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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, agosto 09, 2012

"Sólo sé que no sé nada".

FILOSÓFICAS.

"Sólo sé que no sé nada"
por Héctor Ciapuscio, Doctor en filosofía.               

La historia del juicio y condena de Sócrates fue relatada, luego de su ejecución a los 70 años, por Platón. El acusado se defendió él mismo ante un jurado popular de 500 ciudadanos elegidos por sorteo. El documento que nos dejó el discípulo, escrito en medio de la impresión fresca de la enorme injusticia cometida con su maestro, es una memoria completa de la defensa, un clásico del pensamiento griego que se titula "Apología de Sócrates" y que nunca perdió actualidad. Entre los comentaristas contemporáneos, uno de los más relevantes ha sido Karl Popper quien, advirtiendo que Sócrates fue un crítico de Atenas y, comprensiblemente, también de su democracia, le consagró un capítulo en "La sociedad abierta y sus enemigos" y una conferencia alusiva al socrático "Sólo sé que no sé nada" publicada con el título "El conocimiento de la ignorancia".
Un argumento central de la exposición del personaje ante los jueces se refiere a lo que apreciaba como oscuro y oculto, pero decisivo, en las motivaciones de quienes lo enjuiciaban según la acusación formal y explícita de Meleto, Anito y Licón. (Ésta expresaba: "Sócrates es culpable porque pervierte a los jóvenes, no reconoce a los dioses reconocidos por la Ciudad, sino a otros nuevos"). Para él, en el fondo de todo vivía la fama equívoca que le había deparado su fidelidad a la palabra del dios Apolo. Éste, ante la consulta de su discípulo Querofonte sobre si existía alguien más sabio que su maestro, había contestado a través de la pitonisa délfica que "ninguno había en Grecia más sabio que Sócrates". Esa respuesta le había traído perplejidad y el deseo vehemente de hallar la razón de un dictamen sagrado que lo obligaba a entender por qué el dios lo consideraba el más sabio de todos sobre cosas humanas, en contraste con los otros. ¿Qué había querido decir? Dispuesto a convencerse a sí mismo en qué sentido podía ser sabio, se aplicó a la tarea de interrogar pacientemente a cada uno de los estimados como de gran talento con el fin de apreciar cuánto sabían.
Para probar que el dios tenía razón, porque además como tal era imposible que mintiera, debió examinar a "sabios" políticos, poetas, artesanos. El resultado fue que algunos de los tenidos por tales no lo eran ni en su materia. El primero fue un político. Muchas personas creían que ese hombre que decía cosas solemnes era sabio, y especialmente lo creía él mismo, pero no lo era. Intentó demostrárselo a través de preguntas y con ello se ganó su enemistad y la de los presentes, sus partidarios. Al retirarse del ágora razonó a solas que era más sabio que aquel político. Pensó que tal vez ni él ni el otro supieran nada que tuviera valor, pero aquel hombre creía saber algo y no sabía. En cambio él, Sócrates, aunque no lo sabía tampoco creía saberlo. "Soy más sabio que este hombre –pensó–, aunque ninguno de los dos parezca saber cosa alguna grande y buena, pero él supone saber algo a pesar de que no sabe nada, mientras yo sé que no sé nada . En este trivial asunto –reflexionó–, parezco ser más sabio que él porque yo no supongo que sé lo que no sé". Parecido a su experiencia con los políticos fue lo que ocurrió con los poetas. En verdad no sabían aunque estaban convencidos de lo contrario, pero en realidad toda su poesía les nacía de adentro, de su entusiasmo y endiosamiento. Otros, los artesanos y técnicos, sabían de sus cosas pero desmesuraban y arruinaban su saber con pretensiones de saber sobre todo.
Estas investigaciones suyas lo hicieron odioso y levantaron calumnias y fábulas desde mucho atrás, agravadas por la circunstancia de que muchos jóvenes pusieron en práctica ese mismo método de desenmascaramiento de falsos sabios y fantasmones, con la resultante indignación de muchos. Concluyó que, siendo Dios el sabio, su misión no era otra que mostrar a los hombres que la sabiduría humana bien poca cosa vale, si es que vale algo, parangonada con la sabiduría de Dios.
En otra parte del texto de la defensa Sócrates utiliza una metáfora que se hizo famosa. Irónicamente, como era de su genio, les manifestó a los jueces que no creyeran que estaba defendiendo a su propia persona, los estaba protegiendo a ellos mismos para que, condenándolo, no pecaran contra el don que le había sido asignado. "Si me matáis –les dijo– no os será fácil encontrar alguien tal que, para decirlo sencillamente, esté destinado por el dios en esta ciudad a ser como tábano para caballo de raza, perezoso y necesitado de aguijón, un ciudadano que los acicatee, los persuada y los reprenda para hacerlos mejores. Si me matáis, pasaréis dormidos el resto de vuestras vidas, a menos que Dios os envíe otro tábano. No os vendrá fácilmente, creedme pues y guardadme".
KARL POPPER
Karl Popper, el famoso filósofo y epistemólogo de la ciencia, dijo en ocasión de recibir en Madrid un honoris causa de la Universidad Complutense que "Sólo sé que no sé nada" es una idea de palpitante actualidad, aún más que en tiempos de Sócrates, y tiene validez particular para reflexionar ante los rapidísimos progresos de las ciencias. Explicó que "lo que el dios nos había querido decir a todos nosotros" era que la sabiduría consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y, lo más importante de todo, en el conocimiento de nuestra propia ignorancia. Sócrates, dijo, nos enseñó algo que es tan importante hoy en día como lo fue hace 2.400 años. En su discurso sobre el conocimiento de la ignorancia, el filósofo vienés manifestó su creencia en que los intelectuales, incluso los científicos, los políticos y especialmente aquellos que trabajan con los medios de comunicación, tienen hoy la imperiosa necesidad de atender a esta vieja lección del gran maestro de Atenas.

* Publicado en Diario "Río Negro", 9 de julio de 2012.

CARTA DE LECTORES DIARIO RÍO NEGRO, 18 de julio 2012.

"Sólo sé que no sé nada".
Excelente el artículo del Sr. Héctor Ciapuscio sobre Sócrates y Popper. Como muy bien se resalta en él, es de absoluta actualidad la central afirmación adjudicada a Sócrates. Con todo respeto parece interesante recordar que, en ese libro, Popper sostiene que Platón tergiversó a Sócrates. Mientras que para éste la sabiduría consistía en la comprensión de lo poco que sabe cada uno y que la disposición para aprender demuestra en sí misma la posesión de la sabiduría, para Platón el filósofo era el erudito, el sabio.
El filósofo no es el devoto buscador de la sabiduría sino su orgulloso poseedor. También resulta instructiva la separación que hace el autor entre pensadores que enseñaron la libertad, la democracia y la igualdad y los que inspiraron los regímenes totalitarios. Entre los primeros ubica a Demócrito, Pericles, Protágoras, Sócrates, Kant, Lord Acton y Schopenhauer. Y entre los otros a Heráclito, Platón, Aristóteles, Píndaro, Fitche, Schelling, Hegel y Marx.
Esta reflexión de Popper es igualmente significativa: "Los hombres se sienten inclinados a reverenciar el poder. No puede caber duda de que la adoración del poder es uno de los peores tipos de idolatría humana, un resabio del tiempo de las cadenas, de la servidumbre y la esclavitud". "La sociedad abierta y sus enemigos" en un libro que se lee con enormes beneficios.

Agustín Argibay, Cipolletti.

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