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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

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domingo, junio 29, 2025

Juan Bautista Alberdi y la estética federal en la Buenos Aires de la época rosista.

 


“La divisa punzó federal, símbolo de la causa, es un eficaz medio de unión. Lo mismo el color rojo… Poco a poco todo se irá enrojeciendo. Y la ciudad llegará a estar casi entera pintada de rojo”. (Gálvez, 1940, pág. 244)

Estas palabras que Manuel Gálvez utilizó para reafirmar la omnipresencia del rosismo en Buenos Aires, incluido en la biografía sobre el Restaurador de las Leyes que dicho escritor publicó en 1940, y que el mismo autor retomó dicha idea en su novela “La ciudad pintada de rojo” (1948) -donde reflejó la vida de tres familias federales en el contexto del bloqueo francés de 1838- dan una idea sobre la presencia estética del rosismo en la Buenos Aires de antaño, con la imposición oficial del “rojo punzó” en los usos y costumbres de la sociedad porteña de la época, hasta su aceptación por parte de la población adherente a la figura del Restaurador, planteando, por ambos caminos, una construcción de una identidad Federal y Rosista.

ETICA POLITICA Y ESTETICA

A toda ética política le corresponde una estética que ejemplifique las características principales de su matriz ideológica. Si bien esto fue más propio, en apariencias, a los movimientos ideológicos del Siglo XX, ya desde la Revolución Francesa a fines del Siglo XVIII se encontraban representaciones que tendían a “explicar” el basamento ideológico de dicha revolución.

Nuestro mundo colonial tuvo su estética tomada de los modelos culturales y sociales de la península ibérica, amalgamada con lejanos ecos de tradición indígena, la influencia afro de los esclavos y nuevas pautas del espíritu criollo, -done ele terracota y el gris sepia predominó- de igual manera se expresó en la época de Juan Manuel de Rosas.

Su ascenso como gobernador bonaerense el 8 de diciembre de 1829, luego del golpe de Estado “decembrista” contra el gobernador Manuel Dorrego y su posterior fusilamiento en manos del general Juan Galo Lavalle, un año atrás, marcó un antes y después en la comunidad política porteña y repercutió en las provincias, que luego conformarían la Confederación Argentina, en el marco de la guerra civil local.

Desde la imposición del gobierno “desde arriba” en la utilización de consignas y uniformidad en el color rojo hasta el surgimiento “desde abajo” de una simbología iconográfica, la realización de actos oficiales, el desarrollo de fiestas populares, la transmisión del mensaje federal desde los periódicos, poemas, canciones y demás producciones de sentido, en los discursos en el ámbito de la sociedad civil, en las reuniones informales y las tertulias, y hasta en los mensajes en los ámbitos escolares y académicos, como en su imbricación en los sermones religiosos, dio como sumatoria la conformación de una estética que reflejó una original cultura popular federal y rosista.


VISION OPOSITORA

Fueron los opositores, José Rivera Indarte, Domingo Faustino Sarmiento y Esteban Echeverría, entre otros, quienes detallaron de forma negativa dichas acciones políticas.

Domingo Faustino Sarmiento en su inmortal Facundo (1845) refirió: “El 13 de abril de 1835 se recibió Rosas del gobierno… De la Sala de Representantes, a donde ha ido a recibir el bastón, se retira en un coche colorado, mandado pintar ex profeso para el acto, al que están atados cordones de seda colorados y a los que se uncen aquellos hombres que, desde 1833, han tenido la ciudad en continua alarma por sus atentados y su impunidad: llámanle la Sociedad Popular, y llevan el puñal a la cintura, chaleco colorado y una cinta colorada, en la que se lee: ´Mueran los unitarios´… Cuatro días después, la parroquia de San Francisco anuncia su intención de celebrar una misa y Te Deum… Las calles circunvecinas están empavesadas, alfombradas, tapizadas, decoradas…. El pueblo llena las calles, los jóvenes acuden a la novedad, las señoras hacen de la parroquia, su paseo de la tarde… Ocho días después, otra parroquia anuncia su Te Deum… El retrato del Restaurador está en la calle en un dosel, en que los terciopelos colorados se mezclan con los galones y las cordonaduras de oro… De las fiestas sale, al fin de año y medio, el color colorado, como insignia de adhesión a la causa; el retrato de Rosas, colocado en los altares primero, pasa después a ser parte del equipo de cada hombre, que debe llevarlo en el pecho, en señal de amor intenso a la persona del Restaurador… La cinta colorada es una materialización del terror que os acompaña a todas partes, en el seno de la familia; es preciso pensar en ella al vestirse, al desnudarse, y las ideas se nos graban siempre por asociación”.


APOYO POPULAR

Pero para otros estudiosos, como Ernesto Palacio en su Historia de la Argentina 1515-1938 (1954), dicha imposición “desde arriba” tuvo su lógica en corresponder al apoyo popular ya existente, sobre todo en el primer gobierno de Rosas, en la utilización de la simbología federal y justificar la lógica de los adherentes en un sustrato sociocultural identitario: “Aprovechando el entusiasmo suscitado por la terminación feliz de la guerra civil, celebrada con fiestas y Te Deum, se estableció el uso del cintillo rojo con la inscripción ´Federación´ como obligatorio para todos los funcionarios administrativos, civiles y militares; con lo cual Rosas no hacía más que sancionar una costumbre que ya se había impuesto como tal y que respondía a la necesidad que siente el pueblo de expresar en símbolos su fe. Se iniciaba así la mística del régimen, con sus consabidos actos, objetos y palabras sacramentales. Así como el rojo era el color federal, habría muy pronto una manera federal de vestirse y de llevar el bigote y la patilla, un ceremonial complicado, un estilo, que se caracterizaría por cierto énfasis tradicionalista y criollo, y aún por cierto “gauchismo” provocativo, que no era más que una reacción legítima contra el irritante extranjerismo que afectaban los rivadavianos. El ´gringo´ -es decir, el inglés o el francés- dejaría de ser objeto de culto para convertirse en un objeto de mofa o de natural recelo. Y el ´hijo del país´ -despreciado hasta entonces por la minoría urbana- recuperaría el sentido de su dignidad y el tranquilo orgullo de saberse dueño de casa”.

