VIÑETAS SARMIENTINAS.
El escritor rionegrino Jorge Castañeda que reside en la localidad rionegrina de Valcheta (Río Negro) escribió un interesante artículo sobre el siempre polémico Sarmiento que al igual que el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Juan Bautista Alberdi, Juan Domingo Perón, Evita se los defienda o pondere se los ataque o crítique siempre están son como aquella canción de Marilina Ross que sonaba en las radios de la región: "...aunque no lo vaeamos el sol siempre está, siempre está..." y siempre aparecen y diceen: ¡Presente! y Sarmiento es uno de ellos.
De este artículo que publicara el día sábado 9 de saptiembre del 2006 (como pasa el tiempo) en el suplemento cultural "Historias bajo cero" del diario regional "Río Negro" se extrae lo siguiente:
La importancia del nombre. El día 15 de febrero de 1811, nueve meses después de la Revolución de Mayo, nació en San Juan el futuro presidente Faustino Valentín Sarmiento, a quién -dice Daniel Balmaceda- "le desapareció un Valentín y se le antepuso un inexplicable Domingo. Su hijo, Dominguito (Domingo Fidel), era en realidad hijo del chileno Domingo Castro y de Benita Martínez Pastoriza. Cuando ella enviudó, se unió a Sarmiento y le dieron el apellido del padrastro. Ese día dejó de ser Domingo Fidel Castro". El misterio de los nombres, que al decir de Borges "son arquetipo de la cosa".
...
Sarmiento y la prensa. Siendo senador nacional en la sesión del 15 de setiembre de 1857 supo decir sobre los abusos sobre la prensa: "Se ha tolerado siempre y se necesita que la prensa tenga absoluta libertad de criticar, con justicia o sin ella, los actos de los que gobiernan, de los comisarios, de los jueces, etc., porque no hay en efecto otro freno que pueda contener, no los avances cometidos, sino el poder que puede ejercerse aun con la influencia de los buenos actos. Se ve todos los días en cada uno de los poderes públicos una tendencia a absorber más poder, y es sólo la prensa la que desvirtúa ese trabajo incesante. La prensa defiende a los ciudadanos, defiende la moral pública y a veces logra quebrantar la audacia de la ambición, y la influencia de esas cosas que de otro modo no pueden romperse".
A mal Sarmiento, buena podadera. Muchos adversarios tuvo el sanjuanino, algunos enconados y otros ocasionales como Alberdi, pero pocos como el poeta Martínez Villerga que tuvo la única virtud de dedicarle su soneto titulado "Sarmienticidio" hoy olvidado con toda su insignificante obra literaria, pero que vale para la polémica: "Este escritor de pega y de barullo/ que traduce, delira, o no hace nada,/ subir quiere del genio a la morada, de sus propias lisonjas al arrullo. Fáltale ciencia pero tiene orgullo,/ la paz le ofende y la virtud le enfada:/ es ciego admirador de Torquemada/ y enemigo mortal de Pero-Grullo. Tal en resumen es mi pensamiento/ acerca de este autor que lleva el nombre,/ o apellido, o apodo, de Sarmiento. Nada hay en él que agrade ni que asombre:/ carece de instrucción y de talento;/ en todo lo demás es un gran hombre". Por suerte le faltó al soneto el estrambote.
El escritor rionegrino Jorge Castañeda que reside en la localidad rionegrina de Valcheta (Río Negro) escribió un interesante artículo sobre el siempre polémico Sarmiento que al igual que el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Juan Bautista Alberdi, Juan Domingo Perón, Evita se los defienda o pondere se los ataque o crítique siempre están son como aquella canción de Marilina Ross que sonaba en las radios de la región: "...aunque no lo vaeamos el sol siempre está, siempre está..." y siempre aparecen y diceen: ¡Presente! y Sarmiento es uno de ellos.
De este artículo que publicara el día sábado 9 de saptiembre del 2006 (como pasa el tiempo) en el suplemento cultural "Historias bajo cero" del diario regional "Río Negro" se extrae lo siguiente:
La importancia del nombre. El día 15 de febrero de 1811, nueve meses después de la Revolución de Mayo, nació en San Juan el futuro presidente Faustino Valentín Sarmiento, a quién -dice Daniel Balmaceda- "le desapareció un Valentín y se le antepuso un inexplicable Domingo. Su hijo, Dominguito (Domingo Fidel), era en realidad hijo del chileno Domingo Castro y de Benita Martínez Pastoriza. Cuando ella enviudó, se unió a Sarmiento y le dieron el apellido del padrastro. Ese día dejó de ser Domingo Fidel Castro". El misterio de los nombres, que al decir de Borges "son arquetipo de la cosa".
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Sarmiento y la prensa. Siendo senador nacional en la sesión del 15 de setiembre de 1857 supo decir sobre los abusos sobre la prensa: "Se ha tolerado siempre y se necesita que la prensa tenga absoluta libertad de criticar, con justicia o sin ella, los actos de los que gobiernan, de los comisarios, de los jueces, etc., porque no hay en efecto otro freno que pueda contener, no los avances cometidos, sino el poder que puede ejercerse aun con la influencia de los buenos actos. Se ve todos los días en cada uno de los poderes públicos una tendencia a absorber más poder, y es sólo la prensa la que desvirtúa ese trabajo incesante. La prensa defiende a los ciudadanos, defiende la moral pública y a veces logra quebrantar la audacia de la ambición, y la influencia de esas cosas que de otro modo no pueden romperse".
A mal Sarmiento, buena podadera. Muchos adversarios tuvo el sanjuanino, algunos enconados y otros ocasionales como Alberdi, pero pocos como el poeta Martínez Villerga que tuvo la única virtud de dedicarle su soneto titulado "Sarmienticidio" hoy olvidado con toda su insignificante obra literaria, pero que vale para la polémica: "Este escritor de pega y de barullo/ que traduce, delira, o no hace nada,/ subir quiere del genio a la morada, de sus propias lisonjas al arrullo. Fáltale ciencia pero tiene orgullo,/ la paz le ofende y la virtud le enfada:/ es ciego admirador de Torquemada/ y enemigo mortal de Pero-Grullo. Tal en resumen es mi pensamiento/ acerca de este autor que lleva el nombre,/ o apellido, o apodo, de Sarmiento. Nada hay en él que agrade ni que asombre:/ carece de instrucción y de talento;/ en todo lo demás es un gran hombre". Por suerte le faltó al soneto el estrambote.
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