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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, junio 25, 2013

La historia mostrenca de Neuquén por LUIS FELIPE SAPAG.


Del diccionario de la RAE: mostrenco/ca: alteración de mestenco. Adj. coloq. Dicho de una persona: que no tiene casa ni hogar, ni señor o amo conocido.
El médico Ezio Zani fue quien oficialmente fundó Cutral Co en 1933. Sin embargo, la persona que decidió la localización del pueblo petrolero, tres años antes, fue Wenceslao Navarrete Ortiz, un inmigrante chileno que cavó allí un pozo de agua con un equipo de madera a percusión, con fuerza motriz suministrada por una mula. ¿Por qué en ese lugar? Porque los pobres y los desocupados no tenían permitido asentarse en el área fiscal reservada a YPF. Aquella historia sucedió, pero como sus protagonistas eran mostrencos, no se le dio entidad.
Dado que nací en Cutral Co, ese acontecimiento, escamoteado a la historia y a la memoria colectiva, marcó mi manera de ver el pasado y me sentí estimulado a buscar otros casos de efemérides prolijas y héroes fabricados por un (solo) relato: el "civilizado". El más evidente es el de la ciudad de Neuquén. En la confluencia de los ríos Limay y Neuquén, el lugar fue "alojo" de los arreos de los malones mapuches en el siglo XIX y luego asiento de crianceros. El "paraje Confluencia" fue erigido por aborígenes y criollos sin títulos de propiedad. Pero la historia oficial reza que la ciudad de Neuquén fue "fundada" en 1904 por Carlos Bouquet Roldán, cuyos socios y amigos sí se hicieron de escrituras y realizaron buenos negocios inmobiliarios.
Habría que efectuar investigaciones sobre las trayectorias pasadas de las localidades que recibieron nombres de coroneles y generales. Por ahora, baste señalar que el primer gobernador neuquino reconocido por el gobierno argentino no fue el coronel Manuel Olascoaga, sino Valentín Seminahuel Saygüeque, toqui mapuche-huiliche que estableció, dos décadas antes de la "Conquista del desierto", un espacio de soberanía en gran parte de lo que serían las provincias del Neuquén y Río Negro. El régimen, con sede en Caleufu, disponía de normas y jerarquías establecidas por escrito, así como una estructura diplomática compleja, y hasta 1881 el gobierno de Buenos Aires se dirigía a Saygüeque como gobernador del "País de las Manzanas".
Para los que no quieran equiparar las instituciones aboriginales a las de inspiración europea, cabe otro omitido antecedente: en 1816 José Antonio Pincheira y sus hermanos instituyeron, en el Alto Neuquén, un gobierno con la bandera de España, que duró hasta 1832. Con este poder firmó tratados de paz con Mendoza y fundó la villa de Varvarco, albergando una población de criollos chilenos, pehuenches y soldados españoles que en invierno se dedicaba a la ganadería, mientras que en verano se convertía en un eficiente ejército móvil que llegó a tomar Carmen de Patagones.
El bravo Sayhueque.
Por supuesto que esas historias mostrencas fueron adjudicadas a "salvajes" y "ladrones", pero los descendientes guardan una memoria de pueblos y culturas que son capaces de revivir con vigor y legitimidad. Memorias colectivas cuya identidad social les otorga el derecho a pensar que fueron los huincas los salteadores desalmados y no los héroes fundadores de algo que ya existía. Cuando se reescriba la historia se entenderá que Roca y sus oficiales deben tener un lugar en los relatos y las plazas, pues ciertamente cambiaron la realidad, pero es inaceptable que sigan ocupando el centro de esos relatos y plazas. Hoy es necesario no derribar sus estatuas, sino correrlas, para dar lugar a la postergada consideración de los Pincheira, los Navarrete y los Saygüeque.
Publicado en el Diario "Río Negro", 24-6-2013.

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