El liberal y el libertario.
El anarcocapitalismo sostiene que hay que darle total
autonomía al individuo y destruir el Estado. En casi todo el mundo se lo
considera un delirio inaplicable, excepto para el presidente Milei, en
Argentina.
Por Daniel Molina.
El martes pasado el diario La Nación publicó la columna del
reconocido economista y ensayista francés Guy Sorman titulada “Javier Milei, el
liberalismo al revés”. No es la primera vez que Sorman escribe sobre el actual
presidente argentino. Poco después de que Milei fuera el más votado en las PASO
del año pasado, Sorman publicó un artículo en España en el que sostenía que
Milei está loco y que le iba a hacer mucho daño al liberalismo si lograba
triunfar porque, a pesar de presentarse como liberal, sus ideas no son
liberales. Sorman conoce bastante a Milei porque fue su profesor.
En su nueva columna Sorman dice: “Los argentinos que lo
votaron querían ante todo expresar su hastío y su rechazo a un estatismo social
ineficaz… Milei ha sido elegido por defecto y no para aplicar al pie de la
letra una doctrina liberal que solo conoce por haber hojeado algunos libros
sobre el tema. Por lo tanto, el presidente argentino empieza con mal pie al
imaginar que toda la población se adherirá a su visión fundamentalista, en la
que el individuo ocupa todo el espacio, la “sociedad” no existe y se hace caso
omiso del Estado. Ser liberal, estimado presidente Milei, es, ante todo, ser
humilde. Y negociar con el fin de convencer a los adversarios de que se
conviertan en socios para llevar a cabo una política razonable, progresista y
no violenta”. Lo contrario de lo que Milei hizo en sus 150 días en la Casa
Rosada.
Sorman y Milei tienen ideas muy distintas del liberalismo.
Sorman pertenece a la gran tradición liberal que fundó la democracia moderna y
que es la que influye en los gobiernos de los países más prósperos del planeta,
de Francia a EEUU y de Noruega a Suiza. Milei se inspira en una corriente
marginal del liberalismo fundamentalista extremo que jamás fue puesto en
práctica por ningún gobierno nacional.
El liberalismo surge en Inglaterra en el siglo XVII como un debate entre los partidarios de la monarquía absoluta y los partidarios de la voluntad popular expresada en el Parlamento. A partir de las guerras de religión que se libraron durante todo el siglo XVII se comenzó a cuestionar la autoridad no solo de los monarcas de cada país sino el papel de la iglesia católica para decidir sobre la vida y los bienes de los individuos. John Locke fue el primero en la época moderna en sostener que el Estado tiene la responsabilidad de proteger tres derechos que considera naturales: la vida, la libertad y la propiedad privada.
Para Locke, además del monarca -que se debía encargar de
gestionar el Estado- debía haber un parlamento que representase a los
ciudadanos y elaborase las normas que regirían para todos. Esta primitiva
división de poderes inspiró 70 años más tarde a Montesquieu para su tratado
sobre los tres poderes del Estado.
Estas ideas políticas fueron absolutamente revolucionarias,
ya que justificaban disminuir el poder del rey (que no podía seguir siendo
absoluto) y les reconocían al pueblo el derecho a darse sus propias leyes (a
las que debía someterse también el rey). El principio básico del liberalismo es
la igualdad de todos ante la ley: no se pueden permitir privilegios.
Durante los siguientes dos siglos el liberalismo fue la
teoría política, cultural y social que iluminó todas las revoluciones que
cambiaron el mundo: desde la norteamericana hasta la francesa y luego a todas
las de América Latina en su lucha por la independencia. A toda esta corriente
-que reconoce la existencia del Estado, pero sostiene que su papel debe
limitarse a garantizarle la vida, la propiedad y la seguridad a cada individuo-
se la conoce como “liberalismo clásico”.
En el siglo XX en EEUU surgió una corriente liberal extrema
que propone la destrucción total del Estado a la vez que solo acepta como forma
de producción al capitalismo (esta corriente fundamentalista se conoce como
anarcocapitalismo). Javier Milei adscribe a esta corriente.
Por eso dijo en campaña que es partidario de permitir que la
gente venda sus órganos o que un padre podía vender a su hijo. El
anarcocapitalismo sostiene que hay que darle total autonomía al individuo y
destruir totalmente el Estado.
Hasta 2023 en ningún país las mayorías nunca habían elegido
como presidente a un candidato anarcocapitalista. En casi todas partes se lo
considera un delirio inaplicable con excepción de la Argentina. Según las
últimas encuestas, hay casi un 50% de argentinos que cree que la política
extremista de Milei los va a a sacar del pozo.
Por eso un liberal clásico como Guy Sorman está tan
alarmado: teme que la gente crea que las medidas que toma Milei son el
“verdadero” liberalismo. Cree que este gobierno finalmente fracasará. Entonces,
la ciudadanía se enojará con “el liberalismo” y, en su oscilación pendular,
pedirá un gobierno antiliberal.
Estamos viviendo un experimento social que fue elegido por
la mayoría. Somos un país increíble.
Publicado en Diario Río Negro.
4/5/2024.
https://www.rionegro.com.ar/opinion/el-liberal-y-el-libertario-3559358/
El autor Daniel Molina se refiere a la nota publicado en
Diario LA NACIÓN el30 de abril del 2024.
Enlace:
https://www.lanacion.com.ar/opinion/javier-milei-el-liberalismo-al-reves-nid30042024/
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