Arturo Frondizi:
el desarrollo como motor del federalismo argentino.
A CIEN AÑOS DE SU NATALICIO.
UN POCO DE HISTORIA.
Los grandes desequilibrios económicos regionales, el aislamiento de las ciudades-provincias, resabios de la colonización española, la desconsideración sobre las libertades políticas locales, sobre sus autonomías y protagonismo en la vida de la nación, eran algunas de las causas de constante rebelión que desde los primeros aires emancipadores agitaba los espíritus de los caudillos federales. La mayoría de ellos no habían leído a Tocqueville, ni ” El Federalista” de Hamilton, para abrazar la causa del federalismo. Era la realidad de las pampas desoladas, de geografías extensas y diferentes, de las libertades comunales con aires hispanos acuñadas genéticamente desde sus ancestros durante los siglos del dominio de los Austrias y hasta la intolerable presencia borbónica, las razones que explicaban el fervor federal. La idea del federalismo fluía inmanente en los representantes de las provincias. Se sustentaba en la necesidad práctica de integrar las provincias en el todo que constituía la nación, pero sobre la base innegociable del equilibrio e igualdad de las partes que la componían. Desde la otra mirada, con sólidos argumentos académicos, inspirados en el espíritu de las luces del iluminismo europeo, se insistía en legislaciones y constituciones que pretendían el progreso de la nación en ciernes traspolando las experiencia institucional del viejo mundo. En medio de estas contradicciones se debatía ardorosamente una nación que quería nacer como Estado. Manantiales de sangre regaron nuestros caminos producto de tantos desencuentros y miradas obstinadas. Es recién en 1.880, con el gobierno de Julio Argentino Roca, donde aparece configurado en la realidad de los hechos los elementos que caracterizan la existencia de un Estado: orden, ampliación y delimitación territorial, paz interior y la idea del progreso indefinido, de cuño positivista, mediante la construcción de un modelo político-económico de acumulación agro-exportador basado en las ventajas comparativas que ofrecía el puerto de Buenos Aires y la incorporación del interior a ese esquema liberal. La visión unitaria y centralista edifica, desde entonces, un modelo de progreso sin precedentes en la historia argentina pero simultáneamente, como fatal paradoja, va construyendo el país macroencefálico no tan ajeno a nuestra realidad actual, una cabeza grande, Buenos Aires y el cuerpo raquítico, el interior. Irigoyen, no obstante su afán participativo, popular y democrático no conmueve los cimientos de esa Argentina deforme y desequilibrada. La bien denominada ” Década Infame “, la consolida y afirma, exhibiendo como un verdadero ícono del modelo agro-exportador el pacto de vasallaje que representó para nuestro país el tratado Roca-Runciman. Perón incorpora a los trabajadores y a las mujeres a la vida colectiva y productiva, produce una gran revolución en el campo social, organiza a los trabajadores, le da un fuerte impulso a la industria liviana o manufacturera y moviliza el mercado interno, pero no altera, en su esencia, la estructura productiva agroexportadora que desequilibra a las regiones y rompe la idea de armonía e igualdad entre las partes del todo que caracterizara la lucha histórica del federalismo argentino.
