Contratiempo Revista de cultura y pensamiento / La cultura crítica en América Latina / Otoño - Invierno 2007 / N° 2 Edición Impresa.
Expresión argentina que no requeriría de comentarios si no fuese por su ejercitación casi abusiva, inclusive cuando se trata del país mismo.
Alude a cierta habilidad doméstica (y no tanto) de reparar todo tipo de utensilios, trastos, herramientas, artefactos y aparatos diversos con el uso del alambre como lo ilustra la carretilla en la fotografía. Lo preferimos de hierro dulce ya que es más blando y dúctil, al punto de poder prescindir de herramientas, bastando tan sólo las manos para lograr reparaciones rápidas. En la actualidad- también se puede ver en la foto - se han sumado materiales alternativos, como los precintos de material plástico, producto del avance de la civilización y las importaciones chinas.
La ausencia de la “s” en la palabra “atamo” remite a un origen popular, lo que es altamente probable. La falta de recursos de las clases humildes hace que el ingenio creador aflore generoso para ayudar a resolver problemas.
Sin embargo, en Argentina, esta práctica se puede encontrar extendida en todos los estratos sociales, habida cuenta de nuestra vocación casi endémica por superar “transitoriamente” dificultades de cualquier índole.
La eficacia fugaz de esta costumbre vernácula en la solución a corto plazo de problemas que pueden parecer complejos, también ha hecho que esta práctica haya alcanzado aplicaciones en el campo teórico. Por cierto, con resultados más vagos, aunque no por ello menos apreciados. Las estructuras provisorias en el reino del conocimiento han servido para legitimar acciones temporarias continuamente recicladas con el objetivo de sostener los mecanismos del pensamiento predominante.
“Lo atamo con alambre” parece una solución, pero la precariedad de su esencia condena esta práctica al fracaso en el largo plazo. Lo aparentemente reparado vuelve a romperse una y otra vez terminando este proceder en una quimera, en una frágil ilusión, en fin, en una decepcionante impostura.
Como tantas otras características subyacentes en la sociedad contemporánea (no sólo en la nuestra) lo falso pasa por verdadero y la ilusión se vuelve realidad en tanto se cree que el arreglo ha sido alcanzado, hasta que su transitoriedad lo desmiente.
El terreno en el que logró gran difusión y notable desempeño ha sido en el de nuestra política nacional. Aquí, el “Lo atamo con alambre” ha deambulado por la historia pasando del filamento auxiliador al precinto multiuso con una reiteración sostenida, abrumadora y casi extenuante. La estela de equívocos y de frustración que esta alternancia de parches ha provocado y provoca, nos ha dejado confundidos y con la carretilla al borde de la inutilidad total. El abismo apareció una y otra vez cual fantasma errante. Sin embargo un nuevo remiendo provisorio nos regaló otros siete años de abundancia para luego volver al extenso período de plagas. Todo ello sin pocos disgustos, pero con la eterna esperanza de arreglarlo definitivamente.
Si esto fuera posible…
Expresión argentina que no requeriría de comentarios si no fuese por su ejercitación casi abusiva, inclusive cuando se trata del país mismo.
Alude a cierta habilidad doméstica (y no tanto) de reparar todo tipo de utensilios, trastos, herramientas, artefactos y aparatos diversos con el uso del alambre como lo ilustra la carretilla en la fotografía. Lo preferimos de hierro dulce ya que es más blando y dúctil, al punto de poder prescindir de herramientas, bastando tan sólo las manos para lograr reparaciones rápidas. En la actualidad- también se puede ver en la foto - se han sumado materiales alternativos, como los precintos de material plástico, producto del avance de la civilización y las importaciones chinas.
La ausencia de la “s” en la palabra “atamo” remite a un origen popular, lo que es altamente probable. La falta de recursos de las clases humildes hace que el ingenio creador aflore generoso para ayudar a resolver problemas.
Sin embargo, en Argentina, esta práctica se puede encontrar extendida en todos los estratos sociales, habida cuenta de nuestra vocación casi endémica por superar “transitoriamente” dificultades de cualquier índole.
