La carta del 6 de septiembre de 1956, pudorosamente pensada para la intimidad amical, es terrible por su dramatismo: " Yo no sé cuánto tiempo más voy a vivir, posiblemente poco, salvo un milagro. También pudeo quedar inutilizado y sólo vivir algo más.
Ahora estoy con todas mis facultades mentales claras y lúcidas y quiero nombrarte el albacea de mi buen nombre y honor. Quiero que no dudes de mi honradez, pues puedes poner las manos en fuego por mí"... "Ahora vivo en la mayor pobreza, mayor que nadie puede imaginar y sobrevivo gracias a la caridad de un amigo."
... " Si yo desaparezco queda mi obra y queda la verdad sobre mi gigantesco esfuerzo donde dejé mi vida". De una misiva dirigida por el Dr. Ramón Carrillo a Segundo Ponzio Godoy
APOSTILLAS:
Ramón Carrillo había asumido el cargo unos días antes que Juan Domingo Perón que asumiera su primera presidencia mayo de 1946. Perón en el exilio en la Madre Patria decía de Ramón Carrillo que era "un hombre maravilloso, de inteligencia grande, genial en todo. Él era morocho y siempre estaba de buen humor. Recuerdo que cuando Josephine Baker trataba de hacer los Institutos Antiracistas en la Argentina, yo le dije: ' Bueno, lo dejo todo en manos del doctor Carrillo' Y este se para y dice riendo: ' ¿ No será porque soy el único negro del gabinete ?' Pero Carrillo no era negro. Era morocho. Lo dijo por chanza. Siempre estaba de buen humor".
Extraído del libro de Pablo J. Hernández "COMPAÑEROS Perfiles de la Militancia Peronista" Editorial Biblos Latitud Sur Colección.
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