hombre escribió a Videla aún no dictador: "¡Por favor mi general, no convierta a nuestro Ejército en una banda de asesinos!"...
Ruego estéril.
El hombre se llamó Bernardo Alberte, mayor retirado. Ex ayudante de Juan Perón durante el régimen 52-53. Tintorero aquel 24. Fue el primero de los 9.000 asesinados por la dictadura.

Bernardo Alberte (1918-1976), peronista y revolucionario Por Emilio J. Corbière.
Recuerdo a Bernardo Alberte, en las vísperas del golpe militar de 1976. Lo visité en su departamento de Avenida del Libertador, como redactor de 'La Opinión'. Alberte condenó a los militares que iban a dar el golpe y reclamaba que el gobierno detuviera a Jorge Rafael Videla y otros golpistas. Pero no tenía confianza en el gobierno de María Estela Martínez de Perón, personaje mediocre que había respaldado al criminal José López Rega y a la Triple A.
Tenía razón Alberte, militar de estirpe sanmartiniana que no deshonró su investidura como los militares del Proceso.
Lo recuerdo a Alberte en 1968, durante la dictadura del general Juan Carlos Onganía, en el local de Paseo Colón, de la CGT de los Argentinos. Allí concurríamos con el dirigente gremial socialista Eduardo Arrausi. Alberte fue un ejemplo como lo fueron, en el peronismo, John W. Cooke, Andrés Framini, la querida e inolvidable Alicia Eguren, Gustavo Rearte, Juan José Hernández Arregui, entre otros, y no los monigotes actuales.
Fue delegado de Juan Perón y secretario general del Movimiento Peronista bajo la dictadura de Onganía. Era un militante de hierro pero detrás de su adustez había un varón cordial, un compañero entrañable, que siempre buscó la unidad de los revolucionarios. Nunca buscó cargos, ni candidaturas, ni prebendas. Fue solidario con los perseguidos. Por todo eso, los militares criminales lo fueron a buscar a su domicilio y allí lo asesinaron.
Alberte fue un joven oficial del Ejército que participó como tal los días 16 y 17 de Octubre de 1945 en la movilización popular que dio nacimiento al justicialismo. Era edecán de Perón cuando se produjo su derrocamiento en 1955. Había participado de la defensa frente a los bombardeos durante aquel fatídico año, cuando la marina lanzó sus bombas desde sus aviones en pleno centro porteño, como los nazis hicieron en Guernica contra los vascos.
Cuando la banda criminal lo sorprendió en su domicilio, estaba escribiendo un documento donde denunciaba el secuestro y asesinato de Máximo Altieri, un joven de la Corriente Peronista 26 de Julio. Es justo el homenaje a este militar como es justo condenar a sus asesinos repulsivos.

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