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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

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miércoles, agosto 27, 2025

El soborno en la Biblia. Eduardo de la Serna.

 Es sabido, y se ha dicho sin descanso, que la justicia social está en el corazón de la vida judeocristiana y de la Biblia. Por supuesto que, en ocasiones, y a veces frecuentes, esta no se lleva adelante. A eso también se lo llama “pecado”.

Uno de los modos precisos de dicho pecado es el “soborno” (en hebreo shd, en griego dôra, que deriva de dídômi, dar). Para ser precisos, ambos términos pueden tener una variante positiva, por lo que pueden traducirse como “dones”, o “regalos”. Entonces, el intercambio de regalos se muestra como un signo visible de un tratado de paz (1 Reyes 15,19) o un gesto de reconocimiento (los magos llevan “regalos” al niño Jesús, Mateo 2,11), pero su característica negativa es que los “regalos” sirven para “torcer la justicia” (ver 1 Samuel 8,3; Proverbios 17,23):

«Tus gobernantes son rebeldes y cómplices de ladrones. Todos aman el soborno y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano ni llega a ellos la causa de la viuda» (Isaías 1,23);

«No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos» (Deuteronomio 16,19).

Así lo afirma el Salmo 15:

¿Quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?

El que anda sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón, y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo; con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh; el que no se retracta aun jurando en su perjuicio, no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará.

Ciertamente, es característica propia de los que ejercen poder: «¡los que por soborno declaran justo al culpable, y al justo le quitan su derecho!» (Isaías 5,23). Y lo hacen, con frecuencia, en nombre de Dios:

Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes predican a sueldo, sus profetas adivinan por dinero; y encima se apoyan en el Señor diciendo: ¿No está el Señor en medio de nosotros? No nos sucederá nada malo. (Miqueas 3,11)

El Talmud dedica un buen espacio al soborno (Ketub 105b):

Raba afirmó: ¿Cuál es la razón de [la prohibición de aceptar] un regalo? Porque tan pronto como una persona recibe un regalo de otra, se vuelve tan afable con ella que se vuelve como su propia persona, y nadie se ve culpable. (…)

R. Papa dijo: Un hombre no debe actuar como juez ni de quien ama ni de quien odia; porque nadie puede ver la culpa de quien ama ni el mérito de quien odia.

En Qumrán, en Rollo del Templo es inflexible. Siguiendo Deuteronomio,

“Establecerás jueces y escribas para tus tribus en cada una de las ciudades que Yahveh te da; ellos juzgarán al pueblo con juicios justos. No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos” (Deuteronomio 16,18-19)

sentencia: “Aquel que acepte soborno y desvíe el juicio justo morirá, y no temerán ejecutarlo” (1Q11 [Rollo del Templo] 51,12-13; ver 57,20).

En el Nuevo Testamento, en ocasiones se refiere al don que se hace a Dios (ofrenda; Mateo 5,23-24; 8,4; 15,5; Lucas 21,1.4), aunque no se debe confundir y olvidar «que el Señor, su Dios, es Dios de dioses y Señor de señores; Dios grande, fuerte y terrible, no es parcial ni acepta soborno» (Deuteronomio 10,17). Sin duda, se trata de un regalo a Dios, no de un soborno (aunque, lamentablemente, en ocasiones, lo pareciera).

Sin embargo, no debe ignorarse que, en la sociedad antigua, todo don lleva implícita la esperanza de la retribución (do ut des). Los dones o regalos para establecer la paz, implican la pretensión de que dicho regalo “apacigüe” a la otra parte en su posible actitud beligerante. Las ofrendas a Dios, del mismo modo, en ocasiones pretenden “calmar” a Dios. La frase “calmante aroma” (43 veces en hebreo) alude a que una ofrenda (perfume) calma la ira de Dios (17x Levítico y 18x en Números). Evidentemente, estamos a las puertas del soborno.

En cierto modo, podemos señalar que es importante – al menos en lo “religioso” – entender cuál es la actitud interior [la cual, ciertamente, Dios conoce] que motiva el regalo, si se pretende conseguir algo a cambio (do ut des) o si se trata, simplemente, de una actitud gratuita de agradar a la persona o a Dios. En realidad, el primero, al menos en lo más profundo, se mira a sí mismo, buscando su propio provecho; el segundo, en cambio, mira a la otra persona o a Dios en un acto de reconocimiento, de darle placer. De eso se trata el amor.

Publicado en blog 2 de Eduardo de la Serna.

https://blogeduopp1.blogspot.com/2025/08/el-soborno-en-la-biblia.html

Anexo.

 LA PALABRA DEL DÍA DE HOY: SOBORNOS.

