Don Arturo Jauretche que fuera escritor y militante
peronista en "Los profetas del odio
y la Yapa”, un libro editado en 1956, al cuestionar el exceso de homenajes al caudillo peronista y
su esposa durante el primer peronismo
(tengamos en cuenta que muchas de las adulaciones fueron fomentadas por Eva
Duarte de Perón (Evita) decía lo siguiente:
“(...) adulones peronistas terminaban por alterar lo que
quedaba de la toponimia auténtica con una lamentable y egolátrica emulación. De
la época es el cuento del paisano que en la esquina de Mitre y Pavón, en
Avellaneda, le pregunta al vigilante por la calle Mitre.
-“¡Cómo Mitre...! ¡Eva Perón... y es esta!”, le señala el
policía.
-“Disculpe... ¿Y Pavón cuál es?”
-“¡Cómo Pavón! ¡Juan Perón...!, lo reta el vigilante.
-“No sabía...” –explica el paisano-. “Como soy del Chaco...”
-“¡Qué Chaco... Provincia Perón!” –le grita ya irritado el
vigilante.
El paisano, intimidado, camina pocos metros en dirección a
Buenos Aires. Está ahora, sobre el Riachuelo, en el puente y se recuesta a la
baranda, pensativo y perplejo.
Se le acerca un marinero y le pregunta:
-“¿Qué está haciendo, paisano?”
El paisano, prudente y avivado ya, le contesta:
-“Estoy mirando el Peronchuelo, señor...”
“… y viene el caso aquí, con respecto al reiterado homenaje
de los nombres de las calles que terminan por no tener sentido de tan
repetidos, algo que el Dr. Cooke le dijo al mismo Perón en la presidencia: “Se
ha abusado tanto de su retrato que ya no se lo ve; forma parte del paisaje como
los árboles de la calle”.
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