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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

miércoles, febrero 24, 2016

ALFREDO BENITO BIASOTTI (a quien le afanaron el premio Nobel para dárselo a Houssay y es la pura verdad) (1903-1991) EN PENSAMIENTO DISCEPOLEANO VOLVEMOS A RECORDAR A QUIENES HICIERON HISTORIA Y QUE LA HISTORIA OFICIAL PREFIERE "OLVIDAR".

ALFREDO BENITO BIASOTTI (a quien le afanaron el premio Nobel para dárselo a Houssay y es la pura verdad) (1903-1991) EN PENSAMIENTO DISCEPOLEANO VOLVEMOS A RECORDAR A QUIENES HICIERON HISTORIA Y QUE LA HISTORIA OFICIAL PREFIERE "OLVIDAR".

Médico e investigador, nacido en Buenos Aires, el 23 de febrero de 1903.
Cursó estudios en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, destacándose por su nivel científico. Por ello fue becado para trabajar 7 meses en el Pabellón de Enfermedades Metabólicas del Instituto Russel Sage de Patología del Hospital Bellevue de Nueva York, donde se destacó por sus investigaciones. A su regreso en Buenos Aires, el Dr. Bernardo Houssay lo incorporó al Instituto de Fisiología de la Universidad de Buenos Aires que se hallaba a su cargo. Una de las investigaciones más importantes que se realizaba en ese instituto se relacionaba con estudios sobre diabetes. Se estudiaba la reacción, en perros vivos, producida por la extirpación del páncreas que provocaba glicosuria (mayor azúcar en la orina). “Había un tema muy importante que estaba en el tapete de la investigación científica en ese momento. Era lo que se llama la acción específico-dinámica de las proteínas –recordaba Biasotti- Había dos tendencias, dos escuelas, una que decía que era de origen nervioso hipotalámico y otra que era hipofisaria. Entonces, el objeto era estudiar, con esa técnica que yo tenía, en animales con hipófisis, sin hipófisis y con lesiones en el hipotálamo…”
Biasotti se abocó a esa investigación, pero en una oportunidad, encontrándose que carecía de perros, solicitó a la institución que se los proveía (llamada vulgarmente “La perrera”), para que le proporcionasen animales. Desde allí le comunicaron que los únicos perros que le quedaban carecían de hipófisis. Biasotti admitió el envío de esos perros y continuó la investigación con ellos. Pero el 8 de mayo de 1929, al extirparle el páncreas a uno de esos perros, para convertirlo en diabético, tuvo la sorpresa de que el perro operado –que carecía de hipófisis- tenía menos azúcar en sangre que la prevista… “Eso me llamó la atención… Hago el análisis y no hay azúcar, no hay glucosa. Entonces, voy corriendo al escritorio del Dr. Houssay y le digo: Imagínese que le he sacado el páncreas a un animal hace dos días y resulta que no tiene hiperglucemia ni glicosuria” insiste Biasotti en sus recuerdos. “B. Houssay me hizo así no más: Haga de nuevo los análisis, ha usado reactivos viejos o está mal”.
Biasotti hizo de nuevo los análisis con varios animales y se los muestra a Houssay, quien finalmente reconoce: -No hay lugar a dudas que sea así. Usted es un chico de suerte. Esto es muy importante. “Ahí quedó, agrega Biasotti, después la suerte… la explotó Houssay”. Pero entonces Biasotti le propone a Houssay enviar una nota a la revista Science notificando el descubrimiento. “No, me dijo Houssay, no se apure. Hay que andar con mucho cuidado.” A lo cual agrega Biasotti: “Es decir, no quería que yo dejara constancia de eso, del descubrimiento”. Sin embargo, se aceptó inicialmente que el descubrimiento podría llamarse Houssay-Biasotti y así se divulgó en una literatura especializada. Asimismo, designó a Biasotti como Ayudante de Investigaciones en Nutrición, cargo desde el cual Biasotti formó investigadores, entre ellos, a Luis Federico Leloir, futuro Premio Nobel.
Pero cuando llegaron los años cuarenta y “sucesos políticos y universitarios provocaron el distanciamiento de Biasotti y Houssay”, este último, convertido en el científico más prominente entre los enemigos a rajatabla del naciente peronismo, fue dejando a un lado toda generosidad y comenzó a admitir que el descubrimiento era propio. Cuando Houssay se apropió con exclusividad del descubrimiento, comenzaron a operar fenómenos políticos. Así, en 1947, la Real Academia de Ciencia y Medicina de Suecia otorgó a Houssay, junto con los esposos Carl y Gerty Cori, por trabajos propios, el Premio Nobel de Fisiología por este descubrimiento de la relación entre el lóbulo anterior de la hipófisis con el metabolismo de los hidratos de carbono. En el discurso de recepción del Premio Nobel, Houssay no dejó de mencionar a su joven colaborador, como uno de los que contribuyeron al descubrimiento. Pero en ese Premio Nobel que debió ser para “Houssay-Biasotti, Carl y G. Cori”, El Dr. Biasotti, no apareció quedando injustamente olvidado.
Por supuesto, estos hechos se comentaron en los corrillos de la Facultad de Ciencias Médicas donde se conocían los pormenores de la investigación. Tanto fue así que el Dr. José Arce, prominente figura de ese mundo académico, en un discurso titulado “Los Premios Nobel”, reproducido en “La Razón” del 11 de agosto de 1966, se refirió al Premio Nobel obtenido por Houssay “por el supuesto descubrimiento de la acción de la hormona hipofisaria sobre el metabolismo del azúcar, motivo que determinó la decisión de que compartiese el premio con los esposos Cori” (“Los Profetas del odio y la yapa”, Arturo Jauretche, p.255 y 156).
De este modo, mientras Houssay era catapultado a la fama mundial en su doble condición de investigador y ardoroso antiperonista, Biasotti quedó sepultado en el olvido. Sin embargo, Jauretche mostró la verdad en 1966 y poco después, recibió esta carta contundente:
“Buenos Aires, marzo 20 de 1967.
Sr. Arturo Jauretche: He leído los originales de su libro “Los profetas del odio” y con referencia al relato que hace del descubrimiento en la acción de hipófisis sobre el metabolismo del azúcar, reproduciendo dichos del Dr. José Arce, le ratifico que se ajusta a la más pura verdad en cuanto a la comunicación del Dr. Bernardo Houssay del resultado de los trabajos de investigación que me pertenecen y en función de los cuales obtuvo el Premio Nobel en 1947. Saludo a usted con consideración, Alfredo Biasotti” (Los profetas del odio y la yapa, p. 260)

Norberto Galasso y Marco Roselli, Los Malditos, Tomo III, pág. 433.
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La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.