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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, octubre 23, 2016

La taba: culo o suerte para tradición de los gauchos. Un poeta y cantor explica el juego con hueso de vaca que aún vive en el interior.

Para jugar a la taba hay que tener un don especial, una habilidad que viene de nacimiento. Así lo afirma Ramón Reinaldo Zolorza, paisano poeta y cantor. Y jugador de taba.
Zolorza nació hace 61 años en Auca Mahuida, en un campo pegado al cerro que lleva el mismo nombre. Hijo de criollos nacidos en la misma tierra, Naldo, como le dicen los amigos, es un apasionado por la cultura campera, por el acervo neuquino y por todas aquellas tradiciones que mamó desde que era un chico. Entre esas enseñanzas que echaron raíces hace tiempo está el juego de la taba, un entretenimiento tan simple como apasionante, heredado de la Antigua Grecia que llegó a tierras argentinas de la mano de los españoles.
La taba no es más que un hueso de vaca forrado en una de sus caras por una chapa de bronce que sobresale ligeramente en un extremo y en la otra cara por otra de color plateado. Y el divertimento consiste en arrojarlo al aire y esperar a ver cómo cae. Si la cara de bronce termina para arriba, es un tiro ganador (suerte); si queda la plateada, uno pierde (culo).
La mejor técnica es lanzar el hueso con la palma de la mano abierta para que dé una o dos vueltas por el aire y que el extremo sobresaliente dorado se clave en una torta de barro que los paisanos le llaman “queso”, ubicada en una cancha de tierra de no más de seis metros. Clavar la taba es algo que no todos logran.
Cuál es la gracia se podría preguntar quien nunca jugó a la taba. La respuesta es simple: la plata que se apuesta durante el juego y la pasión que experimenta la paisanada, por lo general después o antes de un asado, alrededor de un fogón. O una guitarra.
Zolorza dice que él es uno más del montón, porque mantiene la humildad de los hombres de campo, pero quienes lo conocen sostienen que es realmente bueno.
“Antes había canchas de taba por todos lados, pero eso se fue perdiendo un poco”, asegura con un poco de nostalgia. Es que la tradición, como suele ocurrir se va desgranando con las nuevas generaciones, por más que muchos como él traten de mantenerlas.
Zolorza mantiene el campo que lo vio nacer, como un refugio para aferrarse a las raíces, pero vive de un almacén de ramos generales que atiende en Añelo, además de las presentaciones artísticas que realiza con su guitarra en las peñas o festivales gauchos que se organizan en los pueblos del interior bien profundo. Siempre anda vestido de gaucho, por más que esté en la ciudad. Es su forma de vida, lo que le gusta.
El juego de la taba siempre fue una preocupación para las autoridades de los pueblos, porque cuando hay timba y plata de por medio suele haber peleas. Pero Zolorza asegura que si los presentes son amigos y todos son verdaderos jugadores, no debería existir ningún problema en este divertimento tan arraigado con el paso de los años en buena parte de la Argentina.
“Cuando hay mamados o algún mal perdedor es cuando empiezan las discusiones”, dice serio. Por eso, asegura que siempre trata de jugar con los amigos de siempre, los que son tan buenos o mejores que él en el arte de arrojar el hueso al aire. Cita a Gaby Parada, Toribio Medel, Esteban Almendra, Lucho Zapata o Chochi Cárdenas, gauchos de distintos pueblos que son los Messi o los Maradona de la taba, a los que cuesta ganarles.
“La taba se lanza así”, dice mostrando el hueso en la palma de la mano. “Se le da una vuelta y media o dos en el aire apuntando al queso”, indica concentrando mientras la arroja. “Y hay que tratar de clavarla para que salga suerte”, finaliza. “Pero ¿es práctica o un don especial?”, se le pregunta, a lo que responde: “Los buenos jugadores de taba nacen. Si no tiene esa habilidad, no es buen tirador”.
Para Zolorza, un día ideal es pasarlo con los amigos, prender el fuego para el asado, tomar un vino y charlar, cantar alguna milonga campera y, para que la cosa no se ponga aburrida, agarrar una taba, apostar unos pesitos y ver si ese hueso mañoso cae del lado del culo o del de la suerte.
FRASES 
“Somos gente de campo. Cultivamos toda la tradición de la esencia campera. El juego de la taba es precisamente parte de nuestra cultura criolla”. 
“La taba es como la carrera de caballos. Ahora sólo juega la gente mayor. Se perdió un poco toda esa tradición”. 
“Antes había canchas de taba por todos lados, pero con el tiempo eso se fue perdiendo un poco”.
Ramón Reinaldo Zolorza Cantor y jugador de taba.

Un hombre de campo, nostálgico de la cultura y de las costumbres.
NEUQUÉN
Ramón Reinaldo Zolorza es un poeta de campo, un cantor gaucho que intenta rescatar permanentemente la cultura de la tierra neuquina a través de los versos y las canciones.

Entusiasta animador en peñas y festivales, Zolorza dibuja paisajes con sus canciones, destila nostalgia por aquellos terruños que cambiaron y trata de mantener viva la llama de la tradición a través de sus milongas y estilos.
En “La soledad del puesto”, el gaucho cantor y jugador de taba recuerda la casa de piedra y barro que destrozó el paso del tiempo y aquellas viejas prácticas gauchas que se perdieron. “Piensan que no tenís dueño, que estás en tierra fiscal, pueda ser que algún Zolorza vuelva un rancho a levantar”, canta con todos los sentimientos a flor de piel.
“Qué silencio más profundo, se han borrado los senderos, ni se oye en los cañadones el tañido de un cencerro. Ya no se escuchan bramidos, ni balidos de cordero”, lloran los versos de Ramón sobre la vida que tuvieron los gauchos neuquinos y cómo de a poco se ha transformado.
Publicado en el Diario "La Mañana de Neuquén", domingo 23/10/2016.

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