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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, enero 24, 2016

EL "GRINGO" ONELLI. Un presidente argentino lo calificó como "el más italiano de los argentinos y el más criollo de los italianos".

EL "GRINGO" ONELLI.

En la Patagonia hay pueblos y lugares con su nombre, indicación cabal de que algo ha significado en el pasado de estas regiones. Un presidente argentino lo calificó como "el más italiano de los argentinos y el más criollo de los italianos".

Don Clemente Onelli se vinculó a la Patagonia de recién llegado. Todavía tenía las ropas impregnadas con los aires de su Roma natal cuando el perito Moreno lo envió en comisión a la Patagonia. De allá volvió embrujado, pletórico de paisajes e ideas que describió y expuso en su libro "Trepando los Andes" y en publicaciones sueltas. La preocupación de la Patagonia no lo abandonó más, y hasta cuando escribía sus "Aguafuertes del Zoológico", recaía con frecuencia en aquellas regiones, pues hablaba con cariño y agudeza de la fauna austral.

Onelli realizó varias excursiones a la Patagonia; fue elemento ponderable en las comisiones de límites con Chile. Le agradaba la vida errante, aventurera, al aire libre; se familiarizó mucho con indios tehuelches y araucanos, y aprendió estas lenguas tanto o más rápidamente que el español.

Clemente Onelli vino al país cuando tenía 23 años de edad. Trajo títulos otorgados a su capacidad por el Real Liceo Visconti y la Facultad de Ciencias de la Universidad de Italia. Inmediatamente fue incorporado al Museo de La Plata, y noventa días después cumplió su primera comisión a la Patagonia. Desde 1888 hasta 1904, en que el general Roca lo nombró director del Jardín Zoológico, exploró Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz. En la cuestión de límites, fue brazo derecho del árbitro inglés, coronel Holdich, que incluso lo llevó con él a Londres para que le prestara asesoramiento durante el estudio final de la cuestión.

La Patagonia fue la pasión de Onelli. De ese amor nació la sonora fábula del misterioso plesiosaurio, historia que le valió bromas y chistes, pero que le dio la satisfacción de atraer la atención del mundo sobre las regiones de nuestro sur, que no otra cosa pretendía al lanzar al mundo la apasionante aunque increíble noticia.
Entre los muchos párrafos que lo exhiben en una prédica profética sobre la Patagonia, vienen a cuento estas líneas: Son tantas las cuencas lacustres encerradas en las frescas quebradas de la Patagonia, que bien puede llamarse como Finlandia, El país de los mil lagos. La Patagonia para los veranos extenuantes de Buenos Aires.
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Fuente: Revista Argentina Austral Nº 360 - Año 1961.

