Con el escritor Manuel Gálvez la literatura argentina sigue en deuda gracias a que los libros de este entrerriano inauguran una manera distinta y amena de acercar la historia y los personajes al público de forma amena, revisando los hechos históricos, dando el pensamiento del autor, una versión documentada y popular. Fue desde lo literario "un puente" entre el yrigoyenismo y el peronismo en ciernes.
Entre los años 1933 y 1949 escribió unas nueve obras entre las que se destacan: "Vida de Hipólito Yrigoyen. El hombre del misterio", "Vida de don Juan Manuel de Rosas", "Vida de Fray Mamerto Esquiú", "El santito de la Toldería" (que es la vida de Ceferino Namuncurá), "Vida de Sarmiento"; en su vida de escritor dejó unos 58 libros y 10 inéditos; Gálvez es un desacralizador y derretidor de bronces de estatuas de proceres para acercarlos y hacerlos entendibles al gran público. Hoy practicamente por las ideas conservadoras cercanas al nacionalismo católico ha quedado reducido en su público y está fuera de moda o es desconocido pero se destacan algunas re-ediciones como "El diario de Gabriel Quiroga" (su primer libro en prosa), de "Nacha Regules", los libros sobre Hipólito Yrigoyen y el Brigadier General Juan Manuel de Rosas, "Recuerdos de vida literaria" pero en general es un autor tapado por el silencio o el olvido.
De la primera época está la novela "Nacha Regules" (año 1919) y les quiero entregar a las Lectoras y Lectores de este blog dos perlitas halladas que son una denuncia de las injusticias sociales de la Argentina del Centenario que condenaba a sus Nachas Regules.
De un dialogo hace decir a un personaje de apellido Torres:
"- Son simples víctimas estas infelices -agregó Torres-. Nacha me contó una vez que en una tienda, en las fabricas donde trabajó, en las oficinas donde pedía empleo, en todas partes, los hombres la perseguían. Y es que nosotros los hombres... ¿eh?... somos todos, hasta los que parecemos decentes, unos vulgares canallas. ¿No le parece, che?
Y digame si una mujer que apenas gana para comer, que vive miserablemente, puede resistir a la tentación de un individuo amable, tal vez buen mozo, que le ofrece sacarla del infierno en que vive... No, ellas no tienen la culpa..."
* Fragmento del libro de Manuel Gálvez "Nacha Regules", pág. 24, edición 27 de enero 1960, Editorial Losada.
y la "otra joyita" que cuestiona la Argentina del 900 pero que ya lo había asumido en "El diario de Gabriel Quiroga" en vísperas del 25 de mayo de 1810 y le hace decir a Gabriel Quiroga: "Se entre tantos elogios, como los que la adulación cosmopolita y la vanidad casera asestarán a mi patria, daré la nota discordante. Pero no me aflijo."
Vayamos al mismo:
"Nacha sufría preocupaciones que eran sólo de ella, de su exclusiva propiedad. su pobreza era una. La poderosa institución para cuya institución trabajaba, arrojábale por mes treinta pesos. Era preciso que aquella muchacha desgraciada, aquella hija de la tierra argentina, sufriese, para que los accionistas de Londres recibieran magníficos dividendos. ¿No bastaban treinta pesos y la miseria que le echaban por comisiones de las ventas, sobras de opulencia, basuras ignominiosas?
Pues que vendiese su cuerpo. Para eso era joven y bonita. ¿Qué podía importar a los accionistas y a los responsables miembros del directorio local que sus empleadas se degradasen? Ni lo agradecían. No lo ignoraban. Nadie ignora la imposibilidad de que una empleada de tienda viva con treinta pesos. Pero el ídolo Dividendo exigía un monstruoso altar construido por el dolor y la humillación. Para formar un buen tanto por ciento se necesitaban océanos de lágrimas."
* Fragmento de la edición 1960 de "Nacha Regules", páginas 129-130.
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