“Te digo más, cuando yo era chico, Papá Noel ni figuraba, no
existía Papá Noel. Era el Niño Dios el de los regalos. Siempre de chicos en
casa hacíamos el pesebre pero con el Niñito Dios.
Claro,
vos me dirás, también... ¿Qué tienen que ver con nosotros los Reyes Magos y los
camellos y toda esa historia? Está bien, de acuerdo, lo reconozco...
Pero
eso viene de mucho antes, viene de siempre. Si es por eso nosotros, es verdad,
no inventamos nada, todo lo trajeron los españoles.
Si
fuéramos coherentes tendríamos que celebrar alguna fiesta indígena, reverenciar
al Dios de la Lluvia, bailar en pelotas bajo la luna y esas cosas, pero...
Pero el apellido tuyo es turco y el mío
italiano o sea que mucho que ver con los mapuches tampoco tenemos y entonces
admitamos que hay muchas cosas, casi todas, que nos han impuesto.
Pero
te digo que esto de Papá Noel es algo reciente, viejo, que trajeron una vez más
los yankis para vendernos sus cosas.
Como
Halloween ¿vos podés creer? ¿Vos podés creer que estén tratando de imponer
Halloween y nosotros compremos ese paquete? Porque, llegado el caso, que ellos
traten de vendernos sus costumbres, está bien, es el negocio de ellos,
defienden su guita después de todo.
Te
digo más, si algún mercachifle de acá, que tiene un salón de ventas como tiene
la santa de mi hermana, el día de mañana empieza a vender esas calabazas para
que los pibes celebren Halloween y así hacerse un mango y poder para la olla a
fin de mes, bueno, está bien, lo comprendo, qué le vamos a hacer, hay que
morfar.
Pero
te cuento, no quiero caer en la misma de siempre, eso de que todas las comidas
de navidad y Año Nuevo son comidas para los climas árticos, llenas de frutas
secas, pavos rellenos, comidas más pesadas... lógicas para esos países donde se
mueren de frío.
Siempre repetimos lo mismo y es al pedo, eso ya está dado así y está
impuesto. Tampoco pretendo que para Navidad aparezca un tío o abuelo disfrazado
de Patoruzú a repartir los regalos porque quedaría ridículo”.
Fragmento de “Y te digo más…” de Roberto Fontanarrosa.
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La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.