Esta entrada es un avance no más, si Dios quiere seguiré ampliando y todo viene por una nota publicada por el Diario El País-España, el 21 de enero 2012 "La sombra de Isabelita Perón recorre Madrid". Foto cuando asume la presidencia.
DATOS DE MARÍA ESTELA MARTÍNEZ.María Estela Martínez Cartas, nacida en un hogar de clase media en la provincia de La Rioja (Argentina) en 1931 su familia se mudó a Capital Federal cuando tenía 3 años, conocida popularmente como Isabelita o Isabel Perón por el nombre artístico Isabel Gómez que usó en su época de bailarina, fue Presidente Constitucional de la Nación Argentina y una de las primeras mujeres en el mundo en tener el título de presidente o presidenta como se dice en los tiempos Nac&Pop.
Estando Perón en el exilio en Panamá, apareció María Estela Martínez quien era bailarina, había integrado el elenco estable del Teatro Cervantes y estaba de gira con una compañía. Hizo todo lo posible por acercarse a Perón (tanto que despertó las sospechas de que se trataba de una espía) y le pidió trabajo como secretaria, a cambio de la casa y la comida, tenía 24 años. Se ganó el cariño del viejo caudillo argentino, que en ese entonces no tenía un peso y vivía rodeado de enemigos, por lo que cabe descartar que se hubiera acercado por interés. Dicen que la conocía en la segunda presidencia de Perón y que formalizaron en Panamá. Llegan a España en 1960 y se convierte en una especie de embajadora y negociadora de Perón ante emisarios y sindicatos; y secretaria (hasta la llegada del nefasto José López Rega en el ´66); también absorbe todo el credo de la dictadura española del Caudillo por la Gracia de Dios, Francisco Franco. Como Perón no podía casarse por haber sido excomulgado por la Iglesia (algunos historiadores aseveran que no lo fue), el Obispo de Madrid les dispensa un "matrimonio de conciencia" en noviembre de 1961. En lo cierto es que se casaron en Madrid en 1961, y fue la última mujer en la vida de Perón, quien la recompensaría depositando en ella toda su confianza.
Palabras de Perón a su amigo Ramón Landajo en su exilio panameño: “quien me desvirgó fue Potota, y Eva fue la que encendió el fuego de la revolución. Ella hizo la hoguera que siempre me mantuvo encendido”. Años después, ya en Madrid, el propio Landajo le preguntaría qué papel había jugado Isabel en este universo femenino y recibió como respuesta que “ella es el ladrillo caliente que me entibia los pies”.
Estando Perón en el exilio en Panamá, apareció María Estela Martínez quien era bailarina, había integrado el elenco estable del Teatro Cervantes y estaba de gira con una compañía. Hizo todo lo posible por acercarse a Perón (tanto que despertó las sospechas de que se trataba de una espía) y le pidió trabajo como secretaria, a cambio de la casa y la comida, tenía 24 años. Se ganó el cariño del viejo caudillo argentino, que en ese entonces no tenía un peso y vivía rodeado de enemigos, por lo que cabe descartar que se hubiera acercado por interés. Dicen que la conocía en la segunda presidencia de Perón y que formalizaron en Panamá. Llegan a España en 1960 y se convierte en una especie de embajadora y negociadora de Perón ante emisarios y sindicatos; y secretaria (hasta la llegada del nefasto José López Rega en el ´66); también absorbe todo el credo de la dictadura española del Caudillo por la Gracia de Dios, Francisco Franco. Como Perón no podía casarse por haber sido excomulgado por la Iglesia (algunos historiadores aseveran que no lo fue), el Obispo de Madrid les dispensa un "matrimonio de conciencia" en noviembre de 1961. En lo cierto es que se casaron en Madrid en 1961, y fue la última mujer en la vida de Perón, quien la recompensaría depositando en ella toda su confianza.
Palabras de Perón a su amigo Ramón Landajo en su exilio panameño: “quien me desvirgó fue Potota, y Eva fue la que encendió el fuego de la revolución. Ella hizo la hoguera que siempre me mantuvo encendido”. Años después, ya en Madrid, el propio Landajo le preguntaría qué papel había jugado Isabel en este universo femenino y recibió como respuesta que “ella es el ladrillo caliente que me entibia los pies”.
