Mucho antes de que el éxito extraordinario de Gardel arrebatara los públicos de las grandes capitales, y que su nombre fuera la llave mágica que abriera todas las puertas de su éxito, Carlos Gardel tenía en sus dominios un sobrenombre que solo sus grandes amigos lo recuerdan: Le decian "El Morocho" o "El morocho del Abasto" siendo famoso con el en todos los bailongos de los suburbios de Buenos Aires. Delgado, blanco de cara y los ojos y el cabello muy negro, cantaba emocionado las milongas del bajo pueblo y y su voz varonil y clara fué abriendo brechas de admiración en los corazones de quienes los escuchaban, así dia a día, milonga tras milonga, fué sembrando su popularidad en el ambiente que gozaba. Con la guitarra amiga bajo el brazo y el pañuelo blanco flameando como una bandera de aventuras, muchas madrugadas porteñas lo vieron regresar a su casa, trayendo en sus bolsillos las propinas recibidas como pago de su arte inicial.
PUBLICADO EN
A SOLAS CON EL TANGO
DE CARLOS BASABE.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.