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LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

domingo, junio 29, 2025

Juan Bautista Alberdi y la estética federal en la Buenos Aires de la época rosista.

 


“La divisa punzó federal, símbolo de la causa, es un eficaz medio de unión. Lo mismo el color rojo… Poco a poco todo se irá enrojeciendo. Y la ciudad llegará a estar casi entera pintada de rojo”. (Gálvez, 1940, pág. 244)

Estas palabras que Manuel Gálvez utilizó para reafirmar la omnipresencia del rosismo en Buenos Aires, incluido en la biografía sobre el Restaurador de las Leyes que dicho escritor publicó en 1940, y que el mismo autor retomó dicha idea en su novela “La ciudad pintada de rojo” (1948) -donde reflejó la vida de tres familias federales en el contexto del bloqueo francés de 1838- dan una idea sobre la presencia estética del rosismo en la Buenos Aires de antaño, con la imposición oficial del “rojo punzó” en los usos y costumbres de la sociedad porteña de la época, hasta su aceptación por parte de la población adherente a la figura del Restaurador, planteando, por ambos caminos, una construcción de una identidad Federal y Rosista.

ETICA POLITICA Y ESTETICA

A toda ética política le corresponde una estética que ejemplifique las características principales de su matriz ideológica. Si bien esto fue más propio, en apariencias, a los movimientos ideológicos del Siglo XX, ya desde la Revolución Francesa a fines del Siglo XVIII se encontraban representaciones que tendían a “explicar” el basamento ideológico de dicha revolución.

Nuestro mundo colonial tuvo su estética tomada de los modelos culturales y sociales de la península ibérica, amalgamada con lejanos ecos de tradición indígena, la influencia afro de los esclavos y nuevas pautas del espíritu criollo, -done ele terracota y el gris sepia predominó- de igual manera se expresó en la época de Juan Manuel de Rosas.

Su ascenso como gobernador bonaerense el 8 de diciembre de 1829, luego del golpe de Estado “decembrista” contra el gobernador Manuel Dorrego y su posterior fusilamiento en manos del general Juan Galo Lavalle, un año atrás, marcó un antes y después en la comunidad política porteña y repercutió en las provincias, que luego conformarían la Confederación Argentina, en el marco de la guerra civil local.

Desde la imposición del gobierno “desde arriba” en la utilización de consignas y uniformidad en el color rojo hasta el surgimiento “desde abajo” de una simbología iconográfica, la realización de actos oficiales, el desarrollo de fiestas populares, la transmisión del mensaje federal desde los periódicos, poemas, canciones y demás producciones de sentido, en los discursos en el ámbito de la sociedad civil, en las reuniones informales y las tertulias, y hasta en los mensajes en los ámbitos escolares y académicos, como en su imbricación en los sermones religiosos, dio como sumatoria la conformación de una estética que reflejó una original cultura popular federal y rosista.


VISION OPOSITORA

Fueron los opositores, José Rivera Indarte, Domingo Faustino Sarmiento y Esteban Echeverría, entre otros, quienes detallaron de forma negativa dichas acciones políticas.

Domingo Faustino Sarmiento en su inmortal Facundo (1845) refirió: “El 13 de abril de 1835 se recibió Rosas del gobierno… De la Sala de Representantes, a donde ha ido a recibir el bastón, se retira en un coche colorado, mandado pintar ex profeso para el acto, al que están atados cordones de seda colorados y a los que se uncen aquellos hombres que, desde 1833, han tenido la ciudad en continua alarma por sus atentados y su impunidad: llámanle la Sociedad Popular, y llevan el puñal a la cintura, chaleco colorado y una cinta colorada, en la que se lee: ´Mueran los unitarios´… Cuatro días después, la parroquia de San Francisco anuncia su intención de celebrar una misa y Te Deum… Las calles circunvecinas están empavesadas, alfombradas, tapizadas, decoradas…. El pueblo llena las calles, los jóvenes acuden a la novedad, las señoras hacen de la parroquia, su paseo de la tarde… Ocho días después, otra parroquia anuncia su Te Deum… El retrato del Restaurador está en la calle en un dosel, en que los terciopelos colorados se mezclan con los galones y las cordonaduras de oro… De las fiestas sale, al fin de año y medio, el color colorado, como insignia de adhesión a la causa; el retrato de Rosas, colocado en los altares primero, pasa después a ser parte del equipo de cada hombre, que debe llevarlo en el pecho, en señal de amor intenso a la persona del Restaurador… La cinta colorada es una materialización del terror que os acompaña a todas partes, en el seno de la familia; es preciso pensar en ella al vestirse, al desnudarse, y las ideas se nos graban siempre por asociación”.


