Hace 70 años hubo un día que no ocurrió.
Eduardo de la Serna.
Hoy se conmemoran 70 años del mayor atentado terrorista ocurrido en la Argentina. Atentado silenciado, simulado, negado.
Un grupo de aviones de la Marina Argentina descargó por horas en la plaza central de Buenos Aires (la Plaza de Mayo) una cantidad inusitada de bombas. El resultado fueron 308 ciudadanos asesinados, además de 800 heridos. Pareciera que, para los asesinos, esto se trató de daños colaterales en pos de su único objetivo: asesinar a Juan Domingo Perón, cosa que no consiguieron.
Como el antiperonismo en Argentina es poderoso, especialmente en el manejo de los sentidos y la historia, de este poli-crímen casi no se habla salvo en ambientes muy específicos.
Es de señalar que hubo algunas bombas que lo precedieron (por ejemplo, el 15 de abril de 1953), pero algo tan bestial no se ha visto en el país jamás. Evidentemente, para algunos sectores, cuando se habla de la “violencia” en la historia argentina, se remontarán a Unitarios y Federales, a acontecimientos como la “Patagonia Trágica” y, se allí “se salta” a la violencia guerrillera y – a continuación – la represiva de los 70. El “16 de junio” no ha existido, se ha ignorado; niños que visitaban por primera vez la ciudad Capital de la República, pasajeros descuidados en un Trolebús no importaron para la historia oficial.
Curiosamente, en tantos y tantos textos y autores, hubo violencia antes, hubo violencia después, pero el 16 de junio “te lo debo” como dijo un innecesario. ¿Se puede pensar mucho de lo ocurrido después sin tener en cuenta esto? ¿Es pensable, por ejemplo, que las fuerzas armadas combatieran contra su propio pueblo (y, cuando debieron hacerlo contra enemigos externos mostraran estruendosamente toda su cobardía e ineptitud)? Es pensable, lamentablemente, porque ya lo habían hecho. Y, para más… lo hicieron sin ninguna condena civil, social o penal. Ni mediática.
Según me contaba mi mamá, ese día yo debía ser operado de una hernia. Tenía 4 meses y 4 días. Desperté con fiebre y la operación se pospuso. Ella decía que la fiebre me había salvado porque los hospitales colapsaron. Pero, sea lo que fuere, fue la única noticia que tuve en mi infancia de que algo así había ocurrido. Después, ya con más conciencia crítica, me contaron de la quema de las iglesias (no que ocurrieron preciosamente a consecuencia de esto, esa misma noche, ni de la quema de la bandera argentina para reemplazarla por una vaticana en una procesión de “Corpus Christi”, 5 días antes).
El antiperonismo es muy poderoso; todavía hoy, 70 años después del crimen terrorista más grande, no hay un repudio generalizado, actos públicos, conmemoraciones más que muy aislados de grupos muy “parciales”.
Es que así ocurre con la violencia. Cuando se habla de “la guerrilla”, se habla de algo perverso y nefasto. Pero si uno recuerda que Martín Miguel de Güemes combatió con guerrillas al ejército español, pues “¡muy bien!”; si se recuerda que Judas Macabeo combatió contra el imperio griego con guerrillas, pues son “¡fuerzas del cielo!” … ¿Cuál es el criterio para afirmar que algunos actos de violencia son buenos (o al menos, justos, o necesarios)? ¡Yo! Siempre ¡yo! Si estoy de un lado son malos, si estoy del otro ¡son buenos! (¡curioso criterio!). ¿Y si miramos “una causa”? Evidentemente también son malos para la causa contraria (para los españoles o los griegos, en el caso anterior). Sabemos que la historia la escriben los que ganan. Por eso “no hay” 16 de junio… por eso hay guerrilleros “malísimos” desde el Che a Camilo Torres, y buenísimos como los cobardes que bombardearon a su pueblo y huyeron raudamente al Uruguay. ¿Y si el criterio para evaluar el terrorismo y las causas naciera del bienestar del pueblo? A lo mejor sería otra cosa, habría otros próceres (y serían destronados muchos), habría otras fechas para conmemorar y, al conocer la historia, por eso de la memoria, la verdad y la justicia, habría caminos nuevos para andar, tropiezos para evitar y acontecimientos que tener siempre presentes para que en la historia tengamos un mañana de paz, de justicia, o, para decirlo con otras palabras clásicas: “una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.
Foto tomada de https://www.eltucumano.com/noticia/actualidad/309803/a-70-anos-del-bombardeo-a-plaza-de-mayo-una-masacre-que-tuvo-como-objetivo-el-asesinato-de-peron?dnd=cat&src=ph&pos=2&dis=desk
Publicado en BLOG 2 de Educardo de la Serna.
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