ROL SOCIAL DEL PUNZO
El rol social del “punzó” como muestra explícita de apoyo a Rosas, mixturando consignas religiosas con elementos laicos, como valoración de lo federal en su base popular, y su exteriorización en usos y vestimentas, fue destacada por Juan Bautista Alberdi.

El jurista tucumano marcó con sus textos la identidad de la nación argentina, teniendo una relación de tensión con Rosas. A veces, como en su Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (1837), pudo entender nuestro trasfondo sociocultural, en clave historicista, y percibir el fenómeno de Rosas, el cual se basó en “el corazón del pueblo”.

Aunque -bloqueo de Francia mediante- las pasiones se tensaron y la Generación del ‘37 pasó a oponerse al Restaurador desde el exilio. Allí Juan Bautista, en su ostracismo chileno, fue un abanderado en la lucha contra el gobernador bonaerense.

Pero, un tiempo antes, desde las páginas de su periódico La Moda: Gacetín Semanal de música, de poesía, de literatura, de costumbres (1837/38) también exteriorizó dicha compresión.

El joven abogado y escritor prolífico, concurrente del Salón Literario y figura clave de la Generación del ’37, en el número 3 de La Moda, del 2 de diciembre de 1837, amén de sugerir “el azul- violeta” y “el pan quemado” como colores de moda masculina y el “verde botella o azul oscuro” como tonos para los vestidos de mujeres, siguiendo la moda francesa, expresó su comprensión del fenómeno estético del color federal en un artículo titulado “Modas Política”: “Cuando una idea política adopta un color por emblema suyo, y esta idea se levanta sobre todas, el color que la simboliza, en manos del espíritu público no tarda en volverse de moda: todos desean llevar sobre sus vestidos el color que expresa el pensamiento y el interés de todos; y consigue de este modo el doble imperio de la sanción pública y de la moda, que también es una sanción pública. Tal es entre nosotros el color punzó, emblema de la idea federativa: es a la vez un color político y un color de moda: lo lleva el pueblo en sus vestidos, y el poder en sus banderas, contando así con una doble autoridad de que, sería ridículo pretender substraerse. Esos que repugnan el color punzó, debieran ver que le lleva sobre su seno, el Pueblo, que es mejor que ellos, y que honra todo lo que toca. Se ha de cerrar los ojos a lo que el pueblo quiera, para ser buen patriota; y lo que el acostumbre, ha de ser santo: fe en el pueblo tanta como en Dios: culto a la una como a la otra magestad (sic): es el dogma de los hombres libres”.

Siguiendo con La Moda, el rojo monopolizó la vida porteña. El uso de dicho color coincidió a su vez con la moda que Manuel Mateo Masculino logró imponer con los peinetones, y otros elementos del vestuario como abanicos, guantes, fondos de galeras, elementos de uso cotidiano, como en la platería de época: mates, cuchillos, rastra, cigarreras, calentadores, sahumadores, fuentes, jarras, platos y demás elementos, tenían referencias federales, desde las siglas “F. o M.” (Federación o Muerte), la consigan de forma completa, “Viva la Federación: Mueran los Unitarios” o “Rosas Federación: Independencia o Muerte”.

En cuanto a las producciones de sentido, desde poemas, canciones, libros, en la información periodística, hasta en la música y en el teatro, lo federal abarcó todas las realizaciones. Mención especial tuvo la divisa punzó, el cintillo que determinó, no sólo un distintivo político sino un símbolo de orgullo y de exaltación del orden federal.
 

Sí, efectivamente, “la ciudad se pintó de rojo”, desde lo oficial y desde la sociedad civil.

Pablo A. Vázquez *Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Juan-Bautista-Alberdi-y-la-estetica-federal-en-la-Buenos-Aires-de-la-epoca-rosista-561264.note.aspx

domingo, marzo 30, 2025

30 de marzo de 1793: nacimiento del Brigadier General Juan Manuel de Rosas, gobernador bonaerense, jefe de la Confederación Argentina


 
Al consolidador de la soberanía nacional.

Por JORGE MARTÍN FLORES.

“Hay que estar vacunados contra la enfermedad política que se llama Revolución, cuyo término es siempre la descomposición del cuerpo social”, dijo Juan Manuel de Rosas a Josefa Gómez, el 5 de agosto de 1868.

“Cómo argentino me llena de un verdadero orgullo, al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria; y todos estos progresos, efectuados en medio de circunstancias tan difíciles, en qué pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados, yo felicito a usted muy sinceramente, cómo igualmente a toda la Confederación Argentina. Que goce usted de salud completa, y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino, son los votos que hace y hará siempre en favor de usted su apasionado amigo y compatriota”, expresó José de San Martín a Rosas, el 6 de mayo de 1850.


EL CAUDILLO.

Permítanme presentarlo, sin cansar al auditorio: fue criollo bonaerense y federal apostólico. Su partido fue la Patria. Sin más vueltas de hojas. Le decían el Indio Rubio. Su nombre: Juan Manuel de Rosas.

