GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

miércoles, mayo 31, 2023

Otros que no pueden volver por Daniel Zolezzi.

 

En los últimos tiempos han reaparecido –al menos en televisión- los ex ministros de Economía Domingo Cavallo y Remes Lenicov. Que lo fueron de Menem el primero y de Duhalde el segundo.
Y es el caso que ambos, criticando el estado actual de nuestra economía –algo así como descubrir la rueda– afirman que con ellos las cosas estaban mejor y que, de persistir en sus cargos, esto sería distinto. (Del tornasol Lousteau ya nos ocupamos en nuestra última columna; baste reiterar que es vergonzoso que este K fracasado vista ahora careta opositora).
Vayamos pues a los de hoy. Cavallo fue el adalid de un peso igual a un dólar durante, la administración Menem. Medida poco liberal, de paso sea dicho, la de establecer por ley una paridad que la inflación, aunque fuese mucho menor que la actual, se encargaba de desmentir de un modo tan gradual como irrebatible. Y, el mismo señor Cavallo volvió, para intentar salvarla, al gabinete del radical de la Rúa.
Discépolo decía que no hay verdad que se resista “ante dos pesos moneda nacional”. Y el 1 a 1 no resistió la verdad del valor de ambas monedas. La inflación, aunque menor, existía. Hoy por hoy, casi todos dicen que esa paridad fue de inspiración liberal. Cuando en realidad el liberalismo, sensatamente entendido, deja que las monedas floten y se estacionen en su debido valor. Ponerle precio a un dólar, lo mismo que ponérselo a un producto de la canasta familiar, es una experiencia que siempre falla. Y nadie podía ignorarlo.
Valga recordar algo olvidado. El 1 a 1, que primero fue peronista, también fue radical bajo la presidencia de la Rúa. Sin embargo, ambos partidos participaron del golpe sin tanques, pero con disciplinada tropa civil, que derrocó al citado de la Rúa y finiquitó con la paridad cambiaria (cabecillas visibles, Duhalde y Alfonsín).
Apenas el primero de ellos asumió la presidencia, concediendo butacas ministeriales a la UCR, dictó el decreto 214/2002 que pesificó las deudas en dólares al tiempo que liberaba el mercado cambiario. Así se benefició a grandes grupos económicos endeudados en dólares y se disolvieron los ahorros en esa moneda de los pequeños ahorristas. Siempre recordaré el relato de uno de ellos que deseaba cambiar su auto para lo cual, prudentemente, compraba dólares y los depositaba en su cuenta. Me dijo: “Señor, al banco yo llevé dólares billete y me dicen que no me los pueden devolver. ¿Entonces, los dólares que deposité, dónde están?”.
ABSURDA IDEA.
A ese estallido se llegó por la absurda idea de establecer el precio de una divisa por ley. La realidad hizo polvo esa idea. De la cual Cavallo fue su inspirador. Y cuando estalló la crisis, el decreto 214/2002, con Lenicov como ministro del ramo, defraudó a los pequeños ahorristas en beneficio de poderosos grupos económicos a quienes se les licuaron deudas en dólares que no hubieran resistido en un mercado libre.
Ni Cavallo ni Lenicov pueden contribuir a sanar la enfermedad de la economía de nuestro país. Porque fueron parte de quienes la inocularon. Como tampoco puede olvidarse que el peronismo y la UCR, primero apoyaron la convertibilidad, para luego terminar con ella beneficiando a muchos poderosos y saqueando a quienes no lo son.
Publicado en LA PRENSA.

martes, mayo 30, 2023

Mi encuentro con Henry Kissinger. Por Nicolás Kasanzew.

Kasanzew en Nueva York durante el diálogo con Kissinger hace 43 años.

Fue en 1980 cuando me encontraba en Nueva York cubriendo el triunfo de Reagan en las elecciones

Mi encuentro con Henry Kissinger.

Una breve entrevista sobre su respaldo al flamante mandatario republicano y también acerca de China, Nixon, Vietnam y las mujeres.

Por Nicolás Kasanzew.  

El pasado 27 de mayo cumplió cien años Henry Kissinger, el patriarca de la política estadounidense, el mago Merlín de la diplomacia, Premio Nobel de la Paz, ex jefe del Departamento de Estado, arquitecto de las relaciones entre China y EEUU y asesor de Putin, entre otras cosas.

Yo lo entrevisté de sopetón, cuando su carrera parecía a punto de inciar un nuevo despegue.

Estaba en Nueva York cubriendo las elecciones presidenciales de 1980, y en la noche en que las ganó Ronald Reagan, me dirigía al edificio de la cadena NBC para mandar mi material vía satélite a Buenos Aires. Cual no sería mi sorpresa cuando, detrás de mi, entra al ascensor Henry Kissinger.

Mientras el camarógrafo Mario Fazio acomodaba y prendía, frenético, la cámara, le dije al ex Secretario de Estado que veníamos de la Argentina. “¡Oh, the world champions, Kempes!”, me sonrió Kissinger, quien en 1978 había ido a la Argentina a presenciar los partidos del Mundial.

Aproveché la oportunidad y lo ametrallé a preguntas, en el ascensor y después en el pasillo.

-Usted ha apoyado la candidatura de Reagan, ¿ahora que él salió victorioso, va a ocupar un puesto en su gabinete?

-Estoy dispuesto a servir al país de la manera que sea.

”TAREAS MENORES”.

