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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, marzo 17, 2013

HABEMUS PAPAM ARGENTINUM.

Habemus papam argentinum por James Neilson.

Desde la tarde del miércoles pasado, la Argentina vive un nuevo relato, uno de alcance mundial que es mucho más imponente o, si se prefiere, más épico que el improvisado por los esforzados militantes K. He aquí un motivo por el que la elección por los cardenales del exarzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, cayó tan mal en la Casa Rosada, Olivos y los lugares en que suelen congregarse los soldados de La Cámpora y agrupaciones afines. Como muchos han subrayado, en el caso de algunos con regocijo un tanto malicioso, Bergoglio, el "cardenal opositor" en palabras del extinto Néstor Kirchner, se ha visto transformado de golpe en el argentino más importante de la historia.
Tal vez no sea para tanto. Podría argüirse que el libertador José de San Martín tuvo un impacto geopolítico mayor. Así y todo, no cabe duda de que hasta que lo lleve la muerte –o, tal vez, la mala salud, ya que su antecesor Joseph Ratzinger mostró que el pontificado no tiene que ser un cargo vitalicio–, Bergoglio desempeñará un papel muy destacado en el escenario internacional que a buen seguro incidirá, aunque fuera de manera indirecta, en la evolución de la política argentina.
En Yalta, ya derrotado el nazismo, Stalin le preguntó a Churchill que quería que el Vaticano participara de las negociaciones de paz: "¿Cuántas divisiones tiene el papa?" Andando el tiempo los comunistas recibirían una respuesta; si bien la Iglesia Católica se ha debilitado mucho últimamente en Europa, el papa Karol Wojtyla contribuyó bastante al hundimiento definitivo de la Unión Soviética. Ciertos kirchneristas temen que el papa Francisco haga lo mismo no sólo con su propio movimiento sino también con el "socialismo del siglo XXI" inventado por el recién fallecido petrocaudillo venezolano Hugo Chávez. Luis D'Elía, que suele decir en público lo que otros piensan en privado, nos informa que Francisco "es a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética. El nuevo intento del imperio por destruir la unidad sudamericana".
Exagera el piquetero que ha hecho suya la causa de los brutales teócratas iraníes: la "unidad" de la que habla es a lo sumo una aspiración cada vez más tenue y es muy poco probable que la CIA se las haya arreglado para manipular a los cardenales que se reunieron, detrás de puertas firmemente cerradas en un lugar presuntamente limpiado de adminículos electrónicos, pero su desconcierto puede entenderse. Bergoglio que, según los interesados en la interna eclesiástica local, era un "cardenal político", nunca ocultó el fastidio que sentía por la intolerancia de los kirchneristas, por las "ambiciones desmedidas y delirios de grandeza" que los caracterizaban, pidiéndoles "humildad y sabiduría". También criticaba con vigor la indiferencia aparente de tantos ante desastres luctuosos como el del boliche Cromañón, lo que pudo tomarse por una forma de aludir al silencio que durante dos semanas guardó el matrimonio presidencial y, como ya es rutinario entre los voceros de la Iglesia, insistió en que para reducir "el escándalo de la pobreza y la inequidad social" sería necesario un gran "esfuerzo solidario", afirmación ésta que le mereció una réplica ácida de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Los ataques más virulentos contra Bergoglio han sido obra de personajes estrechamente relacionados con el kirchnerismo que, con la aquiescencia de virtualmente todos, se han apoderado del tema de los derechos humanos, pasando por alto los crímenes de lesa humanidad que fueron perpetrados por terroristas que, en el fondo, compartían los mismos valores despiadados que los militares. Lo acusan de complicidad con el Proceso por no haber defendido con la energía debida a dos miembros de su propia orden, la Compañía de Jesús, que fueron secuestrados por un grupo de tareas del régimen que los llevó a la Escuela de Mecánica de la Armada para ser torturados. Averiguar lo que realmente sucedió en aquellos tiempos no es fácil, pero las autoridades eclesiásticas mismas admiten que, con escasas excepciones, el clero católico no estaba a la altura de las circunstancias. Puede que, como aseguran entre otros Adolfo Pérez Esquivel, Bergoglio, a diferencia de ciertos obispos, no haya tenido vínculo alguno con la dictadura castrense pero, mal que nos pese, las sospechas en tal sentido nunca se irán por completo.
De todos modos, las versiones en torno a la supuesta colaboración de Bergoglio con los militares en la Argentina de la guerra sucia no parecen haber impresionado a los demás cardenales. Tenían otras prioridades. Aunque es de suponer que buscaban alguien que fuera capaz de disciplinar una curia que está llena de intrigantes y expulsar de una vez a los pedófilos, que tanto han hecho por privar de autoridad moral a una institución cuyo activo principal ha de ser su capacidad para influir en la conducta de los fieles, también habrán querido que el sucesor de Ratzinger estuviera tan preparado como el papa emérito alemán para encabezar las huestes de lo que creen es el bien en la batalla cultural contra el relativismo hedonista y consumista que está en la raíz de la gran crisis que está socavando la civilización occidental.
Puesto que los jesuitas son desde hace siglos los intelectuales de la Iglesia, condición que los ha hecho blanco de una serie de campañas de persecución organizadas por rivales envidiosos, Bergoglio poseerá las dotes exigidas y, de acuerdo común, también sabrá comunicarse con la mayoría que está más interesada en los problemas de la vida diaria en tiempos duros que en tratar de encontrar respuestas a las cuestiones filosóficas y teológicas a las que Ratzinger se dedicaba.
Además de reconocer que el centro de gravedad del catolicismo se ha trasladado desde Europa a América Latina, los cardenales optaron por un hombre de 76 años que, como Ratzinger, será forzosamente un papa de transición. Desoyeron los consejos de quienes decían que sería mejor que tomara el relevo un hombre relativamente joven que podría permanecer dos, tres o cuatro décadas en su cargo. De ahora en adelante, el estado de salud de Bergoglio se verá monitoreado por los medios, de suerte que cualquier síntoma, por mínimo que fuera, de enfermedad incipiente ocasionará alarma y especulación. El suyo, pues, será forzosamente un pontificado precario, aunque es bien posible que logre sorprender de nuevo a quienes lo han subestimado.
http://www.rionegro.com.ar/diario/habemus-papam-argentinum-1091635-9539-nota.aspx

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