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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, junio 14, 2015

El día que la falsa caída de un avión generó pánico e histeria. En 1959, un rumor desató la reacción de los pobladores neuquinos por Mario Cippitelli.

“¡Que se cayó el Comet, te digo!”, gritó desaforado un hombre mientras corría detrás de una muchedumbre, sobre la calle Primeros Pobladores. “Chocó contra el puente”, agregó desde lejos con un hilo de voz.
Corría 1959 y la ciudad de Neuquén estaba conmocionada con la llegada del De Havilland Comet IV, uno de los seis poderosos aviones comerciales de pasajeros que había adquirido la empresa Aerolíneas Argentinas.
La llegada del moderno aparato a Neuquén había sido difundida por LU5 como una gran noticia y en la población todo era expectativa. Es que el Comet IV era una maravilla de la tecnología, un verdadero coloso del aire que cubriría rutas internacionales, especialmente hacia Estados Unidos y Europa. Tenía capacidad para 80 pasajeros y contaba con cuatro poderosos turborreactores Rolls Royce”, cuya excepcional potencia le permitieron alguna vez marcar un récord de velocidad en su viaje desde Inglaterra.
La empresa De Havilland había construido estas nuevas máquinas con el objetivo de dejar atrás versiones anteriores que habían sufrido varios accidentes con un número alto de víctimas. El Comet IV era lo mejor y por eso todo el mundo estaba expectante con su llegada.
Como parte de las pruebas y el entrenamiento de los pilotos, Aerolíneas Argentinas había decidido realizar un vuelo experimental a Neuquén, que recién había alcanzado el título de provincia para dejar de ser territorio nacional.
El día de la llegada, una muchedumbre fue a ver el aterrizaje a la pista del entonces aeroclub de la ciudad. “En minutos, aterrizará en Neuquén el Comet IV”, lanzó el locutor de LU5. E inmediatamente agregó: “Se van a dar cuenta por el sonido de sus motores”.
En efecto, ese día la gente esperó ansiosa el sonido de aquellos cuatro turborreactores de los que tanto hablaban. Es que en rigor de la verdad, muy pocos habían escuchado alguna vez algo semejante. “¿A qué se parecerán? ¿Tan fuerte suenan?”, se preguntaban.
Lo cierto es que apenas el imponente Comet IV surcó el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, toda la comunidad se dio cuenta de su llegada. El rugido de los poderosos motores dejó boquiabierto a más de uno y fue el gancho más convocante que pudo haber para verlo en el aeroclub.
Durante las horas que el aparato estuvo en la pista, decenas de curiosos se acercaron a admirarlo. “En Neuquén aterrizó el Comet IV”, repetían en LU5.
La misma expectativa revivió cuando el piloto volvió a encender los motores para emprender el regreso. “Atención, señoras y señores, el Comet IV está por despegar”, se anunció en la radio.
La ciudad se volvió a paralizar a la espera de aquel rugido estrepitoso surcando por el cielo. La pesada aeronave carreteó por la pista principal y a la altura de los límites con Plottier tomó altura y giró a la izquierda para retomar la ruta con destino a Buenos Aires de manera rasante sobre Neuquén.
El silencio de la tarde volvió a quebrarse como las hojas del otoño y la tranquilidad quedó a un lado frente al bramido de los cuatro Rolls Royce que parecían mucho más potentes que cuando sonaron en la llegada.
Pero algo pasó. Alguien llamó a la Policía y luego a la radio. Y posteriormente a los Bomberos: “¡El Comet IV se estrelló contra el puente!”.
Con la velocidad de los rumores, la noticia comenzó a correr por todo el pueblo. “¡Se cayó el Comet IV!”. Algunas personas decidieron dirigirse hasta la confluencia de los ríos para ver qué había pasado y a medida que corrían por el centro hacia el puente, el pequeño grupo se iba nutriendo de más vecinos que querían ser testigos. “¿Qué pasó?”, gritaban cuando veían correr a los desquiciados. “¡El Comet IV se tragó el puente!”, respondían. Y así se iban sumando más. “¡Dios mío! El Comet IV se estrelló”, repetían unos y otros.
A la altura de la calle Primeros Pobladores, un verdadero malón se dirigía exhausto en medio de la polvareda. Algunos habían optado por hacerlo por la Ruta 22. Había gente corriendo. Otros lo hacían en bicicleta y hasta montados a caballo. Muy pocos tenían la suerte de llegar en vehículo. Los bomberos y la Policía también se dirigieron raudamente, aunque el tránsito era dificultoso.
Finalmente, el gentío llegó jadeando hasta la zona del monolito y el ingreso al puente y comenzó a mirar con desesperación a uno y otro lado en busca de humo, fuego o los restos retorcidos del avión. Pero al cabo de unos minutos, y ante el imponente y manso paisaje ribereño, comenzaron a mirarse unos con otros, como preguntándose “¿y el Comet IV?”.
Con el transcurso de los minutos y ante la inapelable evidencia, la muchedumbre que había llegado desesperada para ver el accidente se dio cuenta de que había sido víctima de una broma de mal gusto o de un rumor infundado.
En silencio algunos, a las puteadas otros. Todos volvieron caminando despacio, como si se tratara de una peregrinación desconcertada, defraudada por la propia realidad. Poco antes de llegar al centro, el grupo se fue desmembrando hasta que de a pares, tríos o en forma solitaria, cada uno regresó a su hogar.
Aquella noche, a la hora de la cena, fue el tema obligado de conversación en cada mesa. Por Neuquén había pasado el Comet IV, aquel avión de motores infernales, esa máquina moderna y poderosa que pasó volando bien bajito, a ras del pueblo y muy cerquita del puente.

Agradecimiento: a Tomás Heger Wagner, por su invalorable aporte testimonial.

Publicado en Diario "La Mañana de Neuquén", domingo 14 de junio de 2014.
http://www.lmneuquen.com.ar/noticias/2015/6/14/el-dia-que-la-falsa-caida-de-un-avion-genero-panico-e-histeria_256504

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