SOBORNO(Del latín: subornāre).
En el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE), soborno se define como la acción y efecto de sobornar, o como una dádiva con la que se soborna.
DádivaEn algunos contextos, puede tener connotaciones de soborno o cohecho, especialmente cuando se refiere a beneficios obtenidos por funcionarios públicos. 
También se refiere a cualquier cosa que mueve o impele a alguien a complacer a otra persona.Más específicamente, sobornar se define como corromper a alguien con dádivas para conseguir algo de él, especialmente algo ilícito. La RAE también menciona sinónimos de soborno, como: 
Cohecho
Corrupción
Untar
Compra
Coima (en algunos países de América, por ejemplo la Argentina).

La"coima" tiene raíces etimológicas en el portugués "coima" (multa) y, a través de este, en el latín "calumnia" (engaño). Originalmente, en algunos contextos, "coima" se refería a lo que se pagaba a los encargados de las mesas de juego por el cuidado de las mismas. Sin embargo, con el tiempo, su significado evolucionó para referirse al soborno o dádiva que se entrega para obtener un favor de manera ilegal.

Mordida que es llevarse una tajada se utliza en algunos países de América.

Se dice que la palabra “mordida”, entendida como “pago”, comenzó a usarse en el Siglo XVI para referirse a los sobornos dentro del intercambio de bienes o servicios, claro para sacar provecho de alguien o algo.

El soborno se considera una forma de corrupción y es ilegal en muchas jurisdicciones. 
Publicada en GPA 21/6/2025.

miércoles, julio 23, 2025

Sobre la amistad. Por Héctor Aguer.

 


En Argentina, desde hace unos años, el 20 de julio se celebra el Día del Amigo. La iniciativa nació por inspiración masónica, en nombre de la “fraternidad universal”; por la llegada del hombre a la Luna, en esa fecha de 1969. En realidad, el Día del Amigo debe celebrarse el 2 de enero; en que se conmemora a San Basilio y San Gregorio Nacianceno, que estudiaron juntos en Atenas, y tuvieron una profunda amistad en el Señor.

El actual fenómeno de las redes sociales multiplica los casos de amistades “virtuales”, es decir: no reales, no verdaderas. Los filósofos griegos y romanos comprendieron y explicaron el hecho profundamente humano de la amistad. Aristóteles, en su “Ética a Nicómaco” dedica a la amistad un capítulo, que ha sido fuente de muchos tratados posteriores. Marco Tulio Cicerón escribió un pequeño libro “De amicitia”, en el que expresa que “la amistad verdadera se basa en la virtud, ya que solo los virtuosos pueden amarse desinteresadamente, sin buscar utilidad o placer”.

Esto significa que la amistad se da entre gente buena y buscando el bien del otro. Fuera de eso, no existe amistad verdadera, porque ésta es un amor desinteresado que implica confianza absoluta, lealtad, generosidad, y al menos por algún tiempo, el encuentro personal. Corresponde comparar esta realidad con el desfogue sexual que hoy día se ventila desvergonzadamente.

Cicerón decía, asimismo, que la amistad era también “un acuerdo perfecto en todas las cosas divinas y humanas, con benevolencia y afecto”; se trata de un acuerdo en lo fundamental: cómo vivir bien y cómo morir bien, y todo lo demás se ordena según ese fundamento. Especialmente se muestra la amistad cuando alguno de los amigos atraviesa por una desgracia. Séneca, por su parte, escribió un “De amicitia”.

La definición de Santo Tomás de Aquino es completa y perfectísima. Dice, en latín, que la amistad es “amor mutuae benevolentiae, fundatus in aliqua communicatione”. Se trata, pues, de amor mutuo que quiere el bien, y de un encuentro personal en el que se goza de lo que es común. No es, entonces, algo “virtual”, sino una realidad virtuosa, plenamente humana, que no se identifica con la mera atracción. El encuentro personal es la clave del ejercicio de la amistad. Esto es lo que falta en las presuntas “amistades virtuales”, que son realidades provisorias, circunstanciales.

La amistad se educa en la familia inculcando primeramente a los hijos el respeto a todos; ellos, también, la aprenden percibiendo el amor que los padres se dispensan entre sí.

AMISTAD CON DIOS.

Existe, asimismo, una amistad con Dios; la Iglesia es la comunidad de los amigos de Dios, aunque ellos se encuentren geográficamente separados. Cuando se realiza el encuentro personal, se ejercita la amistad cristiana. La Iglesia debe extenderse aún en muchas naciones donde se halla apenas representada, según el mandato de Jesús a sus Apóstoles: ir por todo el mundo y hacer discípulos en todos los pueblos. Entonces se multiplicará el fenómeno divino–humano de la amistad. En suma: no se trata de “virtual”, sino de virtud. De amor.

* Arzobispo Emérito de La Plata.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Sobre-la-amistad-562160.note.aspx

domingo, junio 29, 2025

La Última Cena: el banquete con historia y significados.

 


La Última Cena: el banquete con historia y significados.

Más allá de su profundo simbolismo religioso, la Última Cena de Jesús fue un encuentro marcado por la gastronomía y las tradiciones de la época. Sus ingredientes, platos y la influencia culinaria de esta cena histórica, explora cómo sus elementos trascendieron en la cocina actual.