ARTURO FRONDIZI
El correntino, Arturo Frondizi, asume como Presidente de la Nación el 1º de mayo de 1958. El sillón de Rivadavia no lo va a sorprender, sabía desde el primer día de gobierno cuales eran las medidas que debía instrumentar para modificar de raíz la estructura agro-exportadora funcional a los monopolios ligados a la importación y al modelo macroencefálico que ya señaláramos. Frondizi tenía un proyecto nacional que partía de una singular mirada estratégica del mundo bipolar de la guerra fría. Desde esa visión advertía las inmejorables condiciones de paz que paradójicamente nos ofrecía un planeta cargado de tensiones. Afloró el estadista que, desafiando la opinión de la dirigencia tradicional, veía en el horizonte mundial no una nueva guerra sino el escenario de la coexistencia en paz, el marco propicio para llevar adelante con ritmo sostenido políticas de inversión que estimulen el desarrollo productivo a lo largo y a lo ancho de nuestra geografía nacional. No esperó llegar al poder para planificar sus acciones de gobierno. Priorizó como objetivos una política de fuerte integración regional llevando el desarrollo a todas las provincias. Para ello sabía que debía librar una despiadada lucha contra los intereses vinculados a la política portuaria y su zona de influencia, los defensores del esquema agro-exportador. Sabía que las industrias de consumo o livianas que con vigor emergieron en la época de Perón generaban fuertes déficit por la importación de los insumos industriales necesarios para su funcionamiento del que el país carecía, razón por la cual debía integrarse el proceso productivo con la creación de la industria de base. Autoabastecimiento de petróleo, siderurgia, política energética, petroquímica, química pesada, producción de celulosa, industria automotriz, creación de puentes y caminos para integrar los más recónditos paisajes de nuestro territorio se constituyeron en prioridades ejecutadas con la simultaneidad y el ritmo acelerado que impone una genuina política de desarrollo. El autoabastecimiento petrolero en menos de tres años lo que significó dejar de importar el 70% de una materia que teníamos debajo de nuestros pies y ahorrar importantes divisas; el impulso decisivo a la industria automotriz y a la industria petroquímica, los 10.000 kilómetros de nuevos caminos pavimentados con que renovaba la red vial y se integraba a la nación; el desarrollo sin precedente que tuvo el sector rural en tecnología y producción, el repoblamiento de la hasta entonces desértica patagonia argentina sobre la base de la explotación de los hidrocarburos y la generación de los mas diversos puestos de trabajo, constituían sólo alguno de los testigos mudos de una política que planificaba y actuaba sobre la base del respeto irrestricto a ese equilibrio, armonía e igualdad entre las partes del todo nacional que constituía la razón misma del federalismo argentino. El gobierno de Frondizi echó las bases materiales del federalismo. Lo hizo en sólo cuatro años, en el marco de una sociedad envuelta en los más profundos como absurdos antagonismos y en el contexto de más de 32 intentos de golpes de estado.
UN POCO DE ACTUALIDAD
La crisis mundial y su repercusión en la Argentina nos brinda la posibilidad de, traspolando las épocas y circunstancias, practicar un ejercicio intelectual para intentar saber lo que hubiera hecho Arturo Frondizi frente a este nuevo escenario. Seguramente lo primero que hubiera ponderado nuestro ilustre correntino es que estamos frente a una nueva y cíclica crisis del capitalismo desenvuelta ya no en el mundo de la guerra fría que le tocó vivir sino dentro del mundo “globalizado” o el “mundo uno” al que ya se refería en vida como tendencia universal. Y en ese contexto estaría alertando sobre el profundo déficit de demanda como paradoja a la excepcional capacidad tecnológica y productiva del mundo actual, llevando así, al capital excedente, a la inversión financiera o inmobiliaria en lugar de volcar en la economía real, en más producción y generación de puestos de trabajo. Este diagnóstico seguramente le haría bajar sustancialmente las altas retenciones al campo, ajustar el gasto público improductivo, sincerar la política económica eliminando gradualmente incomprensibles como injustos subsidios, terminar con las políticas de controles de precios, eliminar los proyectos fastuosos como el del tren bala, modificar abruptamente la política impositiva regresiva, reestablecería la confianza en el INDEC como centro de datos necesarios para la planificación de políticas internas y externas, establecería reglas de juego claras que impulsen y estimulen la inversión, desgravando con exenciones las actividades fijadas como prioritarias, ajustaría inicialmente una política cambiaria que proteja y dé competitividad a la producción nacional, impulsaría políticas activas que apunten a revertir la actual situación deficitaria energética y tantas otras que dinamicen la economía nacional; y seguramente estaría mandando al Congreso una Ley de Coparticipación Federal que posibilite el crecimiento de las provincias modificando sustancialmente el magro porcentaje destinado a ellas, como así también, anularía la Ley de Superpoderes o de la integración de miembros del Consejo de la Magistratura y tantos otras medidas tendientes a restituir la necesaria calidad institucional, hoy ausente, como requisito imprescindible para el pleno funcionamiento de los poderes del Estado y el clima de confianza necesario para aquel capital que invierte a largo plazo y apuesta a la actividad productiva. Es decir, Frondizi, haría hoy todo lo contrario a la política implementada por el actual gobierno nacional, cuyas medidas se inscriben en las antípodas del federalismo.