Creció en la vida rural, la campaña fue su cuna. Aprendió a domar potros, pasiones y fortunas. Lo templó la Pampa Gaucha y se hizo uno de ellos: Un caudillo, un conductor, que predicó con el ejemplo.

Su palabra era la ley: “para todos la mesmita”. Pues el orden garantiza que haya paz y justicia. Y ante el caos desatado por la guerra interior, Buenos Aires lo honró con el título de Restaurador.

EL EXTERMINADOR DE LA ANARQUÍA.

Asumió el mando de una república endeudada: Un infierno en miniatura, una Patria desalmada. Mas con tesón y energía no dejó nada al azar. Se encomendó al Todopoderoso y comenzó a trabajar.

Gobernando con mano firme, cargó toda responsabilidad. Dio valor a la palabra, bregando siempre por la unidad. Restaurando las leyes y las instituciones violadas. Regresando un pueblo a la esencia de su Patria.

Y con el pacto federal que a la Argentina le dio, logró unir la Argentina en una digna Confederación.

EL HÉROE DEL DESIERTO.
 

Asolada por dentro y por fuera, con admirable tesón, no aflojó la cincha y sus destinos presidió. Representando a las provincias ante el mundo exterior: Plantados como pequeña pero soberana nación. Protegió las fronteras contra el artero malón, aliados de foráneos que nuestro sur codiciaron. Con la palabra y sable en mano, a la campaña se lanzó. Y en marcial galope, el desierto su paso abrió.

Rescató muchas cautivas, llevó el orden a las tolderías. Fomentó el asentamiento de población criolla y nativa. Fundó pequeños pueblos que se volvieron urbes productivas. Abrió el surco con su sable. Consolidó soberanía.

CONSPIRACIONES AD INTRA Y AD EXTRA.

Y permítanlo que deba fruncir un poco el ceño, pues ejercer la autoridad es asunto muy serio. Fue primus inter pares, sacrificado por completo. Mas odiado por los ingratos, vendepatrias con frac negro. Logistas, demagogos, día y noche conspirando, doctorcitos de escritorio al extranjero convocaron, para que esclavice esta Patria, una, libre y soberana, para que derribe al hombre de estado -que ellos llamaban “tirano”-.

Le cuestionaron no haber dictado una constitución para la república, plagiar cualquiera extranjera aunque no tenga cordura alguna: los ilustrados querían vestir el cuerpo con un traje que no le quedaba.

¡Que no le vengan con libritos ni sus chúcaras quimeras! ¡Ni con locas teorías que pergeñaron sus cabezas! Rosas tiene como escuela la arraigada tradición gauchesca y una inteligencia ordenada por la sana prudencia. Hombre respetuoso del orden natural y sobrenatural, de la realidad concreta y del pueblo, su identidad. Gobernó con estilo argentino y jamás se lo perdonaron. Optó por ser grande la Patria y no colonia extranjera. Supo apoyar su gobierno en los principios cristianos.

Comprendió que desde siempre el liberalismo es pecado. Que era posible y necesario una Cristiandad en estos pagos, una Argentina restaurada bajo la Cruz y la Espada.

LA GESTA DE LA SOBERANÍA NACIONAL.

Así se mantuvo firme, con sus convicciones en cincha, enfrentando a los franceses y sus locales satélites: los unitarios impíos, salvajes, felones. En palabras de San Martín, el clamor del Gran Jefe: tamaña traición, ni en el sepulcro desaparece. Y aunque Francia humillada, regresó con los soberbios ingleses, Rosas los esperó bien plantado y con cadenas de este a oeste.

Noventa buques mercantes y veinte de guerra vinieron cual comadrejas a robar lo que no les pertenece. Navegando el Paraná, sin pedir ningún permiso, se olvidaron de tratados y de mutuos compromisos. Los maulas se traían sus mercaderías, mas nosotros los esperábamos con nuestra artillería: Y tronaron los cañones, los abuses silbaron, y las bayonetas de sus colorados, las carnes desgarraron.

Rosas era de pocas pulgas y el hocico no escondió, la independencia de la Patria con arrojo defendió. Sin aflojarles siquiera ni un tranco de pollo: ¡No han de pasar! ¡Obligado es el clamor!

La gesta del Paraná es testigo de honor y gloria: Obligado, San Lorenzo, Tonelero y el Quebracho, a las principales potencias del mundo, con coraje expulsamos y Rosas conquistó sus laureles como ‘Gran Americano’. La bandera nacional recibió su desagravio, saludándola los invasores con 21 cañonazos, congraciándose la historia, reparando la injusticia, escribiéndose una página que jamás se olvidaría.

EL LIBERTADOR.

Hasta San Martín cantó la firmeza del patriota Juan Manuel, quien supo hacerle frente al francés y al inglés, defendiendo independencia y soberanía nacional, aquello que su espada supo una vez conquistar. Dijo que la acción de Obligado fue igual de trascendente que nuestra guerra contra la España, que lo sepan bien las gentes: los argentinos no somos empanadas que se comen simplemente con abrir bien la boca y hacer tronar los dientes. Que los triunfos de Rosas, fueron su aliciente, pues vio una Patria ordenada y coronada de laureles. Por ello legó su sable, el anciano Libertador como herencia y legado al ilustre Restaurador.

MÁS NO HEMOS PODIDO.

Mas al Gran Americano se la tenían jurada. Y ante el plantón de Urquiza, en sus filas se enrolaron, comprados por el oro del imperio brasileño, desencadenando una nueva guerra en nuestro tan curtido suelo. Un Ejército Grande, de traidores y extranjeros, se enfrentaron al ejército de la Confederación en Caseros. Obteniendo la victoria y el derrocamiento de Don Juan Manuel de Rosas en un 3 de febrero.