La Última Cena tuvo lugar en un contexto cultural y gastronómico específico: la festividad judía de la Pascua. En esta celebración, se consumían productos con una alta carga simbólica como el pan sin levadura (matzá) y el vino, elementos que adquirieron una connotación especial en la tradición cristiana.

Aunque en los Evangelios no describen con detalle el menú de la Última Cena, es probable que incluyera pan ácimo, cordero asado, hierbas amargas y vino, todos elementos típicos de la Pascua judía.

El cordero representaba el sacrificio, mientras que las hierbas amargas se agregaban para recordar la esclavitud en Egipto. El vino, por su parte, era una parte fundamental del ritual.

La Última Cena ha dejado un legado gastronómico que se refleja en diversas tradiciones culinarias. El pan y el vino continúan siendo símbolos esenciales en la liturgia cristiana, y platos inspirados en la Pascua judía siguen presentes en la cocina mediterránea. Además, la simplicidad de los ingredientes resalta la importancia de la comida como un acto de comunión y significado espiritual.

Publicado en

JuAn Delicias Magazine.

https://juandeliciasmagazine.com/

https://juandeliciasmagazine.com/la-ultima-cena-el-banquete-con-historia-y-significados/

domingo, junio 22, 2025

A 70 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS 1955- 16 de junio- 2025.

 A 70 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS

1955- 16 de junio- 2025.

A 70 AÑOS DE LA QUEMA DE LAS IGLESIAS

1955- 16 de junio- 2025.



“Cristo Jesús, en Tí la patria espera”

  

     La noche del 16 de junio de 1955, muchos templos porteños fueron incendiados y profanados, amén del Palacio Arzobispal. Santo Domingo y San Francisco, la Capilla de San Roque, San Ignacio, La Merced, San Miguel Arcángel, La Piedad, Nuestra Señora de las Victorias, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Nicolás de Bari, San Juan Bautista, y la misma Catedral Primada.

     “Noche de la Pasión de Jesús en Buenos Aires”, fue llamada aquella. Noche trágica del sacrilegio, de la blasfemia, de la destrucción y del pecado.

     Junto a la Eucaristía pisoteada, los sagrarios rotos, los altares mancillados, los cálices ultrajados, las imágenes sacras deshechas y vejadas, no pocas reliquias patrias sufrieron el mismo y endemoniado castigo. Desde las tumbas de los héroes hasta las banderas nacionales y los trofeos de guerra.

     Perón y su nefasto gobierno fueron los responsables directos de esta grave iniquidad, corolario maldito de una política anticatólica explicitamente alimentada por el judaísmo y la masonería. Política anticatólica, antinacional y liberal, que continuaron con las mismas culpas quienes desde 1956 se adueñaron de la caída del peronismo. Quede en claro.

     Todo está documentado hasta la minucia. Desde el plan de operaciones de Perón para vejar infamemente a los templos, hasta su posterior excomunión. Y desde la marginación y muerte del General Lonardi hasta el injusto fusilamiento del General Juan José Valle.

     Pocos, lo presentimos con dolor, querrán recordar este septuagésimo aniversario de aquella jornada odiosa, endiablada y envilecedora. Pocos querrán tener frente al amargo suceso un gesto expiatorio, devocional y orante. Pocos rendirán homenaje al heroico padre Jacobo Wagner, que murió tras cruenta y larga agonía, por defender de las hordas incendiarias su templo de Nuestra Señora de las Victorias. Pocos querrán pasar la noche en vela, adorando al Santísimo en desagravio, u ofreciéndose penitencialmente ante las imágenes de Nuestra Señora. Tal vez callen los prelados, cierren los templos y queden amnésicos algunos o muchos de quienes fueron entonces testigos del drama.

     Nosotros recordaremos y rezaremos con renovada fidelidad a Jesucristo. Y hemos de pedirle al Dios de los Ejércitos que nos conserve la lucidez para comprender y el coraje para resistir. Comprender que los ataques a la Iglesia no han cesado. Las llamas y los incendiarios del presente, son tan dañinos como aquél fuego que carbonizó las estatuas y convirtió en cenizas los misales y los atriles. Los saqueadores de hoy hacen de la Iglesia el blanco predilecto de sus insidias y persecuciones. La patria no tiene gobierno propio. Es una dependencia explícita del genocida y usurpador Estado de Israel. Tampoco tiene historia verdadera, sino el relato mayo-caserista que le impusieron las logias y las sinagogas.

     Resistir entonces sigue siendo la consigna, librando el buen combate que nos pidiera el Apóstol una vez y para siempre.

