Juana Azurduy de Padilla.
General post-mortem del Ejército Argentino.
Coronel del Ejército Boliviano.
Mariscal post-mortem de la República de Bolivia.
Coronel del Ejército Boliviano.
Mariscal post-mortem de la República de Bolivia.
Cuenta la historia que el 23 de octubre de 1816 el General Manuel Belgrano le envía una carta a Doña Juana:
“En testimonio de la gran sastifación que han merecido de nuestro Supremo Gobierno, las acciones heroicas nada comunes a su sexo, le dirige por mi conducto el despacho de Teniente Coronel; doy a usted por mi parte los plácemes más sinceros y espero que serán un nuevo estímulo para que redoblando sus esfuerzos sirva de un modo enérgico a cuantos militan bajo estandartes de la Nación”.
Este grado le llegó a Juana Azurduy con el aval del Congreso de Tucumán y tolerando por varios meses que la cabeza de Manuel Padilla, con quien se casó el 8 de marzo de 1805, fuese exhibida por varias en la plaza pública como un trofeo del enemigo. El 15 de mayo de 1817 Juana toma por asalto La Laguna y recupera así la cabeza de su marido.
En 1825, el Libertador Simón Bolívar, luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la ascendió al grado de Coronel y le otorgó una pensión. Al salir, le comentó a Sucre: «Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.
Juana Azurduy murió en la pobreza y la soledad. Luego de declararse la independencia de Bolivia Sucre le otorga una pensión que por los avatares de la política hicieron que se les pagase o no la misma y sin poder recuperar algo de su patrimonio exclamaba …”lo único que puedo dejarle a mi hija son mis lagrimas…”
Doña Juana murió un 25 de mayo de 1862 a los 82 años con la indiferencia de las autoridades. Cuando su sobrino Indalesio que la acompaña hasta sus últimos días va a reclamar honras fúnebres para Juana Azurduy, le dicen que están ocupados en los festejos del aniversario. Sus restos fueron enterrados sin honores en una fosa común, sin séquito. Sólo la acompañó su sobrino.
“En testimonio de la gran sastifación que han merecido de nuestro Supremo Gobierno, las acciones heroicas nada comunes a su sexo, le dirige por mi conducto el despacho de Teniente Coronel; doy a usted por mi parte los plácemes más sinceros y espero que serán un nuevo estímulo para que redoblando sus esfuerzos sirva de un modo enérgico a cuantos militan bajo estandartes de la Nación”.
Este grado le llegó a Juana Azurduy con el aval del Congreso de Tucumán y tolerando por varios meses que la cabeza de Manuel Padilla, con quien se casó el 8 de marzo de 1805, fuese exhibida por varias en la plaza pública como un trofeo del enemigo. El 15 de mayo de 1817 Juana toma por asalto La Laguna y recupera así la cabeza de su marido.
En 1825, el Libertador Simón Bolívar, luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la ascendió al grado de Coronel y le otorgó una pensión. Al salir, le comentó a Sucre: «Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”.
Juana Azurduy murió en la pobreza y la soledad. Luego de declararse la independencia de Bolivia Sucre le otorga una pensión que por los avatares de la política hicieron que se les pagase o no la misma y sin poder recuperar algo de su patrimonio exclamaba …”lo único que puedo dejarle a mi hija son mis lagrimas…”
Doña Juana murió un 25 de mayo de 1862 a los 82 años con la indiferencia de las autoridades. Cuando su sobrino Indalesio que la acompaña hasta sus últimos días va a reclamar honras fúnebres para Juana Azurduy, le dicen que están ocupados en los festejos del aniversario. Sus restos fueron enterrados sin honores en una fosa común, sin séquito. Sólo la acompañó su sobrino.
JUANA AZURDUY
Juana Azurduy,
flor del Alto Perú,
no hay otro capitán
más valiente que tú.
Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.
Tierra del sol
en el Alto Perú,
el eco nombra aún
a Tupac Amarú.
Juana Azurduy,
flor del Alto Perú,
no hay otro capitán
más valiente que tú.
Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.
Tierra del sol
en el Alto Perú,
el eco nombra aún
a Tupac Amarú.
Se toma como base de este trabajo sobre la Juana Azurduy la información suministrada en el libro: “Los Malditos Volumen II Hombres y mujeres excluídos de la historia oficial de los argentinos” – Ediciones Madres de Plaza de Mayo – Compilador: Norberto Galazo y un fragmento de la cueca norteña de autoría de Félix Luna y Ariel Ramírez que integra la obra "Mujeres Argentinas".
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