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LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, julio 22, 2013

Bariloche Center: El ocaso del edificio más polémico.


Nació como un proyecto glamoroso a principio de los 70. Hoy, después de varios proyectos para tirarlo abajo, el Bariloche Center luce como una estructura oscura y muestra falta de mantenimiento.
Por aquella época no había adjetivos que alcanzaran para calificarlo. Las palabras siempre le iban dos talles más chico. 
Cuando todavía era una estructura en formación el diario el "Río Negro" tituló un definitivo: "Bariloche Center: "Empire State de los Lagos". 
No hace falta subrayar que especialmente entre fines de los 60 y principios de los 70 la idea de tener un edificio imponente y multipropósito no estaba mal vista por la sociedad local y mucho menos por su clase política. 
A medida que la mole iba ganando estatura también se alimentaba la expectativa de una Bariloche futurista con diseños colosales salidos de un capítulo de "Los Super Sónicos". La geografía única del sur encontraría su tono justo en una arquitectura visionaria. 
Cuarenta y un años después el cuerpo herido del edificio puede contar otra historia. 
La última propuesta de demolerlo data del 2004 y le pertenece al empresario Diego Fenoglio que quería "apenas" rebanarle los seis pisos superiores. Andar por los pasillos del Bariloche Center es una experiencia de dos mundos: uno, el soñado, y la proyección de aquel sueño estrafalario. 
Un Titanic sin más. 
El decorado fastuoso de una época que no alcanzamos a comprender. 
Las puertas de acceso construidas en madera, en un esfuerzo por categorizar el sólo hecho de atravesarlas, los amplios ascensores capaces de albergar un piano, son detalles que hoy no significan nada pero que una vez reflejaron la búsqueda de cierto grado de excelencia. 
Las marcas de identidad del proyecto inconcluso. Los ventanales se abren hacia un paisaje fantástico. Y aquí surge otra de las tantas ironías subyacentes. El edificio más odiado de Bariloche es también el que posee la vista más exquisita. 
El Bariloche Center apareció como la postal de un paisaje por venir en la joven mente del presidente de la empresa Categril Internacional S.A. Mauricio Litman. 
Litman había descubierto la zona en su luna de miel y desde aquellas vacaciones febriles no hizo más que madurar un propósito en su interior. 
Invertir en Bariloche y quedar grabado a fuego en los libros de su historia. 
Muchas de las declaraciones que hizo Litman, convertido ya en un hombre exitoso con proyectos turísticos en Uruguay, estaban cargadas de heroicismo y desmesura. "Todas las grandes obras levantan resistencias por la competencia. Las grandes ideas levantan resistencias lo mismo que los grandes inventos. 
La energía nuclear, los grandes viajes a la luna levantan resistencias pero nadie los detiene. 
Yo soy progresista", le decía a este diario en una entrevista mano a mano. 
Litman no está hoy para andar por los rincones públicos y secretos de su hijo más querido. Originalmente el Bariloche Center tenía 369 departamentos y una galería con 50 locales destinados al comercio. 
En el décimo piso se construyeron Penthouses de puro lujo. La estructura era producto de una sólida idea comercial por parte de Litman. 
Si Bariloche estaba destinada a la gloria turística levantar un descomunal apart hotel era lo más acertado. Con los años los cuartos de "hotel" -que recibían servicio diario de limpieza y atención – fueron vendiéndose a particulares que se instalaron de forma permanente en el edificio. 
Todavía quedan residuos de aquel negocio. 
Si un turista busca un departamento por día probablemente lo conseguirá consultando en la mesa de entradas. 
Los alquileres tampoco son caros. 
Las leyendas que corren por la ciudad acerca del uso indiscriminado de los "deptos" por parte de prostitutas es algo exagerada aunque no falsa. No es excepcional que algunos "servicios personales" se brinden en el Center. Una llamada lo corrobora. La visión de algunas jóvenes, en calzas, carterita, cara de pocos amigos, como marca el oficio lo vuelve real. En la actualidad es bastante difícil saber qué y cómo se encuentra aquel mapa dibujado en los 70. "Había treinta y pico departamentos por piso, pero la verdad no sé, hubo gente que tenía dos unidades chicas y las unió", dice a "Río Negro" el dueño de una inmobiliaria que está instalada en el entrepiso. En el piso 10 se encuentra ubicado el hostel "Penthouse 1004", con 8 habitaciones y una vista de película de Walt Disney. 
Ofrece habitaciones privadas y compartidas a precios moderados y, en general, es refugio de jóvenes extranjeros. 
