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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

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miércoles, julio 23, 2025

Sobre la amistad. Por Héctor Aguer.

 


En Argentina, desde hace unos años, el 20 de julio se celebra el Día del Amigo. La iniciativa nació por inspiración masónica, en nombre de la “fraternidad universal”; por la llegada del hombre a la Luna, en esa fecha de 1969. En realidad, el Día del Amigo debe celebrarse el 2 de enero; en que se conmemora a San Basilio y San Gregorio Nacianceno, que estudiaron juntos en Atenas, y tuvieron una profunda amistad en el Señor.

El actual fenómeno de las redes sociales multiplica los casos de amistades “virtuales”, es decir: no reales, no verdaderas. Los filósofos griegos y romanos comprendieron y explicaron el hecho profundamente humano de la amistad. Aristóteles, en su “Ética a Nicómaco” dedica a la amistad un capítulo, que ha sido fuente de muchos tratados posteriores. Marco Tulio Cicerón escribió un pequeño libro “De amicitia”, en el que expresa que “la amistad verdadera se basa en la virtud, ya que solo los virtuosos pueden amarse desinteresadamente, sin buscar utilidad o placer”.

Esto significa que la amistad se da entre gente buena y buscando el bien del otro. Fuera de eso, no existe amistad verdadera, porque ésta es un amor desinteresado que implica confianza absoluta, lealtad, generosidad, y al menos por algún tiempo, el encuentro personal. Corresponde comparar esta realidad con el desfogue sexual que hoy día se ventila desvergonzadamente.

Cicerón decía, asimismo, que la amistad era también “un acuerdo perfecto en todas las cosas divinas y humanas, con benevolencia y afecto”; se trata de un acuerdo en lo fundamental: cómo vivir bien y cómo morir bien, y todo lo demás se ordena según ese fundamento. Especialmente se muestra la amistad cuando alguno de los amigos atraviesa por una desgracia. Séneca, por su parte, escribió un “De amicitia”.

La definición de Santo Tomás de Aquino es completa y perfectísima. Dice, en latín, que la amistad es “amor mutuae benevolentiae, fundatus in aliqua communicatione”. Se trata, pues, de amor mutuo que quiere el bien, y de un encuentro personal en el que se goza de lo que es común. No es, entonces, algo “virtual”, sino una realidad virtuosa, plenamente humana, que no se identifica con la mera atracción. El encuentro personal es la clave del ejercicio de la amistad. Esto es lo que falta en las presuntas “amistades virtuales”, que son realidades provisorias, circunstanciales.

La amistad se educa en la familia inculcando primeramente a los hijos el respeto a todos; ellos, también, la aprenden percibiendo el amor que los padres se dispensan entre sí.

AMISTAD CON DIOS.

Existe, asimismo, una amistad con Dios; la Iglesia es la comunidad de los amigos de Dios, aunque ellos se encuentren geográficamente separados. Cuando se realiza el encuentro personal, se ejercita la amistad cristiana. La Iglesia debe extenderse aún en muchas naciones donde se halla apenas representada, según el mandato de Jesús a sus Apóstoles: ir por todo el mundo y hacer discípulos en todos los pueblos. Entonces se multiplicará el fenómeno divino–humano de la amistad. En suma: no se trata de “virtual”, sino de virtud. De amor.

* Arzobispo Emérito de La Plata.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Sobre-la-amistad-562160.note.aspx

domingo, junio 22, 2025

A 70 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS 1955- 16 de junio- 2025.

 A 70 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS

1955- 16 de junio- 2025.

A 70 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS

1955- 16 de junio- 2025.



“Cristo Jesús, en Tí la patria espera”

  

     La noche del 16 de junio de 1955, muchos templos porteños fueron incendiados y profanados, amén del Palacio Arzobispal. Santo Domingo y San Francisco, la Capilla de San Roque, San Ignacio, La Merced, San Miguel Arcángel, La Piedad, Nuestra Señora de las Victorias, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Nicolás de Bari, San Juan Bautista, y la misma Catedral Primada.

     “Noche de la Pasión de Jesús en Buenos Aires”, fue llamada aquella. Noche trágica del sacrilegio, de la blasfemia, de la destrucción y del pecado.

     Junto a la Eucaristía pisoteada, los sagrarios rotos, los altares mancillados, los cálices ultrajados, las imágenes sacras deshechas y vejadas, no pocas reliquias patrias sufrieron el mismo y endemoniado castigo. Desde las tumbas de los héroes hasta las banderas nacionales y los trofeos de guerra.

     Perón y su nefasto gobierno fueron los responsables directos de esta grave iniquidad, corolario maldito de una política anticatólica explicitamente alimentada por el judaísmo y la masonería. Política anticatólica, antinacional y liberal, que continuaron con las mismas culpas quienes desde 1956 se adueñaron de la caída del peronismo. Quede en claro.

     Todo está documentado hasta la minucia. Desde el plan de operaciones de Perón para vejar infamemente a los templos, hasta su posterior excomunión. Y desde la marginación y muerte del General Lonardi hasta el injusto fusilamiento del General Juan José Valle.

     Pocos, lo presentimos con dolor, querrán recordar este septuagésimo aniversario de aquella jornada odiosa, endiablada y envilecedora. Pocos querrán tener frente al amargo suceso un gesto expiatorio, devocional y orante. Pocos rendirán homenaje al heroico padre Jacobo Wagner, que murió tras cruenta y larga agonía, por defender de las hordas incendiarias su templo de Nuestra Señora de las Victorias. Pocos querrán pasar la noche en vela, adorando al Santísimo en desagravio, u ofreciéndose penitencialmente ante las imágenes de Nuestra Señora. Tal vez callen los prelados, cierren los templos y queden amnésicos algunos o muchos de quienes fueron entonces testigos del drama.

