GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...
...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, octubre 13, 2013

Misteriosos y tensos encuentros en Puerta de Hierro.

En 1972, el dirigente emepenista Elías Sapag fue el intermediario entre el presidente Alejandro Lanusse y Juan Domingo Perón en la transición hacia la democracia. Hubo intensas reuniones del neuquino en Madrid. Malentendidos, confusiones y una intimidante participación de López Rega.


La quinta se llamaba 17 de Octubre, pero todos la conocen como Puerta de Hierro, como un homenaje al tradicional barrio de la zona noroeste de Madrid y como descripción característica por el enorme portón forjado en metal que permite el ingreso a la residencia.
 Era el lugar elegido por Juan Domingo Perón para pasar sus 18 años de exilio en España.
 El general compró el terreno de una hectárea en 1964, luego de renegar de la vida en departamentos y lugares que no eran propios. Finalmente, construyó el chalet de 800 metros cuadrados divididos en dos plantas “sin muchos lujos”, como decía el general, pero con todas las comodidades necesarias para vivir bien.
 El amplio jardín cargado de plantas y árboles le sirve para pasear a sus dos perras caniche y para disfrutar de sus 20 canarios que no paraban de cantar durante las mañanas de julio. Pero también aprovechaba el espacio para hacer ejercicio y sentarse a la sombra a leer o a pensar.
 Las enredaderas, los jazmines y las copas de los árboles son un bálsamo durante los ardientes veranos madrileños. “Acá no refresca a la noche como en Olivos”, diría en alguna entrevista.
 Las rutinas del general eran cuarteleras. En invierno se levantaba a las 7 y en verano a las 5. Lo primero que hacía era desayunar y luego salía a trotar despacio y a caminar por el barrio. Los ejercicios eran algo que no podía evitar si quería tener un buen día cargado de energía. Necesitaba estar bien para pensar y seguir de cerca todo lo que pasa en la convulsionada Argentina, dar instrucciones a sus seguidores y recibir visitas permanentemente.
 El general recibía a todo el que lo quisiera ver, siempre y cuando el tiempo lo permitiera. El acoso de la prensa era constante y lo fastidiaba porque no quería generar mucha ebullición política a través de medios de comunicación. Temía que eso termine perjudicándolo. Pero, salvando esa situación, su custodia abría el enorme portón de hierro para que pasen las visitas que en su mayoría son políticas y venían desde tierras lejanas.
 
Escenario.
 En 1972, la Argentina era un hervidero. Gobernaba con dificultades el presidente de facto, el general Agustín Lanusse con la enorme presión del peronismo para que su líder deje de estar proscripto y regrese al país para gobernar o para que se inicie un nuevo proceso democrático.
Lanusse sabía que es necesario comenzar a buscar una alternativa y un acercamiento con la dirigencia política nacional, pero se resistía a que Perón volviera a tener protagonismo, aun con 76 años que tenía en ese momento y con los problemas de salud que ya comenzaban a complicarlo.
 En busca de avanzar con el Gran Acuerdo Nacional (GAN), el Presidente comenzó a negociar directamente con Perón en el exilio. No lo hizo personalmente sino a través de emisarios que viajaban a Puerta de Hierro en busca de una salida política.
Lanusse intentó seducir al caudillo con acciones concretas. Le envió los restos de Evita, que luego descansarían en el primer piso de la casona madrileña, le reintegró el grado de militar y los sueldos que se le adeudan y le cerró todos los procesos judiciales que se le habían abierto desde 1955.
 Dirigentes políticos de todo el país se entrevistaban con el general en Madrid. Entre ellos se destacó la figura de un neuquino peronista que a partir de la proscripción del partido encabezaba nueva fuerza política: era Elías Sapag, representante del Movimiento Popular Neuquino. Su hermano, Felipe, gobernaba la provincia de Neuquén y ya era considerado un caudillo de la Patagonia.
Lanusse había conocido a los hermanos Sapag durante una visita que realizó a Bariloche. Allí estrechó vínculos con los neuquinos, pero especialmente con Elías, el gran político y estratega.
 En abril de 1972 Lanusse le pidió a Elías que vaya a reunirse con el general en su casona de Puerta de Hierro en Madrid en una misión casi secreta de la que nadie sabía nada, pero que después trascendería.
 El Presidente ya le había enviado 50.000 dólares a Perón, en concepto de salarios atrasados, pero a través del embajador en España, Jorge Rojas Silveyra, se enteró que el general aceptó el dinero, pero que además pedía cuatro millones de dólares para seguir negociando.
Lanusse estaba confundido, puesto que al mismo tiempo le llegó el rumor que Arturo Frondizi le había ofrecido dinero a Perón y éste lo había rechazado. “Si rechazó este dinero, ¿por qué me pide a mí?”, se preguntó,
“Vos conversarás de este asunto con el general Perón, muy francamente, y debés hacerlo a solas y fuera de su casa, por la gravedad del tema”, le dijo Lanusse a Elías.
 El Presidente también solicitó que le pidiera explicaciones a Perón por el lanzamiento del flamante Frente Cívico de Liberación Nacional. “¿No tiene en cuenta a las Fuerzas Armadas? ¿Pretende enfrentarlas o dividirlas? De todo esto es indispensable una explicación”, le dijo.
 Elías aceptó el pedido y viajó acompañado de su esposa. Pero algo imprevisto ocurrió durante las numerosas reuniones que tiene el neuquino con Perón.
“Elías estuvo una semana en Madrid y de repente vuelve solo, sin su esposa. Se queda en Buenos Aires dos o tres días y viaja nuevamente a España para continuar las reuniones con Perón y finalmente regresa a la Argentina, esta vez con su mujer”, relata Luis Sapag, hijo de Felipe y sobrino de Elías, 41 años después.
 Cuando Elías volvió al país no hizo referencia alguna de lo que ocurrió, ni siquiera en qué consistieron aquellos encuentros con Perón.
 Muchos años después, Felipe Sapag le contaría a Luis lo que pasó durante aquellas reuniones tan calientes y tensas.
 Un día López Rega y Héctor Villalón (hombre vinculado a organizaciones de extrema derecha y de izquierda) llegaron hasta el hotel donde Elías se hospedaba con su esposa y de manera intimidatoria le dijeron: “Señora, usted se queda acá. Y usted (en referencia a Elías) vaya a Buenos Aires. Ya sabe lo que tiene que hacer”.
Según Luis, no fue un secuestro con todas las letras, pero sí una presión hacia su tío porque en esas reuniones algo había resultado mal.
“No se qué se mandaron a decir entre Perón y Lanusse a través de Elías. Nunca se supo, aunque se publicaron muchas cosas. Lo único que Elías le dijo a mi papá es que tuvo que volver a traer el mensaje solo porque le habían retenido a la esposa por la fuerza. Fue una forma de obligarlo para que venga a decir lo que ellos querían”, asegura.
 