Kisinger había hecho campaña entre los votantes judíos a favor de Reagan y hasta lo había entrenado para su debate con Jimmy Carter, pero al presidente electo no le gustaba la prominencia de su figura política, temía que lo opacara y que además enojara a la derecha del Partido Republicano, por lo cual finalmente sólo le encomendó tareas menores. Para el puesto de Secretario de Estado optó por el general Alexander Haig.

”NIXON Y CHINA”.

-Usted acercó al gobierno de Nixon con China comunista. Pero si esta decide expandirse, ¿que van a poder hacer los Estados Unidos?

-La clave para controlar a alguien, es ser más inteligente que aquellos a quienes se quiere controlar.

-Se ha comentado que a Nixon no le gustó que usted se comparara con un cowboy solitario que resuelve los problemas sin ayuda de otros, como usted le dijo a Oriana Fallacci.

-Nunca dije eso, y haberle dado una entrevista a Fallacci fue uno de los peores errores de mi vida.

PREGUNTA PERSONAL.

La famosa periodista italiana, que lo había entrevistado en 1972, decía tener grabada esa aseveración, pero en aquel pasillo de la NBC no había tiempo para repreguntar. A Fallacci, Kissinger le había parecido un tipo frío, mecánico. A mi, en cambio, me estaba contestando amablemente, con su tono wagneriano, a pesar de que lo estaba entrevistando de asalto. Sin destacarse precisamente por ser un Adonis, el ex Secretario de Estado se había construido fama de playboy, saliendo con espléndidas mujeres. Yo había leido que le gustaba explayarse sobre ese tema.

-¿Le puedo hacer una pregunta personal? ¿Qué ven las mujeres en usted?

-Las atrae el olor a poder. El poder es el mayor afrodisíaco. Erotiza, al aportar seguridad estable.

-¿Y qué clase de mujeres lo atraen?

-Me gustan las mujeres intensas, inteligentes, cálidas, Y, por supuesto, independientes.

-¿Cuáles la mejor manera de interesar a una mujer?

-Comenzando con una conversación intensa.

SE MARCHO SIN RESPONDERME”.

Se me acababa el tiempo, los productores querían llevárselo al piso para que opinara sobre el resultado de la elección, y le largué la pregunta que siempre tuve in pectore.

-A usted le dieron el Premio Nobel por negociar la paz en Vietnam, pero la guerra igual continuó y usted dejó que sus aliados, los survietnamitas, fueran dominados por el comunismo. ¿Por qué los abandonó?

El gesto amable se borró del rostro de Kissinger, dió media vuelta y se marchó sin responderme.

Tampoco debe tener muchas respuestas hoy, cumpliendo los cien años de edad, si se le pregunta por qué apoyó estos últimos años a Putin, con quien se reunió más de 30 veces. Y por qué elogió siempre como a un líder pragmático a ese sombrío personaje que ha puesto a la humanidad al borde de una hoguera nuclear.

 Publicado en Diario LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/530282-Mi-encuentro-con-Henry-Kissinger.note.asp

domingo, mayo 28, 2023

El magisterio de Patricio Randle en La Prensa.


Por Agustín De Beitia.

El escritor y académico Patricio Randle (1927-2016), probablemente poco conocido hoy, fue un lúcido intelectual del tradicionalismo católico que escribió durante veinte años para La Prensa, lo que no deja de ser una rareza, dado que este fue siempre un diario más receptivo a las ideas liberales. Hombre culto y de juicios firmes, llegó a gozar de predicamento entre unos y otros por el calado de sus reflexiones. Hoy, cuando el fecundo pensamiento tradicional que nutrió nuestro suelo está por desgracia desterrado de los medios, merece la pena volver a tan vigoroso exponente de esas ideas, cuyos escritos no pierden vigencia y conservan la fuerza persuasiva de su razonamiento.

De ello dan cuenta las columnas que escribió para este diario hasta hace treinta años -entre 1973 y 1993- y que forman un verdadero magisterio capaz de nutrir a nuevas generaciones. En tan amplio arco temporal, la Argentina fue sacudida por la ordalía de sangre revolucionaria y su represión, por la guerra de Malvinas y por un regreso a la vida democrática que no logró contener los viejos problemas de fondo del país, asuntos que inspiraron a Randle. Más de un centenar de artículos escribiría, orientados, en su mayor parte, a atajar la deriva secular e ideológica de nuestra patria.

PUNTA DE LANZA.

A Randle, autor de más de treinta libros, suele identificárselo como nacionalista católico. No es errado, si bien él nunca se consideró como tal. Prefería identificarse como un hombre "de derecha", conservador, tradicionalista o contrarrevolucionario, según cuentan quienes lo conocieron. Aunque es cierto que sus amistades, sus actividades y muchos de sus escritos convergieron con aquella corriente. Y en La Prensa, concretamente, actuó como punta de lanza de otros pensadores de esa vertiente de ideas.

Arquitecto de profesión (UBA, 1950), especializado en urbanismo primero y luego en geografía, profesor universitario, investigador del Conicet, era miembro de la Academia del Plata y de la Academia Nacional de Geografía y había sido asesor de la delegación argentina ante la Unesco a fines de los años sesenta. Entre sus ocupaciones siempre encontró espacio para la escritura de piezas periodísticas, que enviaba también a diversas publicaciones católicas como UniversitasVerboMikael y Cabildo.