Llegaba el fin de una historia coronada por laureles, una Argentina Épica que logró mantenerse, a poncho y lanza frente a los vientos inclementes, que asomaban el poniente, obscureciendo las mentes.

Rosas fue exiliado y cual gaucho matrero, le pusieron precio a su cogote, lo trataron peor que a un perro. Lo llamaron reo de ‘lesa Patria’ y ‘tirano depuesto’. Le prohibieron otra vez pisar su amado suelo. Sus propiedades se confiscaron, lo odiaron por ser patriota.

Y a sus leales seguidores los ahorcaron por mazorqueros. Y su historia falsificaron, sus enemigos la escribieron. Asegurándose que “ni sus cenizas tendrá esta tierra” como exclamó José Mármol. Mas no pudieron tapar su huella en el alma de su pueblo amado.

LEGADO.

Rosas vivió en una granja de Inglaterra, su exilio forzado, pobre y sin rencores, a sus enemigos había perdonado. Su espalda se encorvaba mientras sus vacas, ordeñaba y sus manos curtidas por el campo, su propia tierra, labraron. Su rastro glorioso por los vencedores fue sepultado, mas su espíritu se mantuvo firme cual mandato sanmartiniano: “será colmado del justo reconocimiento de todo argentino honrado”. Por eso hoy lo bendigo, y le pido este favor:

¡Brigadier General!

¡Contumaz Contrarrevolucionario!

¡Enséñanos a seguir tu ejemplo,

la Patria se cae a pedazos!

La revolución mundial anticristiana

está dando sus últimos pasos

para robarnos el alma

que nos ha hecho cristianos.

Por derecha y por izquierda,

se nos vive atacando,

por adentro y por afuera,

la hidra extiende sus brazos.

Los falsos profetas pululan

con sus cantos de sirena

y están enviando al foso

lo poco que nos queda.

Danos tu brazo firme.

Danos tus pies de gallo,

para que arraigados a la tradición histórica

podamos morir peleando.

Danos tu corazón ardiente

de Patria enamorado,

danos tu prudencia aguda,

y tu consejo de hombre sabio.

Así nos mantendremos firmes,

en cada inhóspita trinchera.

Y seremos voz en el desierto,

que clama en la tormenta.

Y por las noches de vigilia

que todavía nos esperan,

nos convoque tu ejemplo,

con tus santos y señas.

Para enfrentar los vicios

con una vida virtuosa.

Para saber vivir con honor

y morir con las botas puestas.

Resistiendo el aluvión,

aunque vengan degollando.

Trabajando con fervor

por el pequeño rebaño.

* Profesor de Historia. Miembro del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Lomas de Zamora.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Al-consolidador-de-la-soberania-nacional-557718.note.aspx

martes, enero 14, 2025

El respaldo del Perú sobre nuestros derechos soberanos en las Malvinas Por Pablo A. Vázquez.

 

Fernando Belaunde Terry fue el presidente del Perú durante la guerra de las Malvinas
y mostró su apoyo a Argentina.

Días pasados se cumplió un nuevo aniversario de la ocupación ilegal de nuestras Islas Malvinas por una potencia extranjera.

El 3 de enero de 1833 está marcado a fuego como el inicio de la vulneración de nuestra soberanía por parte de Gran Bretaña, en época de la gobernación bonaerense de Juan Ramón Balcarce, quien sucedió a Juan Manuel de Rosas en el poder provincial, mientras este último encaró la Expedición al Desierto, ampliando la frontera interior con divisiones armadas, expandiendo la producción agropecuaria, llevando equipo científico para reconocimiento geográfico de Buenos Aires, terminando con los malones, rescatando a las cautivas y negociando la paz con las diversas tribus de la región.

Las protestas locales no demoraron. El ministro Manuel Vicente Maza, encargado de las relaciones exteriores, al no recibir explicaciones del ministro británico Gore, envió una nota sobre el abuso inglés a los gobiernos provinciales y regionales, amén de instruir al embajador Manuel Moreno, ministro argentino en Londres, el 14 de febrero, de efectuar una protesta ante el gobierno de Su Majestad.

Moreno, enterado por los periódicos ingleses, emitió una nota el 24 de abril y, con el pedido formal de Maza, presentó un Memorial el 17 de julio, el cual se publicó en el ‘Times’ de Londres con la nota oficial argentina.

Tal como atestiguó Víctor Andrés García Belaunde en su obra ‘La intervención del Perú en la controversia de las islas Malvinas’ (2022): “Maza remitió una comunicación al ministro de Relaciones Exteriores del Perú con fecha 23 de enero de 1833. Su intención era participarle a su homólogo de la situación que se estaba viviendo en las islas con la invasión inglesa: ´Confía encontrar la adhesión (…) y la necesidad de (…) vivir prevenidos contra los abusos del poder europeo´”.

Efectivamente, se diligenció dicha nota al gobierno del presidente peruano Agustín Gamarra, la cual se completó con otro pedido, ya que se contaba que en los archivos de Lima se encontrarían antecedente sobre los derechos sobre Malvinas de la época virreinal, pues, recordemos, nuestra región dependió del Virreinato del Perú, creado en 1542, hasta que en 1776 nos constituimos como Virreinato del Río de La Plata.

“PACIFICA POSESION”.