Dice Wikipedia sobre Clemente Onelli.
Clemente Onelli nació en Roma, Italia, el 22 de agosto de 1864. Era hijo de Victorio Onelli, abogado romano. Siendo niño quedó huérfano; estudió hasta su mayoría de edad en el colegio papal de Roma, y posteriormente en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Roma, especialmente orientado a la paleontología y geología, recibiéndose de licenciado a la edad de 23 años.
Aprendió a leer y escribir, además del italiano natal, en latín, en griego, y en francés. Todavía en Italia, tomaría clases de español, idioma que viviendo en la Argentina también dominaría, al igual que el mapuche y el tehuelche. Finalmente tomó la decisión de emigrar a América del Sur.
Llegada a la Argentina.
A la edad de 24 años —a finales del año 1888— arribó a la Argentina. No se parecía al tradicional inmigrante de su época, pues era erudito en variados campos, desde historia natural, pasando por los clásicos, filosofía, y teología. Apenas llegado, conoció a los científicos locales de entonces: Eduardo Schiaffino, Pedro N. Arata, Carlos Ameghino, Florentino Ameghino y Francisco Pascasio Moreno, entre otros. A partir de 1899 conocería y hasta su muerte en 1924 trabaría especial amistad y colaboración científica con el sabio Christofredo Jakob, al que publicaría numerosos artículos neurobiológicos de nivel internacional en la «Revista del Jardín Zoológico»; ambos veían como natural que esos resultados científicos, obtenidos en la tradición neurobiológica del Hospital Borda con cerebros de los pacientes allí fallecidos y de los animales muertos en el Jardín Zoológico que se comparaban en el Borda, se publicaran en dicha revista en competencia directa con las principales revistas de las instituciones científicas alemanas, francesas y anglofonas. El criterio era percibirse y hacer ciencia en absoluta igualdad de condiciones con estas. También comenzó Onelli a relacionarse con los museos del Plata, especialmente con el Museo de La Plata muy vinculado primero con Ameghino y Moreno y luego con Christofredo Jakob, ya que Onelli era portador de propuestas de intercambio museológico entre las instituciones locales y las de Roma.
Por estas razones, ya en el año 1888 Francisco P. Moreno lo había incorporado a la planta del Museo de La Plata, otorgándole tareas de explorador y naturalista, especialmente en la búsqueda de fósiles (colaborador de Santiago Roth) y piezas arqueológicas patagónicas, vocación exploratoria y naturalística que compartía con Jakob. Asimismo, junto con este logró reunir en el Jardín Zoológico una biblioteca de ciencias naturales de 22.000 volúmenes, a los que sumó seis mil ejemplares de las obras de Jakob que se empleaban para repartir en las escuelas públicas, primarias y secundarias. Esa biblioteca, muchos de cuyos ejemplares eran carísimos, constituyó el principal repositorio bibliográfico de la Escuela Neurobiológica Argentino-Germana, con laboratorios en los actuales Hospitales Borda y Moyano y en las Universidades de Buenos Aires y La Plata. Por convenios especiales, el último de los cuales fue suscripto en 1990, la tradición neurocientífica del Borda continuaba concurriendo a extraer los cerebros de los animales fallecidos en el Jardín Zoológico para realizar sobre ellos sus investigaciones, habiendo formado así casi la mitad de sus más de cien mil preparados neurobiológicos en neuroanatomía comparada y humana; sus científicos acudían regularmente a trabajar en la biblioteca del zoo formada por Onelli, Jakob y otros. Al privatizarse el Jardín Zoológico, resultando concesionaria del mismo la empresa "Zoobotánico 2000 S. A.", se omitió inventariar la biblioteca, y todo el fondo bibliotecológico simplemente desapareció.
Onelli colaboró en la redacción del periódico El Diario. Con el auspicio de este medio, más la ayuda económica de Manuel Láinez y Ramón Santamarina, se embarcó en un viaje de exploración al lago Argentino. Los pormenores de este periplo patagónico fueron descritos en su libro Trepando Los Andes, publicado en 1904.
Al regresar de la Patagonia, el mismo periódico lo envió nuevamente a ella, esta vez al sector de la Patagonia norte, en el cargo de corresponsal viajero, y con el encargo de que escribiera informes sobre los trabajos de construcción de las vías férreas que unirían Bahía Blanca con Neuquén. En cada uno de sus viajes no desperdiciaba oportunidades para realizar observaciones de la naturaleza, observar la conducta de los animales, y coleccionar ejemplares de la flora y la fauna patagónicas.
Su obra de mayor importancia en ciencias naturales, siendo coautor de ella con Christofredo Jakob, es "Von Tierhirn zum Menschenhirn" (editorial: Lehmann Vlg., Munich, 1913), publicada simultáneamente en Buenos Aires por Ediciones Kraft como "Atlas del cerebro de los mamíferos de la República Argentina". Allí los estudios comparados entre especies culminan con la identificación de las particularidades cerebrales de cada especie en función del habitat en que debe sobrevivir. En el momento en que comenzaba a ser distribuida y celebrada internacionalmente como aporte neurobiológico de gran fuste, comenzó la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Ya fallecido Onelli, su coautor Jakob emprendería otro proyecto bibliográfico también de primer nivel mundial, estructurado sobre un plan similar: los primeros tomos de la Folia Neurobiológica Argentina, que recién pudo comenzar a publicar en 1939 y cuya difusión quedó similarmente opacada por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Asesor de la Comisión de límites-
En razón de sus conocimientos de la zona austral, por entonces en disputa entre la Argentina y Chile, en 1897 Francisco Moreno lo había nombrado Secretario General de la Comisión de Límites; siendo además su secretario personal y amigo.
En el año 1898 jugó un papel clave en el episodio limítrofe denominado: desvío del río Fénix, un curso fluvial que drenaba hasta ese momento hacia el océano Pacífico.