La vocación intelectual le venía a Randle del hogar, donde se fomentaba el cultivo de las letras y las artes. De estirpe británica, cuyo idioma dominaba como si fuera su lengua materna, era hijo del también arquitecto y pintor Horacio Randle y de Susana María Pardo. Estaba casado con Anne, una mujer inglesa a quien conoció en España durante uno de sus frecuentes viajes a Europa, donde también vivió por años. Con ella tuvo cinco hijos, dos de ellas religiosas. Anne, protestante de origen, se había convertido para entonces al catolicismo.

Lector de gran voracidad, llegaría a formar en su casa una biblioteca "interminable" que, según sus allegados, parecía sacada de un libro de Umberto Eco.

UN HOMBRE CLASICO.

Randle era, antes que nada, un hombre universal, clásico. Admiraba a figuras como Julio Irazusta, el padre Leonardo Castellani o el español Blas Piñar, pero además tenía un gran conocimiento de los autores clásicos y de los modernos.

Sus artículos para La Prensa son una prueba de esa erudición y de su vigoroso razonamiento, ordenado, que expresaba con determinación y de manera diáfana. No era su pluma la que deslumbraba, que no era florida, sino su saber universal, que le permitía discurrir sobre las cuestiones más diversas, desde la arquitectura hasta la política, desde la filosofía hasta la teología, la literatura o la historia o, incluso, entrelazarlas.

Eso deslumbraba tanto, según sus allegados, como el hecho de que sabía cosas con antelación, algo de lo que también dan cuenta sus escritos para este diario.

Era, en síntesis, un hombre de otra época. Y también un poco extravagante. Porque el retrato que pintan aquellos que lo frecuentaron es el de alguien que podía ser tomado como un londinense en Buenos Aires.

Así, era común verlo abrirse paso con su capa y bastón de empuñadura británica hasta la porteña Confitería del Molino, en una época en que ya los más jóvenes vestían con simples buzos raídos. Al lado de la confitería estaba la sede de la Asociación Oikos, que dirigió durante muchos años y que estaba destinada a los estudios territoriales y culturales, donde disertaban los más destacados pensadores católicos del momento. Aquel atuendo que él usaba le daba un cierto aire arrogante, que a veces parecía confirmar con su difícil carácter.

Su aportación al diario iría de menor a mayor. El primer escrito suyo fue "La Universidad de Utopía", que refleja en pocas líneas a la vez un país y un estado de cosas, y que fue publicado el 16 de octubre de 1973, apenas días después de que "la primavera camporista" fuera desplazada, junto a su juvenil e irresponsable algarabía, por un Perón ya demasiado viejo para restablecer el orden.

En ese artículo, único que publicó aquel año, con la universidad transformada en un foco subversivo, rastreaba Randle el hilo que conduce a la Utopía, un hilo que llevaba desde el vacío de valores heredados por parte de los jóvenes hasta las prácticas que se ponían de moda en esos años en los claustros universitarios, como las dinámicas grupales, los debates abiertos y la terminología freudiana, en detrimento de la clase magistral, la enseñanza teórica, el diálogo socrático y el examen, todo -según advertía- para garantizar la liberación de los alumnos.

TESTIGO.

A los temas educativos volvió Randle una y otra vez con los años. Para él, la crisis de la educación, palpable en todo el mundo, era muy explicable en un Occidente cuestionado en "sus más hondos fundamentos". Claro, Randle, que fue profesor en la UBA durante tres décadas y profesor invitado en la Universidad de Londres, había visto el deterioro educativo con sus propios ojos. Pero haber sido testigo de algo no siempre es suficiente. En sus escritos, que a la postre reuniría en uno de sus libros, Educación para tiempos difíciles, se manifiesta la sabiduría que está reservada a unos pocos.

En un artículo de septiembre de 1974, año en el que entregaría solo dos colaboraciones, su razonamiento parte de la candidez con que algunas personas apostaban por solucionar el descalabro universitario haciendo hablar a la "mayoría silenciosa", lo que le da pie para indagar en algunas raíces de la crisis educativa, que son las de la nación toda.

"La crisis actual obedece, por lo menos en partes iguales, al terrorismo intelectual desatado por la Revolución Cultural de Mao Tsé-tung en todo el mundo, tanto como a la inercia pasiva, neutra, aséptica, asexuada (para no decir que en el fondo es simplemente escéptica, pragmática y egoísta) que viene de arrastre de nuestra Universidad en crisis "silenciosa" hace más que desde 1973, 1969, 1955 (...) El mal se pierde en el trasfondo de nuestra historia nacional, en sus contradicciones, en el absurdo de no haber asumido las auténticas tradiciones y querer sustituirlas por esquemas mentales".

Randle criticaba el enciclopedismo y abogaba por una educación clásica que pusiera el énfasis en el valor no del conocimiento sino de las virtudes. A esta cuestión dedicó numerosos artículos, rebosantes de sentido cristiano y de enseñanzas concretas para padres, sobre todo en una larga serie que escribiría más tarde, en 1987.

El año 1975 fue también testigo de una sola colaboración suya para el diario cuyo título, siete meses antes de la caída del gobierno de Isabel Perón, es por demás elocuente: "Tocar fondo".

Es otro ejercicio de destilación de la realidad argentina para extraer algunas notas esenciales de esos años. Se refiere al acostumbramiento, la incapacidad de escandalizarse, la indiferencia ante diferentes males, que él observaba tanto en la moral sexual (y no se privaba de hablar de pecado y condenación) como en otros dominios clave para la vida del espíritu, como la universidad o "la desaprensión ante el fenómeno del terrorismo y la subversión en todas sus formas".