“El 18 de mayo del mismo año -refirió Belaunde- nuevamente se comunicarían con al Cancillería peruana para solicitarle la documentación relacionada con la posesión de las islas Malvinas por parte de la Corona española: ´En tiempos anteriores fueron las provincias argentinas parte del Virreinato del Perú, puede que en los archivos de esta capital existan documentos o datos de las contestaciones que tuvo la España con el Gabinete inglés, las que al fin cesaron habiendo quedado la Corona de España en completa y pacífica posesión´”.

Este hecho lógico, dado que al emanciparnos de España heredamos la posesión de los territorios de dominio ibérico, debía tener su documentación probatoria, lo que se encontró en los archivos de Lima el 24 de julio, remitiéndose a Buenos Aires lo siguiente: “Una Real Orden, con fecha de dos de octubre de 1776, que trata ´de las islas Malvinas y del gobierno de ellas´ conferido por el Rey al Capitán de Navío Felipe Ruiz Puente. Otra con fecha 17 de octubre de 1768 referente a la existencia de ingleses y su situación en las islas Malvinas, según noticia de un francés, y otras que se han adquirido. Otra con fecha 1 de julio de 1769, en la que ´se acusa recibo del plano de las islas Malvinas´”.

Y otra con fecha 22 de marzo de 1771, en la que se manda “que a Pedro Jarron y Jorge Barker, marineros ingleses, que pasaron en nuestras embarcaciones a la Gran Malvina, se les destine en las que hacen servicio en estos mares”.

El envío del plano de las Islas Malvinas de 1769 testimonió fehacientemente que eran parte del virreinato peruano, y “como lo estableció la ordenanza real de 1766, el archipiélago quedaba bajo la dependencia de la Capitanía General de Buenos Aires”.

NUEVA NOTA.

Volviendo al campo diplomático en tierras anglosajonas, Moreno, ante la respuesta negativa, envió una nueva nota el 29 de diciembre para que devolviesen las Islas. Se insistió en 1841, durante el mandato de Juan Manuel de Rosas, y, al ser nuevamente rechazado -según Laurio Destefani, en ‘Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña’ (1982)- expresó que “jamás Buenos Aires se conformaría con la injusta resolución inglesa”.

EL RESTAURADOR.

Rosas, en todos sus mensajes de apertura de sesiones de la Legislatura de Buenos Aires, insistirá sobre nuestra soberanía sobre Malvinas. A modo de ejemplo, en 1837, enunció: “La cuestión con la Gran Bretaña, sobre la inesperada ocupación de las Islas Malvinas, permanece en el mismo estado que se os anunció el año anterior. La justicia de los reclamos de la Confederación le impone el estricto deber de no abandonarlos. La negociación seguirá su curso con oportunidad, pues el Gobierno felizmente no tiene hasta ahora motivos para recelar que en el término de este negocio el poder usurpe a la razón el lugar que le asigna la civilización del mundo”.

Y, al año siguiente, en 1838, reiteró: “No ha ocurrido circunstancia digna de vuestro conocimiento acerca de la cuestión con la Gran Bretaña sobre la ocupación de las Islas Malvinas. El Gobierno insistirá en sostener el derecho de la República a este territorio, con los justos títulos en que se apoya su demanda”.

Valiosa ayuda del Perú, demostrado con creces nuestra hermandad sanmartiniana inquebrantable, y que se reafirmó cuando en 1982, ante nuestra recuperación del archipiélago usurpado, no solo sumó su apoyo en todos los foros internacionales, gestionado por el presidente peruano Fernando Belaunde Terry que buscó acercar a las partes en una solución pacífica, desoída por Margaret Thatcher, sino que proveyó de aviones Mirage M5 a nuestra Fuerza Aérea.

 Pablo A. Vázquez.
* Licenciado en Ciencia Política; docente de la UCES y Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.
Publicado en LA PRENSA.

jueves, mayo 04, 2023

En 1869, Rosas le legó su propio sable al Mariscal Francisco Solano López.

Juan Manuel de Rosas y el Paraguay.

Por Pablo A. Vázquez.

En 1869, Rosas le legó su propio sable al Mariscal Francisco Solano López.

Aunque las relaciones entre el gobierno de Buenos Aires y el de Asunción en época de la Confederación Argentina fueron tensas, poco se detalla sobre los motivos de Juan Manuel de Rosas por no reconocer la independencia paraguaya al considerar a ésta una “provincia” que debía reincorporarse a nuestra potestad.

Producida la Revolución de Mayo de 1810, Bernardo de Velazco, gobernador del Paraguay resuelve en asamblea que guardaría fidelidad al Consejo de Regencia español, y que tendría amistad con Buenos Aires pero no se sometería a su autoridad.

La respuesta de Buenos Aires fue militar, con Manuel Belgrano al frente de la expedición, la que resultó vencida por las armas paraguayas. Por un lado con el prócer se firma un acuerdo con Buenos Aires y el dominio de Velazco, aunque éste poco duró al ser presionado por un complot dirigido por José Gaspar Rodríguez de Francia, Pedro Juan Caballero y los hermanos Yegros.

Primero se lo obligó a cogobernar junto a Francia y Juan Valeriano Cevallos, hasta que fue depuesto el 9 de junio de 1811 por entablar tratativas con los realistas y “sostener la total división de esta Provincia… sin querer reducirse a enviar sus diputados al Congreso General de las Provincias”, y separarse de “un pueblo tan generoso e ilustrado como el de Buenos Aires”.

JUNTA DE GOBIERNO.

Reunido el Congreso de las Provincia ese mes de junio, se determinó la “creación de una Junta de Gobierno”, con Francia y Caballero, más Francisco Javier Bogatí y Fernando de la Nora, se nombraba un diputado, el mismo Francia, para ir a Buenos Aires “en el Congreso General anunciado pro al Junta de Buenos Aires”, y “que se suspenda toda relación con España, hasta la suprema decisión del Congreso General de Buenos Aires”.

