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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, agosto 23, 2016

Conozcamos al Padre de la Patria por Juan Marcelo Calabria - Asociación Cultural Sanmartiniana Mi Tebaida.


Por Ley 5.131 se ha instituido como Día del Padre en la Provincia de Mendoza el 24 de agosto, en referencia a que ese día de 1816 el Libertador José Francisco de San Martín fue padre de una "hermosa niña" Merceditas, aquí en su amada tierra. 


Pero ¿quién es en realidad aquel "enigmático coronel español" que maduro dejó el ejército peninsular para ofrecer sus servicios a la naciente revolución americana? En estas breves líneas repasamos un extracto de su trascendental y apasionante vida.

El 25 de febrero de 1778 nació en Yapeyú el quinto y último hijo de la familia San Martín: José Francisco, quien accidentalmente nació en esa localidad, destino militar asignado por el Virreinato del Río de la Plata a su padre, el capitán del ejército realista Juan de San Martín.

Hasta 1781 la numerosa familia San Martín y Matorras vivió en el pueblo de las ex misiones jesuíticas; en ese año, don Juan de San Martín, Doña Gregoria Matorras y su prole -María Helena, Juan Fermín, Manuel Tadeo, Justo Rufino y el menor José Francisco-, se trasladaron a Buenos Aires y, tras una breve estadía de dos años en esa ciudad, partieron rumbo a España para nunca más volver. Sólo "José Francisco, el que menos trabajo me ha dado" -al decir de su madre doña Gregoria-, retornó a América en busca de su destino.

En España apenas terminada su niñez y al iniciar su adolescencia, con 11 años de edad, siguiendo los pasos de su padre y hermanos varones, ingresó en julio de 1789 como cadete del Regimiento de Infantería de Murcia "El Leal"; ascendiendo en la carrera de las armas producto de su entereza, arrojo y valor, hasta alcanzar el grado de teniente coronel de caballería, sirviendo hacia 1811 a las órdenes de los más destacados oficiales de los ejércitos de España e Inglaterra -aliados- luchando en la guerra de Independencia Hispana contra Napoleón. 

En ese momento crucial, a través de: "Una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en Caracas y Buenos Aires, resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestro servicio en la lucha, que calculábamos se había de empeñar", según las palabras del propio San Martín, y así se producirá el cambio trascendental en la vida del héroe y también del nuevo mundo, a raíz de su decisión de retornar a la tierra que lo vio nacer. 

El 9 de marzo de 1812 se presentó ante el Plata listo para ofrecer "sus cortos servicios" a la Revolución que había comenzado. Sin relaciones de familia, ni dinero, munido únicamente de su sable morisco y sus dotes de líder y conductor, fue recibido con desconfianza por "dos votos a favor y uno en contra" en el Triunvirato que aquí gobernaba. 

Pasadas las primeras impresiones el recién llegado fue aceptado y reconocido en su grado de teniente coronel de caballería e inmediatamente se abocaría a la tarea de formar el primer cuerpo regular de ejército denominado Regimiento de Granaderos a Caballo, al que llamaba "mis muchachos". El 3 de febrero de 1813 al frente de "sus muchachos" tendrá la oportunidad de demostrar a Buenos Aires que está dispuesto a dar su vida por los ideales de la Revolución de Mayo, en la fugaz escaramuza conocida como la Batalla de San Lorenzo.

Pocos meses después y ante las derrotas sufridas por el ejército del Norte en Vilcapugio y Ayohuma, San Martín será enviado al frente de sus granaderos para reforzar, y en realidad remplazar, al insigne general y amigo Manuel Belgrano. Finalmente en enero de 1814, los dos héroes que ha dado la América se encontraron cara a cara y compartieron las vivencias de la revolución, "uno enseñándole y transmitiéndole todo lo aprendido sobre las armas y la política europea, el otro todo lo vivido en una guerra sin recursos desarrollada a sangre y muerte desde aquel 25 de Mayo de 1810".

Durante su estadía en el Norte y a través de charlas con los caudillos del Alto Perú, Martín Miguel de Güemes y el mismo Belgrano, San Martín comprenderá "que la revolución no hará camino por el Norte" y madurará su plan de pinzas sobre el Perú, que se conocerá finalmente como la estrategia de Liberación Continental de las Provincias Unidas, Chile y Perú.

En 1814 solicita al gobierno de Buenos Aires su traslado "al oscuro destino mendocino" en calidad de Gobernador Intendente de la novel provincia de Cuyo. Allí, codo a codo con los habitantes de la "Ínsula Cuyana", a fuerza de voluntad, persuasión y liderazgo, forjará el Ejército de los Andes, impulsará la formación del Congreso de Tucumán, será padre de su hija Mercedes y conocerá por unos años el calor del hogar familiar. Luego de su impulso a la Declaración de Independencia, librará la batalla de Chacabuco, se repondrá del desastre de Cancha Rayada y asegurará la libertad de Chile en los llanos de Maipú. 

El 20 de agosto de 1820, habiendo rechazado ya el gobierno de Chile, como lo hiciera en su momento con el de las Provincias Unidas del Río de la Plata, emprenderá "el último camino de su destino que lo llama" haciéndose a la mar al frente de la Escuadra que conduce al Ejército Libertador desde Valparaíso hacia el Perú. Conduce 4.500 hombres para enfrentar a más de 20.000 soldados realistas que lo aguardan en aquellas costas.

Nuevamente sus condiciones de líder, su voluntad, humildad y transparencia lo elevaran al máximo cargo de Protector de los Pueblos Libres del Perú, declarando su independencia y sentando las bases de una República Liberal y Progresista. Sin recursos, agotado después de diez años de lucha, "abandonado por sus amigos" y sin posibilidades de más ayuda de los hermanos chilenos, decidirá entregar "la pesada carga del mando" a su émulo del norte el Libertador Simón Bolívar.
En Guayaquil tratará de convencer a su "hermano" de armas de que terminen juntos la guerra de la Independencia pero el orgulloso libertador venezolano se negará rotundamente, "pues no está dispuesto a compartir la gloria" y José Francisco se dará cuenta que "Bolívar y yo no cabemos en el Perú", decidiendo finalmente su retiro de la escena americana, dejando el poder en manos del 1er. 

Congreso Peruano, para luego, tras una breve estadía en Chile, pasar a su Tebaida mendocina y desde allí a Buenos Aires, donde recogerá a su hija Mercedes y finalmente partirá al ostracismo voluntario en Europa, velando durante toda su vida por la Libertad Americana.

Publicado en Diario "Los Andes" de Mendoza, 8 de de junio de 2011.

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