SUBVERSION.

Sobre este último tema, el de la subversión, no dejó mucho escrito durante esos años más calientes de la agresión revolucionaria, aunque volvería a él, de tanto en tanto, más adelante.

En este artículo su interés está centrado en la frágil memoria. Por la vía del acostumbramiento, el encallecimiento, constataba Randle, "los más horrendos crímenes de los que hemos sido testigos en el corto lapso de estos dos últimos años caen rápidamente en el olvido", y el olvido, apuntaba con notable premonición, "es un eficiente secuaz del enemigo".

En 1978 volvería sobre el tema en un año en que parece recobrar el impulso por la escritura con ocho notas, tras dos años en que apenas se vio su firma. El décimo aniversario del Mayo francés, que él había presenciado, fue la ocasión que encontró para referirse a aquellas revueltas parisinas y su relación con nuestro país.

Dice allí que "no se ha madurado debidamente la experiencia vivida" en los diez años transcurridos entre 1968 y 1978. La revolución cultural (en Francia) "no fue -dice- más que un comienzo pero no de una serie de actos del mismo género y con los mismos personajes, sino la apertura a otra estrategia: la de la guerrilla subversiva para la que, como campo de adiestramiento inicial, fue elegida América del Sur".

"No se advirtió -prosigue- que aún cuando desde París no pudieran hacerse acciones militares subversivas contra la Argentina, se disponía de un arsenal de proyectiles culturales que han sido cuidadosamente dirigidos durante todo este tiempo con los resultados conocidos. No se advirtió, en suma, que la ideología de la guerrilla se estaba exportando bajo un nuevo ropaje y que el origen y sustento de la subversión no son las injusticias sociales ni la existencia de gobiernos de facto, ni cualquier otra causa específica, sino un esquematismo que se polariza en Marx, que se remonta antes que él a una serie de filósofos carentes de rigor ético cristiano -como Kant y Hegel- y que continúa elaborando formas simplificadas de fácil consumo para las masas".

En ese mismo artículo habla de una fina estrategia envolvente en la que muchos actuaron de idiotas útiles, entre los que ubica al propio Perón, que le hizo el juego a las "formaciones especiales".

Para 1979 ya son 17 las columnas de Randle, con una frecuencia irregular: a veces cada quince días, a veces, más de una por semana. La mayoría sobre temas urbanísticos, a propósito de la construcción de las primeras autopistas urbanas, un asunto en el que adelantó los errores que se cometerían. Esa serie fue luego también compilada en un libro.

Pero hay también un artículo titulado "De la filosofía a la subversión", referido a un congreso mundial de filosofía cristiana celebrado en nuestro país, en el que se trató sobre el marxismo, la filosofía de la revolución y también su relación con los derechos humanos, un asunto, este último, de candente actualidad en esos años.

Randle resume, en particular, la ponencia del profesor Edmundo Gellonch Villarino, basada en el tratado De Jure Belli de Vitoria, donde se examina entre otras cosas la cuestión de la guerra justa.

El ensayista, que estaba al tanto de las novedades editoriales, tanto las locales como las que se editaban en París o Londres, incursionó también en el suplemento cultural con, al menos, una reseña de libros. Se trata del libro El marqués, de Francisco Seeber, un libro de aventuras que Randle destaca porque recupera un género olvidado: la literatura para adolescentes.

El año 1980, el arquitecto mermó ligeramente sus envíos a una docena de notas, varias, otra vez, sobre las autopistas urbanas. En otra nota, "Una cruz en el río", se aprecia otra vez su visión de futuro cuando, al referirse a la ciudad construida de espaldas al río, desliza la idea de rehabilitar las abandonadas construcciones de ladrillo del puerto viejo, o Madero, de típica factura inglesa, una reforma que se emprendería mucho después y que dio a toda la zona un brillo particular.

Pero ese mismo año hay otra columna suya, "Nuestros hijos", que merece destacarse y donde toca también el tema de la subversión, ahora desde el punto de vista de la relación padres-hijos.

REBELDIAS.

Concretamente, el autor alude a un fenómeno que se dio con mucha frecuencia en aquellos años, cuando "los hijos, más allá de caer en la rebeldía -connatural con el hombre inmaduro- adoptan valores contrapuestos a los de sus padres al punto de amenazar con destruir la institución familiar”, una crisis en la que Randle veía comprometida “la decadencia de las naciones y, por consiguiente, de toda nuestra cultura".

Frente a padres que no percibían la "relación entre neutralidad moral, indiferencia política, o espíritu anticristiano y los peores males que aquejan a la sociedad", Randle advertía no sólo sobre la necesidad de "una formación de la persona entera" sino de una educación "para tiempos excepcionales" como los que vivía la Argentina.

"Un anticomunismo burgués, convencional y negativo -continuaba-, no puede servir de mucho. Sólo el conocimiento, la adhesión, la participación espiritual en nuestra más genuina tradición puede servir de valla eficaz contra ese peligro", al que los jóvenes "se exponen en las universidades, la televisión o la radio". Su advertencia no puede ser más actual.

Sus colaboraciones vuelven a incrementarse hasta una quincena en 1982 a raíz de la Guerra de Malvinas, un asunto al que abordó repetidas veces para resaltar su trascendencia histórica.

Randle no duda, por ejemplo, en llamarla "guerra de legítima defensa", como tampoco duda en calificar a la guerra contrarrevolucionaria de los setenta de "defensa de los valores cristianos frente al comunismo ateo", todo en un mismo artículo titulado "De Monroe a nuestros días".