María Estela Martínez fue entonces juzgada y condenada por malversación de fondos públicos, y permaneció detenida, sin juicio previo, durante más de cinco años, primero en la residencia de El Messidor, provincia del Neuquén, en las cercanías de Villa la Angostura a orillas del Lago Nahuel Huapi donado en 1964 a la provincia del Neuquén para sea un lugar de descanso de los gobernadores neuquinos, su segundo destino fue en Azul, ciudad bonaerense, en cuya Base Naval llamada Juan Bautista Azopardo, permaneció un poco mejor atendida, gracias al buen trato del almirante Emilio Massera. En octubre de 1978 nuevamente fue mudado su cautiverio, esta vez a la quinta de San Vicente, propiedad de Perón, donde permaneció hasta el 12 de julio de 1981, fecha en que fue liberada, por orden del Gral. Roberto Eduardo Viola, que había sustituido al Tte. Gral. Jorge Rafael Videla en el mando de la Junta Militar (+), y decidió exiliarse a Madrid, fijando su residencia en Puerta de Hierro, y sin tener más contacto con la política argentina; continuó siendo titular del Partido Justicialista por algunos años más.
En 1983 volvió al país para la asunción del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín el 10 de diciembre.
Con acento de española se la recuerda por su frase evasiva "¡No me atosiguéis, no me atosiguéis!", reiterada hasta el cansancio cuando, en las elecciones presidenciales de 1989, la prensa le preguntaba si iba a votar al candidato peronista Carlos Saúl Menem (gobernador de La Rioja) o al oficialista de la U.C.R. Eduardo Angeloz (gobernador de Córdoba).
Foto con Videla y Massera quienes la derrocarían el 24 de marzo de 1976.
(+)Massera, Videla y Viola fueron juzgados y condenados por crimenes y violaciones a los derechos humanos.
LA CLAUSURA DE MARÍA ESTELA MARTÍNEZ
La sombra de Isabelita Perón recorre Madrid
La tercera esposa de Juan Domingo Perón asumió la presidencia argentina tras enviudar. Detenida por una junta militar, fue liberada en 1981. Desde entonces reside en España, donde trata de huir de sus fantasmas entre timbas con pastas, misas de precepto y reflexiones astrales con su amigo Octavio Aceves.
Mario Rotundo, pícaro albacea de los bienes del expresidente argentino Juan Domingo Perón (1895-1974), se declaró testigo de la pesadilla supuestamente sufrida en España por la segunda viuda del caudillo gaucho: María Estela Martínez, Isabelita, que en 1973 accedió a la jefatura del Gobierno del país sudamericano por voluntad de Perón y sin otra preparación que la propia incompetencia. Los militares la derrocaron en 1976, y desde principios de los ochenta Madrid se convirtió en su residencia habitual. Isabelita Perón."Sufrió mucho al ser detenida en 2007; necesitó ayuda psicológica", dice Aceves
"Ella dice que no entendía de política, que fue puesta en la presidencia por designio de Dios"
Verdades, misterios y fabulaciones convergen sobre la evanescente María Estela Martínez Cartas, de 80 años, que no sabe, no contesta, o se hace la loca cuando la prensa indaga sobre los episodios y responsabilidades de su pasado personal y político. La pesadilla mencionada por el albacea argentino habría ocurrido en los noventa: una noche madrileña, Isabelita despertó a Rotundo, que en esos años era su amigo, con el apremio de que acudiera a toda prisa a su domicilio de la calle de Casado del Alisal. Cuando entró en el dormitorio de la compatriota, la encontró de pie sobre la cama, pálida, desencajada, dando aterradores gritos. La alucinada habría dicho a Rotundo que durante media hora la habitación fue tomada por una luz cenital, intensa, envolvente, que salía de la cómoda donde guardaba el sudario de Eva Duarte de Perón, Evita (1919-52), primera viuda del general.
Rotundo, de 61 años, debió llevarse el mueble para que la perturbada dejara de chillar, según afirmó. "Por eso me da la risa cuando leo o escucho que López Rega [José, exministro y secretario privado de Isabel Perón, alias El Brujo] hacía acostar a Isabel junto al cadáver de Eva para pasarle su alma".
El delirio narrado por Rotundo, presidente de la nebulosa Fundación por la Paz y Amistad de los Pueblos, viene recogido en el libro El heredero del general, publicado en mayo del año pasado por el periodista Miguel Prenz, que no entra en valoraciones sobre la veracidad del relato. "En la historia que cuento, quienes podrían confirmarla o negarla murieron o prefieren callar", dice el autor, profesor de la escuela de periodismo TEA de Buenos Aires.