     A quienes la noche del 16 de junio de 1955 se contaron entre los bienaventurados que fueron perseguidos por causa de su amor a la Cruz. A sus descendientes memoriosos y leales. A los católicos argentinos todos, convocamos a visitar simbólicamente, como en el ejercicio cuaresmal del Jueves Santo, siete de aquellos históricos templos otrora escarnecidos. Será un acto de merecida reparación, pero será también un juramento. La promesa invicta e intacta, después de medio siglo, de que la mirada está puesta en lo Alto y la voz de la esperanza amanecida.


                                                           Antonio Caponnetto.

Publicado en Nacaionalismo Católico San Juan Bautista.

https://www.ncsanjuanbautista.com.ar/2025/06/a-70-anos-de-la-quema-de-las-iglesias.html

A 70 años de la quema de las iglesias - Antonio Caponnetto.

viernes, junio 20, 2025

La bandera de un país católico desde el origen.

 


La bandera de un país católico desde el origen.

Por Santiago Rospide*

Pasaron dos siglos ya de la muerte de este gran arquetipo militar, quien gracias a sus acciones y obras contribuyó de manera significativa a restaurar esta patria que -aunque ya lo era en tiempos del Imperio español, fiel a sus tradiciones pero enemiga de la Revolución política anticristiana del siglo de la Ilustración- fue forjando su destino.
Queremos rendirle un justo homenaje al creador de la Bandera, pero no al estilo escolar de la efemeridiología oficial sino al genuino y auténtico, que nos lleva a los orígenes católicos de nuestro sentir nacional.

CATOLICO PRACTICANTE.
Belgrano era católico y murió católico. Es más, era un católico practicante. Si la gente no lo sabe es porque la historia oficial se lo ocultó y escondió a sabiendas, y porque no le conviene.
En su condición de hombre de armas y como comandante de ejércitos en operaciones dirigía junto a su tropa -personalmente y a diario- el rezo del santo rosario, y lo hacía previo y finalizados los combates y batallas: Vilcapugio y Ayohuma son ejemplos de ello, pero hay muchos más.
El triunfo memorable de la batalla de Tucumán fue atribuido -según él mismo reconoce- exclusivamente a la protección e intervención decisiva y celestial de la Virgen de la Merced, que por eso fue declarada por Belgrano, patrona y generala del Ejército Argentino.
Claro que estas prácticas religiosas y estas acciones sobrenaturales escandalizan y retuercen los espíritus apocados y alejados voluntariamente de la gracia divina o en estado de permanente acedia espiritual. Tal es el caso de su más conocido biógrafo quien relata que durante las invasiones inglesas -prolegómenos históricos e inaugurales que culminarán en nuestra mayoría de edad como nación independiente- no podía entender esta predisposición cuasi mística y religiosa de Belgrano.
Dice Bartolomé Mitre que nuestro héroe “no se daba cuenta racional” de todo el espíritu y el empuje independentista que los ingleses insuflaban en los patriotas con sus vientos de libertad, igualdad y fraternidad y así “conquistaban los corazones a sus ideas”; porque el creador de la Bandera “lo atribuía (expresa Mitre con desdén) a las miras inescrutables de la Providencia”.
Y tenía razón, porque así lo creía el vencedor de Tucumán y Salta. Por eso torció Mitre, redireccionó y desvirtuó el verdadero significado de nuestros orígenes patrios, calumniando así la cosmovisión católica –que él detestaba–, tanto de Belgrano como la de San Martín en sendas biografías.

INSPIRACION.
Pero vayamos a nuestro tema principal. ¿En quién o en qué se inspiró Belgrano con los colores de la bandera? Digámoslo tajantemente para escandalizar a los agnósticos como es el caso de su biógrafo y el de su venerable amigo, Sarmiento.
El general Manuel Belgrano se inspiró en los colores del manto de la Virgen María más precisamente en su advocación de la Inmaculada Concepción. Dirán los escépticos y racionalistas, ¿dónde está escrito eso, si Belgrano no lo dejó asentado en ningún lado? Y por qué lo tendría que haber dicho, si ya estaba todo más que conocido. Pasemos a puntualizarlo en pocas líneas.
Belgrano era católico practicante, como dijimos. Tan practicante que cuando se graduó de abogado en la península juró defender el dogma de la Inmaculada Concepción; así como diametralmente opuesto a él, ahora algunos juran defender el derecho al aborto democráticamente; Belgrano como católico coherente y monárquico, creía en Dios y no en la diosa razón.
Tanta devoción tenía por la Virgen -como dijimos rezaba con unción el rosario diariamente- que al regresar de la España peninsular y asumir el cargo de secretario del Consulado puso bajo la advocación, tutela y patronazgo de este, a la Inmaculada Concepción de María, cuyo escudo -el del Consulado- lleva los colores azul y blanco de su manto. Era tradición entonces que los que jurasen voluntariamente defender el dogma de la Inmaculada portaran también una cinta con sus colores azul y blanco en su vestimenta. Vayamos prestando atención a los colores nombrados.
Tengamos en cuenta que la Inmaculada Concepción ya era patrona del reino de España, así como de las Indias; y que la real orden de Carlos III materializaba en su condecoración un medallón esmaltado con los colores azul y blanco, lo mismo que la cinta de la cual este colgaba con los colores de la Inmaculada.
Claro que estamos en el año 1771, cuarenta años antes de su creación. Pero algunos nos dirán llegados hasta aquí: a qué viene todo esto si Belgrano expuso textualmente en sus razones al Triunvirato en febrero de 1812, lo siguiente: “He dispuesto para entusiasmar las tropas (…). Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional y espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia”. Y tiene usted toda la razón, respondemos nosotros. ¿Alguien puede pensar que “para entusiasmar las tropas” creyentes y católicas a machamartillo como era en los tiempos del virreinato -y que venían de enfrentar a los herejes británicos en las últimas invasiones-, se les podía encender sus bríos y su empuje enarbolando otra bandera mejor que no tuviera los colores azul y blanco?
Eso sí, lo que no se le enseña a la gente es de dónde provienen los colores de la escarapela, y nosotros se lo recordamos ahora.