Tampoco en la oficina de la administración pueden dar precisiones sobre la actualidad del edificio. Un empleado le comenta a este diario que sólo hay dos personas que conocen bien sus alternativas pero una anda de viaje por Europa y la otra no está. En los primeros años de funcionamiento trabajaban allí, entre ascensoristas, conserjería, mucamas, mantenimiento, mozos, empleados y administrativos 400 personas. 
Hoy el edificio cuenta con 10 empleados. Tres mujeres dedicadas a la limpieza general y dos varones al mantenimiento. 
El resto se reparte entre administración y recepción.
Aunque el Bariloche Center es, como alguna vez se dijo, un barrio en sí mismo su interior se observa vacío. Sin gente. Los típicos ruidos, los aromas de las cocinas de las familias que hoy lo habitan atraviesan las delgadas puertas de madera. 
En su origen figuraban otras palabras: lujo, glamour, modernidad. Nada de aquello permanece. En la estructura viven una cantidad significativa de personas de la tercera edad. 
Algunas lo han hecho por décadas en pequeños departamentos de uno o dos ambientes. "Se lo compré a un hombre de dueño a dueño, era barato, y seguro. 
Acá es como un vecindario ¿vio? Conozco a todos en este pasillo, todos buena gente", dice Gladys una abuela que hace 15 años que es propietaria de un departamento en el séptimo piso. 
El hogar de Gladys es una cajita de zapatos. Lo mantiene en impecable estado. En una extensión mínima está contenida su vida entera: cocina, living, una cama de dos plazas, ropa y libros. "Venga, mire acá", invita al periodista a espiar por la ventana. El paisaje se releva desde el cuarto con la potencia de un milagro. Un sonido mecánico y perseverante circula en el aire del Bariloche Center. 
Es la fracción de una nota que viene del sistema de los ascensores. Por estos días nadie los maneja como solía acostumbrarse antaño. Aunque no faltan las almas caritativas. Un hombre que debe andar por los 80 años se sube y se instala junto a la botonera sin que nadie se lo pida. "¿A dónde van todos? A ver, vamos de a uno", le dicta a los presentes, turistas en su mayoría, que con desgano le dictan el número de su departamento. Con el tiempo tuve que aprender a querer este edificio que provoca tanto rechazo. Pasa en todas las ciudades, que se odian los edificios donde uno creció, yo viví varios años acá y ahora gracias a este edificio tengo mi trabajo", le dice a "Río Negro" Diego que maneja una casa de tatuajes en el subsuelo. El Bariloche Center no recuperará el empuje con que fue concebido. Tampoco la elegancia dura de los 70. 
Lo que fue la encarnación de un palacio es ahora una figura otoñal. Olvidada. Sólo la galería, la pizzería y el subsuelo con sus locales se mantienen un ritmo propio. La gente pulula, almuerza, pasea con la mirada perdida sobre productos diversos: gorras de lana, guantes chinos, remeras de estampados predecibles. 
Junto al local de los tatuajes y los piercing, las tribus urbanas de Bariloche se fuman las horas. Indiferentes. 
El 1 de julio de 1972 Cantegril Internacional S.A. inauguró el Bariloche Center entonces presentado como el Hotel Casino Bariloche Center. Asistieron autoridades y personalidades nacionales y regionales. Su estructura imponente estaba compuesta por 369 departamentos, 50 locales comerciales, un restaurante, una confitería, una piscina, pista de patinaje sobre hielo, auditorium. Además tenía 150 bauleras y 105 cocheras. 
Su capacidad era de 1200 camas. La estructura diseñada abarcaba 30 mil metros cuadrados de los que llegaron a construirse alrededor de 16 mil. Para levantarlo se utilizaron 2300 toneladas de cemento.< En 1996 el concejal Manuel Vázquez propuso dinamitar el Bariloche Center. Según sus cálculos los costos del drásticos plan rondaban los 60 millones de pesos de la época. 
En 2004 el empresario Diego Fenoglio planteó una idea un poco más condescendiente: volar los seis pisos superiores para recuperar la vista hacia el paisaje. El proyecto pronosticaba un costo total de 9,86 millones de pesos. 
En 2006 el municipio analizó la posibilidad de demoler el edificio y construir en su lugar el centro de convenciones de la ciudad. 
Incluso fueron publicados diseños en computadora. Según Raúl Ferrari, secretario de Planeamiento Municipal de entonces, el propio Néstor Kirchner se había comprometido a aportar 10 millones de dólares para la causa. 

Nota de Claudio Andrade publicada en el Diario "Río Negro", (edición Nro. 23.331), lunes 22 de julio de 2013, página 22. Imágenes pertenecen a la misma.

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