     Nosotros recordaremos y rezaremos con renovada fidelidad a Jesucristo. Y hemos de pedirle al Dios de los Ejércitos que nos conserve la lucidez para comprender y el coraje para resistir. Comprender que los ataques a la Iglesia no han cesado. Las llamas y los incendiarios del presente, son tan dañinos como aquél fuego que carbonizó las estatuas y convirtió en cenizas los misales y los atriles. Los saqueadores de hoy hacen de la Iglesia el blanco predilecto de sus insidias y persecuciones. La patria no tiene gobierno propio. Es una dependencia explícita del genocida y usurpador Estado de Israel. Tampoco tiene historia verdadera, sino el relato mayo-caserista que le impusieron las logias y las sinagogas.

     Resistir entonces sigue siendo la consigna, librando el buen combate que nos pidiera el Apóstol una vez y para siempre.

     A quienes la noche del 16 de junio de 1955 se contaron entre los bienaventurados que fueron perseguidos por causa de su amor a la Cruz. A sus descendientes memoriosos y leales. A los católicos argentinos todos, convocamos a visitar simbólicamente, como en el ejercicio cuaresmal del Jueves Santo, siete de aquellos históricos templos otrora escarnecidos. Será un acto de merecida reparación, pero será también un juramento. La promesa invicta e intacta, después de medio siglo, de que la mirada está puesta en lo Alto y la voz de la esperanza amanecida.


                                                           Antonio Caponnetto.

Publicado en Nacaionalismo Católico San Juan Bautista.

https://www.ncsanjuanbautista.com.ar/2025/06/a-70-anos-de-la-quema-de-las-iglesias.html

A 70 años de la quema de las iglesias - Antonio Caponnetto.

viernes, junio 20, 2025

La bandera de un país católico desde el origen.

 


La bandera de un país católico desde el origen.

Por Santiago Rospide*

Pasaron dos siglos ya de la muerte de este gran arquetipo militar, quien gracias a sus acciones y obras contribuyó de manera significativa a restaurar esta patria que -aunque ya lo era en tiempos del Imperio español, fiel a sus tradiciones pero enemiga de la Revolución política anticristiana del siglo de la Ilustración- fue forjando su destino.
Queremos rendirle un justo homenaje al creador de la Bandera, pero no al estilo escolar de la efemeridiología oficial sino al genuino y auténtico, que nos lleva a los orígenes católicos de nuestro sentir nacional.

CATOLICO PRACTICANTE.
Belgrano era católico y murió católico. Es más, era un católico practicante. Si la gente no lo sabe es porque la historia oficial se lo ocultó y escondió a sabiendas, y porque no le conviene.
En su condición de hombre de armas y como comandante de ejércitos en operaciones dirigía junto a su tropa -personalmente y a diario- el rezo del santo rosario, y lo hacía previo y finalizados los combates y batallas: Vilcapugio y Ayohuma son ejemplos de ello, pero hay muchos más.
El triunfo memorable de la batalla de Tucumán fue atribuido -según él mismo reconoce- exclusivamente a la protección e intervención decisiva y celestial de la Virgen de la Merced, que por eso fue declarada por Belgrano, patrona y generala del Ejército Argentino.
Claro que estas prácticas religiosas y estas acciones sobrenaturales escandalizan y retuercen los espíritus apocados y alejados voluntariamente de la gracia divina o en estado de permanente acedia espiritual. Tal es el caso de su más conocido biógrafo quien relata que durante las invasiones inglesas -prolegómenos históricos e inaugurales que culminarán en nuestra mayoría de edad como nación independiente- no podía entender esta predisposición cuasi mística y religiosa de Belgrano.
Dice Bartolomé Mitre que nuestro héroe “no se daba cuenta racional” de todo el espíritu y el empuje independentista que los ingleses insuflaban en los patriotas con sus vientos de libertad, igualdad y fraternidad y así “conquistaban los corazones a sus ideas”; porque el creador de la Bandera “lo atribuía (expresa Mitre con desdén) a las miras inescrutables de la Providencia”.
Y tenía razón, porque así lo creía el vencedor de Tucumán y Salta. Por eso torció Mitre, redireccionó y desvirtuó el verdadero significado de nuestros orígenes patrios, calumniando así la cosmovisión católica –que él detestaba–, tanto de Belgrano como la de San Martín en sendas biografías.

INSPIRACION.
Pero vayamos a nuestro tema principal. ¿En quién o en qué se inspiró Belgrano con los colores de la bandera? Digámoslo tajantemente para escandalizar a los agnósticos como es el caso de su biógrafo y el de su venerable amigo, Sarmiento.
El general Manuel Belgrano se inspiró en los colores del manto de la Virgen María más precisamente en su advocación de la Inmaculada Concepción. Dirán los escépticos y racionalistas, ¿dónde está escrito eso, si Belgrano no lo dejó asentado en ningún lado? Y por qué lo tendría que haber dicho, si ya estaba todo más que conocido. Pasemos a puntualizarlo en pocas líneas.
Belgrano era católico practicante, como dijimos. Tan practicante que cuando se graduó de abogado en la península juró defender el dogma de la Inmaculada Concepción; así como diametralmente opuesto a él, ahora algunos juran defender el derecho al aborto democráticamente; Belgrano como católico coherente y monárquico, creía en Dios y no en la diosa razón.
Tanta devoción tenía por la Virgen -como dijimos rezaba con unción el rosario diariamente- que al regresar de la España peninsular y asumir el cargo de secretario del Consulado puso bajo la advocación, tutela y patronazgo de este, a la Inmaculada Concepción de María, cuyo escudo -el del Consulado- lleva los colores azul y blanco de su manto. Era tradición entonces que los que jurasen voluntariamente defender el dogma de la Inmaculada portaran también una cinta con sus colores azul y blanco en su vestimenta. Vayamos prestando atención a los colores nombrados.
Tengamos en cuenta que la Inmaculada Concepción ya era patrona del reino de España, así como de las Indias; y que la real orden de Carlos III materializaba en su condecoración un medallón esmaltado con los colores azul y blanco, lo mismo que la cinta de la cual este colgaba con los colores de la Inmaculada.
Claro que estamos en el año 1771, cuarenta años antes de su creación. Pero algunos nos dirán llegados hasta aquí: a qué viene todo esto si Belgrano expuso textualmente en sus razones al Triunvirato en febrero de 1812, lo siguiente: “He dispuesto para entusiasmar las tropas (…). Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional y espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia”. Y tiene usted toda la razón, respondemos nosotros. ¿Alguien puede pensar que “para entusiasmar las tropas” creyentes y católicas a machamartillo como era en los tiempos del virreinato -y que venían de enfrentar a los herejes británicos en las últimas invasiones-, se les podía encender sus bríos y su empuje enarbolando otra bandera mejor que no tuviera los colores azul y blanco?
Eso sí, lo que no se le enseña a la gente es de dónde provienen los colores de la escarapela, y nosotros se lo recordamos ahora.

