GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, junio 06, 2015

16 DE JUNIO DE 1955: A 60 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS.

A 60 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS POR ANTONIO CAPONETTO.


A 60 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS por Antonio Caponnetto.

"En lo alto la mirada luchemos por la patria redimida"


La noche del 16 de junio de 1955, varios templos porteños fueron incendiados y profanados, amén del Palacio Arzobispal, Santo Domingo y San Francisco, la Capilla de San Roque, San Ignacio, La Merced, San Miguel Arcángel, La Piedad, Nuestra Señora de las Victorias, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Nicolás de Bari, San Juan Bautista, y la misma Catedral Primada.

“Noche de la Pasión de Jesús en Buenos Aires”, fue llamada aquélla. Noche trágica del sacrilegio, de la blasfemia, de la destrucción y del pecado.

Junto a la Eucaristía pisoteada, los sagrarios rotos, los altares mancillados, los cálices ultrajados, las imágenes sacras deshechas y vejadas, no pocas reliquias patrias sufrieron el mismo y endemoniado castigo. Desde las tumbas de los héroes hasta las banderas nacionales y los trofeos de guerra.

Perón y su gobierno; Perón y sus secuaces, por acción y omisión, fueron los responsables directos de esta grave iniquidad, corolario maldito de una política anticatólica explícitamente alimentada por la masonería.

Política anticatólica, antinacional y masónica –quede en claro- que continuaron con las mismas culpas quienes desde 1956 se adueñaron de la caída del peronismo. A nosotros no nos engañan ni los "nacionales y populares" ni los "libertadores". Detrás de los dos bandos asoma el mismo amo.

Pocos, lo presentimos con dolor, querrán recordar los 60 años de aquella jornada odiosa y envilecedora. Pocos querrán tener frente al aniversario un gesto expiatorio, devocional y orante. Pocos querrán dejar siquiera un cirio ante el Santísimo, en señal de desagravio, u ofreciéndose penitencialmente al pie de las imágenes de Nuestra Señora.

Tal vez callen los prelados, enmudezcan los templos, y queden amnésicos algunos o muchos de quienes fueron entonces protagonistas del drama. Tal vez no -y lo deseamos- si el Espíritu Santo sostiene con sus dones a quienes están obligados a hablar. Empezando por el Papa que, como argentino, debería pronunciar al respecto una palabra justa y veraz, en vez de recibir complacientemente a los herederos de los incendiarios.

Sea como fuere, nosotros recordaremos y rezaremos con renovada fidelidad a Jesucristo. Y hemos de pedirle al Dios de los Ejércitos que nos conserve la lucidez para comprender y el coraje para resistir. Comprender que los ataques a la Iglesia no han cesado. Las llamas y los destructores del presente son tan dañinos como aquel fuego que carbonizó las estatuas y convirtió en cenizas los misales y los atriles.

Los saqueadores de hoy –herederos ideológicos y partidarios de los de ayer- hacen de la Iglesia el blanco predilecto de sus insidias y persecuciones. Esta vez, para mayor penuria, con la indiferencia y la docilidad de la misma jerarquía eclesiástica. Resistir, entonces, sigue siendo la consigna, librando el buen combate que nos pidiera el Apóstol una vez y para siempre.

A quienes la noche del 16 de junio de 1955 se contaron entre los bienaventurados que fueron perseguidos por causa de su amor a la Cruz, y están vivos para atestiguarlo. A sus descendientes memoriosos y leales. A los católicos argentinos todos, convocamos a visitar simbólicamente, como en el ejercicio cuaresmal del Jueves Santo, algunos de aquellos históricos templos otrora escarnecidos. Dentro o fuera de los mismos, según las circunstancias, elevaremos nuestras plegarias.

Será un acto de merecida reparación, pero será también un juramento. La promesa invicta e intacta, después de seis décadas, de que la mirada está puesta en lo Alto y la voz de la esperanza amanecida.

¡CRISTO VENCE!