Esta propuesta del diputado Mola, aprobada por aclamación, no fue acatada por Francia y se remitió una nota, del 20 de julio, donde, para algunos se notifica la independencia paraguaya, mientras que otros ven la voluntad de la “Provincia del Paraguay” de unirse con esa ciudad (Buenos Aires) y demás confederadas”.

Según Alberto Ezcurra Medrano, en “La Independencia del Paraguay” (1941), reeditado por el Instituto Juan Manuel de Rosas en 1999, refirió: “El tratado del 12 de octubre de 1811, negociado entre Francia por parte del Paraguay y Belgrano y Echevarría por parte de Buenos Aires, confirma la unión con las demás provincias argentinas… El artículo 4 sujeta a la decisión del Congreso de todas las provincias la demarcación de los límites del Paraguay y Corrientes. Y el artículo 5 establece la unión federativa y alianza indisoluble del Paraguay con las demás provincias confederadas… Todavía en nota oficial del 19 de agosto de 1812 el Gobierno del Paraguay declaraba que ´no aprovechará jamás en trance alguno las ocasiones que pudieran dispensarlo de la obligación sagrada que contrajo con el pueblo de Buenos Aires´”.

REPUBLICA DEL PARAGUAY.

Todo indicaba que Paraguay estaba unido a las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero, dictadura del Dr. Francia mediante, no se materializó. Se denominó República del Paraguay, con bandera y emblemas. Para Ezcurra Medrano, como el resto de los historiadores revisionistas, no era impedimento en seguir considerándola “provincia”, ya que igual pasó con Tucumán y Entre Ríos, y no se las tachó de separatistas, lo mismo su no concurrencia al Congreso de 1816 ya que las provincias artiguistas litoraleñas tampoco asistieron.

Sí, es cierto, Buenos Aires no tuvo políticas de acercamiento con Asunción ni consideraciones económicas por sus productos. Paradójicamente Rosas, que no reconocía su independencia, sí tuvo algunas deferencias. Según José María Rosa en “La caída de Rosas” (1958): “La obstinación de Rosas en considerar argentino al Paraguay favorece económicamente a (Carlos Antonio) López. Pues los productos paraguayos llevados a la a Buenos Aires como ´argentinos´ están exentos de derechos de aduana. Paraguay proveía la totalidad del gran consumo de yerba de la Confederación, pues competía en ventaja con la brasileña gravada por un arancel prohibitivo; también introducía cigarros (en competencia con los tarijeños de Salta, de menor calidad y mayor coste), tejidos y madera”.

Esto puede ser atendible, pero, también debe recordarse que la incursión anglofrancesa buscó, con acuerdo de ambas partes, comerciar con la levantisca Corrientes y la díscola Paraguay, ya que ambas habían firmado un tratado de amistad en 1841, actuando juntas durante varios años contra el Restaurador.

Humberto Calabrese, en “Juan Manuel de Rosas: cien respuestas acerca de su dictadura” (1975) refirió: “Los cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, sucesores del dictador fallecido, declararon entonces, el 25 de noviembre de 1842, la independencia de la Provincia, incitados por el Brasil… Rosas, sin embargo, no podía consentir jamás con la ridícula separación “legal” de esa provincia argentina... Y a pesar de actos inamistosos y hasta hostiles de aquel gobierno, nunca don Juan Manuel quiso emplear la fuerza contra el Paraguay; aunque en 1849 estuvo a punto de hacerlo, cuando Carlos Antonio López invadió el territorio de Misiones y sacó de sus casillas al Dictador. Aun así, Rosas consideraba que la ´irregular´ situación se corregiría por sí sola, volviendo la Provincia separatista, pro su propia voluntad, a entrar en el seno de la Patria Grande; cosa que se hubiera conseguido de no mediar el desastre de Caseros”.

Rosa sumó: “Cuando se forma el ejército “libertador” de Paz en Corrientes… López… declara formalmente la guerra “a Rosas” y envía una columna paraguaya a las órdenes de su hijo el joven Francisco Solano. Pero Rosas no hace caso de su declaración de guerra, y da instrucciones a Urquiza de no invadir el Paraguay”.

ESTRATEGIA DE URQUIZA.

Rosas, ante la invasión paraguaya de junio de 1849, más que protestar contra los guaraníes lo hará contra el Imperio del Brasil, previendo una futura guerra, la que sí se desatará con la ayuda, Pronunciamiento del 1° de mayo de 1851 mediante, de Urquiza junto a los “colorados uruguayos”, cuyo resultado final fue la batalla de Caseros.

El 17 de julio de 1852, ante el compromiso contraído con los brasileños del 21 de noviembre de 1851 al planificar la ofensiva contra Rosas, Urquiza reconoció la independencia del Paraguay. Pero poco le valió, ya que más de una década después se desató la guerra de la Triple Alianza en su contra.
Rosas partió a su exilio inglés, pero aún en la lejanía estuvo atento a los acontecimientos del Río de la Plata. Siempre reafirmó lo expresado en su época en el periódico “El Archivo Americano” que detalló las razones por las cuales “La provincia del Paraguay pertenece a la República Argentina desde el tiempo en que ésta ejerció el primer acto de soberanía popular del 25 de mayo de 1810”, considerando que “la entrada por agua a la provincia del Paraguay no puede efectuarse sino por el río Paraná, que pertenece a la Confederación Argentina, a la que corresponderá también la margen derecha del Paraguay, aún en el caso de la pretendida independencia de esa provincia”, y que si “la franquease a un Estado diferente arruinaría la nacionalidad argentina”.