INVASIONES INGLESAS.
Durante las Reconquista de Buenos Aires en 1806 -invadida por los ejércitos que Mitre tanto admiraba-, las tropas de Juan Martín de Pueyrredón emplearon como distintivo de guerra antes del combate de Perdriel el real pendón que bordaron las monjas catalinas de Buenos Aires en 1760 -que se encontraba entonces custodiado en Luján-, y se lo entregaron a las tropas patriotas. El paño tenía dos escudos, el del rey y el de la Inmaculada Concepción, patrona de Luján; ambos con los colores antes señalados. Cuando el Cabildo de la Villa de Nuestra Señora pensó en ofrecerle algo que ayudara a las tropas de Pueyrredón en su lucha contra el invasor inglés no hizo cosa mejor que entregarle dicho estandarte.
Y no sólo eso, el comandante de los húsares además ordenó portar una divisa de combate en forma de dos cintas anexadas al cuello, de colores azul y blanco como los de la Inmaculada, y de 38 centímetros de longitud igual que la medida de la imagen sagrada.
En 1807, durante la Defensa de Buenos Aires siguieron portando las mismas insignias marianas. ¿Tiene algo que ver esto con los colores de la escarapela? Sigamos el hilo de nuestra fundamentación para ir concluyendo.
Cada vez que pasaba por Luján con sus tropas en alguna de sus marchas militares, Belgrano como fiel devoto de la Virgen, pasaba a venerar su imagen. Es decir que su devoción era notoria y para nada ocultada a toda la sociedad de entonces. Tan es así que su hermano, el sargento Mayor Carlos Belgrano -comandante militar de la Villa de Luján y presidente del Cabildo-, atestigua: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto”. Todo parece una crónica de los tiempos más oscuros e intolerantes de la España de Felipe II, diría el panfletario autor del Facundo; pero no, son las crónicas de la época del creador de la bandera. Y fue el mismo agnóstico Mitre quien reconoció también que podría adjudicársele el origen de los colores de la bandera, “en señal de fidelidad al rey de España Carlos IV, que usaba la banda celeste de la orden de Carlos III [como explicamos antes]… la cruz de esta orden es esmaltada de blanco y celeste, colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen, según el simbolismo de la Iglesia”, dice el historiador liberal. ¿Se va entendiendo entonces?

ORGULLO Y ADMIRACION.
Finalmente, ¿era necesario que quedara una copia manuscrita de Belgrano y autenticada por escribano público para confirmar el origen sagrado de los colores del pabellón nacional?
El creador de la Bandera -como buen católico- sabía según la tradición del pueblo cristiano, el significado de esos colores y a los cuáles hacían referencia, a los del manto de la Inmaculada Concepción de María, de la cual era su más ferviente cofrade.
¿Era necesario decirle al Triunvirato, del cual el anticristiano Rivadavia era su alma mater, las razones de esta resolución belgraniana? Si ya estaba aprobada la escarapela, en función de esos colores que indican tal devoción, aunque no se lo dejó por escrito tampoco, ¿para qué develar el secreto a un hombre impío como Rivadavia, que luego demostró con el tiempo su odio a la Iglesia católica y su enemistad abierta con el general San Martín? ¿No era como confesar y delatar su propósito y echar por tierra su anhelo “in pectore”?
La historia no necesita de manuscritos a veces para fundamentar, sólo con adentrarse en la cosmovisión de los personajes y en la tradición oral como en este caso, alcanza con interpretar sus obras. Por todo ello, nosotros sentimos verdaderamente orgullo y admiración, e inclinamos nuestras testas frente al paño y los colores de nuestra enseña patria, que refieren toda ella a los del manto de la Santísima Virgen María.

*Coronel retirado, profesor universitario en Historia. Especialista en Historia Militar contemporánea. Miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar. Autor de ‘El sueño frustrado de San Martín, el militar que no traicionó la fe católica para defender a la patria’, y de reciente publicación: ‘La Revolución francesa: una inspiración demoníaca’, Milites Dei, 2024.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/La-bandera-de-un-pais-catolico-desde-el-origen-561020.note.aspx



miércoles, junio 11, 2025

11 de junio: San Bernabé. «Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».

 


11 de junio: San Bernabé.

«Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».

11 de junio: San Bernabé.

«Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».  Esa frase aparece en el libro de los Hechos de los Apóstoles dicha por el Espíritu Santo mientras en la comunidad cristiana de Antioquía «celebraban el culto del Señor y ayunaban» (Hech 13, 2).  La primera parte de la frase puede leerse, en latín,  en la cinta que sostiene San Bernabé en la siguiente imagen:


El Martirologio lo menciona así:  «San Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio».

