GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

miércoles, enero 29, 2014

29 DE ENERO DE 1997: FALLECIMIENTO DE OSVALDO SORIANO. "He vivido en tantos lugares y tan distintos que me cuesta elegir uno en el momento de responder de dónde soy. Creo que uno es del lugar donde lo quieren".


Osvaldo Soriano nació en Mar del Plata el 6 de enero de 1943 y falleció el 29 de enero de 1997 en la ciudad de Buenos Aires.
OSVALDO SORIANO POR REP.
"La memoria lo agiganta todo. A mí me parecía que mi casa de Cipolletti era tan enorme que ocupaba una manzana pero al regresar, treinta y tres años después, encontré que no lo era tanto. Todo a su alrededor había cambiado, pero mi Rosebud seguía ahí. Es un peral añoso, de tronco bajo, al que me subía las tardes en que me sentía triste. Mi madre me buscaba por toda la casa, salía a llamarme al patio y aunque yo pudiera sentir su aliento ella no podía verme". (Osvaldo Soriano, "Cuentos de los años felices").
OSVALDO SORIANO EN CIPOLLETTI.
La memoria es una materia exquisita por Pablo Montanaro.
Esos días de infancia y adolescencia que Osvaldo Soriano vivió en Cipolletti –ciudad rionegrina a la que llegó junto a sus padres en 1953– fueron decisivos en experiencias vividas, imaginadas o soñadas que después terminarían en sus libros.
Desde la esquina de Alem y Mengelle, bajo la sombra del peral que inmortalizó en el cuento “Rosebud”, El Gordo o El Chueco –como le decían sus amigos cipoleños– soñaba con llevar el número 9 en la camiseta de San Lorenzo de Almagro, ser relator deportivo a la manera de Osvaldo Caffarelli, Fioravanti o Alfredo Arostegui, mientras dejaba la escuela industrial para deambular arriba de su moto por calles y bardas de cara al viento y el frío patagónicos, y comenzaba a discutir con su padre acerca del futuro, del país “que no tenía remedio” –según aquel empleado de Obras Sanitarias que era su padre– y de aquella Argentina de la Revolución Libertadora, con proscripciones y proclamas que afirmaban que no había “ni vencederos ni vencidos”. En ese “verdadero Far West”, como definió a su pueblo, Osvaldo junto a sus amigos querían madurar pronto y triunfar “en alguna cosa viril y estúpida como las carreras de motos o el fútbol”. Su infancia fue un territorio sin literatura, donde en la biblioteca de su padre se amontonaban gruesos volúmenes de temas técnicos, intrascendentes para quien buscaba en las páginas de El Gráfico su destino de goleador o ser un audaz aventurero de las historietas que le ofrecían las revistas Fantasía, Misterix o Rayo Rojo.

Cipolletti, Allen, Barda del Medio, Neuquén y Plaza Huincul, entre otras ciudades, con el tiempo se convirtieron en los escenarios donde transcurren sus mejores relatos y novelas. La presencia de su padre, la infancia y sus juegos, la primera novia y la pasión futbolera se despliegan con intensidad, en la que no falta la épica y el humor en los textos del libro Cuentos de los años felices. Allí parece estar condensado aquello que podría denominarse “realismo mágico patagónico”.

Osvaldo Soriano: Los años felices en Cipolletti. Pablo Montanaro Ediciones Vigilias, 2012 92 páginas.
En el jardín de su casa, en la esquina de Alem y Mengelle, todavía está erguido, entre otros árboles, su “Rosebud”, que en su última visita a la ciudad lo llevó a confesar, acaso conducido hacia su propio Aleph, que “podemos borrar o confundir las huellas de una vida, pero las llevamos a cuestas”. Y descubrió que lo que contaba no era el árbol sino “lo que hemos hecho de él”.

Sus amigos de aquel tiempo, sus compañeros de intensos partidos de fútbol e interminables cafés, volcaron sus recuerdos y anécdotas en este libro que recrea la vida de Osvaldo Soriano mucho antes de que se convirtiera en uno de los escritores argentinos más leídos y populares.

Seguramente a esos amigos Soriano dedicó las palabras finales del cuento “Casablanca”: “Ahora que se acerca el invierno lo único que puedo hacer es mirar viejas películas, leer viejos libros y evocar viejos partidos. No tengan piedad de mí: la memoria, si veraz y violenta, es una materia exquisita”.

Más de cincuenta años después de aquella amistad con el Gordo Soriano, sus amigos y compañeros de aventuras se entusiasman al recordarlo y aseguran haberlo escuchado afirmando: “Yo soy de todos lados, pero más de Cipolletti”.
05/08/12, Radar, Página|12.
OSVALDO SORIANO nació en la Ciudad de Mar del Plata, un regalo de Reyes para sus padres un 6 de enero de 1943. Su padre, José Vicente Soriano, de origen catalán era un  empleado de Obras Sanitarias en la instalación de la red cloacal, luego se trasladarían a Neuquén para probar suerte en los pozos de petróleo en la Patagonia y la bronca de su esposa Eugenia y el pequeño Osvaldo que vivían de mudanza en mudanza.
Alquilaron un chalet en la esquina de Mengelle y Alem, en la vecina localidad rionegrina de Cipolletti, donde actualmente funcionan las oficinas de la estatal Aguas Rionegrinas.
Cipolletti era calles de tierra, sin librerías, con diarios que llegaban con tres días de retraso y con sólo tres únicos entretenimientos: cine, carreras de motos y fútbol.
En el año 1973 publica su primera novela "Triste, solitario y final" traducida en 12 idiomas. Las novelas "Triste, solitario y final", "No habrá más penas ni olvido", "Cuarteles de invierno" (1983) y "A sus plantas rendido un león" (1984) han sido publicadas en veinte países y traducidas al inglés, francés, italiano, alemán, portugués, sueco, noruego, holandés, griego, polaco, húngaro, checo,hebreo, danés y ruso. A lo largo de su carrera, vendió más de un millón de ejemplares.
En 1976 se trasladó a Bélgica. Luego vivió en París hasta 1984, año en que regresó a Buenos Aires. En los años 1990 escribió “ Una sombra ya pronto serás” , llevada al cine por Héctor Olivera.

En 1993 publicó “Cuentos de los años felices, historias cortas” publicadas en el diario Página/12. El Diario Página/12 fue fundado  por Jorge Lanata (su primer director) y Osvaldo Soriano y Horacio Verbitsky, entre otros.

"Acaso cometo el error de vestir a los perdedores con el ropaje de los sueños" dijo una vez.


Osvaldo Soriano instituyó un estilo que caló hondo en su generación y en las siguientes, pese a que la crítica académica local le fue casi siempre esquiva por no ser un "escritor académico".
Murió el 29 de enero de 1997, después de luchar contra un cáncer de pulmón. 
Tenía 54 años.


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