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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, marzo 15, 2016

De buitres y calandrias por Fabián Bosoer.

En qué momento un crédito se convierte en deuda y una deuda en hipoteca? La Argentina lo sabe muy bien y lo ha sufrido en carne propia a lo largo de décadas de endeudamientos y aperturas indiscriminadas a los flujos de capitales, que terminaban recurrentemente en ajustes, desfalcos y bancarrotas. Ahora estamos cerca de volver a develar ese dilema si finalmente se arregla con los holdouts y fondos buitre y se concluye de tal modo el proceso de renegociación de la deuda externa que lleva catorce años de gestiones, avances, retrocesos y estancamientos.
Esto significa que el país volvería a tener acceso al crédito internacional, cerrando una etapa abierta cuando el efímero presidente Adolfo Rodríguez Saá, aclamado por el Congreso en pleno, a fines del 2001, proclamó la cesación de pagos y la insolvencia del Estado argentino para cumplir con los compromisos internacionales, como si se tratara de una tercera declaración de la independencia. Veníamos, es cierto, de una situación insostenible luego de casi una década de burbuja monetaria –la convertibilidad 1 peso=1 dólar– que empezó como una solución efectiva a la hiperinflación y terminó en pesadilla. Una burbuja que se alimentó de manera perversa con dosis ingentes de dinero fácil proveniente de un mercado financiero internacional en expansión. Todos tuvieron acceso a un crédito, pudieron comprar en cómodas cuotas y viajar al exterior con "peso fuerte" mientras crecían el desempleo, la pobreza y la deuda externa. El final de ese prolongado espejismo se llevó puesto a un presidente –De la Rúa– y a un gobierno –el de la Alianza– y nos dejó a todos en la lona. Llevó a dos gobiernos y presidentes sucesivos –Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner– recuperar la economía y liberarnos del trauma de la convertibilidad y sus secuelas.
Pero así como la convertibilidad –atar el destino del peso al del dólar– fue pensada y aplicada pretendiendo que ello "curaría" a los argentinos de la inflación, el kirchnerismo construyó otra ilusión: la de que es posible vivir ajenos al mercado financiero internacional y sin acceso al crédito externo, o con acceso al mismo a tasas altísimas. Así, mientras se encaró una compleja reestructuración de la deuda, se aprobaron por amplia mayoría las leyes Cerrojo, en el 2005, y de Pago Soberano, en el 2014, que fijaron las condiciones para la renegociación con los tenedores de deuda, incluyendo a los vulgarmente conocidos fondos buitres. Los juicios de estos últimos contra el país derivaron en el callejón donde terminamos, en manos del juez neoyorquino Thomas Griesa, y del que se intenta salir ahora.
¿Es sensato pensar que una economía no precisa de crédito externo para crecer? ¿O que somos más independientes y soberanos porque nos apartamos de los organismos financieros internacionales que el resto de los países integra? ¿Contraer deuda es sinónimo de sometimiento al poder financiero internacional? Sólo una cultura acostumbrada a gastar más de lo que gana o a consumir todo lo que produce puede concebir la hibernación económica como un modelo de desarrollo autónomo. No es eso lo que planteaba Aldo Ferrer, el gran economista argentino fallecido la semana pasada. En un último artículo publicado en "Le Monde Diplomatique" escribió: "Los problemas principales de la economía están en la esfera interna: el déficit del comercio de manufacturas de origen industrial y la consecuente restricción externa, la inflación, el desequilibrio fiscal, entre otros. Ninguno se resuelve por el pago a los buitres". Muy cierto. Pero para resolverlos, está claro que hace falta acceso al crédito externo, en la medida, claro, en que sea bien utilizado para desarrollar capacidades.
Durante sus doce años de gobierno, el kirchnerismo recorrió –y nos hizo recorrer– este ciclo: el de encontrar una solución al default –la reestructuración de la deuda– y convertirla en un problema. Hoy, cuando estamos cerca de resolver una de sus nocivas consecuencias, pretenden que es mejor seguir viviendo con el problema a cuestas. Ahora depende de que el Congreso apruebe en estos días el acuerdo al que arribó el gobierno en Nueva York y se allane el camino para que la Argentina salga del default. El FpV se opone porque no son ellos quienes concluirán las negociaciones sino un gobierno de otro signo. Consideran que esta conclusión representa una "rendición incondicional", un regreso al pasado de los 90 o, más lejos aún, a la ley de Enfiteusis y los empréstitos con la Baring Brothers del siglo XIX, así lo dijo el exministro Kicillof. Actúan así del mismo modo que tanto criticaban cuando exigían acompañamiento a los acuerdos que ellos mismos llevaron a cabo durante su gestión. Va siendo, entonces, hora de poder decirles adiós a los buitres, y no sólo "de pico" sino quitándoles las razones para tener cerca a estas aves carroñeras y rapaces que nos hemos agenciado y reivindicar a las calandrias, pájaros laboriosos que cuidan su territorio, construyen nidos abiertos y ofrecen su canto al mundo. Como escribió Ferrer: "Vivir y crecer con lo nuestro, abiertos al mundo, es la respuesta necesaria y posible".
Publicado en Diario "Río Negro", 15 de marzo de 2016.

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