Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, fue
bautizado por el presbítero Juan Baltasar Maciel en la Catedral de Buenos
Aires, nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 este día fue instituido como
“DÍA DEL INMIGRANTE ITALIANO” ya que su padre Don Domingo Francisco Belgrano
Peri quien nació en Oreglia, pequeño pueblo de Liguria, Italia. Llegó a Buenos
Aires en 1750 y se dedicó al comercio, logrando conseguir una posición
económica sólida. Domingo Belgrano Peri castellanizó su apellido en Belgrano
Pérez y su madre María Josefa González Casero quien pertenecía a una
distinguida familia de Buenos Aires.
Fue el cuarto de trece hijos, nacido en el seno de una
honorable familia.
Alumno del Real Colegio de San Carlos. Estudia en la
Universidad de Salamanca y se gradúa de bachiller en leyes en Valladolid en 1789
y luego como abogado.
Manuel Belgrano estuvo vinculado al Convento de Santo
Domingo, fue devoto de la Virgen del Rosario y perteneció a la Orden de
Terciarios. Belgrano, como católico práctico difundió en el ejercito la
devoción a la Santísima Virgen a través del Rosario, novenarios, misas, angelus
el amor a la Virgen se puso de
manifiesto en sus homenajes, haciendo llegar las banderas y trofeos tomados al
enemigo para ser depositados a los pies de la Virgen del Rosario o de la
Inmaculada Concepción de Luján o de Nuestra Señora de las Mercedes en Tucumán.
Dice Gabriel O.
Turone en su artículo “El Manuel
Belgrano educador” en un fragmento muy
interesante del mismo que porcede del sitio http://www.revisionistas.com.ar/
“¿Qué pasaría si a todo esto agregamos que Manuel Belgrano
fue, en verdad, el padre de la educación argentina?
Cuando fue secretario del Consulado de Comercio de Buenos
Aires, entre 1794 y 1810, Belgrano hizo valiosos aportes para el fomento de la
agricultura, la industria y el comercio, pero no fue sino a partir de marzo de
1810, dos meses antes de la Revolución de Mayo, que el prócer empezó a escribir
sobre aspectos específicamente educativos. Manuel Belgrano, que había vivido
muchos años en España, dejó a un lado el despotismo ilustrado y la consecuente
aristocratización de la cultura que habían resurgido a finales del siglo XVIII
y principios del XIX.
Al arribar a tierras criollas comprendió la realidad social
argentina, dedicándose a una labor hasta entonces desconocida: la
intensificación de la agricultura, de la educación, del trabajo para los
artesanos, de escuelas para el mejoramiento de la moral y el aprendizaje de las
más comunes labores domésticas, etc., etc.
En 1799, Manuel Belgrano creó una escuela de náutica y otra
de geometría y dibujo, al tiempo que se ocupó de darles a los jóvenes los
estímulos necesarios para que se capaciten y lleven a cabo mejores actividades
mercantiles. Incluso se le reconoce como pionero de numerosas e importantes
publicaciones, como ser el “Telégrafo Mercantil” (1801), considerado el primer
periódico de Buenos Aires. Fue colaborador, asimismo, del “Semanario de
Agricultura, Comercio e Industria”, y más adelante, en tiempos del virrey
Baltasar Hidalgo de Cisneros, ayudó a crear el “Correo de Comercio de Buenos
Aires”, mediante el cual plasmó diversos artículos relacionados a la educación,
la estadística, la navegación y varios temas más.
Conceptos sobre educación.
Como primer educador autóctono, el creador de la bandera
nacional puso énfasis en la escuela pública gratuita. Ésta debía ser un pilar
de moralidad y tenía que tener como misión fundamental la de alfabetizar a toda
la población, cualquiera sea la procedencia social de sus habitantes.
Desde las hojas del Correo de Comercio de Buenos Aires,
Belgrano descargaba su bronca contra la catastrófica situación que vivía la
educación en general, y este cuadro desalentador se lo endilgaba a “la época
desgraciada que acabamos de correr y sobre la cual mejor echar un velo para no
conmover más nuestros corazones”. Sentencias como ésta, seguramente se vieron
influenciadas por el rol revolucionario que le cupo a Manuel Belgrano en la
hora decisiva de Mayo de 1810, destinada a eliminar los vestigios de la etapa
virreinal que la precedía.
