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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

martes, julio 07, 2015

JORGE CAFRUNE (1937 - 1978): LOS CANTORES POPULARES ARGENTINOS QUE LA HISTORIA OFICIAL PREFIERE "OLVIDAR".

JORGE CAFRUNE, ARGENTINO
HASTA LAS PATA.
Nació en Perico del Carmen, provincia de Jujuy, el 8 de agosto de 1937.
Vivió su adolescencia en la capital jujeña y luego se trasladó a Salta con su familia. Su padre, jujeño descendiente de árabes, le inculcó el amor por la guitarra y por el canto de la tierra.
Tenía menos de 18 años cuando se incorporó al conjunto folclórico “Los Pastores”, al tiempo que ingresaba a la facultad de Derecho. Pero su vocación artística fue más fuerte: luego de abandonar los estudios ingresa a “Las Voces del Huayra”, grupo en el que permaneció alrededor de un año. Luego, a instancias de Ariel Ramírez, forma parte del elenco fundador de “Los Cantores del Alba”, uno de los conjuntos decanos del folclore sesentista. No duró mucho allí, su espíritu andariego e inquieto lo llevaría por otros caminos. Montado en una vieja motocicleta recorrió la zona del litoral y “cuando se acabó la nafta” recaló en Esperanza, provincia de Santa Fe. Allí conoció al poeta José Pedroni, al que luego homenajearía en un disco. En Buenos Aires, otro poeta y, como él, guitarrero y cantor, Jaime Dávalos, insiste para que viaje a Cosquín, sede del famoso festival. Corría enero de 1962. Allí canta en las peñas aledañas al festival. Lo escucharon algunos miembros de la comisión y lo invitaron al escenario mayor. Por votación popular recibió el premio “Revelación” y allí comenzó su etapa consagratoria. Llegó a grabar hasta dos discos (más de veinte títulos) por año.
En 1965 registró “El Chacho, vida y muerte de un caudillo”, con letras de León Benarós. Luego le cantó a “La Independencia”. “Orejano”, del poeta uruguayo Serafín J. García, y las “Coplas del payador perseguido”, de Yupanqui, fueron dos de sus éxitos más representativos.
A fines de la década viaja a España, donde su arte autóctono es apreciado por el público joven. En 1971 un periodista español lo retrata así: “alto y ancho, con espesa barba llena de canas y amplios pantalones de gaucho argentino. En la mano tiene una vasija con mate, una especie de té de su tierra, que chupa de vez en cuando. Recuerda a un gran sultán”. En ese mismo reportaje se muestra admirador de Rosas y los caudillos provincianos y destaca la obra de Perón, a quien visitara en Puerta de Hierro. “América del Sur –dice- se está haciendo, busca su rumbo, su sitio en el mundo, su liberación, la independencia. Ser cada uno: con su sentido, con su aire nacional”.
Regresa a Buenos Aires a fines de 1977 con el propósito de emprender una de sus giras “de a caballo y por la Patria”. Esta vez la intención del cantor era brindar un homenaje a San Martín, en el bicentenario de su nacimiento, uniendo la capital federal con Yapeyú. Allí pensaba depositar una urna con tierra traída desde Boulogne Sur-Mer. Antes de partir, desde la Catedral Metropolitana, habría tenido un altercado con un grupo de civiles sin identificar que se oponen a que cumpla ese objetivo. Conviene recordar que la junta militar en el poder había preparado una ostentosa celebración para el 25 de febrero en Corrientes bajo la consigna “San Martín ha sido y tiene que seguir siendo símbolo de paz y de unión entre todos los argentinos”. La presencia de un artista contestatario, adverso a la política procesista y con enorme llegada entre las clases populares de todo el país hubiera empañado en cierta forma aquellos fastos dispuestos con tanto celo por la dictadura.
Un testigo presencial, Fino “Chiquito” Gutiérrez, su compadre y acompañante, afirma que Cafrune marchaba esa noche de vera bonaerense, contra su costumbre, sobre la banquina de la ruta. Llevaba en la montura un farol que daba cuenta de su presencia. De pronto, en la intersección de la ruta 27 y la calle Tirso de Molina, en jurisdicción de General Pacheco, una camioneta irrumpe por detrás y embiste violentamente a Gutiérrez. Éste cae hacia atrás sobre el pavimento, mientras su caballo, impulsado por el impacto, es proyectado hacia delante, sobre la cabalgadura del cantor, que rueda pesadamente en tierra. El conductor huye velozmente mientras Cafrune, que ha golpeado con su cabeza sobre el piso, ha quedado inmovilizado y con un agudo dolor a la altura de los pulmones. Un automovilista se ofrece a conducirlo al hospital más cercano, donde, según se comenta, se niegan a atenderlo por órdenes superiores. Otra versión, oficial, afirma que los bomberos se encargaron de trasladarlo hasta una sala de primeros auxilios en Benavídez, la que no contaba con los medios necesarios para tratarlo debidamente. Entonces se dirigen al Hospital Municipal de Tigre, donde, luego de diagnosticar un cuadro desesperante con varias costillas rotas, hundimiento de tórax y politraumatismo de cráneo, los médicos aconsejan su derivación al Instituto del Tórax de Haedo, con el fin de ser operado. En esas idas y vueltas habían transcurrido más de dos horas. Finalmente, en la ambulancia que lo transportaba, a la altura de Vicente López, el cantor deja de existir. Era la madrugada del 1º de febrero de 1978.
La urna con tierra de Boulogne Sur Mer, desapareció y nunca fue encontrada.
Comenta su biógrafo Héctor Ramos: “En el libro de la CONADEP existe una mención concreta sobre la muerte de Cafrune ordenada por encargo e integra el sumario que se sigue por la desaparición, tortura y muerte de personas en la Argentina durante la represión”.


JUAN CARLOS JARA – LOS MALDITOS – VOLUMEN IV – PÁGINA 40. Ediciones Madres de Plaza de Mayo.
Fuente de información: Facebook de Pensamiento Discepoliano.

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