Una compañía de galeses de Gaiman, postuló la factibilidad de cambiar la dirección de ese río para irrigar una nueva colonia galesa en tierras hasta ese entonces totalmente improductivas. Francisco Moreno, vislumbró que esa obra podría ser la prueba práctica de su teoría en relación sobre que el límite entre ambos países debía correr por los altos e inamovibles cordones andinos, y no por la divisoria de aguas oceánica, la cual era inestable.
En enero de ese año, Moreno le encomendó la apertura de un canal artificial para desviar las aguas de ese río en dirección al cañadón del Deseado, es decir, el objetivo era cambiar la asignación oceánica de su cuenca para que pase a drenar hacia el océano Atlántico. Las tareas debían ser terminadas cuanto antes, pues pasaría por allí la comisión arbitral encargada de fijar el límite binacional. Onelli supo estar a la altura del desafío, lográndo coronar con éxito el cometido, justo una semana antes de que llegue al lugar la comisión arbitral.
Onelli publicó en 1904 Trepando los Andes, un libro en que describe una exploración que había realizado un año antes, y en la que, al pasar por el río Fénix, rememoró la faena de 1898:
«En este paraje en el año 1898, siguiendo las instrucciones del perito Dr. Moreno, desviamos el curso de ese río que desagua en el lago Buenos Aires, haciéndole correr como afluente del río Deseado. Quedé un rato contemplando la obra que los años y las inundaciones habían completado abriendo más caudaloso lecho; recordé los once días de trabajo febril con las manos llagadas por el uso de la pala; recordé que se debía terminar esa prueba de la teoría de Moreno para el día que llegase a pasar por allí el perito chileno, y recordé el motín de algunos hombres que tuve que dominar, revólver en mano, acobardados por la ímproba tarea: se me presentaron a la mente esas horas de ansia, cuando abierta la boca del canal, las aguas durante una noche, se estancaron allá donde termina la pampa, irresolutas en seguir la pendiente del cañadón del río Deseado. Ahora el río entra tranquilo por ese canal y sus aguas se deslizan veloces como si siempre hubiesen hecho eso desde el principio de los siglos (...) El día en que el gobierno corrija un tanto la entrada del Fénix al río Deseado, la obra imaginada por Moreno dará también riego y vida a unos cuantos millones de hectáreas de campos resecos, coronando así la obra de este sabio infatigable que ha conseguido para su patria miles de leguas discutidas por el vecino, y bajo su impulso enérgico e incansable dirección, la geografía argentina, que estaba atrasada en cincuenta años, se puso al día en poco tiempo, tanto que geógrafos como Reclús, Rabot, Lapparent y Gallois, declararon al conjunto del trabajo por él presentado al árbitro inglés como el más bello ejemplo de la energía y actividad americanas».
Nuevas tareas oficiales.
Como Onelli no sólo era un gran conocedor de las regiones australes, sino que además había emprendido estudios de química agrícola, el doctor Wenceslao Escalante, por entonces Ministro de Agricultura de la Nación, lo contrató para que estudie las características en los rubros agrícola y ganadero del Territorio Nacional de Santa Cruz.
Luego de las actividades en la Patagonia sur, regresó a Buenos Aires. En 1892 formó una familia casándose con María Celina Panthou, hija de franceses radicados en Buenos Aires. Una nueva tarea oficial le fue encomendada: emprender la colonización de la Patagonia, desde la Dirección de Tierras de la Nación.
Onelli director del Zoo porteño.
El Presidente Julio Argentino Roca, al finalizar el año 1904, le daría el trabajo que lo haría más conocido, ya parcialmente comentado: le otorgó la dirección del Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires, reemplazando a su antecesor Eduardo Ladislao Holmberg. Frente a la colección zoológica porteña permanecería durante dos décadas, incluso viviendo él y su esposa dentro del zoológico (Onelli no dejó descendencia), hasta el 20 de octubre de 1924, es decir, hasta el día de su muerte.
Portón de acceso del Zoológico de Buenos Aires.
En su gestión Onelli le dio un notable impulso al Zoológico, agregándole aspectos didácticos, implementando paseos en ponis, elefantes, y camellos, logrando notorio aumento en el número de visitantes, los que pasaron de 1500 a 15 000 apenas en el primer año de su gestión. Ya fue comentada su formación de la biblioteca del Zoológico de 22 000 volúmenes, su incorporación de otros 6000 volúmenes de obras científicas para escolares, la mayoría en fascículos, producidas por su amigo Christfried Jakob, y el impulso dado a la formación en el Zoológico de una institución comprometida con la transformación social del país por medio de la enseñanza y la divulgación de las ciencias - grandioso proyecto en el que también había embarcado al Zoológico su antecesor el Dr. Eduardo Ladislao Holmberg. Se incorporaron al paseo estatuas, esfinges talladas, fuentes, y otras obras de arte; y se colocaron carteles que informaban a los visitantes el nombre y distribución original de cada animal. Entre varios logros técnicos, se destaca el nacimiento del primer elefante asiático en zoológicos de todo el mundo.
Convenció a las autoridades municipales para que donen al zoo un adorno de las Fiestas Mayas ubicado en la Plaza de Mayo, una gran estructura metálica la que él adaptó para que sea la Jaula de Cóndores, armazón que en el siglo XXI cumple allí la misma función luego de más de un siglo.5 La formación que asemeja un paredón rocoso que alberga dentro, es una imitación de la Piedra del Águila que el mismo Onelli había fotografiado en la Patagonia.
Dirigió durante todo su mandato la «Revista del Jardín Zoológico» (segunda serie 1905-1923), fundada por Holmberg, a la vez que escribió una larga lista de temas y notas, los que en ella fueron publicados junto con trabajos de los mejores científicos locales y reseñas bibliográficas de las últimas novedades científicas extranjeras.

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