APOYO POPULAR

Pero para otros estudiosos, como Ernesto Palacio en su Historia de la Argentina 1515-1938 (1954), dicha imposición “desde arriba” tuvo su lógica en corresponder al apoyo popular ya existente, sobre todo en el primer gobierno de Rosas, en la utilización de la simbología federal y justificar la lógica de los adherentes en un sustrato sociocultural identitario: “Aprovechando el entusiasmo suscitado por la terminación feliz de la guerra civil, celebrada con fiestas y Te Deum, se estableció el uso del cintillo rojo con la inscripción ´Federación´ como obligatorio para todos los funcionarios administrativos, civiles y militares; con lo cual Rosas no hacía más que sancionar una costumbre que ya se había impuesto como tal y que respondía a la necesidad que siente el pueblo de expresar en símbolos su fe. Se iniciaba así la mística del régimen, con sus consabidos actos, objetos y palabras sacramentales. Así como el rojo era el color federal, habría muy pronto una manera federal de vestirse y de llevar el bigote y la patilla, un ceremonial complicado, un estilo, que se caracterizaría por cierto énfasis tradicionalista y criollo, y aún por cierto “gauchismo” provocativo, que no era más que una reacción legítima contra el irritante extranjerismo que afectaban los rivadavianos. El ´gringo´ -es decir, el inglés o el francés- dejaría de ser objeto de culto para convertirse en un objeto de mofa o de natural recelo. Y el ´hijo del país´ -despreciado hasta entonces por la minoría urbana- recuperaría el sentido de su dignidad y el tranquilo orgullo de saberse dueño de casa”.

ROL SOCIAL DEL PUNZO
El rol social del “punzó” como muestra explícita de apoyo a Rosas, mixturando consignas religiosas con elementos laicos, como valoración de lo federal en su base popular, y su exteriorización en usos y vestimentas, fue destacada por Juan Bautista Alberdi.

El jurista tucumano marcó con sus textos la identidad de la nación argentina, teniendo una relación de tensión con Rosas. A veces, como en su Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (1837), pudo entender nuestro trasfondo sociocultural, en clave historicista, y percibir el fenómeno de Rosas, el cual se basó en “el corazón del pueblo”.

Aunque -bloqueo de Francia mediante- las pasiones se tensaron y la Generación del ‘37 pasó a oponerse al Restaurador desde el exilio. Allí Juan Bautista, en su ostracismo chileno, fue un abanderado en la lucha contra el gobernador bonaerense.

Pero, un tiempo antes, desde las páginas de su periódico La Moda: Gacetín Semanal de música, de poesía, de literatura, de costumbres (1837/38) también exteriorizó dicha compresión.

El joven abogado y escritor prolífico, concurrente del Salón Literario y figura clave de la Generación del ’37, en el número 3 de La Moda, del 2 de diciembre de 1837, amén de sugerir “el azul- violeta” y “el pan quemado” como colores de moda masculina y el “verde botella o azul oscuro” como tonos para los vestidos de mujeres, siguiendo la moda francesa, expresó su comprensión del fenómeno estético del color federal en un artículo titulado “Modas Política”: “Cuando una idea política adopta un color por emblema suyo, y esta idea se levanta sobre todas, el color que la simboliza, en manos del espíritu público no tarda en volverse de moda: todos desean llevar sobre sus vestidos el color que expresa el pensamiento y el interés de todos; y consigue de este modo el doble imperio de la sanción pública y de la moda, que también es una sanción pública. Tal es entre nosotros el color punzó, emblema de la idea federativa: es a la vez un color político y un color de moda: lo lleva el pueblo en sus vestidos, y el poder en sus banderas, contando así con una doble autoridad de que, sería ridículo pretender substraerse. Esos que repugnan el color punzó, debieran ver que le lleva sobre su seno, el Pueblo, que es mejor que ellos, y que honra todo lo que toca. Se ha de cerrar los ojos a lo que el pueblo quiera, para ser buen patriota; y lo que el acostumbre, ha de ser santo: fe en el pueblo tanta como en Dios: culto a la una como a la otra magestad (sic): es el dogma de los hombres libres”.

Siguiendo con La Moda, el rojo monopolizó la vida porteña. El uso de dicho color coincidió a su vez con la moda que Manuel Mateo Masculino logró imponer con los peinetones, y otros elementos del vestuario como abanicos, guantes, fondos de galeras, elementos de uso cotidiano, como en la platería de época: mates, cuchillos, rastra, cigarreras, calentadores, sahumadores, fuentes, jarras, platos y demás elementos, tenían referencias federales, desde las siglas “F. o M.” (Federación o Muerte), la consigan de forma completa, “Viva la Federación: Mueran los Unitarios” o “Rosas Federación: Independencia o Muerte”.

En cuanto a las producciones de sentido, desde poemas, canciones, libros, en la información periodística, hasta en la música y en el teatro, lo federal abarcó todas las realizaciones. Mención especial tuvo la divisa punzó, el cintillo que determinó, no sólo un distintivo político sino un símbolo de orgullo y de exaltación del orden federal.
 

Sí, efectivamente, “la ciudad se pintó de rojo”, desde lo oficial y desde la sociedad civil.

Pablo A. Vázquez *Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Juan-Bautista-Alberdi-y-la-estetica-federal-en-la-Buenos-Aires-de-la-epoca-rosista-561264.note.aspx

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