LITERARIAS
ARGENTINAS
"VIDA DE HIPÓLITO YRIGOYEN.
EL HOMBRE DEL MISTERIO"
Manuel Gálvez, nacido en Paraná (provincia de Entre Ríos) en el año 1882 y falleció en Buenos Aires en 1962 fue un narrador argentino representante de la novela realista tradicional. De distinguida ascendencia española (descendía del fundador de Buenos Aires, Juan Garay). La familia Gálvez era una familia económicamente acomodada, estudió con los jesuitas de Santa Fe y se graduó en Leyes en Buenos Aires, pero no se dedicó al ejercicio de la profesión de abogado.
Hoy es un escritor (lamentablente) poco leído, desconocido y silenciado, “un pasado de moda”.
Sus libros permitieron el acercamiento al público de un referente innegable de la vida del país nuestro como el Brigadier Juan Manuel de Rosas como así escribió biografías sobre la vida del Lirio de la Patagonia el “Santo” (beato) Ceferino Namuncurá nacido en Chimpay (provincia de Río Negro), la biografía crítica sobre Domingo Sarmiento, del ecuatoriano Gabriel García Moreno, el oriental Aparicio Saravia, José Hernández , Francisco Miranda, una novela sobre el General Facundo Quiroga (una de las primeras biográficas del año 1932) y del catamarqueño Fray Mamerto Esquiú.
Entre esas obras biógráficas hoy re-editadas por la Editorial Elefante Blanco (en la República Argentina) está la “Vida de Hipólito Yrigoyen. El hombre del silencio” escrita en el año 1939 que aseguran que es uno de las más logradas.
Dice Manuel Gálvez en el prólogo:
“Mis ideas en materia política –es decir, mi ideología, pues jamás me he afiliado a partido alguno-, manifestadas en diversas circunstancias en últimos diez años, son bien distintas de las que informaron la vida pública de Yrigoyen.”
Entre otras consideraciones aclara: “pertenezco a una familia de políticos, enemiga del radicalismo. Procedo de ese Régimen tan severamente condenado por Yrigoyen. Pero este hecho de tanta importancia no ha tenido la fuerza suficiente para torcer, en ningún momento, mi pasión por la justicia y por la verdad.”
Y escribe sabias verdades que a la vez comparto:
“Toda biografía, toda historia, es siempre una interpretación. La verdad absoluta no la poseeremos ni la poseeremos jamás. Ni los que están cerca de un hombre, pueden conocerlo tal como exactamente él fue.”
Con respecto al libro de Hipólito Yrigoyen que esta vivo en la memoria popular que fue escrito en el año 1939 y recordemos que Yrigoyen falleció en el 1933 dice Gálvez:
“…Este éxito es el mayor de cuantos he tenido. Éxito literario, sentimental, político. Hombres maduros lloran como criaturas al leerlo. Personas que odiaron hasta ayer a Yrigoyen declaran que, después de leerme, han rectificado su opinión…
“Recibo cartas a montones. La edición se está agotando con una rapidez nunca vista entre nosotros. En la sociedad, en los círculos políticos y comerciales, entre el pueblo, en todas partes, no se habla sino de mi libro. Y, en fin, le daré un dato formidable: en la imprenta, la mayor de Buenos Aires, tenían que guardar los pliegos en cajas de hierro, porque los obreros se los llevaban…”.
Ahora bien ¿Qué lo lleva a llevar adelante este trabajo biográfico sobre Hipólito Yrigoyen según la visión y sentimiento con sus seis años de investigaciones y lograr una popular y bien lograda (cercana a los hechos) de este Caudillo?
Me atrevo a dar “un vistazo” tomando conceptos de la investigación del mendocino Dr. Enrique Díaz Araujo en el libro “Aquello que se llamó La Argentina. Cuadernos de historia no oficial”, Ediciones El Testigo, Mendoza.
Al opinar (el Dr. Díaz Araujo es opinador, estudioso y compulsivo) cita a Gabriel del Mazo donde dice que “heredero del Partido Federal y del Partido Republicano alpinista, enemigo del liberalismo progresista instalado en Pavón.”
“No era, pues, liberal la U.C.R. histórica (la fundada por Leandro N. Alem en 1891).”
“El radicalismo no es, por consiguiente, un partido a la manera de sus homónimos europeos”
…
“¿quién no sabía que Leandro N. Alem era el hijo de un mazorquero ahorcado en la plaza publica por los liberales triunfantes el II de setiembre de 1852, y que Hipólito Yrigoyen pertenecía a esa familia de federales perseguidos…? ¿O que los integrantes de la primera fórmula presidencial del Radicalismo, Bernardo de Irigoyen y Juan M. Garro habían militantes federales en su juventud…? ¿O que Elpidio González descendía de una familia rosista de Córdoba? ¿O que la postulación de Marcelo T. de Alvear para la fórmula presidencial de 1922, incidió ese dato filiatorio, en este caso por ser nieto del general rosista Angel Pacheco?”
