martes, enero 18, 2022

18 de enero de 1983: partía rumbo al silencio don Arturo Umberto Illia.

 


Nacido en Pergamino (provincia de Buenos Aires) el 4 de agosto de 1900 fue testigo de un siglo XX cambalache, problemático y febril.

Hijo de inmigrantes italianos su padre, Martín Illia (1861-1948), era oriundo de Samolaco, Val Chiavenna, provincia de Sondrio, Lombardía y su madre, Emma Francesconi, de Gratacasolo, provincia de Brescia, Lombardía, Italia.

En 1918 cursa estudios de medicina en la Universidad de Buenos Aires, y participa activamente de la famosa “Reforma Universitaria” de ese año. Se afilia a la Unión Cívica Radical. 

Se recibe de médico en 1927. Como médico de los Ferrocarriles del Estado se radicó en la Ciudad de Cruz del Eje (provincia de Córdoba). 

En 1963 asumió la presidencia de la Nación Argentina con una vasta experiencia política: fué senador provincial por el departamento de Cruz del Eje (1936-1940), vicegobernador de la provincia de Córdoba (1940-1943), diputado nacional (1948-1952) y gobernador electo de la provincia de Córdoba (1962). 

En la gestión de Illia se destaca la resolución 2065 de la ONU, aprobada el 16 de diciembre de 1965, instaba a los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido a negociar sin demoras la soberanía de las islas. Por primera vez en muchos años se redujo la deuda externa, de US$3390 a US$2650 millones.

Aumentó el PBI, bajó la desocupación, disminuyó la deuda externa. Se levantan algunas restricciones que pesaban sobre el Justicialismo, que estaba proscripto. Cinco días después de que Illia asumiera el gobierno, los simpatizantes del peronismo realizaron un acto conmemorativo por el 17 de octubre en Plaza Miserere. Pero se mantuvo la proscripción a Juan Domingo Perón exiliado en España. En 1964, impidió el ingreso a la Argentina del expresidente Perón solicitando a la dictadura militar brasileña que detuviera el avión en el que viajaba hacia Buenos Aires. 

Durante la presidencia de Illia se establecede la Ley del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Se fomentó la industria nacional, se destinó el 23 % del presupuesto nacional a la educación, se sanciona la Ley de Medicamentos conocida como "Ley Oñativia".

En 1964, ante la dificultad para colocar en los mercados internacionales una cosecha excepcional de trigo, Illia decidió vender varios millones de toneladas a China Popular, aún gobernada por Mao Tse-tung. La Argentina se convertía en el primer país de occidente en comerciar con China. Sentido común en un mundo "divido en dos", en plena guerra fría.

Arturo Umberto  Illia, fue un humilde  y sencillo médico de Cruz del Eje que vivía en una casa donada por el gremio ferroviario al servía profesionalmente.

Durante el gobierno de Illia "la Sociedad Rural y la Unión Industrial se habían unido en una asociación anti estatal llamada ACIEL (Acción Coordinada de las Instituciones Empresarias Libres). Ambas atacaron persistentemente el déficit del Estado, la inclinación del gobierno por los controles de precios y de cambio" (Wikipedia).

Acosado por las fuerzas armadas, el sindicalismo vandorista y Diarios como El Mundo y Crónica que publicaban caricaturas en las que se veía a Illia representado como una tortuga.  Mariano Grondona en Primera Plana, Bernardo Neustadt en la Revista Todo y Mariano Montemayor hicieron campaña de prensa en contra de la gestión de Arturo Illia.

"El general Julio Rodolfo Alsogaray, el brigadier Rodolfo Pío Otero —jefe de la Casa Militar de la Casa Rosada—, el coronel Luis Perlinger y un grupo de oficiales se presentaron en el despacho presidencial para solicitarle que se retire de la Casa de Gobierno, asegurándole en todo momento su integridad física. Este se negó rotundamente y luego de una fuerte discusión les manifestó: «El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo», provocando que los militares abandonasen el despacho. Ante la fuerte negativa los efectivos policiales ingresaron con pistolas lanzagases, mientras que las tropas rodearon por completo la Casa Rosada. Perlinger volvió a solicitar al presidente que se retirase, asegurándole que en caso contrario «no podría garantizar la seguridad de las personas que lo acompañaban». Finalmente, Illia optó por abandonar el lugar.