Aun así, ante la heroicidad del Mariscal López y su valeroso pueblo, Rosas imitó el gesto que tuvo el Libertador San Martín con él, y le legó su propio sable, el 17 de febrero de 1869, al dignatario paraguayo. Su muerte, en manos del ejército brasileño, del 1° de marzo de 1870, frustró dicha acción.

Por Pablo A, Vázquez. 

*Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/529135-Juan-Manuel-de-Rosas-y-el-Paraguay-.note.aspx

jueves, noviembre 17, 2022

Vuelta de Obligado, Rosas y Malvinas.

 


El próximo domingo 20 se celebra en todo el país el día de la Soberanía Nacional.

Vuelta de Obligado, Rosas y Malvinas.

Por GABRIELCAMILLI *


Todos sabemos bien que en la Vuelta de Obligado el Ejército de la Confederación Argentina resistió heroicamente la incursión de la escuadra naval invasora apoyada en el bloqueo anglo-francés. 

Aquel 20 de noviembre de 1845 cuando las escuadras invasoras de las naciones en aquel tiempo más poderosas de la tierra, Inglaterra y Francia, entraron por el río Paraná, hubo algunos criollos, a cuyo mando estaba el general Lucio Norberto Mansilla, que estableció en las orillas del río unas baterías y preparo la defensa. Eran pocos cañones, no más de veinte. Y cañones de poco alcance frente a los cañones poderosos de la escuadra europea. Y sobre el río, una serie de barcazas y lanchones sobre las cuales tremolaba la Bandera argentina y estaban unidas por cadenas. Estas cadenas eran como un símbolo de una realidad más profunda, como un signo que estaba diciendo: "Aquí defendemos la integridad de la Patria! Aquí defendemos la virginidad de la Patria! De aquí no se pasa! Esto es nuestro, es terreno nuestro, esta tierra es nuestra".

Y heroicamente durante muchas horas esos criollos sostuvieron y soportaron los cañones de largo alcance y el impulso y el ataque de las escuadras extranjeras. Y pudieron pasar.

En esta querida Argentina hay algunos pusilánimes que dicen enseñar Historia que quieren minimizar los hechos grandes de la Patria, nos hablan todavía de la derrota de Obligado.

Es cierto, fue una derrota, una derrota parcial, porque el enemigo pudo dominar solamente, como escribe Lucio Mansilla, el terreno hasta donde alcanzó su metralla. Porque en las orillas del río estaban los criollos y estaba la infantería y la caballería criolla que no dejaba desembarcar al enemigo, le quitaban los abastecimientos, que si la flota podía navegar sus tropas no podían pisar el territorio de la Patria y cuando lo intentaban recibían duros golpes como el de El Tonelero.

El conflicto terminó precisamente con el reconocimiento de la soberanía argentina, se ganó en el plano de la estrategia y de la alta política, se ganó con los cañonazos de la escuadra extranjera rindiendo honores a nuestra bandera.

Además, hoy queremos señalar que no seríamos justos con la verdad histórica si no reivindicásemos al conductor de la gesta en el sentido político e histórico del término. En ese sentido, la personalidad del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas se agiganta y lo que antes ha sido el palpitar de un pueblo y los descubrimientos de la verdadera historia a manos de grandes investigadores como Adolfo Saldías, Julio Irazusta, Carlos Ibarguren, Ernesto Palacio o Vicente Sierra, hoy es certeza en la cultura cívica y hasta en buena parte de la actual historiografía. Por eso subrayo que el 20 de Noviembre es el Día de la Soberanía Nacional y es también una ocasión dorada para rendir homenaje y aprender del ejemplo patrio de ese gran argentino.

No podemos olvidar esta carta del Libertador y Padre de la Patria a Don Juan Manuel:
"Boulogne-sur- Mer, 2 de noviembre de 1848.

"Excmo. Sr. Capitán general D. Juan Manuel de Rosas. Mi respetable general y amigo: A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted, mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas".

Y el Libertador cierra la carta: "Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota. José de San Martín".

AMOR A LA PATRIA.

Era un enfrentamiento desigual, pero era un enfrentamiento en el cual por nuestra parte había un amor grande a la Patria, y había un coraje en esos criollos que estaban decididos a jugarse enteros para defender lo que era nuestro. Algo que en nuestra historia varias veces se ha dado. De alguna manera podemos comparar ese enfrentamiento desigual a aquel de nuestros héroes de las Malvinas, a aquellos pilotos que con sus aviones contra todos los cálculos técnicos y contra todas las posibilidades humanas, se lanzaban contra las fragatas inglesas, pero no con espíritu de suicidas, sino precisamente con espíritu de héroes, con espíritu de argentinos, con espíritu de aquellos que amaban a la Patria por encima de su vida. Aquellos soldados del Ejército y de la Armada que en la turba malvinera en una relación de poder de combate inferior mostraron arrojo y heroísmo a raudales. Es bueno recordarlo.

Es bueno recordar este heroísmo, este desinterés, esta entrega generosa, esta entrega de la vida. Es bueno recordarlo cuando a ese heroísmo quieren olvidarlo, cuando a ese heroísmo quieren enterrarlo, cuando a aquellos que dieron la vida por la Patria quieren dejarlos en el entierro, en el pasado, o en el olvido, cuando para esas gestas grandes solamente existe el silencio, el desprecio o la burla. Nosotros les decimos: No los vamos a Olvidar! No permitiremos que los Olviden!

PENSAMIENTO NACIONAL.