Pese a que no fue uno de los Doce elegidos por Jesús, la Iglesia siempre lo consideró y lo llamó "apóstol", así como a San Pablo, su compañero en tantas andanzas evangelizadoras relatadas en los Hechos de los Apóstoles. 


Ese libro lo menciona en numerosas ocasiones. Por ejemplo:  Bernabé, «levita, natural de Chipre», vende sus bienes para ponerlos en común en la comunidad en Jerusalén (Hech 4, 36) , intercede en favor de Saulo (9,27); es llamado «hombre, lleno de fe y del Espíritu Santo» (11,24) cuando es elegido para predicar el Evangelio en Antioquía; obtiene más tarde, para esa misma tarea, la cooperación de San Pablo, y ambos no sólo logran allí un gran éxito apostólico, sino que Antioquía es el lugar donde, por primera vez, se dio el nombre de cristianos a los seguidores de la doctrina de Jesús (11,26).

Un episodio de su vida en particular queremos subrayar, porque aparece representado en la parte inferior del mismo vitral: En Iconio, Pablo y Bernabé «anunciaron la Buena Noticia» y realizaron «signos y prodigios»; algunos habitantes los  siguieron  y otros, en cambio, deseaban apedrearlos, por lo que ambos huyeron a Listra, una ciudad cercana. Allí curaron a un paralítico de nacimiento; entonces «la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: "Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana",  y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y,  junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos. Cuando Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: "Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones"».

El medallón  inferior del vitral muestra San Bernabé rechazando la adoración que le quieren tributar los paganos. 

Más adelante Bernabé participa con Pablo del Concilio de Jerusalén (15, 1-35) y luego, tras algunas diferencias entre ambos, Pablo se separa de Bernabé y los dos continúan su labor apostólica por caminos separados (15, 36-41). También es nombrado por Pablo en la Primera Carta a los Corintios, en la Carta a los Gálatas y en la Carta a los Colosesnses.

Fuera de esos diversos datos que nos ofrece la Escritura, poco sabemos con certeza acerca de la vida  de Bernabé. Según el libro "El año litúrgico", de J. Pascher, la tradición legendaria «le ha atribuido ocasionalmente la paternidad de la carta a los Hebreos, del evangelio apócrifo de Bernabé (s. XIV)  y de la llamada "carta de Bernabé"». Respecto de la fiesta de hoy, dice la misma fuente: «el 11 de junio, según Beda,  es, en armonía con la tradición oriental, el día en que se habrían hallado los huesos del santo bajo el emperador Zeón (474-91)».  De acuerdo con la leyenda de este hallazgo, «al abrir su sepulcro, se le halló sobre el pecho el evangelio de San Mateo».

El vitral pertenece a la Basílica de Luján y tomé las fotos en diciembre del año pasado.
https://alritmoliturgico.blogspot.com/2018/06/11-de-junio-san-bernabe.html

11 de junio: San Bernabé.

Una sola vez en la vida de este blog (aquí) nos ocupamos de San Bernabé, uno de los poquísimos a quienes, fuera de los Doce, la tradición litúrgica de la Iglesia llama "apóstoles".

Ocurre que, pese a la importancia que tuvo su labor evangelizadora junto a San Pablo, Bernabé no tiene un lugar destacado en la piedad popular, como expresamente lo señala J. Pascher en su obra "El año litúrgico": el santo «no goza de gran atención entre el pueblo». Por ello no es tan frecuente encontrar su imagen en nuestras iglesias.

El único templo porteño en que hasta ahora encontramos a San Bernabé es la hermosa Basílica de Nuestra Señora de la Piedad. Tomamos esta primera foto en 2016:



En su catequesis durante la audiencia general del 31 de enero de 2007 el papa Benedicto XVI se refirió a San Bernabé:

Prosiguiendo nuestro viaje entre los protagonistas de los orígenes cristianos, hoy dedicamos nuestra atención a otros colaboradores de San Pablo. Tenemos que reconocer que el Apóstol es un ejemplo elocuente de hombre abierto a la colaboración: en la Iglesia no quiere hacerlo todo él solo, sino que se sirve de numerosos y diversos compañeros. No podemos detenernos a considerar todos estos valiosos ayudantes, pues son muchos. (...) Hoy, entre todo este conjunto de colaboradores y colaboradoras de San Pablo, centramos nuestra atención en tres de estas personas que desempeñaron un papel particularmente significativo en la evangelización de los orígenes: Bernabé, Silas y Apolo.

"Bernabé", que significa "hijo de la exhortación" (Hch 4, 36) o "hijo del consuelo", es el sobrenombre de un judío levita oriundo de Chipre. Habiéndose establecido en Jerusalén, fue uno de los primeros en abrazar el cristianismo, tras la resurrección del Señor. Con gran generosidad vendió un campo de su propiedad y entregó el dinero a los Apóstoles para las necesidades de la Iglesia (cf. Hch 4, 37). Se hizo garante de la conversión de Saulo ante la comunidad cristiana de Jerusalén, que todavía desconfiaba de su antiguo perseguidor (cf. Hch 9, 27). Enviado a Antioquía de Siria, fue a buscar a Pablo, en Tarso, donde se había retirado, y con él pasó un año entero, dedicándose a la evangelización de esa importante ciudad, en cuya Iglesia Bernabé era conocido como profeta y doctor (cf. Hch 13, 1).