El conflicto en el Atlántico sur fue, para él, "una oportunidad para fortalecer el alma nacional". Para eso, contra la dispersa cobertura mediática de ese tiempo, él reclamaba ilustrar más sobre las acciones bélicas que se habían producido días antes y sobre anécdotas provenientes desde el frente que permitieran a la población compadecerse (padecer juntos) de sus hombres.

Entrevió los riesgos de no hacerlo: “Si sufriéramos un duro revés (¡Dios no lo permita!) toda esa masa amorfa a la cual la guerra no le ha pedido ni siquiera el sacrificio de perder una "fecha" de fútbol, se sentirá totalmente desvinculada de responsabilidad y ahondará sus distancias para con las Fuerzas Armadas, enrostrándoles por entero -llegado el caso- la responsabilidad de la derrota".

Apasionado por la patria, Randle abogó por continuar las acciones más allá de la caída de Puerto Argentino con la apertura de nuevos frentes, pero luego de la derrota se dedicó a levantar la moral de los argentinos doloridos como él, a quienes entregó un artículo sanador sobre “la asedia”.

En sus notas periodísticas referidas a la guerra, también compiladas en libro, extrajo enseñanzas y conclusiones, e indagó, además, en el proceso de cambios que debía abrir la lucha por las Malvinas, entre los cuales mencionaba la necesidad de una conversión religiosa, en el sentido de “una mejor identificación”.

Convencido de que “la Argentina de la guerra” había sido “la mejor versión que han visto los argentinos hoy vivientes”, también vislumbró, tempranamente, hasta dónde llegaría el “egoísmo pequeño-burgués” que ya despuntaba entonces y el cálculo político. "Esto es solo el primer capítulo -anticipó-. Detrás de la derrota militar, aceptada por las mismas Fuerzas Armadas, vendría la escalada, primero "democrática", luego populista y finalmente marxista que están preparando los enemigos de la Nación".

La misma pasión y el mismo amor a la patria con que escribió sobre Malvinas, demostró en 1984 para defender enfáticamente el voto por el “no” en el plebiscito convocado por el gobierno de Raúl Alfonsin en torno al tratado que pondría fin al conflicto por el canal del Beagle.

En esos artículos, en los que desplegó todo su conocimiento geográfico e histórico, y que acompañó con mapas y cuadros, denunció que la opinión pública era objeto de una operación psicológica del gobierno en torno a la paz, y alertó sobre el compromiso que se asumía a futuro al aceptar dictámenes que pueden ser lesivos para nuestra soberanía.

Randle escribió sobre gran variedad de asuntos, desde la nociva influencia de los medios de comunicación hasta la cultura vista como farsa en un país que cada vez lee menos, un asunto, éste último de la lectura, al que volvió también varias veces, a punto tal que hasta le dedicó su última nota, publicada el 28 de junio de 1993.

Su erudición, su espíritu avizor y su pasión, anclados en un pensamiento tradicional, hacen que muchos de los artículos de Randle sean aún hoy un valioso pozo al que volver.

En un mundo que por momentos parece haber extraviado el sentido común por completo, la mirada de Randle resulta regocijante, feliz y, sobretodo, familiar, precisamente porque nos devuelve a las enseñanzas tradicionales del propio hogar, a esa sensatez perdida, a esa forma de interpretar el mundo que hoy se está perdiendo y que en los periódicos, más que en ningún otro lado, está en vías de desaparición.

Publicado en Diario LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/530085-El-magisterio-de-Patricio-Randle-en-La-Prensa.note.aspx

Murió Hugo Kogan, reconocido diseñador industrial e inventor argentino del Magiclick.

 

El reconocido diseñador industrial creó el Magiclick en 1963, revolucionando el mercado en poco tiempo. Foto: Gentileza.

Durante su carrera, fue el encargado de desarrollar más de un centenar de productos de alcance industrial, comercial y familiar. Falleció este sábado, a los 88 años.

A los 88 años, murió este sábado Hugo Kogan, reconocido diseñador industrial argentino, célebre por su invención del encendedor de chispa que se popularizó con el tiempo como Magiclick, tradicional integrante de las cocinas del país.

Durante su carrera, Kogan se destacó por ser uno de los referentes más influyentes del diseño argentino y sudamericano, tanto por su labor a nivel nacional como internacional, por el que fue distinguido como Personalidad Destacada en el ámbito de la ciencia y la tecnología por la Legislatura porteña.

El diseñador, que falleció en la Ciudad de Buenos Aires este 27 de mayo, fue el encargado de desarrollar más de un centenar de productos, entre ellos, máquinas textiles, industriales y familiares, equipamiento urbano, electrónica de entretenimiento, hardware, equipos de electromedicina, grandes electrodomésticos y hasta sistemas de equipamiento bancario y ferroviario.

Por su destacada trayectoria, fue premiado entre ocasiones con el Diploma al Mérito de los Premios Konex como uno de los mejores diseñadores industriales de la década en cada ocasión (1992, 2002 y 2012).

También fue integrante de la comisión académica designada para la creación de las carreras de Diseño Industrial Diseño Gráfico en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.


Murió Hugo Kogan: el Magiclick, su mayor invención.


Entre todos sus desarrollos e invenciones, el que más destacó fue el Magiclick, por que el obtuvo gran reconocimiento. Fue creado por Kogan en 1963, cuando se desempeñaba como director del departamento de diseño de la empresa Aurora y le dio ese nombre porque encendía la llama con solo pulsar un botón.

