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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, marzo 28, 2013

LOS LARGOS PASOS DE CHINA por HÉCTOR CIAPUSCIO

 

Las enseñanzas del legendario maestro chino Confucio llegaron a su posteridad a través de versos que se titulan "Analectas" (Conversaciones) y que contienen aforismos, máximas y consejos. Uno de estos últimos se ha hecho clásico como recomendación a los líderes políticos. Es el que dice: "Gobierna en beneficio del pueblo y recluta hombres superiores, no importa de qué origen". Los responsables del Partido Comunista chino, a su manera, parecen entenderlo. Los cambios en el poder son como los de una esclarecida corporación burocrática. Cada una de las generaciones políticas que se sucedieron a partir de las reformas cruciales que impuso Deng Xiaoping con sus "cuatro transformaciones" a finales de la década de 1970 ha estado poblada de jóvenes con rostros frescos, anteojos de intelectuales, presencia dinámica y perceptible talento. En la cúpula del Partido ingenieros se van e ingenieros llegan. Los chinos buscan cuadros de administración inteligentes y especializados; asumiendo el consejo confuciano, privilegian la eficiencia y el pragmatismo.
El avance económico de China ha sido espectacular. Desde aquellas reformas de 1978 logró el sostenido crecimiento económico más rápido de la historia humana; creció en cuarenta veces su dimensión anterior. En una sola generación mil millones pasaron de la bicicleta al automóvil. La admiración universal por estos logros se renovó ahora cuando asumieron el gobierno del país los representantes de la quinta generación revolucionaria (las anteriores son las de Mao, Deng, Jiang, y Hu Jintao). Sobre la base de 50 años de éxitos, Xi Jimping, el nuevo presidente, formuló un credo renovado de grandeza impar de su país. Fijó como objetivo para el 2020 duplicar el PBI y los ingresos per cápita respecto del 2010, pero atendiendo a otros, sociales y culturales, como disminuir drásticamente las diferencias entre ricos y pobres y atender prioritariamente a la salud pública y el ambiente, comprometido ante la necesidad del crecimiento económico.
Fuera de lo estrictamente político y económico, algo también parecido a un milagro, la hazaña educativa ha sido asombrosa. El test del 2009 realizado por PISA, el programa internacional de evaluación de estudiantes, colocó a Shanghai, una megalópolis de 15 millones de habitantes, como primera mundial absoluta en cuanto al rendimiento estudiantil y documentó que cientos de millones de alumnos de provincias emparejaban o sobrepasaban a los de los países adelantados de Europa y, de lejos, los resultados americanos. El éxito de los estudiantes con ancestros chinos se comprueba en todo el mundo y a través de sociedades con sistemas socioeconómicos y políticos diversos. Se ha dado en Hong Kong, en un sistema de libre mercado casi absoluto y hasta anárquico, se ha dado en Singapur, regido con mano de hierro por un caudillo del partido socialista, y se ha dado ampliamente en Taiwán, una población de origen chino con un modelo de desarrollo intermedio.
Comentaristas norteamericanos señalan que desde 1965, cuando la inmigración se hizo más abierta para ellos, las comunidades chinas no han cesado de extenderse y prosperar. En lo educativo, una notable fracción de los estudiantes sobresalientes, juzgados por pautas objetivas como la de la Olimpíada Matemática y competiciones como la Intel Science o por apreciaciones más subjetivas como las tasas de admisión a las universidades de la Ivy League, ha tenido nombres chinos. Una cita expresa que los resultados son particularmente elocuentes cuando se expresan en términos cuantitativos: aunque sólo el 1% de los graduados universitarios cada año son de origen étnico chino, el análisis de los apellidos indica que corrientemente incluyen casi el 15% de los estudiantes con performance exitosa más alta, una proporción que supera cuatro veces la de los judíos americanos, el grupo de mejor resultado entre los que tienen ascendientes blancos. Otro comentario elocuente afirma que Silicon Valley es en gran medida dependiente de profesionales de este origen para mantener sus ventajas tecnológicas. No es de extrañar que casi contemporáneamente con los informes educativos se conoció en estos días un anuncio de la Organización Mundial para la Propiedad Intelectual expresando que por primera vez en la historia los pedidos de patentes industriales centralizadas en Pekín superan en número los de Washington. Hace tres años, en el 2008, las cifras de China representaban el 15% del total, frente al 23% de Estados Unidos. En el 2011 China, con el 24,6%, superó al 23,5% americano. Significan 526.412 pedidos de patentes industriales contra 503.582 de Estados Unidos. Este fenómeno suena como una verdadera campana de alarma para la patria de Edison.
Nosotros, los de la patria de Sarmiento, tenemos motivos para preocuparnos por comparaciones con China que se refieren a algo más básico, la educación en general. Al señero logro educativo de Shanghai registrado para el 2009 por PISA, la prueba internacional que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) efectúa en seis decenas de países para evaluar su estado educativo, se refirió hace unos días el ministro de Educación argentino Alberto Sileoni. Relativizó ese éxito insistiendo en lo puntual de la referencia a la megalópolis china y cuestionó las evaluaciones sobre matemáticas y rubros afines que hacen los del hemisferio norte porque no tienen en cuenta la "dimensión axiológica", la incorporación de valiosos conocimientos del arte y del ambiente que hacen nuestros estudiantes. La Argentina fue ubicada en el puesto 55 en matemáticas y 50 en ciencias de un total de 65 países analizados. En al ranking general, comparando entre el 2000 y el 2009, nuestro país –atrás de Chile (449), Uruguay, México, Colombia y Brasil– bajó de 418 puntos a 398. Optimista a pesar de todo, el ministro prometió que la Argentina participará con mejores resultados en el próximo examen de PISA que se hará en el 2015.
Compartamos este optimismo de pasos cortos. No somos chinos.
 

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