Malentendido.
 Publicaciones periodísticas de la época aseguran que Perón se enfureció cuando se enteró de que Lanusse insinuaba que él le había pedido dinero a cambio del retiro. Dijo que, por el contrario, dos emisarios anteriores a Elías (Jorge Paladino y el embajador de España) le habían sugerido a él que aceptara plata a cambio de su retiro de la vida política del país.
“Me ha causado profunda sorpresa e indignación, conocer por palabra del Presidente Lanusse, una acusación infamante contra mí: que reclamo la entrega de cuatro millones de dólares en forma inmediata para continuar las tratativas y un millón de pesos mensuales. Esto significa que, el que haya dicho semejante infamia, no puede ser sino un malvado que actúa con aviesas intenciones”, aseguró Perón en un memorandum enviado a Lanusse.
 También desmentiría que Frondizi le ofreció dinero. “Es una patraña más de los que, imagino, se empeñan en confundir al Presidente, quién sabe con qué designios”, dijo en el mismo documento.
 Así fue que el general le ordenó a Elías que viajara inmediatamente con su respuesta al Presidente. Se lo dijo de manera enérgica. ¿Es posible que hubiera enviado a López Rega y a Villalón al hotel para meter presión y asegurarse que el neuquino llegaría a Buenos Aires con un mensaje claro y preciso, sin inventar nada?
 La historia oficial diría que la mujer se quedó en el hotel porque no tenía sentido que regresara al país para luego volver a España, pero lo real –según Luis- es que la tuvieron retenida como forma de presión. “No tengo pruebas de esto. A mí me lo contó mi padre. Y yo le creo”, asegura Luis.
 
Hechos.
 A partir de aquella serie de encuentros los acontecimientos se precipitaron de manera vertiginosa. La historia es conocida.
 Perón volvió a la Argentina en 1973 y su regreso dejó un tendal de muertos por los enfrentamientos que se produjeron en el aeropuerto de Ezeiza.
Cámpora se daría el gusto de llegar a la Presidencia ese mismo año, pero su mandato duraría tan sólo 49 días, ya que renunció a la primera magistratura y habilitó un nuevo llamado a elecciones para allanarle el camino a Perón quien finalmente se impuso de manera contundente. Sin embargo, el mítico general que despertaba amores y odios y movilizaba a todo un país, moriría un año después, en julio de 1974.
 Puerta de Hierro ya no existe. Aquella residencia de enormes jardines e interminables reuniones políticas fue derrumbada. El predio fue vendido y hoy se levantan siete lujosas propiedades que nada tienen que ver con la historia y que nada saben de los secretos que quedaron allí enterrados.
 Lo que realmente ocurrió en aquellos misteriosos encuentros entre Sapag y el general sólo lo saben quienes fueron protagonistas.
 La historia, con todos sus caprichos y subjetividades, dio –y seguirá dando– mil versiones distintas. Una más apasionante que otra.


Una propuesta: Felipe candidato a Presidente.

LUIS SAPAG Y LA FOTO CON HISTORIA
DEL ENCUENTRO DE ELIAS SAPAG Y JUAN PERÓN.

La posibilidad de que en la Argentina renaciera un nuevo peronismo sin Perón motivó a Elías Sapag a que incluyera en su agenda de temas para hablar con el general, una propuesta novedosa y a la vez insólita.
Antes de viajar a Madrid, Elías le dijo a su hermano que sería interesante tratar de convencer a Perón para que dentro de la fuerza política nacional que se estaba gestando se incluyera a un candidato a Presidente distinto y que bien podría ser Felipe.
“Mi padre lo rechazó. En esa época el peronismo estaba muy radicalizado y los militares venían haciendo macanas una tras otra”, recuerda Luis Sapag.
Pero más allá de la negativa, Elías le aseguró a su hermano que le haría la propuesta a Perón de todas maneras, con o sin su consentimiento.
“La idea de Elías era que mi viejo podía ser un candidato que conciliara los intereses del gobierno militar con el peronismo, una especie de bisagra entre los dos mundos. Pero evidentemente no funcionó, porque el general ya tenía una estrategia y todavía se sentía fuerte”, sostiene Luis.


(Fuentes consultadas: “La trama de Madrid”, de Juan B. Yofré. “El Burgués Maldito”, de María Seoane).

POR MARIO CIPPITELLI - PUBLICADO EN LA MAÑANA NEUQUÉN (EDICIÓN NRO. 7.831), DOMINGO 13 DE OCTUBRE DE 2013, PÁGINA 20/21.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.