Analfabeta políticamente, el desgobierno de 632 días de Martínez de Perón, que sentó a militares gorilas en el Consejo de Ministros, facilitó el cuartelazo de 1976 y un terrorismo de Estado cuyos desmanes aún estremecen.
María Estela Martínez, bailarina de vocación, se casó con Juan Domingo Perón en España en 1961, donde habían decidido establecerse. El amancebamiento de la pareja repelía a las sotanas y monaguillos de la democracia orgánica, apostólica y romana de Franco. Fue nombrada vicepresidenta de Argentina el 12 de octubre de 1973, y el fallecimiento del fundador del peronismo en julio del año siguiente la colocó directamente en la presidencia, donde fue presa fácil de los conspiradores castrenses. La historiadora argentina María Sáenz Quesada dice en una biografía sobre su trayectoria que la Isabelita joven nunca representó al feminismo moderno y, contrariamente, exhalaba "un sabor añejo, casi machista". "Miren qué linda la señora, ¿qué me dicen de su vestido?", comentaba Juan Domingo Perón al paso de su señora por el Senado.
La presidenta, derrocada en marzo de 1976, arrancó su prolongada residencia española en el año 1983, cobijada por un franquismo residual deudor de Perón que había sido despachante de carne de la Pampa hacia la madre patria cuando esta padecía subdesarrollo. Isabelita congenió con Pilar Franco, hermana del Generalísimo; frecuentó sacristías del Opus Dei, mesas petitorias y alcurnias de otro siglo; hubo saraos y abolengos de Madrid y Marbella que se disputaron su presencia para vestir las tertulias. María Estela Martínez vivió en una mansión de Puerta de Hierro hasta su venta para sufragar el juicio por la herencia de Perón promovido por las hermanas de Evita, a las que debió pagar cerca de cuatro millones de euros. Al objeto de impedir que los bienes del caudillo almacenados en la casona, desde el sudario del desvarío hasta el capote de gala del general, pudieran ser objeto de nuevas reclamaciones, María Estela Martínez optó por donarlos ante notario madrileño a Mario Rotundo. La viuda se arrepintió pronto y quiso anular el trato, pero no pudo. Para entonces, el taimado adulador de Perón, quien supuestamente le había nombrado su albacea, ya había puesto a buen recaudo el patrimonio. Actualmente vende los objetos, más de 14.000, por Internet. El sudario fue comprado en 2004 en una subasta por el español Antonio Mata, entonces presidente de Aerolíneas Argentinas, para regalarlo al Congreso argentino.
El itinerario existencial de la señora discurre hoy plácido, monacal, encarrilado en el conservadurismo y en una rutina de ancianidad apenas rota por esporádicas merendolas y reuniones con amigas y comadres de salón de belleza. Coqueta y frugal, juega a cartas, charla con su amigo Octavio Aceves y sus asesores fiscales y abogados la tienen al día. Ocasionalmente, pega la hebra con las caritativas damas del rastrillo Nuevo Futuro, en cuya mesa de famosos colabora con donativos y filantrópicas manualidades. Leandro de Borbón, hijo natural del rey Alfonso XIII, ha sido compañero de cuestación. La embajada argentina asegura saber poco sobre los hábitos de una mujer que cumplió seis años de reclusión en su país tras la asonada de los generales genocidas. "Los militares la quisieron asesinar mientras estuvo detenida", afirma un argentino que la frecuenta. "Fue después de una intervención quirúrgica de ovarios. Se llegó a decir que la vaciaron y le dejaron las gasas del quirófano dentro para que se muriera".
La clausura de la anciana en Villanueva de la Cañada sufrió un sobresalto el 12 de enero de 2007, cuando la policía acudió a su domicilio después de que la justicia argentina hubiera pedido su extradición por supuestos delitos de lesa humanidad durante su presidencia. Denegada la entrega, Isabelita, ciudadana española desde 2000, pudo regresar a su cenobio madrileño, a las misas de precepto y a las timbas con pastas y reflexiones astrales. "Sufrió mucho al ser detenida y necesitó ayuda psicológica. Ese proceso le pareció inverosímil y la consumió", se duele el hispano-argentino Aceves, con despacho profesional de vidente. "La conozco desde hace más de 30 años. Fue una víctima de las circunstancias. Contrariamente a lo que algunos creen, es muy culta y divertida, muy afectiva, que ayuda a los amigos. A mí me ha ayudado mucho, incluso económicamente". El adivino es generoso, superlativo, en el elogio de la amiga y en la negación de que fuera bailarina de cabaré y de teatrillos de tercera cuando conoció a Perón en Panamá en 1955. "Isabel ha bailado danza clásica desde que era jovencita. Llegó a bailar en el teatro Colón. Todavía es capaz de hacerme posturas de ballet con 80 años. Le pides hoy en día que te haga una pose y te la hace. Pone los pies donde hay que ponerlos y levanta la pierna hasta la altura del hombro. Camina erguida, y se mantiene guapa. Tiene una agilidad fantástica", agrega Aceves.
