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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, enero 11, 2014

Maldesarrollo por Tomás Buch.

Este término fue introducido en el lenguaje por el sociólogo español y andino de adopción J. M. Tortosa. Su significado es bastante obvio y opuesto a aquello, aún mal definido, que las constituciones de Bolivia y Ecuador llaman Sumak Kawsay (en quechua) y Suma Kamaña (en aymara). Siempre se habla de "desarrollo" y de "crecimiento" sin jamás explicitar qué significan esos términos, cuyo sentido se torna, por lo tanto, implícito y sobreentendido. Además, se les asigna un valor altamente positivo. Se habla de países desarrollados y subdesarrollados, que son aquellos que aún no han alcanzado el glorioso desarrollo, que consiste en una abundancia insostenible de los bienes materiales, en una creciente destrucción de los vínculos de solidaridad en el seno de las sociedades, en una oculta guerra de todos contra todos, dando la razón al mayor pesimismo de Hobbes; en un contrato social que no es un acuerdo de convivencia entre enemigos como Hobbes proponía, sino un conjunto de sociedades en las que la violencia interna se muestra cada vez más cerca de la superficie y donde la violencia entre naciones alcanza límites que bordean la Guerra Mundial Permanente, con armas cada vez más complejas, como los drones que por teleguiado asesinan, "por error", una procesión marital en Yemen. El piloto, que maneja esto como si fuese un juego electrónico, ni siquiera arriesga una picadura de mosquito, ni necesita saber dónde queda Yemen. Aunque corra el peligro de ser asesinado en la calle, camino de su casa, o que un desequilibrado entre con una ametralladora a la escuela de sus niños. El objetivo de todo esto es meramente doble: poder y dinero, al servicio mutuo y en el seno de una comunidad religiosa que predica el amor.
El crecimiento y el desarrollo son conceptos puramente cuantitativos: más de todo. Olvidan que el globo terráqueo es de magnitud finita, o no les importa, aun cuando se produzca la catástrofe final debida a la finitud del planeta y, por lo tanto, el agotamiento de los recursos naturales (inclusive la tierra) y el deterioro del clima hagan imposible o penosísima la vida de los humanos y aceleren –como lo están haciendo– el paso a una nueva era geológica, el Antropoceno. No les importa, pues el derrumbe final no se producirá en el tiempo de su existencia –salvo una no imposible guerra nuclear entre Estados Unidos y China– y no se preocupan por el destino de sus nietos: ellos se las arreglarán como puedan. Los medios de difusión masiva –especialmente el más penetrante, la televisión– nos muestran flameantes cabelleras femeninas como ideal de vida hacia el cual debemos tender no bien nuestra situación económica mejora y podemos considerarnos "clase media". Japón, aliado incondicional de Estados Unidos, y China ya se pelean por unos islotes desérticos en medio del océano. Pero, ¡claro!, podría haber petróleo en el mar circundante.
El PBI es el parámetro más usado, pero este numerito habla de producción, de crecimiento, aunque no habla de distribución de esta riqueza, si representa alguna optimización del uso de algún recurso ni si ayuda a progresar humanamente a alguien. Para dar un ejemplo cercano, tres de las decisiones recientes del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fueron: la destrucción violenta de un taller de recuperación perteneciente al hospital neuropsiquiátrico Borda; la eliminación del Programa de Ayuda a Víctimas de Delitos Sexuales, y acaba de echar al director del Programa de Orquestas Juveniles, uno de los mejores medios para "sacar a los chicos de la calle". No, los intereses inmobiliarios tienen preeminencia, y ¿quién piensa en viviendas sociales en la CABA?, ¿en los que votaron a Macri por su identificación con el club de fútbol qué presidió?
He aquí el objetivo real del desarrollo y del crecimiento sin saber hacia dónde ni para qué: todo servicio social que ayude a vivir debe dar ganancia. Por eso la educación pública es un gasto, los "fijadores de precios" hacen con ellos lo que quieren y pronto se nos medirá la capacidad pulmonar para tarifar el aire que respiramos. Por eso las empresas privatizadas no invierten hasta que los servicios colapsan y el gobierno deja que eso ocurra antes de intervenir para que viajar no sea un suplicio cotidiano y para que una mujer o un chico violados tengan a quien recurrir, ahora que hasta la misma Iglesia ha reconocido la existencia de curas violadores pero los mismos curas criminales convictos no han sido excomulgados y siguen predicando sobre el amor de Dios.
Ésta es una forma de corrupción, unida con la hipocresía. Pero la corrupción es inherente a un sistema en el que la prominencia consiste en la posesión de dinero. No es sorprendente que la corrupción sea una característica de todos los sistemas conocidos y no hay forma de luchar contra ella, por cuanto siempre se trata de convertir la moral en otra mercancía más, una consecuencia de la mercantilización de todos los recursos. Igualmente, los delitos sociales, como el narcotráfico, no se extienden por casualidad o fatalidad; tampoco lo hacen el tráfico de personas ni de armas: todo lo que trae ganancias es moralmente permitido, aunque vocalmente condenado. Los narcotraficantes no quieren la legalización de las drogas porque perderían un excelente negocio, no porque teman la extensión de la adicción.
Todo esto es maldesarrollo, aunque fabriquemos cientos de miles de automóviles que abarrotarán aún más nuestras ciudades, porque eso rinde más dividendos e impuestos que un buen servicio de transporte público. Nos abarrotan de objetos, hasta que ignoremos que nuestra vida se concentra en tener los medios para adquirir esos objetos. Los que nos dominan tienen tres grandes herramientas para seguir haciéndolo: el remunerativo, el simbólico y el coercitivo, aplicados en función de las necesidades. Eso es maldesarrollo. Allí es hacia dónde nos quieren llevar, amasando billones en el transcurso, billones que sólo les pueden servir para amasar más millones. Como decía Menem: "¡Pobres, los ricos!", cuyos niños ya no se divierten jugando al balero sino que "necesitan" el último juego electrónico, cuanto más violento, mejor.
Publicado en Diario "Río Negro", 11 de enero de 2014.

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