En el actual contexto de terribles presiones globalistas -que buscan disolver las identidades nacionales, las verdades filosóficas y las verdades reveladas de nuestra identidad, para confundir y esquilmar a los pueblos- hemos creado junto a un grupo de patriotas, el Instituto Elevan (Estudios y Legado en Valores Nacionales) para ser un lugar en el que el pensamiento nacional, de nítida auto afirmación de los valores espirituales y los intereses argentinos, y claramente enemistado con las fuerzas y las ideologías globalistas, pueda desenvolverse con libertad.

Tenemos en nuestro corazón el orgullo de contribuir a la restauración intelectual y académica del pensamiento nacional. El pensamiento nacional que defiende el suelo y el subsuelo, el mar y el espacio aéreo de la Patria, sí, pero sobre todo defiende al pueblo que lo habita y a la cultura y la Fe que lo enaltece y dignifica. Por ello reivindicamos a los grandes pensadores nacionales centrados en el concepto de la soberanía y la libertad de acción de los pueblos.

Defendemos la soberanía nacional, la integridad territorial, la proyección marítima y los intereses materiales y espirituales de la Patria, que son los del pueblo argentino todo. Nuestra identificación con el pensamiento nacional es nuestra decisión de luchar por los intereses del país, que están a la vista.
No pertenecemos ni perteneceremos jamás a círculos oscuros que se amparan en la noche para ver el daño que producirán durante el día. Esos grupúsculos han atacado siempre a las verdaderas tradiciones nacionales y han jugado siempre en contra de los intereses de la Patria y del Pueblo.

El próximo domingo 20, ese día festivo, repitamos una vez más: La soberanía de la Patria, es el derecho que tiene un pueblo sobre su tierra, el derecho que tiene un pueblo sobre su Historia, el derecho que tiene un pueblo sobre sus instituciones, el derecho que tiene un pueblo sobre sus dominios. Esa soberanía de la Patria es por la cual tenemos que trabajar y luchar, y también tenemos que rezar a Dios, porque un pueblo necesita de una tierra para vivir, para respirar, para crecer y para desarrollarse, para cumplir la misión se le ha dado en la Historia.

"Serás lo que debas ser, o no serás nada". La frase de San Martín nos exige. Casi que nos obliga a ser lo que tenemos que ser como nación.


* Cnl My (R) - Director de Elevan.
Publicado en Diario La Prensa.

domingo, mayo 29, 2022

29 de Mayo de 1810: "DÍA DEL EJÉRCITO". REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE PATRICIOS.

29 de Mayo de 1810: "DÍA DEL EJÉRCITO".  REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE PATRICIOS.


El Regimiento de Infantería “PATRICIOS”, es una unidad del Ejército Argentino que tuvo su origen en el cuerpo miliciano formado el 15 de septiembre de 1806 en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, luego de la primera invasión inglesa respondiendo a la proclama del Capitán de Navío y posterior virrey Santiago de Liniers y Bremond. Santiago de Liniers que convocó a todos los ciudadanos a armarse contra el enemigo pirata inglés. 

Así nació la “Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Aires”. 

Tuvo su bautismo de fuego el  5 de julio de 1807 defendiendo Buenos Aires durante la segunda invasión.

Fue su primer Jefe el, entonces, Teniente Coronel Don Cornelio Saavedra. Esteban Romero fue elegido comandante del 2.º Batallón y José Domingo Urien del 3.º Batallón. Manuel Belgrano fue elegido sargento mayor. Figuraron como oficiales Feliciano Chiclana, Martín Lacarra, Gregorio Pedriel, Vicente López y Planes, Eustoquio Díaz Vélez y miles de valientes criollos.

Es considerada la unidad de Combate con más de 200 años de historia, la más antigua del Ejército Argentino y de Hispanoamérica.

Estuvo presente en las jornadas de mayo de 1810.

Mediante la proclama del 29 de mayo de 1810, sólo cuatro días después de asumir el gobierno, la Junta dispuso ampliar los batallones de milicias existentes al rango de regimientos.

Otros datos:

Durante la Guerra de la Independencia, participó entre otras, en las gloriosas jornadas de Suipacha, San José, Las Piedras, Montevideo y Tucumán.

En el año 1833 intervienen en la campaña del desierto de Juan Manuel de Rosas.

En la década de 1840, participó exitosamente en el rechazo de las sucesivas incursiones anglo-francesas a las costas argentinas, alcanzando su mayor brillo el 20 de noviembre de 1845 en el Combate de la Vuelta de Obligado.

Participó activamente en la infausta guerra del Paraguay (o de la Triple Alianza), luchando en Yatay, Paso de Patria, Tuyutí, Estero Bellaco y Curupaytí, Yatayty-Corá, Humaitá y Lomas Valentinas.

Es en el asalto a Curupaytí, trágica jornada de esta guerra para las armas aliadas, cuando chocaron frontalmente contra la inexpugnable posición de la defensa paraguaya. Allí murió, entre muchos otros, el teniente coronel Manuel Rosetti, jefe del Batallón de Patricios.

A fines del siglo xix, el regimiento recuperó su nombre y se lo destinó a escolta del comandante en jefe del Ejército Argentino.

En 1989 participó en la recuperación del cuartel del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 “General Belgrano”, sito en La Tablada, provincia de Buenos Aires, copado por elementos del Movimiento Todos por la Patria. En la actualidad tiene también el papel ceremonial de escolta del Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el recibimiento de los presidentes extranjeros que visitan Argentina y en la custodia del Cabildo de Buenos Aires.

Fuente de información se utilizaron datos de Wikipedia y La Gazeta Federal.