EPILOGO
El 28 de octubre se cumple 100 años de su natalicio. Cuando mayor es la crisis mas se impone el recuerdo de los grandes hombres e ideas de nuestra historia. Me pareció importante la invocación de las ideas federales de Arturo Frondizi. Sobre todo y particularmente porque sus hechos, su acción de gobierno, nos brindan pruebas indubitables. Fenómeno curioso en nuestra historia política. Con Arturo Frondizi sus dichos, sus ideas, se compadecen plenamente con sus hechos, con las acciones de su gobierno. Otra prueba irrefutable de su federalismo lo constituye el hecho de que todos los gobernadores provinciales de entonces, han trascendido el marco del reconocimiento político partidario para ser reconocidos por la magia desapasionada del tiempo como los más progresistas y mejores gobernadores de sus respectivas provincias. Baste recordar, entre otros, Alende, en pcia. de Buenos Aires, Silvestre Benis, en Santa Fe, Uranga en Entre Rios, nuestro querido y recordado ” bichito de luz”, Fernando Piragine Niveyro en Corrientes, Gutnisky, en Formosa, Anselmo Duca en Chaco, Américo García en San Juan, Ueltschi en Mendoza, Gelsi en Tucumán, Alberto Domenicone en San Luis, Guzmán en Salta, Amit en La Pampa, etc., etc. Casi como una irreverencia y sin que afecte las cualidades de los nombrados digo que era mucho más fácil ser gobernador en el marco de las políticas desarrollistas de Arturo Frondizi. Concluyo con dos citas. La dos surgen del libro ” Cuando fuimos gobierno - Conversaciones con Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio ” de Alberto A. Amato, editorial Paidos Ideas y Perspectivas, año 1.983. En la pág. 70, afirma Frondizi: ” Yo tuve el honor de presidir el gobierno desarrollista y de ello me siento profundamente orgulloso. Sé que, cuando pasen los años, la historia irá dándole el verdadero significado a esa etapa “. Era la visión premonitoria de un hombre que con humildad y genuino orgullo reconocía ser la cabeza ejecutora de la política desarrollista diseñada por una usina constituida por brillantes intelectuales y sobre todo por patriotas. La integraban hombres de la talla de Ramón Prieto, Marcos Merchensky, Carlos Florit, Isidro Odena y Juan José Real. Esa usina en donde se examinaba y planificaba toda la política desarrollista y que desde el poder la impulsaba Arturo Frondizi, era dirigida por Rogelio Frigerio. Sobre él Frondizi en la pág. 122/123 de la obra citada, afirma: ” Frigerio tiene una profundidad y un talento inigualados como estadista. Fue sobre la base de sus elaboraciones teóricas que planteamos la cuestión decisiva del subdesarrollo nacional, junto con la estrategia para superarlo.” Estos conceptos agigantan la figura de Arturo Frondizi. Su grandeza y humildad conmueve. Y nació en Corrientes, se lo acunó en aquel rincón fronterizo de nuestra tierra que se llama Paso de los Libres. Debiera ser nuestro orgullo y bandera.
Publicado el 13/11/2008 http://www.corrientesopina.com.ar
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