Recordemos que el radicalismo se presentaba como “Causa Reparadora” (es decir la Restauración de Rosas contra “el régimen falaz y descreído” (es decir era la reacción contra el determinismo histórico de comtistas, darvinistas, spenceristas enseñorado en el gobierno y cátedra oficial).
Según manifiesta Díaz Araujo el rosismo permanecía abroquelado como un culto esotérico y al reducirlo a un culto íntimo “el aparato cultural de la oligarquía aprisionó al radicalismo en orden formal”. El método de organización era tomar como base los núcleos federales.
“Muerto Yrigoyen, los radicales integraron el conjunto electoralista del “régimen” y asimilaron su aparato cultural, en olvido de sus propios antecedentes históricos, hasta llegar a la aberración parricida de militar en el antirrosismo y dejarse arrebatar sus tradicionales banderas reivindicadoras.”
El Radicalismo no era el ala popular del Régimen liberal.
En 1909 Yrigoyen en carta a Pedro Molina lo presentaba como religión cívica:
“Su causa es la de la Nación misma… es la escuela y el punto de mira de las sucesivas generaciones y hasta el ensueño de los niños y el santuario cívico de los hogares… en una sola alma: la de la patria, y en un solo espíritu, el de Dios.”
“Como fuere, y tal cual lo viera Atilio García Mellid, esa unidad vecinal fue una de nuestras tres formas genuinas de sociabilidad política: el Partido Federal y la lanza; la Unión Cívica Radical y el comité; y el Partido Peronista y los sindicatos.”
A continuación un texto seleccionado del libro “Vida de Hipólito Yrigoyen” de Manuel Gálvez.
EL MÁS ODIADO Y EL MÁS AMADO DE LOS ARGENTINOS“Ningún hombre de nuestra historia ha sido a la vez tan amado y tan odiado como Hipólito Yrigoyen. A Rosas se lo odió prolijamente y se le sigue odiando; pero no se la amó como al político-radical. Los negros le amaron a don Juan Manuel. Los demás lo admiraban. Otros personajes de nuestra historia –Mitre, Adolfo Alsina, Leandro Alem-, han sido amados, y aun el amor que el pueblo tuvo por ellos no alcanza al fanatismo que inspira Yrigoyen. Los gobernantes de la oligarquía fueron indiferentes al pueblo”
En otros considerandos Gálvez dice:
“Con Yrigoyen no hay términos medios: o se le niega o se le reconoce todo. Aun a los hombres más discutidos, a Mussolini, o a Stalin, sus enemigos no le niegan el haber realizado una extraordinaria obra de progreso; de mismo modo que sus fervientes partidarios no los consideran santos.”… “Pero Yrigoyen concentra todas las contradicciones. Para sus adversarios, y para algunos que años atrás fueron sus amigos, es ignorante, malo, vengativo, simulador, ridículo, delator, egoísta, frío e incapaz del menor sentimiento bondadoso. Para sus fieles es un hombre único: genial, magnánimo, sincero, leal, austero, noble, bueno y misericordioso hasta la santidad. En los últimos años parecen haberse atenuado tanto el odio como el amor fanático hacia él.”
….
“Las altas clases odian a Yrigoyen desde los primeros meses de su presidencia. Se sienten desposeídas de lo que creen corresponderles. Hasta el advenimiento de Yrigoyen las candidaturas presidenciales, lo mismo que otras candidaturas, se incubaban en el Jockey Club. Yrigoyen –que, aunque socio del Jockey desde 1897, no ha sido allí nunca- rompe con esa tradición. Ahora las candidaturas salen a los comités y de las convenciones.”… “Ese intruso, Hipólito Yrigoyen, y sus partidarios son, para ellos, chusmas despreciables.”. En otro párrafo dice: “Las altas clases se escandalizaban de que Yrigoyen gobierna con hombres de la clase media o surgidos del pueblo. No suponen que tengan talento, cultura o capacidad los hombres de origen oscuro.”
“Lo odian las clases elevadas no sólo por haberles quitado el honor y el placer de gobernar, sino principalmente los sueldos y todas las ventajas que reporta el ejercicio de altos cargos.” Gálvez da de lo que significa el gobierno ¿aplicable para los tiempos de hoy? “empleos para los hijos, viajes a Europa gratis, comisiones, decenas de la lotería, palcos en el teatro Colón, automóviles oficiales y mil granjerías de toda especie.”
