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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, noviembre 26, 2013

Opiniones: El boludo argentino" y el ""Pelotudo argentino"

El boludo argentino por Jorge Gadano.

En el reciente Congreso de la Lengua Española realizado en Panamá, 20 escritores seleccionados por el diario El País de España contestaron a la pregunta sobre cual es la palabra que mejor identifica a su país. Juan Gelman dijo que en la Argentina esa palabra es "boludo".
Sabemos del sentido del humor del poeta. Forma parte de su mejor literatura su conversación en un café con un león del zoológico de París. Pero no por eso vamos a decir que esa palabra, boludo –apenas una más entre las malas palabras de las que habló el creador de nuestro filósofo rural, Inodoro Pereyra (nada que ver con la nueva y refulgente estrella del firmamento neuquino) el gran Fontanarrosa– fue la ungida por nuestro vate solo para escandalizarnos.
No lo vamos a decir porque, como Gelman, estamos convencidos de que, si bien sigue siendo un sinónimo de "pelotudo" –palabra ésta usada por Jorge Sobisch en Junín de los Andes cuando dijo que el corrupto era mejor que un pelotudo– y por lo tanto significa tonto, o peor, idiota –tiene hoy otros significados, que la hacen, mayoritariamente, una buena palabra–. Para María Moliner, "un apelativo amistoso entre jóvenes".
Es así porque las nuevas generaciones de argentinos y, oh, argentinas, han incorporado la palabra a su coloquio cotidiano, dándole un significado opuesto a la descalificación o el insulto. Este argentinismo, muchas veces "bolú", viene perdiendo su significado tradicional: ahora puede ser asimilado al beso (en la mejilla, eso sí, nada que ver con lo que hacen los rusos), o a muchas otras demostraciones de confianza o cariño. Hasta en la cama ella, cariñosa, puede preguntarle a él "¿te gustó, bolú?".
En otro tiempo, lejano ya, una institución fundadora de nuestra nación como lo fue la iglesia católica, por razones morales no habría permitido ligerezas lingüísticas como las que nos permitimos en la actualidad. Pero todo cambia. Antes, por ejemplo, el espionaje era un delito castigado con la pena de muerte. La legendaria Mata Hari, quien durante la primera guerra mundial usó su belleza para obtener de oficiales franceses información que entregaba al alto mando alemán, fue fusilada en París en octubre de 1917. Ahora nadie se permitiría proponer una condena semejante para Barack Obama a pesar de que la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos espía a quien se le antoja, se trate del presidente de un país amigo como Francia, o de, qué horror, el Papa, o de este humilde servidor. O sea que cada quien hace lo que puede, aunque la conclusión sea que las Naciones Unidas que nacieron después de la segunda guerra impregnadas de fines a cual más noble, sean en estos días un modelo de desunión.
Sin embargo, sigue habiendo límites en los usos del lenguaje, particularmente en todas aquellas palabras relacionadas con el sexo. Boludo, o aun pelotudo, han ganado tanto terreno que hasta un cura se atrevería a usarlas. Pero si uno quiere internarse en el origen de esa palabras puede, por supuesto, conversar con un amigo y hasta con una amiga sobre que se relaciona (vaya uno a saber por qué) con el tamaño de los genitales masculinos, pero no hacerlo público. Con todo lo liberal que es, ni siquiera el papa Bergoglio lo toleraría.
Y ni hablar de los nombres blasfemos que en nuestro país los anarquistas que organizaron el sindicato de los panaderos dieron a algunas facturas: bolas, originalmente borlas, de fraile, también llamadas por los perversos partidarios de Errico Malatesta, suspiros de monja; sacramentos, etcétera.
La Real Academia Española, que por algo es real y no republicana, se ha tomado el trabajo de distinguir, entre los 18 usos registrados de la inocente palabra "bola", la frase "andar en bolas", que quiere decir "andar desnudo". Es la única mención, según la RAE, de uso "vulgar".
Obviamente, la condena a "andar desnudo" no es de la cintura para arriba sino para abajo, y solo hasta las rodillas. Ya se sabe lo que queda en la zona prohibida, la que está en el medio: son, en la lengua del vulgo, las bolas.
Publicado por Diario "Río Negro" 5-11-2013.

Carta de Lectores:
En referencia al "boludo/pelotudo" argentino (Jorge Gadano, diario "Río Negro" 5/11/13).
Agrego para mayor ilustración: durante la guerra gaucha conducida por el general Güemes en nuestra frontera norte, contra los godos, nuestros gauchos armaban sobre una loma grandes pelotas de cuero vacuno rellenas de ramas y pastos secos. Al pasar la tropa enemiga encendían las pelotas y las empujaban cuesta abajo con sus lanzas, provocando sorpresa y pánico entre los godos que eran sableados por los gauchos salteños. Quienes empujaban estas pelotas iban al frente y eran los primeros que recibían el fuego de los fusileros españoles. De allí deriva el tan usado vocablo "pelotudo".
Carlos A. Ricciardulli - Neuquén.
Publicada en Diario "Río Negro", 26 de noviembre de 2013.

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