Pero si María Estela Martínez Cuartas nunca rebatió públicamente las calumnias de quienes casi la llamaron furcia de garito, tampoco se manifestó muy combativa en la defensa de su inocencia política. Le llovieron las acusaciones y demandas de quienes atribuyen a su nulidad como presidenta, cuando no a la complicidad por acción u omisión, el nacimiento de la criminal Triple A (Alianza Anticomunista Argentina): los escuadrones ultraderechistas concebidos por quien fuera su ministro de Bienestar Social José López Rega, El Brujo, responsables de cientos de atentados y asesinatos. Les tomaron el relevo los verdugos uniformados de la dictadura militar (1976-1983), que acabaron con la vida de más de 20.000 personas en los calabozos de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires y otras dependencias castrenses.
El abogado argentino Carlos Slepoy piensa que María Estela Martínez de Perón se hace la pendeja y la enferma bipolar, y establece una analogía entre la postración física y psiquiátrica esgrimida por sus abogados durante las citaciones judiciales de hace cinco años y los argumentos de la defensa de Augusto Pinochet en Londres, en 2000, para evitar su entrega a Chile. Nada más aterrizar en Santiago, el dictador chileno saltó de la silla de ruedas.
"Ella dice que no se enteraba de nada, que no entendía de política, que fue puesta en la presidencia por designio de Dios", dice Slepoy. "Pero de ninguna manera puede alegar desconocimiento. Sabía perfectamente lo que ocurría en Argentina". Baltasar Garzón la citó como testigo en 1997 y llegó a la conclusión de que María Estela Martínez de Perón poco pudo decidir porque otros, fundamentalmente los generales y sus cómplices en la vida civil, lo hicieron en su nombre.
Para el abogado español Antonio Hierro, que fue miembro del Tribunal Supremo y la defendió hace cuatro años, el capítulo reabierto por la justicia argentina está cerrado. "Las resoluciones de la Audiencia Nacional denegando la extradición ganaron firmeza con arreglo a nuestras leyes y, como usted entenderá, se acabó el asunto". No acabó para los jóvenes argentinos de la asociación HIJOS, víctimas de la Triple A y de la dictadura militar, que un día empapelaron los accesos a su chalé en la urbanización Mocha Chica de Villanueva de la Cañada con exigencias de juicio y castigo: "Aquí vive una genocida", escribieron en un afiche.
María Estela Martínez todavía es pieza apetecible para aquellos que, como Rotundo, pleitean por el resto de los bienes de Perón y por los millones supuestamente ingresados en cuentas suizas y españolas. De hecho, la jueza Pilar Saldaña, del Juzgado de Instrucción de Móstoles, ordenó en 2007 el embargo de los bienes de Isabelita en respuesta a una reclamación judicial del albacea. "La jueza Saldaña no va a decir nada, pero, de todas formas, su sentencia fue recurrida ante la Audiencia Nacional, y una resolución definitiva puede tardar tiempo", precisan fuentes de ese juzgado.