Si bien, originalmente, esa era la denominación comercial del producto, con el paso del tiempo pasó a ser de uso común, sea cual sea la marca que lo desarrollara luego. Fue tal la popularidad que alcanzó que se transformó, también, en un artefacto clásico de las cocinas argentinas.

Más adelante, algunos modelos del Magiclick incorporaron una carga de gas butano o de otro tipo, que les permitió producir mantener una llama de forma autónoma, mientras que otros se limitaron a generar las chispas para encender.

«Con el Magiclick, yo estaba en el momento y lugar adecuados. Una nueva tecnología sobre la que se montó un diseño contemporáneo en un mercado seco de novedades e innovación por muchos años», había señalado el diseñador, en referencia a su exitosa creación.

Con información de Télam.
Publicado en Diario "Río Negro".
https://www.rionegro.com.ar/sociedad/murio-hugo-kogan-reconocido-disenador-industrial-e-inventor-argentino-del-magiclick-2935477/

A 50 años de Campora-Solano Lima: de la euforia a la frustración.

 

Un 25 de mayo de 1973, miles salieron a la calle a celebrar el fin de la dictadura y el retorno del peronismo. Un repaso de qué ocurrió.

Por Aldo Duzdevich.

En un clima de alegría y movilización popular, el 25 de mayo de 1973, Héctor Cámpora asumió la Presidencia de la Nación. Ese día, el Pueblo se volcó a las calles para celebrar el fin de la dictadura y el retorno del peronismo al poder después de 18 años de proscripción.

El 25 de mayo fue el gran momento de gloria de la Juventud Peronista. En Plaza de Mayo, inundada de jóvenes, sobresalían los enormes carteles de FAR y Montoneros. Los propios dirigentes juveniles reemplazaron dentro y fuera de la Casa Rosada a la custodia militar y pudo verse en el balcón asomarse junto a Campora, a Dante Gullo y otros dirigentes de las Regionales.

Era el momento tan esperado durante 18 años, se vivía un clima de unidad del peronismo, a tal punto, que días después, las 62 Organizaciones en un comunicado público alabaron la brillante actuación de la JP en el acto.

Gran parte de la izquierda no peronista también se sumó a los festejos ya que veían en la llegada, de Cámpora la expresión de un cambio de época. La presencia del “Chicho” Salvador Allende y de Osvaldo Dorticos, ambos representantes de los gobiernos socialistas de la región, daban sustento a esta percepción.

“Se van… se van… y nunca volverán!!” cantaban las columnas juveniles en la cara de los militares que presurosos abandonaban los actos protocolares para ir a refugiarse en los cuarteles.

Para la mayoría de la clase trabajadora peronista, significaba el tan anhelado regreso del peronismo al gobierno con el recuerdo de los diez años de felicidad. Para las distintas fuerzas políticas progresistas significaba el retorno de la democracia, y el alejamiento (que se creía definitivo) de los militares del poder.

Para los jóvenes setentistas ese 25 de Mayo de 1973 era el arañar con las manos el cielo de la revolución. Los jóvenes vinculados al activismo de las organizaciones armadas y la izquierda, a decir verdad no estábamos muy interesados y entusiasmados con la democracia. En el imaginario juvenil lo que llegaba era el inicio de la revolución, donde las palabras: estado de derecho, representación parlamentaria, división de poderes, eran conceptos de la democracia burguesa, que no tenían demasiado valor. En esa confusión de valoraciones ya comenzaban a incubarse los gérmenes de la posterior tragedia.

Como se llega al 25 de Mayo de 1973.

A mediados de 1972 la dictadura militar iniciada por Onganía en 1966, entraba en su etapa final. La progresiva conflictividad social, la creciente actividad de los grupos armados, y la estrategia desarrollada por Perón de unir a todas las fuerzas políticas, convocando a sus viejos adversarios radicales y frondicistas, para exigir una salida electoral sin proscripciones, estaban forzando la retirada de los militares.

Lanusse finalmente convocó a elecciones para el 11 de marzo de 1973, pero puso una cláusula legal que impedía presentarse como presidente a todo aquel que no tuviera residencia permanente en el país antes del 25 de agosto de 1972. Perón respondió que volvería cuando él lo decidiese.

Según cuenta Abal Medina en su libro “Conocer a Perón”: Duilio Brunello relató que Perón le dijo: «Lanusse se equivocó si piensa que ahora yo debería ir a Iberia a sacar un pasaje para la Argentina, debe saber que la fecha de mi regreso la voy a decidir yo. Lanusse quiere que yo produzca movimientos que alboroten a sus generales y así tener la excusa para postergar las elecciones. Pero no le voy a dar el gusto, porque si hay elecciones, ganamos. Ese es nuestro objetivo.”

Del primer momento Peron tenía muy claro el objetivo: que levanten la proscripción del peronismo que ya llevaba 17 años, y que permitiesen votar en libertad.

Finalmente Perón retorna transitoriamente al país el 17 de noviembre de 1973. Y ante la insistencia de Lanusse de mantener su proscripción, decide que la formula sea Campora-Solano Lima.