INVASIONES INGLESAS.
Durante las Reconquista de Buenos Aires en 1806 -invadida por los ejércitos que Mitre tanto admiraba-, las tropas de Juan Martín de Pueyrredón emplearon como distintivo de guerra antes del combate de Perdriel el real pendón que bordaron las monjas catalinas de Buenos Aires en 1760 -que se encontraba entonces custodiado en Luján-, y se lo entregaron a las tropas patriotas. El paño tenía dos escudos, el del rey y el de la Inmaculada Concepción, patrona de Luján; ambos con los colores antes señalados. Cuando el Cabildo de la Villa de Nuestra Señora pensó en ofrecerle algo que ayudara a las tropas de Pueyrredón en su lucha contra el invasor inglés no hizo cosa mejor que entregarle dicho estandarte.
Y no sólo eso, el comandante de los húsares además ordenó portar una divisa de combate en forma de dos cintas anexadas al cuello, de colores azul y blanco como los de la Inmaculada, y de 38 centímetros de longitud igual que la medida de la imagen sagrada.
En 1807, durante la Defensa de Buenos Aires siguieron portando las mismas insignias marianas. ¿Tiene algo que ver esto con los colores de la escarapela? Sigamos el hilo de nuestra fundamentación para ir concluyendo.
Cada vez que pasaba por Luján con sus tropas en alguna de sus marchas militares, Belgrano como fiel devoto de la Virgen, pasaba a venerar su imagen. Es decir que su devoción era notoria y para nada ocultada a toda la sociedad de entonces. Tan es así que su hermano, el sargento Mayor Carlos Belgrano -comandante militar de la Villa de Luján y presidente del Cabildo-, atestigua: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto”. Todo parece una crónica de los tiempos más oscuros e intolerantes de la España de Felipe II, diría el panfletario autor del Facundo; pero no, son las crónicas de la época del creador de la bandera. Y fue el mismo agnóstico Mitre quien reconoció también que podría adjudicársele el origen de los colores de la bandera, “en señal de fidelidad al rey de España Carlos IV, que usaba la banda celeste de la orden de Carlos III [como explicamos antes]… la cruz de esta orden es esmaltada de blanco y celeste, colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen, según el simbolismo de la Iglesia”, dice el historiador liberal. ¿Se va entendiendo entonces?

ORGULLO Y ADMIRACION.
Finalmente, ¿era necesario que quedara una copia manuscrita de Belgrano y autenticada por escribano público para confirmar el origen sagrado de los colores del pabellón nacional?
El creador de la Bandera -como buen católico- sabía según la tradición del pueblo cristiano, el significado de esos colores y a los cuáles hacían referencia, a los del manto de la Inmaculada Concepción de María, de la cual era su más ferviente cofrade.
¿Era necesario decirle al Triunvirato, del cual el anticristiano Rivadavia era su alma mater, las razones de esta resolución belgraniana? Si ya estaba aprobada la escarapela, en función de esos colores que indican tal devoción, aunque no se lo dejó por escrito tampoco, ¿para qué develar el secreto a un hombre impío como Rivadavia, que luego demostró con el tiempo su odio a la Iglesia católica y su enemistad abierta con el general San Martín? ¿No era como confesar y delatar su propósito y echar por tierra su anhelo “in pectore”?
La historia no necesita de manuscritos a veces para fundamentar, sólo con adentrarse en la cosmovisión de los personajes y en la tradición oral como en este caso, alcanza con interpretar sus obras. Por todo ello, nosotros sentimos verdaderamente orgullo y admiración, e inclinamos nuestras testas frente al paño y los colores de nuestra enseña patria, que refieren toda ella a los del manto de la Santísima Virgen María.