Así, Bernabé, en el momento de las primeras conversiones de los paganos, comprendió que había llegado la hora de Saulo, el cual se había retirado a Tarso, su ciudad. Fue a buscarlo allí. En ese momento importante, en cierta forma, devolvió a Pablo a la Iglesia; en este sentido, le entregó una vez más al Apóstol de las Gentes. La Iglesia de Antioquía envió a Bernabé en misión, junto a Pablo, realizando lo que se suele llamar el primer viaje misionero del Apóstol. En realidad, fue un viaje misionero de Bernabé, pues él era el verdadero responsable, al que Pablo se sumó como colaborador, recorriendo las regiones de Chipre y Anatolia centro-sur, en la actual Turquía, con las ciudades de Atalía, Perge, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (cf. Hch 13-14). Junto a Pablo, acudió después al así llamado concilio de Jerusalén, donde, después de un profundo examen de la cuestión, los Apóstoles con los ancianos decidieron separar de la identidad cristiana la práctica de la circuncisión (cf. Hch 15, 1-35). Sólo así, al final, permitieron oficialmente que fuera posible la Iglesia de los paganos, una Iglesia sin circuncisión: somos hijos de Abraham solamente por la fe en Cristo.

Los dos, Pablo y Bernabé, se enfrentaron más tarde, al inicio del segundo viaje misionero, porque Bernabé quería tomar como compañero a Juan Marcos, mientras que Pablo no quería, dado que el joven se había separado de ellos durante el viaje anterior (cf. Hch 13, 13; 15, 36-40). Por tanto, también entre los santos existen contrastes, discordias, controversias. Esto me parece muy consolador, pues vemos que los santos no "han caído del cielo". Son hombres como nosotros, incluso con problemas complicados. La santidad no consiste en no equivocarse o no pecar nunca. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón.

De este modo, Pablo, que había sido más bien duro y severo con Marcos, al final se vuelve a encontrar con él. En las últimas cartas de San Pablo, a Filemón y en la segunda a Timoteo, Marcos aparece precisamente como "mi colaborador". Por consiguiente, lo que nos hace santos no es el no habernos equivocado nunca, sino la capacidad de perdón y reconciliación. Y todos podemos aprender este camino de santidad.

En todo caso, Bernabé, con Juan Marcos, se dirigió a Chipre (cf. Hch 15, 39) alrededor del año 49. A partir de entonces se pierden sus huellas. Tertuliano le atribuye la carta a los Hebreos, lo cual es verosímil, pues, siendo de la tribu de Leví, Bernabé podía estar interesado en el tema del sacerdocio. Y la carta a los Hebreos nos interpreta de manera extraordinaria el sacerdocio de Jesús.

(...)

Luego el Papa se refiere a Silas y a Apolo, y finalmente añade:

Estos tres hombres brillan en el firmamento de los testigos del Evangelio por una característica común, además de por las características propias de cada uno. En común, además del origen judío, tienen la entrega a Jesucristo y al Evangelio, así como el hecho de que los tres fueron colaboradores del apóstol San Pablo. En esta misión evangelizadora original encontraron el sentido de su vida y de este modo se nos presentan como modelos luminosos de desinterés y generosidad.

Por último, pensemos una vez más en la frase de San Pablo: tanto Apolo como yo somos ministros de Jesús, cada uno a su manera, pues es Dios quien da el crecimiento. Esto vale también hoy para todos, tanto para el Papa como para los cardenales, los obispos, los sacerdotes y los laicos. Todos somos humildes ministros de Jesús. Servimos al Evangelio en la medida en que podemos, según nuestros dones, y pedimos a Dios que él haga crecer hoy su Evangelio, su Iglesia.

viernes, junio 06, 2025

A los 83 años falleció el monje benedictino Mamerto Menapace.

 


A los 83 años falleció el monje benedictino Mamerto Menapace.

Adiós a Mamerto Menapace: Un Legado de Fe, Humor y Tradición Gauchesca.

El referente espiritual argentino de vasta trayectoria falleció este viernes 6 de junio, en Junín, tras haber sido trasladado del Monasterio Santa María de Los Toldos, su casa durante más de 7 décadas.

Mamerto Menapace, reconocido monje benedictino, autor de relatos bíblicos en contesto llano y gauchesco, además de referente espiritual de vasta trayectoria en nuestro país y América Latina, falleció este viernes 6 de junio, en Junín, a los 83 años, tras haber sido trasladado desde el Monasterio Santa María de Los Toldos.

Nacido el 24 de enero de 1942 en Malabrigo, en el chaco-santafecino, Menapace ingresó desde niño al monasterio de Los Toldos, fundado en 1948, donde desarrolló prácticamente toda su vida religiosa. Fue ordenado sacerdote en 1966, tras completar sus estudios de teología en el monasterio de Las Condes, en Chile.

A lo largo de su vida, Mamerto Menapace combinó la vida monástica con una intensa labor pastoral, educativa y literaria. Fue abad del Monasterio de Santa María de Los Toldos durante dos períodos, entre 1980 y 1992, y en 1995 fue elegido abad presidente de la Congregación Benedictina del Cono Sur, que incluye monasterios de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay.

De estilo cálido y cercano, Menapace se destacó por su vasta obra literaria. Supo transmitir el mensaje cristiano con un lenguaje sencillo y lleno de imágenes del campo y la vida cotidiana.

Editó más de cuarenta libros muy famosos como Un Dios rico de tiempo (1975), Madera verde (1978), Cuentos rodados (1983) y El paso y la espera (1992). Algunos de sus discos más conocidos son De yerbas y otros cuentos (1985), Solidaridad (1985), Cuentos del Reino (1994) y Charla para desanimados (1994). Entre sus películas se encuentra Reflexiones-Imágenes-Charlas (1991); A los jóvenes les digo (1994); Los valores, con humor (1993) y Cuento con ustedes (1998). Recibió el Primer Premio Faja de Honor Padre Leonardo Castellani (1995) por su libro El amor es cosa seria.