En la edición del 17 de marzo de 1810, el patriota decía que
“casi se podrá asegurar que los Pampas viven mejor, porque al fin tienen sus
reglas con qué gobernarse, conocen una autoridad que los ha de premiar o
castigar si faltan a ellas, y el ojo celador del cacique está sobre ellos: no
así los nuestros entregados a sí mismos, sin haber oído acaso la voz de su
pastor eclesiástico, dejan obrar sus pasiones y viven en la decantada vida
natural en que todo es un abandono y un desastre perpetuo”.
Belgrano sostenía que los antiguos reinados de Europa se
empeñaron en la profundización de los “establecimientos de educación y no ha
habido colonias en todo el universo, a quienes sus conquistadores hayan
proporcionado tantos beneficios”. En cambio, al irrumpir en el viejo mundo el
Despotismo Ilustrado “es cuando hemos visto mirar con el mayor abandono este
ramo de la felicidad pública en estos países [virreinatos americanos], ya
destruyendo lo establecido, ya negando los nuevos establecimientos de educación
que se proponían”, afirmaba Belgrano.
Bregaba, asimismo, por “tratar de atender a una necesidad
tan urgente, como es la que estamos de establecimientos de enseñanza, para
cooperar con las ideas de nuestro sabio Gobierno a la propagación de los
conocimientos”. En lo concerniente a la formación moral del hombre argentino,
Belgrano sostenía que debía hacerse “con aquellas nociones más generales y
precisas con que en adelante pueda ser útil al Estado”. Hasta aquí un fragmento
sobre Manuel Belgrano como Padre de la Educación Argentina.
De su vida personal no estaba casado pero mantenía una vieja
relación con María Josefa Ezcurra que era hermana de Encarnación, la mujer del
Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas de esa relación nació Pedro Pablo
Rosas y Belgrano, luego adoptado por la familia Rosas, debido a que María
Josefa era casada y el niño era “ilegítimo”. Rosas lo crió y cuando cumplió 18
años le contó quien era su ilustre padre: "De ahora en más puede llamarse
Pedro Rosas y Belgrano" – le dijo.
Fue padre de una niña, Manuela Mónica del Corazón de Jesús,
fruto de su relación con la tucumana Dolores Helguera.
El Gral. Manuel Belgrano falleció en la pobreza (a pesar de
que su familia había sido una de las más acaudaladas del Río de La Plata) y el
olvido de sus compatriotas un 20 de junio de 1820 en una Buenos Aires asolada
por anarquía gubernativa que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos.
Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico del Padre franciscano Paula de
Castañeda se ocupó de la muerte de Belgrano donde escribió sobre el patriota
que proveniendo de familia muy rica se empobreció gastando su fortuna en
mantener a las tropas libertadoras: “Triste funeral, pobre y sombrío, que se
hizo en una iglesia junto al río, en esta capital, al ciudadano Brigadier
General, Manuel Belgrano”. La lápida en
la iglesia de Santo Domingo, se hizo con un pedazo de la tapa de mármol de la
cómoda de sus padres, donde sus hermanos inscribieron “Aquí yace el General
Manuel Belgrano”.
El culto a Belgrano se afirmó en 1873, cuando siendo presidente Sarmiento quien inauguró la estatua ecuestre en la Plaza
de Mayo. En 1887 Bartolomé Mitre (“el Taita Mayor de la historia oficial según
dijera ese gran patriota que fuera el Padre Leonardo Castellani) publicó su
monumental biografía. En 1903 en los tiempos del Gral. Julio Argentino Roca se inauguró
el mausoleo en Santo Domingo. Corría el año 1938 que el presidente Roberto Ortiz estableció por
ley el 20 de junio como "Día de la Bandera" y no el el "DÍA DEL GRAL MANUEL BELGRANO".
Decía Salvador Ferla: "El día de la muerte de San Martín es el día de la muerte de San Martín, no "el día de la cordillera". El día de la muerte de belgrano es el día de la bandera. El acto de independencia cumplido por Belgrano en las barrancas del Paraná es, quizás -no estoy seguro- su momento más glorioso. Pero sucede que la bandera lo tapa, esconde su rica personalidad así como la vigorosa personalidad de Domingo French está oculta tras una decoración de escarapelas y cintitas".
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