*Coronel retirado, profesor universitario en Historia. Especialista en Historia Militar contemporánea. Miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar. Autor de ‘El sueño frustrado de San Martín, el militar que no traicionó la fe católica para defender a la patria’, y de reciente publicación: ‘La Revolución francesa: una inspiración demoníaca’, Milites Dei, 2024.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/La-bandera-de-un-pais-catolico-desde-el-origen-561020.note.aspx



lunes, junio 16, 2025

Hace 70 años hubo un día que no ocurrió. Por Educardo de la Serna.

 


Hace 70 años hubo un día que no ocurrió.

Eduardo de la Serna.

Hoy se conmemoran 70 años del mayor atentado terrorista ocurrido en la Argentina. Atentado silenciado, simulado, negado.

Un grupo de aviones de la Marina Argentina descargó por horas en la plaza central de Buenos Aires (la Plaza de Mayo) una cantidad inusitada de bombas. El resultado fueron 308 ciudadanos asesinados, además de 800 heridos. Pareciera que, para los asesinos, esto se trató de daños colaterales en pos de su único objetivo: asesinar a Juan Domingo Perón, cosa que no consiguieron.

Como el antiperonismo en Argentina es poderoso, especialmente en el manejo de los sentidos y la historia, de este poli-crímen casi no se habla salvo en ambientes muy específicos.

Es de señalar que hubo algunas bombas que lo precedieron (por ejemplo, el 15 de abril de 1953), pero algo tan bestial no se ha visto en el país jamás. Evidentemente, para algunos sectores, cuando se habla de la “violencia” en la historia argentina, se remontarán a Unitarios y Federales, a acontecimientos como la “Patagonia Trágica” y, se allí “se salta” a la violencia guerrillera y – a continuación – la represiva de los 70. El “16 de junio” no ha existido, se ha ignorado; niños que visitaban por primera vez la ciudad Capital de la República, pasajeros descuidados en un Trolebús no importaron para la historia oficial.

Curiosamente, en tantos y tantos textos y autores, hubo violencia antes, hubo violencia después, pero el 16 de junio “te lo debo” como dijo un innecesario. ¿Se puede pensar mucho de lo ocurrido después sin tener en cuenta esto? ¿Es pensable, por ejemplo, que las fuerzas armadas combatieran contra su propio pueblo (y, cuando debieron hacerlo contra enemigos externos mostraran estruendosamente toda su cobardía e ineptitud)? Es pensable, lamentablemente, porque ya lo habían hecho. Y, para más… lo hicieron sin ninguna condena civil, social o penal. Ni mediática.

Según me contaba mi mamá, ese día yo debía ser operado de una hernia. Tenía 4 meses y 4 días. Desperté con fiebre y la operación se pospuso. Ella decía que la fiebre me había salvado porque los hospitales colapsaron. Pero, sea lo que fuere, fue la única noticia que tuve en mi infancia de que algo así había ocurrido. Después, ya con más conciencia crítica, me contaron de la quema de las iglesias (no que ocurrieron preciosamente a consecuencia de esto, esa misma noche, ni de la quema de la bandera argentina para reemplazarla por una vaticana en una procesión de “Corpus Christi”, 5 días antes).

El antiperonismo es muy poderoso; todavía hoy, 70 años después del crimen terrorista más grande, no hay un repudio generalizado, actos públicos, conmemoraciones más que muy aislados de grupos muy “parciales”.

Es que así ocurre con la violencia. Cuando se habla de “la guerrilla”, se habla de algo perverso y nefasto. Pero si uno recuerda que Martín Miguel de Güemes combatió con guerrillas al ejército español, pues “¡muy bien!”; si se recuerda que Judas Macabeo combatió contra el imperio griego con guerrillas, pues son “¡fuerzas del cielo!” … ¿Cuál es el criterio para afirmar que algunos actos de violencia son buenos (o al menos, justos, o necesarios)? ¡Yo! Siempre ¡yo! Si estoy de un lado son malos, si estoy del otro ¡son buenos! (¡curioso criterio!). ¿Y si miramos “una causa”? Evidentemente también son malos para la causa contraria (para los españoles o los griegos, en el caso anterior). Sabemos que la historia la escriben los que ganan. Por eso “no hay” 16 de junio… por eso hay guerrilleros “malísimos” desde el Che a Camilo Torres, y buenísimos como los cobardes que bombardearon a su pueblo y huyeron raudamente al Uruguay. ¿Y si el criterio para evaluar el terrorismo y las causas naciera del bienestar del pueblo? A lo mejor sería otra cosa, habría otros próceres (y serían destronados muchos), habría otras fechas para conmemorar y, al conocer la historia, por eso de la memoria, la verdad y la justicia, habría caminos nuevos para andar, tropiezos para evitar y acontecimientos que tener siempre presentes para que en la historia tengamos un mañana de paz, de justicia, o, para decirlo con otras palabras clásicas: “una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.