A poco de inaugurarse la estación LT33 Radio 9 de Julio, participaba en el programa radial de la tarde 'La Campana' donde comenzó a realizar su estilo de prédica del evangelio desde los cuentos cristianos. Su fama, ante su estilo ameno y campechano trascendió, y se popularizó, alcanza a estar en programas de medios nacionales.

En 1994, recibió el Premio Konex, Diploma al Mérito por su aporte a la literatura juvenil.

Sus enseñanzas, marcadas por la fe, el humor, la sencillez y el compromiso social, tocaron el corazón de miles de personas dentro y fuera de la Iglesia. A través de sus libros, retiros y reflexiones, Mamerto Menapace se convirtió en un puente entre la espiritualidad monástica y el pueblo.

El Monasterio Santa María de Los Toldos, su casa durante más de siete décadas, será testigo de su partida. Sus restos serán velados y sepultados en el mismo lugar, conforme a la tradición benedictina.

Con su muerte, se despide una figura entrañable y luminosa de la Iglesia católica. Su legado, sin embargo, seguirá vivo en sus palabras y en la memoria de quienes lo leyeron, lo escucharon y lo amaron.

Fuente: AICA.

Mamerto Menapace, monje benedictino, escritor y santafesino ilustre.

Nacido en Malabrigo, en el chaco-santafesino, departamento General Obligado, al noreste de la provincia de Santa Fe, un 24 de enero de 1942. 

Mamerto dedicó su vida a la fe, la escritura y la difusión de los valores cristianos con un estilo único y cercano.

Hijo de Antonio y Josefina, fue el noveno de trece hermanos. A los diez años de edad ingresó como internado al monasterio benedictino de Santa María de Los Toldos, fundado en 1948,​ y más tarde decidió ingresar en la Orden de San Benito.

“Realizó sus estudios de teología en el monasterio benedictino de Las Condes, en Chile, y fue ordenado diácono por el cardenal Raúl Silva Henríquez, en 1966. Ese mismo año fue ordenado presbítero. También se recibió de Maestro Normal Nacional en un colegio regenteado por los Hermanos Maristas.

De regreso en la Argentina, se instaló definitivamente en el monasterio de Los Toldos (Buenos Aires), donde en 1974 fue elegido superior de su comunidad. Ese año dio refugio al padre Carlos Mugica, amenazado por distintas facciones del peronismo, un mes antes de su asesinato.

Fue canónicamente elevado a la dignidad de abad del monasterio en agosto de 1980, en una ceremonia presidida por el cardenal Eduardo Pironio. Fue abad del Monasterio de Santa María de los Toldos por dos períodos, desde 1980 hasta 1992.​ En 1995 fue nombrado abad presidente de la Congregación Benedictina que reúne a los monasterios de Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina.” (Wikipedia).

Un Escritor con Alma Gauchesca. Por su estilo carente de formalismos —ha llegado a transcribir la mayoría de los salmos a un lenguaje gauchesco ¡una genialidad! que vale la pena leer.

Sus “Salmos criollos”, en particular, son una muestra de su enorme capacidad  que tenía para adaptar los textos sagrados a la realidad y la cultura argentina.

Amistad y colaboración con Don Luis Landriscina y René Favaloro. Landriscina, reconocido cuentista y humorista, solía utilizar las ocurrencias y reflexiones de Menapace para enriquecer sus relatos. 

El nombre de Mamerto  es por el catamarqueño Fray Mamerto Esquiú.

* Mamerto según la RAE es una persona aprovechada, indeseable, estúpida o informal. En la Argentina nuestra es una persona tonta, estúpida, lenta o poco despierta.

Cuando le decían por el nombre de Menapace Mamerto “el decía que era Mamerto pero no ejercía” se lo tomaba con buen humor.

En un encuentro entre el fallecido Dr. René Favaloro, Don Luis Landriscina y el monje benedictino Mamerto, en el Luna Park, acaecido el 8 de Diciembre de 1997, organizado con fines benéficos, en el cual también participó Eduardo Falú, el cual en un momento, dirigiéndose al padre Menapace le dice: "Mire que nombrecito le han puesto padre", y entre risas el chaqueño Luis Landriscina aclaró: "Mamerto, sí, pero no ejerce".

La obra de Mamerto Menapace es un legado invaluable para la cultura argentina y para la Iglesia Católica. 

Desde 1976 sus libros  eran publicado a través de la Editora Patria Grande y se ha hecho muy popular en el ámbito de la Iglesia Católica en la Argentina.

Entre sus obras más destacadas se encuentran:

