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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

miércoles, abril 27, 2016

La justicia de Perón por Marcelo Birmajer.

A mediados de 1971, dos años antes de su retorno definitivo al país y la asunción de su última presidencia, Pino Solanas y Octavio Getino filmaron un reportaje a Perón, con la intención de refrescar su doctrina con las propias palabras del líder. En esa entrevista, se produjo el siguiente intercambio que llegaría a ser célebre:
Solanas.–¿Cómo identificamos al aliado y al enemigo? Usted definió al compañero y al traidor; ¿puede definir al aliado?
Perón.–Bueno, un aliado es el que trabaja por la misma causa que trabajamos nosotros. También lo dice Mao: "Lo primero que el hombre ha de discernir cuando conduce es establecer claramente cuáles son sus amigos y cuáles sus enemigos", y dedicarse después, esto ya no lo dice Mao, lo digo yo, al amigo; al amigo, todo; al enemigo, ni justicia. Porque en esto no se puede tener dualidades.
La frase que permanecería en la memoria de millones de argentinos es "Al amigo, todo; al enemigo, ni justicia". Cuando Perón la pronuncia, en la filmación, el espectador puede escuchar que del otro lado alguien ríe. No sabemos si es alguno de los dos entrevistadores o alguien que los acompañaba. Pero de lo que no resta ninguna duda es de que se ríe. Seguramente, como al resto del pueblo argentino, no le faltaría ocasión de lamentar la respuesta, y la risa.
Cuando apenas dos años después sucediera la masacre de Ezeiza, como comienzo de la más salvaje represión paraestatal sufrida en la Argentina, esa máxima resonaría en los oídos de las víctimas, sus familiares y sus simpatizantes, y en el resto de la población, y no necesariamente como la más maravillosa música sino como una sanguinaria marcha paramilitar, en ese caso con la batuta dirigida por el general retirado Jorge Manuel Osinde, puesto a cargo de la seguridad del acto por el propio Perón.
Pero el poder del mandato "ni justicia" se perpetuaría hasta el retorno democrático de 1983. La "ni justicia" volvería a imperar durante el menemismo y alcanzaría un auge, sólo comparable en democracia al del 73-76, durante los doce años de kirchnerismo.
Cuando Perón dice: "Al amigo todo; al enemigo ni justicia", frase que nunca abrogó, está eliminando el concepto de justicia en su totalidad. Porque la Justicia, precisamente, tiene como función intermediar entre enemigos en un Estado de derecho. El rol de la Justicia no es lidiar entre amigos, de los cuales se sobreentiende que podrán dirimir sus diferencias amistosamente, sino únicamente entre enemigos, ya que la Justicia, con su garantía de imparcialidad, permitirá que ambas partes desistan de la venganza o de la resolución violenta de sus conflictos, confiándose a un poder comunitario que les asegura ecuanimidad.
Treinta años después de que Perón asumiera su última presidencia con ese "ni justicia" aún fresco en su discurso –que la Triple A, comandada por su apostado José López Rega, haría carne en miles de argentinos, asesinados o exiliados–, los Kirchner asumieron el poder, en el 2003, para implantar la más acabada versión del principio de "ni justicia", en democracia, posterior a 1983. La implantación fue gradual, pero alcanzó su máxima expresión en el asesinato del fiscal Alberto Nisman, apenas días después de haber presentado la peor denuncia que haya sufrido un presidente democrático en ejercicio: el cargo contra Cristina Kirchner de conspirar con una potencia extranjera, la República Islámica de Irán, para dejar impune la masacre de la AMIA.
Todas las masacres durante períodos peronistas, comenzando por la de los pilagás en 1947, quedaron completamente impunes. Su extensión en el tiempo y su profundización en la perversión de la vida social fue extremadamente grave durante el kirchnerismo. Para garantizar su proyecto de poder omnímodo, colocaron como jefe del Ejército a un acusado de delitos de lesa humanidad y de la concreta desaparición del conscripto Ledo: el general Milani.
No sorprende que el retorno político de Cristina Kirchner sea precisamente en un enfrentamiento de bandas de simpatizantes lúmpenes –violentos con la prensa libre– contra una decisión judicial. No es a la concreta requisitoria del juez Bonadio a lo que resisten, sino al mismo concepto de Justicia.
Publicado en Diario "Río Negro", martes 26 de abril de 2016.

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