Foto tomada de https://www.eltucumano.com/noticia/actualidad/309803/a-70-anos-del-bombardeo-a-plaza-de-mayo-una-masacre-que-tuvo-como-objetivo-el-asesinato-de-peron?dnd=cat&src=ph&pos=2&dis=desk

Publicado en BLOG 2 de Educardo de la Serna.

https://blogeduopp1.blogspot.com/2025/06/hace-70-anos-hubo-un-dia-que-no-ocurrio.html

miércoles, junio 11, 2025

11 de junio: San Bernabé. «Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».

 


11 de junio: San Bernabé.

«Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».

11 de junio: San Bernabé.

«Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado».  Esa frase aparece en el libro de los Hechos de los Apóstoles dicha por el Espíritu Santo mientras en la comunidad cristiana de Antioquía «celebraban el culto del Señor y ayunaban» (Hech 13, 2).  La primera parte de la frase puede leerse, en latín,  en la cinta que sostiene San Bernabé en la siguiente imagen:


El Martirologio lo menciona así:  «San Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio».

Pese a que no fue uno de los Doce elegidos por Jesús, la Iglesia siempre lo consideró y lo llamó "apóstol", así como a San Pablo, su compañero en tantas andanzas evangelizadoras relatadas en los Hechos de los Apóstoles. 


Ese libro lo menciona en numerosas ocasiones. Por ejemplo:  Bernabé, «levita, natural de Chipre», vende sus bienes para ponerlos en común en la comunidad en Jerusalén (Hech 4, 36) , intercede en favor de Saulo (9,27); es llamado «hombre, lleno de fe y del Espíritu Santo» (11,24) cuando es elegido para predicar el Evangelio en Antioquía; obtiene más tarde, para esa misma tarea, la cooperación de San Pablo, y ambos no sólo logran allí un gran éxito apostólico, sino que Antioquía es el lugar donde, por primera vez, se dio el nombre de cristianos a los seguidores de la doctrina de Jesús (11,26).

Un episodio de su vida en particular queremos subrayar, porque aparece representado en la parte inferior del mismo vitral: En Iconio, Pablo y Bernabé «anunciaron la Buena Noticia» y realizaron «signos y prodigios»; algunos habitantes los  siguieron  y otros, en cambio, deseaban apedrearlos, por lo que ambos huyeron a Listra, una ciudad cercana. Allí curaron a un paralítico de nacimiento; entonces «la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: "Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana",  y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y,  junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos. Cuando Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: "Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones"».

El medallón  inferior del vitral muestra San Bernabé rechazando la adoración que le quieren tributar los paganos. 

Más adelante Bernabé participa con Pablo del Concilio de Jerusalén (15, 1-35) y luego, tras algunas diferencias entre ambos, Pablo se separa de Bernabé y los dos continúan su labor apostólica por caminos separados (15, 36-41). También es nombrado por Pablo en la Primera Carta a los Corintios, en la Carta a los Gálatas y en la Carta a los Colosesnses.

Fuera de esos diversos datos que nos ofrece la Escritura, poco sabemos con certeza acerca de la vida  de Bernabé. Según el libro "El año litúrgico", de J. Pascher, la tradición legendaria «le ha atribuido ocasionalmente la paternidad de la carta a los Hebreos, del evangelio apócrifo de Bernabé (s. XIV)  y de la llamada "carta de Bernabé"». Respecto de la fiesta de hoy, dice la misma fuente: «el 11 de junio, según Beda,  es, en armonía con la tradición oriental, el día en que se habrían hallado los huesos del santo bajo el emperador Zeón (474-91)».  De acuerdo con la leyenda de este hallazgo, «al abrir su sepulcro, se le halló sobre el pecho el evangelio de San Mateo».

El vitral pertenece a la Basílica de Luján y tomé las fotos en diciembre del año pasado.
https://alritmoliturgico.blogspot.com/2018/06/11-de-junio-san-bernabe.html

11 de junio: San Bernabé.

Una sola vez en la vida de este blog (aquí) nos ocupamos de San Bernabé, uno de los poquísimos a quienes, fuera de los Doce, la tradición litúrgica de la Iglesia llama "apóstoles".

Ocurre que, pese a la importancia que tuvo su labor evangelizadora junto a San Pablo, Bernabé no tiene un lugar destacado en la piedad popular, como expresamente lo señala J. Pascher en su obra "El año litúrgico": el santo «no goza de gran atención entre el pueblo». Por ello no es tan frecuente encontrar su imagen en nuestras iglesias.

El único templo porteño en que hasta ahora encontramos a San Bernabé es la hermosa Basílica de Nuestra Señora de la Piedad. Tomamos esta primera foto en 2016:



En su catequesis durante la audiencia general del 31 de enero de 2007 el papa Benedicto XVI se refirió a San Bernabé:

Prosiguiendo nuestro viaje entre los protagonistas de los orígenes cristianos, hoy dedicamos nuestra atención a otros colaboradores de San Pablo. Tenemos que reconocer que el Apóstol es un ejemplo elocuente de hombre abierto a la colaboración: en la Iglesia no quiere hacerlo todo él solo, sino que se sirve de numerosos y diversos compañeros. No podemos detenernos a considerar todos estos valiosos ayudantes, pues son muchos. (...) Hoy, entre todo este conjunto de colaboradores y colaboradoras de San Pablo, centramos nuestra atención en tres de estas personas que desempeñaron un papel particularmente significativo en la evangelización de los orígenes: Bernabé, Silas y Apolo.