La eficacia fugaz de esta costumbre vernácula en la solución a corto plazo de problemas que pueden parecer complejos, también ha hecho que esta práctica haya alcanzado aplicaciones en el campo teórico. Por cierto, con resultados más vagos, aunque no por ello menos apreciados. Las estructuras provisorias en el reino del conocimiento han servido para legitimar acciones temporarias continuamente recicladas con el objetivo de sostener los mecanismos del pensamiento predominante.
“Lo atamo con alambre” parece una solución, pero la precariedad de su esencia condena esta práctica al fracaso en el largo plazo. Lo aparentemente reparado vuelve a romperse una y otra vez terminando este proceder en una quimera, en una frágil ilusión, en fin, en una decepcionante impostura.
Como tantas otras características subyacentes en la sociedad contemporánea (no sólo en la nuestra) lo falso pasa por verdadero y la ilusión se vuelve realidad en tanto se cree que el arreglo ha sido alcanzado, hasta que su transitoriedad lo desmiente.
El terreno en el que logró gran difusión y notable desempeño ha sido en el de nuestra política nacional. Aquí, el “Lo atamo con alambre” ha deambulado por la historia pasando del filamento auxiliador al precinto multiuso con una reiteración sostenida, abrumadora y casi extenuante. La estela de equívocos y de frustración que esta alternancia de parches ha provocado y provoca, nos ha dejado confundidos y con la carretilla al borde de la inutilidad total. El abismo apareció una y otra vez cual fantasma errante. Sin embargo un nuevo remiendo provisorio nos regaló otros siete años de abundancia para luego volver al extenso período de plagas. Todo ello sin pocos disgustos, pero con la eterna esperanza de arreglarlo definitivamente.
Si esto fuera posible…
LO ATAMO CON ALAMBRE .
Tema de Ignacio Copani.
LO ATAMO CON ALAMBRE.
Y QUE SE PUDRA AL SOL
En esta tierra santa nadie se espanta si hay un ciclón
Y no se toma a pecho si cae el techo del comedor.
En esta tierra santa nunca nos falta imaginación
Para arreglar la pava y fijar la cama con precisión.
Lo atamo' con alambre, lo atamo', lo atamo' con alambre señor,
Lo atamo' con alambre, con este hambre no hay otra solución.
Cuando el colectivero apriete el freno sin compasión,
Te pide moneditas y encima grita: "para el dofón".
Cuando el almacenero te de fideos con mal sabor,
Sólo preguntaremos, si tiene huevos deme esos dos.
Lo atamo' con alambre, lo atamo', lo atamo' con alambre señor,
Lo atamo' con alambre como un matambre y que se pudra al sol.
Si por la deuda externa usted se enferma de sarampión
Y llega la enfermera con una enema de boludol.
Si viene el fin del mundo en un segundo por la explosión,
No te preocupes nena que aún nos queda una salvación.
Y cuál es?
Lo atamo' con alambre, lo atamo', lo atamo' con alambre señor,
Lo atamo' con alambre y con un cachito de cinta Scotch
Y QUE SE PUDRA AL SOL
y otros dicen la frase popular:¡PONELE UN PENDORCHO! (aunque ya media desusada en el habla de los argentinos).
En la década del 70 en Argentina había un programa cómico que en uno de sus sketchs lo mencionaba.
El personaje mostraba el plano de una máquina a su jefe y le decía "ponemos un pendorcho aquí, otro aquí...y la máquina va a producir el triple" Luego el jefe mostraba el plano al gerente y hacía aparecer la invención como propia, desairando a su subordinado. El tema musical decía "ponele un pendorcho" quedó como un objeto indefinido que podía arreglar cualquier cosa.
"Pendorcho". "De goma o de cuero, de plástico o corcho: ponele un pendorcho", era una parte de la canción que abría el programa "Telecómicos" de Aldo Cammarota.
¡ ponele un pendorcho que sea de cuero o de goma o de corcho tabik tabik ! Con el tiempo, como no se sabía que diablos era un pendorcho, termino tomando una connotación sexual.
Toda la información es extraída de internet.
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