Como el tiempo es valioso, Isabelita lo aprovecha virtuosamente, según sus amigos. Le encanta hablar sobre ópera y música de cámara, y se conserva estupendamente para su edad. No camina como una abuela, sino erguida, ágil, cuentan. Isabelita fue una víctima de las circunstancias. ¿Y por qué no atiende a la prensa para explicarse? "Pues porque está harta de que le pregunten sobre Perón". Está harta de que le pregunten por Juan Domingo Perón y, muy a su pesar, por los asesinatos cometidos por pistoleros con licencia para matar durante su Gobierno.http://www.elpais.com/articulo/Revista/sabado/sombra/Isabelita/Peron/recorre/Madrid/elpepirsa/20120121elpepirsa_3/Tes
NOTA ADICIONAL:El sudario de Evita
Subastados en Roma los objetos personales de Perón y su esposa.Fue el último sudario sobre el cadáver embalsamado de Evita Duarte de Perón: tres velos casi imperceptibles, blancos y celestes como la bandera argentina, confeccionados por las monjas madrileñas de la Merced. Ése fue el tejido que cubrió el cuerpo más errabundo del siglo XX cuando en 1971 fue extraído de la sepultura de Milán en la que estaba oculto, bajo el nombre falso de Maria Maggi Magister, y enviado a Madrid. Desde allí hizo el viaje final hacia Argentina. Consta en certificado que un sacerdote mercedario, Elías Gómez, bendijo la tela el 10 de septiembre de ese año. Una mujer, en nombre de Aerolíneas Argentinas, adquirió ayer el sudario por 130.000 euros, en una subasta celebrada en la sala Christie's de Roma.
Subasta de objetos de Eva Perón- EFE
Algunos peronistas trataron de impedir la venta de recuerdos del general argentino y de Eva Duarte.
Fue una subasta peculiar, que algunos peronistas trataron de impedir hasta el último momento. A golpe de maza fueron vendidos el sudario de Evita y el uniforme de gala de Perón, la biblioteca del general, abundante en dedicatorias, y la piel de oso regalada por el Gobierno de la Unión Soviética, las medallas, el ajado tocadiscos, los discos de Mario Clavel, los ceniceros, los zapatos, el batín verde, los muebles, los espejos... Eran los objetos valiosos o nimios que acompañaron a Juan Domingo Perón en su exilio madrileño.
La herencia del general, dejada a Antonio Mario Rotundo, uno de sus últimos colaboradores y amigos, se dispersó definitivamente. El dinero recaudado debía servir, según Rotundo, para abrir dispensarios en Argentina y para conceder créditos a gente con ideas pero sin recursos. "Ojalá los compradores sean argentinos", dijo Rotundo tras el definitivo martillazo. "Lo ofrecimos todo al Gobierno de Argentina, para que se incorporara al Patrimonio Nacional, pero no lo quisieron. Quisimos organizar una exposición itinerante en Argentina, pero nadie adelantó el dinero". "Ahora", añadió, "que no se quejen".
El ex diputado Lorenzo Pepe, presidente del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, había exigido la suspensión de la subasta. "Es un atentado contra la memoria colectiva de los argentinos y viola los tratados internacionales y la legislación nacional vigente", dijo. Rotundo, que creó la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos y que en 2001 estableció en Roma la asociación Funpas-Onlus, se remitía a los testamentos: "Evita cedió a Perón todos sus bienes, sin ninguna condición, e incluso dijo que su mortaja debía servir para paliar el hambre de la gente; Perón, a su vez, nos lo cedió todo a nosotros".
La subasta se desarrolló casi enteramente por teléfono. La oferta que se llevó el sudario la hizo, sin embargo, una mujer de mediana edad presente en la sala. Era una empleada de Aerolíneas Argentinas que salió a toda prisa en cuanto cerró la operación y huyó de la prensa. Horas después Aerolíneas difundió un comunicado para informar que el presidente de la compañía, Antonio Mata, había comprado el sudario para ponerlo a disposición del Estado.
Algunos lotes apenas suscitaron interés. Los objetos de María Estela Martínez, llamada Isabelita, segunda esposa de Perón y presidenta de Argentina tras su muerte, en 1974, salieron por debajo del precio de tasación. Sólo contaba el recuerdo de Evita y su general. El uniforme de gala de Perón, expuesto en el Museo de la Casa Rosada en 1995 y valorado en 5.000 euros, se vendió por 75.000, tras un largo e intenso juego de pujas. Y alguien pagó 120.000 euros por la biblioteca de la residencia madrileña, más de 700 tomos entre los que había de todo. Ahí estaba, por ejemplo, el apático regalo del general Franco en el momento del retorno de Perón a Argentina, en junio de 1973: un tomo titulado Palacios y Museos de España.
Todo se fue. Hasta la lápida de Canela, un gran pedazo de mármol roto con la siguiente inscripción: "El mejor y más fiel de los amigos, 1955-1966". Bajo esa piedra reposaron los restos del perrillo de Perón en el jardín de Puerta de Hierro.
http://www.elpais.com/articulo/ultima/sudario/Evita/elpepiult/20040319elpepiult_1/Tes.
19/03/2004
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