Según los eruditos que se han ocupado del tema, el toreo "no es otra cosa que la lucha del hombre inteligente con la fiera, a la que logra vencer en la mayoría de los casos gracias a eso, a su inteligencia, ya que el toro es mucho más fuerte que el hombre".
Su origen se remonta a tiempos muy antiguos dado que existen datos de juegos y luchas con toros en las regiones de la cuenca mediterránea, sin embargo pueden haber sido casi seguramente sacrificios rituales o fiestas de caza.
Tenemos por ejemplo las pinturas del palacio de Knossos, en Creta, en el segundo milenio antes de Cristo, representaciones de jóvenes de ambos sexos jugando con un toro. También en Eleusis, según un relato de Artemidoro el Gramático, los jóvenes eran ejercitados en la lucha contra los toros.
Debemos a la pluma de Plinio el Viejo un curioso relato referente a Julio César, de quien dice "que alanceó un toro", arte que bien pudo aprender en España.
Lo cierto es que el toreo tiene una larga tradición cultural en España y en algunos países americanos que lo han adaptado, como el caso de México y Perú.
Un famoso chamamé del conjunto Ivotí ante un hecho de desenlace imprevisible popularizó la frase: "Vamos a ver como se revuelca el toro", apropiada para atisbar lo que pasará en el resto de España con las polémicas corridas, donde lo ideal a mi humilde modo de ver sería que no se sacrifique a la bestia, pues me cuento entre aquellos a los que les desagrada el sufrimiento de los animales.
Martín Fierro, "ese gaucho pendenciero y desertor" al decir de Borges, supo alardear: "Yo soy toro en mi rodeo/ y torazo en rodeo ajeno". Bravo el hombre. También por su bravura uno de nuestros más aguerridos boxeadores, Justo Suárez, con justeza fue apodado "El Torito de Mataderos".
Si acaso nos referimos al dejar una tarea o abandonarla definitivamente con la expresión de "cortarse la coleta", nos estaremos refiriendo según la tradición torera a "los diestros que se retiran con la intención de no volver a torear más, cortándose precisamente la coleta". También con "hacer un quite" (ayudar a uno con una intervención providencial), "dar un puyaso" (decir algo irónico para zaherir al otro), "mirar los toros desde la barrera" (sin comprometerse), estaremos utilizando giros incorporados al habla coloquial por el mundo del toreo, siendo el más difundido: "Debemos tomar al toro por las astas" o sea enfrentarnos a un peligro sin dilación y sin temor.
La mitología recoge a Asterión, el Minotauro, el célebre monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro encerrado en el laberinto de Dédalo, el que por muchos años se alimentó de lo cuerpos de hombres y mujeres ofrendados en sacrificio hasta que su vida terminó a manos del héroe Teseo, gracias al ingenioso hilo de Ariadna que le permitió encontrar la salida.
Uno de los mayores novelistas españoles, Vicente Blasco Ibáñez, con su libro "Sangre y arena" supo novelar la tragedia de los toreros. Autor al que los rionegrinos recordamos en la localidad de Cervantes por su gesta de crear una colonia agrícola en el Alto Valle.
Si hablamos de "Muerte en la tarde", nos estaremos refiriendo al conocido libro sobre toros de Hemingway, un clásico de la literatura taurina. Y si invocamos a la Guapa, "Nuestra Señora de la Esperanza Macarena", la virgen de los toreros, y ponemos de fondo música flamenca, nos parecerá escuchar la voz del famoso escritor describiendo en algunas casi todas las grandes tragedias taurinas como las de "Manolete", "Joselito" y la del maestro Francisco Rivera "Paquirri" en la plaza de Pozoblanco, calado por el toro "Avispado", a la altura del triángulo de Scarpa, cuando toreaba con el capote.
La vida es una lucha de poder a poder, que se hace mejor desde el centro mismo de la plaza que nos toque. Donde pesan más los engaños y las verdades. Las transparencias y las virtudes. Los vicios y las oscuridades humanas, entre las que está la intolerancia, esa que se deja ver de cuerpo y alma, que se soma arremetedora, con ocasión de la "Fiesta Brava". Como bien lo sabría Hemingway después.
Y no debemos de olvidar entre otros grandes taurinos a Goya, Picasso, Dalí, Azorín, Valle Inclán, Ortega y Gasset, Papini, los Machado, Baroja, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Unamuno y Bizet.
García Lorca, en los inmortales versos dedicados del "Llanto por Ignacio Sánchez Mejía", al ver la sangre derramada del torero adivinó que hasta "los toros de Guisando,/ casi muerte y casi tierra,/ mugieron como dos siglos/ hartos de pisar la tierra".
Se refería a las representaciones escultóricas labradas en grandes bloques de granito por los celtíberos, al parecer dicen los estudiosos con la finalidad de proteger al ganado, lugar donde fue jurada heredera al trono de Castilla Isabel la Católica.
No en vano un clásico de nuestra música chamamecera rinde homenaje al fuerte animal glosado en esta nota: "El toro", de don Antonio Tarragó Ros. Y aquí, ante el debate de que es motivo por la prohibición de las corridas, lo dejamos bufando.
JORGE CASTAÑEDA Escritor. Periodista. Valcheta.
Fuente e imagen: http://www.rionegro.com.ar/diario/rn
Notas de opinión sábado 7 de agosto de 2010.
Notas de opinión sábado 7 de agosto de 2010.
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