Vida de Hipólito Yrigoyen. El hombre del misterio. Segunda parte. De la historia al mito. VIII. El más odiado y el más amado de los argentinos, fragmentos de las páginas 314-315 y 316, Ed. Club de lectores, septiembre 1983. Esta edición estuvo bajo la dirección de Juan Manuel Fontela y la supervisación de la Sra. María Elena Gaviola de Gálvez.
Hoy es un escritor (lamentablente) poco leído, desconocido y silenciado, “un pasado de moda”.
Sus libros permitieron el acercamiento al público de un referente innegable de la vida del país nuestro como el Brigadier Juan Manuel de Rosas como así escribió biografías sobre la vida del Lirio de la Patagonia el “Santo” (beato) Ceferino Namuncurá nacido en Chimpay (provincia de Río Negro), la biografía crítica sobre Domingo Sarmiento, del ecuatoriano Gabriel García Moreno, el oriental Aparicio Saravia, José Hernández , Francisco Miranda, una novela sobre el General Facundo Quiroga (una de las primeras biográficas del año 1932) y del catamarqueño Fray Mamerto Esquiú.
Entre esas obras biógráficas hoy re-editadas por la Editorial Elefante Blanco (en la República Argentina) está la “Vida de Hipólito Yrigoyen. El hombre del silencio” escrita en el año 1939 que aseguran que es uno de las más logradas.
Dice Manuel Gálvez en el prólogo:
“Mis ideas en materia política –es decir, mi ideología, pues jamás me he afiliado a partido alguno-, manifestadas en diversas circunstancias en últimos diez años, son bien distintas de las que informaron la vida pública de Yrigoyen.”
Entre otras consideraciones aclara: “pertenezco a una familia de políticos, enemiga del radicalismo. Procedo de ese Régimen tan severamente condenado por Yrigoyen. Pero este hecho de tanta importancia no ha tenido la fuerza suficiente para torcer, en ningún momento, mi pasión por la justicia y por la verdad.”
Y escribe sabias verdades que a la vez comparto:
“Toda biografía, toda historia, es siempre una interpretación. La verdad absoluta no la poseeremos ni la poseeremos jamás. Ni los que están cerca de un hombre, pueden conocerlo tal como exactamente él fue.”
Con respecto al libro de Hipólito Yrigoyen que esta vivo en la memoria popular que fue escrito en el año 1939 y recordemos que Yrigoyen falleció en el 1933 dice Gálvez:
“…Este éxito es el mayor de cuantos he tenido. Éxito literario, sentimental, político. Hombres maduros lloran como criaturas al leerlo. Personas que odiaron hasta ayer a Yrigoyen declaran que, después de leerme, han rectificado su opinión…
“Recibo cartas a montones. La edición se está agotando con una rapidez nunca vista entre nosotros. En la sociedad, en los círculos políticos y comerciales, entre el pueblo, en todas partes, no se habla sino de mi libro. Y, en fin, le daré un dato formidable: en la imprenta, la mayor de Buenos Aires, tenían que guardar los pliegos en cajas de hierro, porque los obreros se los llevaban…”.
Ahora bien ¿Qué lo lleva a llevar adelante este trabajo biográfico sobre Hipólito Yrigoyen según la visión y sentimiento con sus seis años de investigaciones y lograr una popular y bien lograda (cercana a los hechos) de este Caudillo?
Me atrevo a dar “un vistazo” tomando conceptos de la investigación del mendocino Dr. Enrique Díaz Araujo en el libro “Aquello que se llamó La Argentina. Cuadernos de historia no oficial”, Ediciones El Testigo, Mendoza.
Al opinar (el Dr. Díaz Araujo es opinador, estudioso y compulsivo) cita a Gabriel del Mazo donde dice que “heredero del Partido Federal y del Partido Republicano alpinista, enemigo del liberalismo progresista instalado en Pavón.”
“No era, pues, liberal la U.C.R. histórica (la fundada por Leandro N. Alem en 1891).”
“El radicalismo no es, por consiguiente, un partido a la manera de sus homónimos europeos”
…
“¿quién no sabía que Leandro N. Alem era el hijo de un mazorquero ahorcado en la plaza publica por los liberales triunfantes el II de setiembre de 1852, y que Hipólito Yrigoyen pertenecía a esa familia de federales perseguidos…? ¿O que los integrantes de la primera fórmula presidencial del Radicalismo, Bernardo de Irigoyen y Juan M. Garro habían militantes federales en su juventud…? ¿O que Elpidio González descendía de una familia rosista de Córdoba? ¿O que la postulación de Marcelo T. de Alvear para la fórmula presidencial de 1922, incidió ese dato filiatorio, en este caso por ser nieto del general rosista Angel Pacheco?”