Publicado en Facebook de Santiago Apóstol Libros

Dice Wikipedia:
El 16 de junio de 1955. Levantamiento cívico-militar y bombardeo de Plaza de Mayo. Artículo principal: Bombardeo de Plaza de Mayo.
El 16 de junio de 1955 se produjo un intento de golpe de Estado en el transcurso del cual aviones rebeldes pertenecientes a la Marina arrojaron bombas, principalmente sobre la Plaza de Mayo, en tanto fuerzas de tierra atacaban la Casa de Gobierno, resultando de los hechos más de 200 muertos y alrededor de 800 heridos, la mayoría de ellos civiles.
Quema de iglesias del 16 de junio de 1955 en Argentina.
La noche del bombardeo grupos de personas atacaron y produjeron destrozos en diversos locales de la Iglesia mientras la policía y los bomberos se abstenían de intervenir. Algunos de ellos fueron laCuria Eclesiástica ubicada a dos cuadras escasas de la Casa Rosada que fue saqueada y se destrozaron todos los muebles y objetos de valor antes de incendiarla, la Catedral Metropolitana, donde penetraron por la fuerza causando destrozos pero no se atrevieron a incendiarla, el Convento de San Francisco, también a dos cuadras de la Casa Rosada, en la que no dejaron habitación, imagen ni altar en pie y luego prendieron fuego a los restos. Otras iglesias dañadas fueron la de Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, Nuestra Señora de la Piedad del Monte Calvario, San Miguel Arcángel, Nuestra Señora de las Victorias, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Nicolás de Bari y San Juan Bautista.
Incendio del edificio de la Curia Metropolitana del 16-6-55.
Un informe posterior del gobierno determinó que esa noche hubo tres grupos organizados de personas que partiendo del Ministerio de Salud Pública, del Servicio de Informaciones y del local del Partido Peronista se dirigieron separadamente a las iglesias atacadas. Este último grupo, integrado por unas 65 personas, fue el que inició el ataque a la Curia y la Catedral y habría estado bajo la responsabilidad del vicepresidente Tessaire. El grupo que salió del Ministerio de Salud Pública atacó las iglesias de Santo Domingo, San Ignacio, San Francisco y La Merced y el proveniente del Servicio de Informaciones se dirigió a San Nicolás y el Socorro.
Daniel Cichero opinó que "el ataque a los templos católicos sin dudas formó parte de la dinámica de la jornada. Y se constituyó, por sí mismo, en un argumento (casi en un símbolo) que sirvió decididamente a la construcción de la legitimidad del antiperonismo y en justificación para la continuidad de la acción violenta contra el gobierno  agregando que "toda la secuencia previa había estado envuelta en el conflicto con la Iglesia. Y aunque la organización del bombardeo corrió por otros carriles y fue protagonizado por oficiales ajenos a la formación católica, la reacción se dirigió directamente contra ella".
Por su parte el historiador estadounidense Joseph A. Page señaló que "el impacto psicológico de las iglesias carbonizadas fue tremendo para aquellos católicos que aún tenían memoria de las atrocidades de la Guerra Civil española".
Luego de la jornada del 16 de junio cesó bruscamente la campaña anticatólica aunque seguía el enfrentamiento.  Perón produjo un relevo de autoridades y dejaron sus cargos entre otros, el ministro de Educación Armando Méndez San Martín, el secretario de Prensa y Difusión Raúl Alejandro Apold y el secretario general de la C.G.T.
El 24 de junio se sancionó la ley 14.414 para reparación de inmuebles afectados pero la mayoría de los responsables de las iglesias dañadas rechazaron la intervención oficial y decidieron que los arreglos serían realizados por la Iglesia con la ayuda de la comunidad.
El 5 de julio Perón hizo por la cadena de radioemisoras un llamamiento público a la conciliación y la Iglesia le respondió el 13 de julio con la carta pastoral "Nuestra contribución a la paz de la Patria". Utilizando citas de discursos de Perón y otros funcionarios, la Iglesia luego de reseñar las desinteligencias habidas con el gobierno en el último tiempo afirmaba que había un intento de crear un "cristianismo auténtico" para sustituir a la Iglesia católica, por lo cual se había comenzado a injuriarla y atacarla con el fin de subordinarla. Después de señalar que eso era un atentado contra la patria de innegable mayoría católica reclamaba que se restablecieran las libertades públicas, en especial las de reunión, de prensa y de radio así como el amparo a los derechos y libertades legítimas religiosas.  Perón acusó el golpe y el 15 de julio al recibir a legisladores del partido hizo un extenso discurso en el que manifestó que las restricciones a las libertades se habían realizado en la medida que era indispensable, reivindicó los logros obtenidos por el gobierno y finalizó declarando que dejaba "de ser el jefe de una revolución para pasar a ser el Presidente de todos los argentinos, amigos o adversarios".
Los partidos políticos opositores reclamaron el uso de la radio y se les permitió que sus presidentes a razón de uno por semana leyeran por Radio Belgrano un discurso que primero debían presentar por escrito y que sería contestado también por radio unos días después por el peronismo. Al representante del Partido Socialista no se le permitió hablar porque al final de su discurso solicitaba que Perón renunciara, pero el texto igualmente circuló en forma clandestina. El 19 de agosto antes que terminara la ronda de discursos el Dr. Alejandro Leloir presidente del Consejo Superior del Partido Peronista manifestó en un acto que finalizaba la tregua y que el partido saldría a la calle.

El 31 de agosto Perón envió una carta a la C.G.T. anunciando su renuncia al cargo, por lo que esa organización declaró una huelga general y convocó a una concentración en la Plaza de Mayo. Allí en horas de la noche ante unas 30.000 personas Perón hizo un violento discurso en el que afirmó que los opositores habían rechazado la paz que les había ofrecido por lo cual en adelante respondería a la violencia con la violencia. El 16 de septiembre estallaba un golpe militar que le obligaría a dejar el gobierno y salir del país.

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