Cámpora era uno de los tantos dirigentes de la rama política del Justicialismo, que había tenido funciones destacadas antes y después del 55. Pero de ninguna manera era un dirigente que tuviese un poder que excediera en mucho, al de sus pagos de San Andres de Giles. Era un buen secretario, una persona honesta y confiable. Básicamente era un hombre con una lealtad a toda prueba, que no dudaría “saltar a un precipicio” o ser candidato en cualquier puesto, si ese era el deseo del General. Vicente Solano Lima era un conservador popular, que había sido duro opositor al peronismo del 45 al 55, pero que había cambiado de opinión y se había convertido en amigo de Perón durante su exilio en Madrid.

Recuerda Abal Medina: “Yo tuve que manejar el tema de la candidatura del doctor Cámpora en el Congreso del Crillón. Como tarea preparatoria, había hablado con José Rucci y le había dicho, tal cual me había sugerido el General, que era un candidato para una presidencia muy breve, el tiempo necesario para preparar las renuncias y el proceso para una nueva elección que llevara Perón a la presidencia.(…) Cámpora me relató el ofrecimiento del General y textualmente me dijo que él le había manifestado que lo aceptaba por no haber otra posibilidad, pero al solo efecto de renunciar de inmediato para que se realizara un proceso abierto.”

Luego relata lo sucedido en el Congreso del PJ en el Crillon: “Hubo una catarata de oradores insistiendo, con todo tipo de argumentos, en la necesidad de mantener la candidatura del General.”

“Era claro que algunos lo hacían por «corrección peronista», pero otros fueron mucho más enfáticos y se adivinaban sus intenciones. Había en esto dos grupos definidos. Uno, el de mayor número, estaba compuesto por unos veinte congresales encabezados por Rogelio Coria y el aceitero Estanislao Rosales. Procuraban demorar el tema con distintas argumentaciones, pero era indudable y ya muy público que estaban alineados con Lanusse y sus posiciones eran de mala fe.”

“El otro grupo, que encabezó Gustavo Rearte, eran compañeros peronistas duros, desde alternativistas hasta integrantes de las primeras juventudes peronistas posteriores a 1955.” “Consideraba que las elecciones sin Perón constituían una claudicación y que en ningún caso se podían aceptar. La oratoria encendida y su conocida militancia le daban a Gustavo un ascendiente importante en otros congresales.(...) Conseguí que Romero cerrara la lista de oradores y propuse votar para ratificar la candidatura del general Perón. La moción fue aprobada por unanimidad, y en ese momento comenzó la verdadera batalla.”

Insistir en nominar a Perón en la formula, era volver a la proscripción del peronismo. Perón conducía bajo la permanente presión de “apresurados” y “retardatarios”, y muchas veces ambos grupos coincidían en entorpecer la conducción. El grupo de Coria lo impulsaba de mala fe. Y el grupo de Rearte lo hacía por convicción pero también llevaba a un callejón sin salida. En cambio Perón tenía clara la estrategia: “que nos dejen votar y ganamos, ese es nuestro objetivo”.

Luego de muchas discusiones se dispuso enviar un telex a Perón (que ya estaba en Paraguay) ratificando su candidatura. A lo que Perón respondió “les agradezco, pero escuchen a Abal Medina que tiene expresas indicaciones mías”. Se reanudó el Congreso y se votó por unanimidad a Héctor J. Campora.

Finalmente el 11 de marzo de 1973, triunfó la formula Campora-Solano Lima, con el 49% de los votos. Seis meses después, tras la renuncia de Campora y nuevo llamado a elecciones sin proscripciones, la formula Perón-Perón obtuvo el 63% de los votos. El objetivo estaba cumplido.

La violencia que no cesa con el nuevo gobierno.

Después de 18 años de proscripción, el peronismo regresa al poder. El nuevo gobierno tiene sobre sus hombros una difícil tarea: comenzar a reconstruir el tejido social y económico dañado por las sucesivas dictaduras; dar inicio a un proceso de Liberación Nacional; pacificar la nación y hallar equilibrio político que devuelva definitivamente los militares a los cuarteles. La mayoría de las fuerzas políticas y sociales del campo nacional estaban dispuestas a acompañar estas propuestas.

Pero, no todos entienden los pedidos de Perón y de Campora, de cesar en la lucha violenta para permitir avanzar en el camino de la reconstrucción en paz.

Ya el 1 de abril de 1973 el Ejercito Revolucionario del Pueblo, ERP (que no había presentado candidatos el 11 de marzo) en un comunicado manifiesto su decisión de continuar la lucha armada durante el gobierno constitucional, decían: “el ERP no atacara a ningún representante del gobierno. Pero si, a las empresas y fuerzas armadas. Aclaraban que suspendían los ataques a la policía, “mientras ella permanezca neutral”. Esta definición era un absurdo, ya que era imposible pretender que la policía no interviniera cuando se estuviese realizando atentados a empresarios o militares.

En verdad el ERP jugaba a que los militares no entregaran el gobierno y/o que el mismo durase lo menos posible. En esa demencial teoría de “cuanto peor, mejor” o “acelerar las contradicciones”; al ERP le molestaba la “formalidad democrática” y prefería la dictadura abierta para “luchar cara a cara con el enemigo”. Por desgracia tiempo después la misma postura del PRT-ERP, va a ser la asumida por la conducción de FAR y Montoneros.

El 29 de abril, el ERP 22 de Agosto emboscó y mató al almirante Hermes Quijada. Tres días antes que asuma el nuevo gobierno, el 22 de mayo, el sector denominado “FAP Nacional”, ejecutó en La Plata al dirigente sindical del SMATA, Dick Kloosterman. En su comunicado dirán que “no alcanza con depositar la confianza en nuestro Líder”, “vamos a seguir aplicando la justicia revolucionaria”, y que “no habrá bandera blanca”.