Recordemos que el radicalismo se presentaba como “Causa Reparadora” (es decir la Restauración de Rosas contra “el régimen falaz y descreído” (es decir era la reacción contra el determinismo histórico de comtistas, darvinistas, spenceristas enseñorado en el gobierno y cátedra oficial).
Según manifiesta Díaz Araujo el rosismo permanecía abroquelado como un culto esotérico y al reducirlo a un culto íntimo “el aparato cultural de la oligarquía aprisionó al radicalismo en orden formal”. El método de organización era tomar como base los núcleos federales.
“Muerto Yrigoyen, los radicales integraron el conjunto electoralista del “régimen” y asimilaron su aparato cultural, en olvido de sus propios antecedentes históricos, hasta llegar a la aberración parricida de militar en el antirrosismo y dejarse arrebatar sus tradicionales banderas reivindicadoras.”
El Radicalismo no era el ala popular del Régimen liberal.
En 1909 Yrigoyen en carta a Pedro Molina lo presentaba como religión cívica:
“Su causa es la de la Nación misma… es la escuela y el punto de mira de las sucesivas generaciones y hasta el ensueño de los niños y el santuario cívico de los hogares… en una sola alma: la de la patria, y en un solo espíritu, el de Dios.”
“Como fuere, y tal cual lo viera Atilio García Mellid, esa unidad vecinal fue una de nuestras tres formas genuinas de sociabilidad política: el Partido Federal y la lanza; la Unión Cívica Radical y el comité; y el Partido Peronista y los sindicatos.”
A continuación un texto seleccionado del libro “Vida de Hipólito Yrigoyen” de Manuel Gálvez.
EL MÁS ODIADO Y EL MÁS AMADO DE LOS ARGENTINOS“Ningún hombre de nuestra historia ha sido a la vez tan amado y tan odiado como Hipólito Yrigoyen. A Rosas se lo odió prolijamente y se le sigue odiando; pero no se la amó como al político-radical. Los negros le amaron a don Juan Manuel. Los demás lo admiraban. Otros personajes de nuestra historia –Mitre, Adolfo Alsina, Leandro Alem-, han sido amados, y aun el amor que el pueblo tuvo por ellos no alcanza al fanatismo que inspira Yrigoyen. Los gobernantes de la oligarquía fueron indiferentes al pueblo”
En otros considerandos Gálvez dice:
“Con Yrigoyen no hay términos medios: o se le niega o se le reconoce todo. Aun a los hombres más discutidos, a Mussolini, o a Stalin, sus enemigos no le niegan el haber realizado una extraordinaria obra de progreso; de mismo modo que sus fervientes partidarios no los consideran santos.”… “Pero Yrigoyen concentra todas las contradicciones. Para sus adversarios, y para algunos que años atrás fueron sus amigos, es ignorante, malo, vengativo, simulador, ridículo, delator, egoísta, frío e incapaz del menor sentimiento bondadoso. Para sus fieles es un hombre único: genial, magnánimo, sincero, leal, austero, noble, bueno y misericordioso hasta la santidad. En los últimos años parecen haberse atenuado tanto el odio como el amor fanático hacia él.”
….
“Las altas clases odian a Yrigoyen desde los primeros meses de su presidencia. Se sienten desposeídas de lo que creen corresponderles. Hasta el advenimiento de Yrigoyen las candidaturas presidenciales, lo mismo que otras candidaturas, se incubaban en el Jockey Club. Yrigoyen –que, aunque socio del Jockey desde 1897, no ha sido allí nunca- rompe con esa tradición. Ahora las candidaturas salen a los comités y de las convenciones.”… “Ese intruso, Hipólito Yrigoyen, y sus partidarios son, para ellos, chusmas despreciables.”. En otro párrafo dice: “Las altas clases se escandalizaban de que Yrigoyen gobierna con hombres de la clase media o surgidos del pueblo. No suponen que tengan talento, cultura o capacidad los hombres de origen oscuro.”
“Lo odian las clases elevadas no sólo por haberles quitado el honor y el placer de gobernar, sino principalmente los sueldos y todas las ventajas que reporta el ejercicio de altos cargos.” Gálvez da de lo que significa el gobierno ¿aplicable para los tiempos de hoy? “empleos para los hijos, viajes a Europa gratis, comisiones, decenas de la lotería, palcos en el teatro Colón, automóviles oficiales y mil granjerías de toda especie.”
Vida de Hipólito Yrigoyen. El hombre del misterio. Segunda parte. De la historia al mito. VIII. El más odiado y el más amado de los argentinos, fragmentos de las páginas 314-315 y 316, Ed. Club de lectores, septiembre 1983. Esta edición estuvo bajo la dirección de Juan Manuel Fontela y la supervisación de la Sra. María Elena Gaviola de Gálvez.
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