  • " Morir en la pavada "
  • Un Dios rico en plata (1976 y 2003)
  • Camino de Emaús, con Fe y Esperanza (1977)
  • La sal de la Tierra (1977 y 2005)
  • Fieles a la vida (1977)
  • Salmos criollos (1977 y 2006)
  • Las abejas de la tapera (1979 y 2004)
  • Madera verde (1982 y 2004)
  • Cuentos rodados (1983 y 2004)
  • Entre el brocal y la fragua (1986 y 2005)
  • Las exigencias del amor (1987)
  • Una orca llamada Belén: misterio marino (1988)
  • Nuestra tierra y nuestra fe (1989 y 2004)
  • El paso y la espera: rumiando la vida (1992; Salamanca, 1994 y 1995; Buenos Aires, 2005)
  • Con corazón de niño (1993 y 2004)
  • Sufrir: pasa. Reflexiones para la Cuaresma (1994 y 2005)
  • El amor es cosa seria. Reflexiones sobre la pareja, el hogar y la familia (1994 y 2006)
  • Esperando el Sol. Reflexiones sobre Adviento y Navidad (1995)
  • La Palabra de Mamerto Menapace (comp. Jorge Albarracín) (1995)
  • Peregrinos del Espíritu (1996 y 2006)
  • Los valores, con humor (en coautoría con Luis Landriscina, 1997)
  • Cuento con ustedes (1998)
  • La vida que el Padre nos dio (1998)
  • Humorterapia, cura con cuentos (1999)
  • Cuento con ustedes dos (1999)
  • El milagro y el valor de la vida (en coautoría con Luis Landriscina y René Favaloro, 2000)
  • Hoy como Ayer y Siempre. Doce reflexiones sobre Cristo (2001)
  • Inventario de cuentos y recuerdos (2002)
  • Cuentos matizados (2003)
  • Catequesis Yerbiadas I: bautismo (2004)
  • Catequesis Yerbiadas II: eucaristía (2004)
  • Catequesis Yerbiadas III: confirmación (2004)
  • Catequesis Yerbiadas VII: unción de los enfermos (2004)
  • Catequesis Yerbiadas IV: matrimonio (2005)
  • Catequesis Yerbiadas V: orden sagrado (2005)
  • Catequesis Yerbiadas VI: reconciliación (2005)
  • Las alas de la mariposa: curso breve sobre los Salmos (2005)
  • Luz de mi tierra (2006)
  • Puro cuento. Vida de monjes (2007)
  • Cosas de Dios. Antiguo Testamento (2010)
  • Cosas del Espíritu. Cosas de Jesucristo. Nuevo Testamento (2010)
  • Añoransias (2011)
  • Cuentos Tocayos (2012)
  • Fabulario I (2013)
  • Fabulario II (2013)
  • Mano a Mano (2013)
  • Virtudes Choique y otros cuentos (2015).

Descanse en paz, Mamerto Menapace. Su luz seguirá brillando en cada una de sus palabras y en el corazón de quienes lo conocieron y admiraron.




CIEN AÑOS ATRÁS DOÑA MAXIMINA OLMOS DE GIMÉNEZ DEDICÓ SU VIDA A LA CANONIZACIÓN DE "MAMÁ ANTULA".

 


CIEN AÑOS ATRÁS DOÑA MAXIMINA OLMOS DE GIMÉNEZ DEDICÓ SU VIDA A LA CANONIZACIÓN DE "MAMÁ ANTULA".


Doña Maximina Olmos de Giménez había fundado el 6 de junio de 1926 en Buenos Aires la Confederación Femenina de la Paz Americana.
Entre sus nobles propósitos figuró procurar la canonización de la primera santa argentina, la sierva de Dios María Antonia de la Paz y Figueroa, fundadora de la Casa de Ejercicios de Buenos Aires, subsistente todavía en la calle Independencia 1190-1194.
En 1917, fué introducida la causa de su canonización en Roma, por monseñor Ezcurra, tomando el testimonio de sesenta familias de Buenos Aires en la época de la Colonia. Los trabajos fueron iniciados en Santiago del Estero, por la señora Maximina Olmos de Giménez. La beata de los Ejercicios" había sido declarada patrona de la Asociación Damas Patricias de Santiago del Estero.

A la asamblea de fundación de dicha entidad concurrieron representantes de más de cuarenta instituciones de beneficencia, de cultura y patrióticas las más importantes de la Capital Federal y del interior de nuestro país. Se designa asesor diplomático al doctor Rómulo S. Naón, ex ministro plenipotenciario en los EE. UU. de Norteamérica.
El acta de aquella reunión inicial, entre las de numerosas damas y caballeros, lleva la firma de los ministros
plenipotenciarios de aquella época ante nuestro gobierno, figurando el de Méjico, de Bolivia, de Venezuela, Perú y los cónsules generales y Encargados de negocios de Nicaragua, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, etc., etc.
En los años de labor que lleva la Confederación Femenina de la Paz Americana ha recibido la adhesión de doscientas quince instituciones femeninas de las naciones hermanas en nuestro Continente y de las provincias y ciudades más importantes de la República Argentina, nación ésta que tiene ya por suerte para nosotros, una gloriosa tradición pacifista. Las entidades nacionales adheridas a la citada Confederación, han cooperado a la recolección de cientos de miles de firmas que se han enviado a Ginebra por intermedio del delegado argentino ante la Conferencia del Desarme Universal doctor Ernesto Bosch.

"Hoy la Confederación está empeñada también en dos hermosos propósitos: acelerar el trabajo para la colocación de un Cristo Redentor en la zona en litigio entre nuestras hermanas de Paraguay y Bolivia, como símbolo de fraternidad que el divino Maestro anheló y predicó para todas las naciones del mundo. La obra ha sido encomendada al escultor Carino.
El otro propósito es el de la canonización de la primera santa argentina, la sierva de Dios María Antonia de la Paz y Figueroa, fundadora de la Casa de Ejercicios de Buenos Aires, subsistente todavía en la calle Independencia 1190-1194.
En 1917, fué introducida la causa de su canonización en Roma, por monseñor Ezcurra, tomando el testimonio de sesenta familias de Buenos Aires en la época de la Colonia. Los trabajos fueron iniciados en Santiago del Estero, por la señora Maximina Olmos de Giménez. La beata de los Ejercicios" es patrona de la Asociación Damas Patricias de Santiago del Estero.
En toda la obra que hemos esbozado está el alma de doña Maximina Oímos de Giménez, dama altruista, inteligente y perseverante que con abnegación ejemplar procura sembrar los idea'es que prestan interés a su vida noblemente vivida .Amplia, generosa, sencilla, modesta, infaíigabfe, creyente y patriota sincera sentimientos estos últimos tan profundamente arraigados en ella, que la llevan a la tolerancia máxima con todas las ideas y convicciones contrarias a las suyas Como propagación de sus ideales pacifistas ha publicado numerosos folletos. Ha fomentado escuelas
industriales y ha contribuido a la educación moral del pueblo."

Publicado en BELLE EPOQUE - La Argentina del Centenario

Maximo Puskovas 

jueves, mayo 29, 2025

Actualidad religiosa. ¿Quiénes son los agustinos?