"Bernabé", que significa "hijo de la exhortación" (Hch 4, 36) o "hijo del consuelo", es el sobrenombre de un judío levita oriundo de Chipre. Habiéndose establecido en Jerusalén, fue uno de los primeros en abrazar el cristianismo, tras la resurrección del Señor. Con gran generosidad vendió un campo de su propiedad y entregó el dinero a los Apóstoles para las necesidades de la Iglesia (cf. Hch 4, 37). Se hizo garante de la conversión de Saulo ante la comunidad cristiana de Jerusalén, que todavía desconfiaba de su antiguo perseguidor (cf. Hch 9, 27). Enviado a Antioquía de Siria, fue a buscar a Pablo, en Tarso, donde se había retirado, y con él pasó un año entero, dedicándose a la evangelización de esa importante ciudad, en cuya Iglesia Bernabé era conocido como profeta y doctor (cf. Hch 13, 1).

Así, Bernabé, en el momento de las primeras conversiones de los paganos, comprendió que había llegado la hora de Saulo, el cual se había retirado a Tarso, su ciudad. Fue a buscarlo allí. En ese momento importante, en cierta forma, devolvió a Pablo a la Iglesia; en este sentido, le entregó una vez más al Apóstol de las Gentes. La Iglesia de Antioquía envió a Bernabé en misión, junto a Pablo, realizando lo que se suele llamar el primer viaje misionero del Apóstol. En realidad, fue un viaje misionero de Bernabé, pues él era el verdadero responsable, al que Pablo se sumó como colaborador, recorriendo las regiones de Chipre y Anatolia centro-sur, en la actual Turquía, con las ciudades de Atalía, Perge, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe (cf. Hch 13-14). Junto a Pablo, acudió después al así llamado concilio de Jerusalén, donde, después de un profundo examen de la cuestión, los Apóstoles con los ancianos decidieron separar de la identidad cristiana la práctica de la circuncisión (cf. Hch 15, 1-35). Sólo así, al final, permitieron oficialmente que fuera posible la Iglesia de los paganos, una Iglesia sin circuncisión: somos hijos de Abraham solamente por la fe en Cristo.

Los dos, Pablo y Bernabé, se enfrentaron más tarde, al inicio del segundo viaje misionero, porque Bernabé quería tomar como compañero a Juan Marcos, mientras que Pablo no quería, dado que el joven se había separado de ellos durante el viaje anterior (cf. Hch 13, 13; 15, 36-40). Por tanto, también entre los santos existen contrastes, discordias, controversias. Esto me parece muy consolador, pues vemos que los santos no "han caído del cielo". Son hombres como nosotros, incluso con problemas complicados. La santidad no consiste en no equivocarse o no pecar nunca. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón.

De este modo, Pablo, que había sido más bien duro y severo con Marcos, al final se vuelve a encontrar con él. En las últimas cartas de San Pablo, a Filemón y en la segunda a Timoteo, Marcos aparece precisamente como "mi colaborador". Por consiguiente, lo que nos hace santos no es el no habernos equivocado nunca, sino la capacidad de perdón y reconciliación. Y todos podemos aprender este camino de santidad.

En todo caso, Bernabé, con Juan Marcos, se dirigió a Chipre (cf. Hch 15, 39) alrededor del año 49. A partir de entonces se pierden sus huellas. Tertuliano le atribuye la carta a los Hebreos, lo cual es verosímil, pues, siendo de la tribu de Leví, Bernabé podía estar interesado en el tema del sacerdocio. Y la carta a los Hebreos nos interpreta de manera extraordinaria el sacerdocio de Jesús.

(...)

Luego el Papa se refiere a Silas y a Apolo, y finalmente añade:

Estos tres hombres brillan en el firmamento de los testigos del Evangelio por una característica común, además de por las características propias de cada uno. En común, además del origen judío, tienen la entrega a Jesucristo y al Evangelio, así como el hecho de que los tres fueron colaboradores del apóstol San Pablo. En esta misión evangelizadora original encontraron el sentido de su vida y de este modo se nos presentan como modelos luminosos de desinterés y generosidad.

Por último, pensemos una vez más en la frase de San Pablo: tanto Apolo como yo somos ministros de Jesús, cada uno a su manera, pues es Dios quien da el crecimiento. Esto vale también hoy para todos, tanto para el Papa como para los cardenales, los obispos, los sacerdotes y los laicos. Todos somos humildes ministros de Jesús. Servimos al Evangelio en la medida en que podemos, según nuestros dones, y pedimos a Dios que él haga crecer hoy su Evangelio, su Iglesia.