Rodeado por sus colaboradores bajó por la escalera hasta la planta baja, cruzó por la entrada y se dirigió a la calle, pudo llegar a la puerta de salida de la Casa de Gobierno rodeado por un montón de gente que seguía gritando… Le ofrecieron un coche de la presidencia, pero lo rechazó. En eso vió que se acercaba entre la gente el que había sido su ministro de Educación, Alconada Aramburú, y le decía que vaya con él. Lo siguió y se metieron en el coche de él. Adentro íban siete personas. Así llegamos hasta la casa de su hermano en la localidad bonaerense de Martínez.

Al día siguiente asumió el general Juan Carlos Onganía, autodenominando al golpe Revolución Argentina" (Wikipedia).

Illia fue derrocado en una fría mañana de invierno del 28 de junio de 1966.

“Cuando se derrocó a Illia asumió (Juan Carlos) Onganía, que no tenía idoneidad para el cargo. Como político no hubiera llegado a ser ni concejal suplente. Era un hombre muy limitado, pero representaba intereses poderosos. Tenía ambiciones imperiales y declaró que el gobierno, autodenominado pomposamente Revolución Argentina no tenía plazos sino objetivos. Era una dictadura para quedarse”, sostuvo el ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. De lo publicado el 8 de junio de 2012 en el diario "Río Negro".

Cuando lo derrocaron en un golpe que tiene “olor a medicamentos” por “el generalito” Onganía tuvo que refugiarse en la casa de un hermano pues él estaba en la pobreza y no tenía ninguna propiedad.

Estando su esposa enferma, cuando era presidente, vendió su auto particular para hacer frente a los gastos; jamás utilizó un peso de los gastos reservados durante su presidencia 1963/1966. Rechazó la jubilación que le correspondía como expresidente y volvió a su pueblo para seguir dedicándose a la medicina.

En las redes sociales se publicó de autor desconocido una historia que pinta a Illia como era.

LA HUMILDAD DE UN GRANADERO.

Cierta vez, retirándose de la Casa de Gobierno, el Sr Presidente, el Dr. Arturo Illia, al pasar por el cordón de honor que le realizaban los Granaderos a Caballo, vio que uno de aquellos Conscriptos no tenía buen semblante. Ya próximo a subir al auto oficial, volvió sobre sus pasos, y se detuvo frente al Granadero que había visto. Su instinto de médico le indicaba que algo no andaba bien.

-¿Se siente bien Granadero?- le pregunto Illia.

-Si, si, Sr. Presidente... -contesto titubeante el soldado.

-Le ordeno que me diga la verdad. ¿Se siente bien?.

-La verdad que no, Sr. Presidente. Me siento descompuesto.

Inmediatamente Illia ordenó que fuera relevado de su puesto y lo mandó al dormitorio de tropa, no sin antes revisarlo y diagnosticar un ataque de hígado.

Durante varios días, siempre que sus obligaciones se lo permitieran, Illia se iba hasta el dormitorio de tropa para ver la evolución del Granadero a Caballo...

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Illia se había acondicionado una pequeña habitación cerca del despacho Presidencial. Apenas una cama y una mesita de luz. Solamente los fines de semana iba a Olivos, porque decía que era mucho gasto viajar todos los días desde la Residencia Presidencial hasta la Rosada.

Era muy frugal en lo que comía, y también muy estructurado. Casi siempre era un churrasco a la plancha, con ensalada o puré.

Cada noche, antes de ir a dormir a su pequeña habitación, recorría toda la Casa de Gobierno, apagando en persona todas las luces innecesarias, ya que decía que era una forma de ahorrar también el dinero del pueblo...

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El Dr. Illia sentía una predilección especial por los Granaderos a Caballo, ya que él mismo había sido uno de ellos, siendo Custodia y Escolta del Presidente Alvear.

El 28 de junio de 1966, Arturo Illia fue derrocado. Cuando abandonó la Rosada, declaró ante el Escribano Mayor de la Casa de Gobierno los siguientes bienes: su casa y su consultorio; tres trajes grises; un traje negro; dos sacos sport; tres camperas; cuatro pulloveres; ocho camisas de vestir; cuatro camisas de manga corta; diez pares de medias; tres pares de zapatos negros; un par de chinelas; un desavillé; una salida de baño; ocho juegos de ropa interior; diez corbatas; tres pijamas; un par de anteojos negros y un portafolio. No tenía auto: lo había tenido que vender.

Arturo Illia dejó un ejemplo de honradez, auteridad republicana, decencia, integridad, ética y valores morales. Un ejemplo que nos sirve de Ley.

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