El 20 de mayo el ERP asaltó un puesto policial en Merlo, donde mueren un policía y un guerrillero.

El 21 las FAR secuestran al Presidente de Coca Cola. El 23 balean a un empresario de la Ford que muere días después.

Los pedidos de “tregua” y pacificación de Campora y de Perón no fueron recibidos con mucha atención por parte de los grupos guerrilleros.

La liberación de los presos políticos.

El nuevo gobierno había asumido el compromiso de aprobar una ley de amnistía al iniciar su mandato, para liberar a todos los presos políticos.

Sin embargo una movilización juvenil frente a la cárcel de Devoto, iniciada desde la tarde por una columna del PRT-ERP, a la cual se sumaron mas tarde los grupos de JP que volvían de Plaza de Mayo, obligó la libertad de los presos sin esperar ninguna norma legal. Para la militancia juvenil fue un acto de justicia y de enorme alegría. Para el nuevo gobierno, un primer traspié de desborde a su autoridad.

El ERP no quería reconocerle al nuevo gobierno democrático el acto de liberación de los presos. Un mes antes habían secuestrado al contraalmirante Aleman y al gendarme Nasiff y habían entablado negociaciones con la Marina para canjearlos por 30 militantes presos. Si los presos eran liberados por una ley del nuevo Congreso significaba “reconocerle” ese acto al gobierno peronista. Hasta hoy seguimos escuchando el relato que “los presos fueron liberados por la movilización popular”, cuando la realidad es que fueron liberados por decisión de Perón y el nuevo gobierno democrático.

El testimonio de Juan Manuel Abal Medina.

Esa noche del 25 de Mayo, Juan Manuel Abal Medina, que no tenía ningún cargo formal en el gobierno, se apersona en la cárcel de Villa Devoto y da la orden de liberar a los guerrilleros presos. Este es su testimonio en el libro “Conocer a Perón”:

“A las ocho de la noche, el teléfono sonó de manera insistente y finalmente atendí. Era el General, en persona. Me dijo: «Doctor, ¿qué está pasando?». Le dije que había desórdenes, pero que no tenía más información fuera de la pública. (…) Estábamos por despedirnos cuando me dijo, muy nervioso: «No, doctor, espere, espere… Mejor deje eso y ocúpese de la cárcel de Devoto, que me dicen que ya está tomada por el ERP». Le contesté: «A sus órdenes, mi General. Me ocupo», y él me dijo: «A los presos los liberamos nosotros, que eso quede claro». Le pregunté si debía hacerlo sin esperar la amnistía o, al menos, el indulto. Me contestó: «Libérelos de una vez». Dije: «¿A todos, mi General?». «A todos, a todos… No podemos hacer otra cosa», me contestó.”

“La situación en Devoto era realmente caótica. El ERP, encabezado por Pedro Cazes Camarero, tenía el control de la calle, y adentro Cazes dirigía las negociaciones. Hablaba por teléfono con Righi, que le pedía tiempo. Traté de demorar las cosas al máximo, pero aquello explotaba, y finalmente decidí ordenar que los presos salieran. No me gustaba aquello, pero lo contrario habría sido una batalla campal con quién sabe cuántos muertos.”

“Yo no tenía ninguna autoridad formal, pero mi posición en el movimiento y el ser conocido en el mundo político que siempre actuaba siguiendo las directivas del General me daban margen para hacerlo.”

“No tengo un recuerdo alegre de esa noche; todo lo contrario. Era sencillamente absurdo liberar a quienes proclamaban que iban a continuar en la «guerra revolucionaria». Ver salir a los miembros del ERP, formados y saludando con el puño en alto, de manera evidente a seguir la «guerra revolucionaria», era el cumplimiento de la pesadilla que había imaginado desde el comienzo de la campaña electoral.”

El sol del 25 que no terminaba de brillar.

Las posiciones del ERP frente a los acontecimientos de Devoto pusieron entre la espada y la pared a la organización Montoneros, cuya dirigencia se vio “corrida por izquierda”, y en lugar de defender al gobierno de Campora terminó acompañando al ERP en su estrategia. Esta ambigüedad se va a repetir en los meses posteriores, hasta que finalmente Montoneros pase a la clandestinidad y se sume a la misma estrategia de guerra revolucionaria contra el gobierno democrático.

Roberto Perdía, en su libro, reconoce: “Nuestro espacio político estaba presionado por dos fenómenos concluyentes. Uno era la presión del PRT – ERP, con sus críticas político – ideológicas y la continuidad de su accionar militar, todo lo cual impactaba fuertemente en los sectores más juveniles. Otro, el de los grupos peronistas más duros: el Peronismo de Base; la revista Militancia, cuyos referentes eran Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Duhalde.”

El sol del 25 que venía asomando se veía opacado por algunas nubes, que en pocos meses se trasformarían en nubarrones de tormenta.

“La tarea es que el recuerdo se mantenga vivo pero también que la sacralidad de la memoria se ponga en discusión.” Tzvetan Todorov en “Los abusos de la memoria”.

Aldo Duzdevich (*) El columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.

Publicado en La Mañana de Neuquén.

Domingo 28 de Mayo del 2023.

https://www.lmneuquen.com/a-50-anos-campora-solano-lima-la-euforia-la-frustracion-n1026231

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https://www.lmneuquen.com/el-regreso-peron-despues-17-anos-exilio-primera-parte-n965933

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