

Unos seis pingüinos muertos yacían en las arenas de la séptima bajada, junto a un ejemplar todavía vivo que resistía de pie el paso de los curiosos –y sus mascotas– sin mayores esperanzas de sobrevida.

También en las tranquilas playas de Caleta de los Loros podían observarse varios juveniles muertos en la última semana y uno agonizante que yacía en cercanías de Punta Mejillones, junto a otro congénere sin vida.
Los guardafaunas del área Natural Protegida explicaron a "Río Negro" que se trata de juveniles que no alcanzaron el peso suficiente para resistir la larga migración al sur de Brasil y se acercan agonizantes a morir en las playas del golfo San Matías.
Fenómeno creciente.
No obstante reconocieron que el fenómeno es creciente y lo atribuyeron a la incidencia de las pesqueras instaladas en el mar patagónico que reducen el alimento disponible para la fauna autóctona.
"Las pesqueras reducen drásticamente la cantidad de peces y los padres deben nadar cada vez mayores distancias para conseguir el alimento de los pichones, por eso hay cada vez más juveniles que no alcanzan el peso necesario para soportar la larga travesía hasta el sur de Brasil" relataron.
Dentro de las políticas de conservación de fauna la mortandad de juveniles se asimila al proceso de selección natural y no hay previsiones para intervenir, como sí se contempla en el caso de los ejemplares empetrolados.
Tanto el personal de las oficinas de Turismo de Las Grutas que recibió las denuncias como los guarda faunas actuaron en forma diligente ante los avisos preocupados de turistas, aunque era poco lo que podían hacer.
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