Actualidad religiosa. 

¿Quiénes son los agustinos?

 Por Joanne M. Pierce *


Cuando Robert Francis Prevost fue elegido Papa, la multitud reunida reaccionó con alegría, pero también con sorpresa: era el primer Papa de Estados Unidos, y de Norteamérica en general. Además, fue el primer miembro de la Orden de San Agustín en ser elegido papa.

De los 267 papas, solo 51 han sido miembros de órdenes religiosas. Francisco fue elegido en 2013 como el primer miembro de la Compañía de Jesús; también fue el primer miembro de una orden religiosa en ser elegido en más de 150 años .
Como especialista en el cristianismo medieval, conozco los orígenes de muchas órdenes religiosas católicas y me intrigó la elección de un miembro de la Orden de San Agustín de suceder a un jesuita como Papa.

EN EL DESIERTO

En la antigüedad, algunos cristianos optaban por una vida religiosa más perfecta, abandonando la sociedad ordinaria y viviendo en grupos en el desierto. Eran guiados por una persona mayor y con más experiencia: un abad. Como monjes , seguían un conjunto de normas y directrices llamadas “regla monástica”.

La más antigua de estas reglas, compuesta alrededor del año 400, se atribuye a un influyente teólogo, posteriormente obispo del norte de África, llamado San Agustín de Hipona. La Regla de San Agustín es un texto breve que ofrecía a los monjes una estructura sólida para su vida diaria de trabajo y oración, así como directrices sobre cómo el abad podía aplicar estas reglas en diferentes situaciones. La regla es a la vez firme y flexible.

El primer capítulo subraya la importancia de la “vida en común”: instruye a los monjes a amar a Dios y al prójimo viviendo “juntos en una sola mente y corazón, honrando mutuamente a Dios en vosotros, de quien os habéis convertido en templos”.

Éste es el principio rector que da forma a todas las instrucciones posteriores de la regla agustiniana.

El Capítulo III trata sobre cómo deben comportarse los monjes en público. No deben ir solos, sino en grupo, y no deben incurrir en conductas escandalosas, en particular, mirar fijamente a las mujeres.

Debido a esta claridad y flexibilidad, y a su preocupación tanto por la comunidad como por los miembros individuales, muchas comunidades religiosas tempranas de la Edad Media adoptaron la Regla de San Agustín; en ese momento no se requería la aprobación papal formal.

MENDICANTES

A finales del siglo XII, Europa occidental se había vuelto mucho más urbanizada.

En respuesta, surgió una nueva forma de vida religiosa: los frailes mendicantes. A diferencia de los monjes que se retiraban de la vida cotidiana, los mendicantes priorizaban una vida de pobreza, dedicada a viajar de pueblo en pueblo para predicar y ayudar a los pobres. Pedirían limosna por el camino para cubrir sus propias necesidades.

Las primeras órdenes mendicantes, como los franciscanos y los dominicos, recibieron la aprobación papal a principios del siglo XIII. Otras se organizaron posteriormente.

Unas décadas más tarde, varios eremitas residentes en la región italiana de la Toscana decidieron unirse para formar una nueva orden mendicante.

Optaron por seguir la Regla de San Agustín bajo un superior general; el papa Inocencio IV aprobó la nueva orden como la Orden de los Ermitaños de San Agustín en 1244. Posteriormente, en 1254, el papa Alejandro IV incluyó a otros grupos de eremitas en la orden, conocida como la Gran Unión.
La nueva orden creció y finalmente se expandió por Europa Occidental, involucrándose en la predicación y otros tipos de trabajo pastoral en varios países.

MISIONEROS

A medida que los países europeos comenzaron a explorar el Nuevo Mundo, los sacerdotes misioneros tomaron su lugar en los barcos enviados desde países católicos, como España y Portugal.

Los agustinos estaban entre estos primeros misioneros, que se establecieron rápidamente en América Latina , varios países de África y partes del sudeste asiático y Oceanía, llegando a Filipinas en el siglo XVI.

Allí, no sólo pastorearon a las tripulaciones y colonos europeos, sino que también evangelizaron (predicaron el evangelio cristiano) a los habitantes nativos del país.

Los misioneros agustinos iniciaron el proceso de fundación de parroquias católicas y, con el tiempo, de nuevas diócesis. Con el tiempo, fundaron seminarios y enseñaron en ellos para formar a los hombres nativos que deseaban unirse a su orden.

No fue hasta finales del siglo XVIII que los frailes agustinos llegaron a Estados Unidos. A pesar de las numerosas dificultades y contratiempos del siglo XIX, fundaron la Universidad de Villanova en Pensilvania y otros ministerios en Nueva York y Massachusetts. Con la excepción de dos misioneros del siglo XVII, los frailes agustinos no llegaron a Canadá hasta el siglo XX, cuando fueron enviados desde la provincia alemana de la orden para escapar de la presión financiera de la depresión económica de la década de 1920 y de la presión política de los nazis.

Hoy en día, hay unos 2.800 frailes agustinos en casi 50 países de todo el mundo. Sirven como pastores, maestros y obispos, y han fundado escuelas, colegios y universidades en casi todos los continentes. También participan activamente en la promoción de la justicia social en muchos lugares, por ejemplo, en América del Norte y Australasia, que abarca Australia y partes del sur de Asia.

Basándose en sus años como misionero y provincial de toda la Orden a nivel mundial, León XIV se nutre de la rica tradición interpersonal de la Orden de San Agustín. Creo que su pontificado estará marcado por su comprensión experiencial del catolicismo como una religión genuinamente global y su profunda preocupación por el sufrimiento de los marginados y los oprimidos por la injusticias.

* Profesora Emérita de Estudios Religiosos, College of the Holy Cross.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Quienes-son-los-agustinos-560188.note.aspx