EL INGENIERO ROBERTO GASPARRI QUE PUDO CON EL DESIERTO PATAGÓNICO PERO NO CON NUESTRA ARGENTINA.
Una de las frases del Ing. Roberto Gasparri, pionero de la Patagonia que pudo con el desierto pero lo derrotó las políticas inestables de nuestro país que devora a sus hijos y los expulsa o silencia...
Historia del pionero Ing. Roberto Gasparri.
La llegada de la familia Gasparri a la Patagonia se remonta a la década del 30, entusiasmada por otros inmigrantes que habían llegado al Alto Valle a trabajar la tierra, como Luis Toschi. Provenientes de Santa Fe, primer hogar de la familia a su llegada de Italia en 1904, con su padre Emilio, Roberto y sus hermanos conocen Cipolletti en 1935, el pueblo que los recibiría como propios y hacedores de un destino grande.
En 1947, conjuntamente con la empresa Frigorífico Cipolletti S.A., los Gasparri construyen una planta frigorífica que fue de las primeras en la zona. La importante renta obtenida en este emprendimiento impulsó a la empresa a hacer nuevas inversiones. A finales de la década del ’60, el Ing. comienza a recorrer el paraje que se conocía como El Chañar, cuyos propietarios de la vecina Cinco Saltos en ese entonces había puesto a la venta. Desoyendo las voces de quienes opinaban que allí no podía crecer nada, compra las 20.000 hectáreas de desierto, sostenido por la opinión de otros ingenieros allegados, y el especial consejo de su padre Emilio.
El gran sueño apuntó a un lugar concreto, muy cerca del río Neuquén donde unos arbustos con flores amarillas le llamaron la atención cuando caminaba con su padre. Eran chañares y de ahí imaginó, soñó, trabajó y creó El Chañar. Gasparri le puso el hombro y sus mejores días al proyecto El Chañar, y a su empresa empacadora que un par de décadas después de los ‘70 estuvo en la cúspide del comercio: fue la mayor exportadora de frutas de la Argentina.
Los comienzos fueron difíciles y los descansos llegaban después de durísimas jornadas de trabajo, en un lugar donde nada era amable. El hombre por esos días disfrutaba tanto del fútbol como del proyecto "loco" que por entonces empezaba a encaminarse: el desafío era poner en producción 8.000 hectáreas de monte, en un lugar donde no había nada; ni agua ni caminos. El proyecto era hacerlo en tres etapas, claramente dibujadas y diagramadas de puño y letra. Ya en aquella época, Tulio Ferraresso y una tropa de colaboradores se habían convencido de que El Chañar era posible y que Gasparri, otra vez, cabalgaba sobre un objetivo innovador. Cuando los hombres de El Chañar volvían a sus casas tenían tanta tierra encima sus esposas se resistían a abrirles las puertas. Y más de uno tuvo que bañarse en el quincho antes de pisar el comedor, recuerdan con humor los ex colaboradores del empresario frutícola.
La camaradería fue piedra basal en la obra de Gasparri, quien en su planta de Cipolletti construyó un quincho para los empleados de la empacadora. La iniciativa, por entonces, no tenía nada de común. En El Chañar había un lugar clásico donde por lo menos una vez por mes se realizaba el típico "Asado de los Colaboradores".
En la larga lista de colaboradores figuran, entre otros, Ferraresso, Luis Teixe, Alfredo Rodríguez, Federico Horme, Federico Trassarti, Ramón Plieger, Ramón Arévalo, Mario Roat, Reinaldo Fuentes, Miguel Teixe, Víctor Grunvel, Juan Mora, Héctor Castillo, Franco Gasparri, Hugo Hirsch y Juan Carlos Pereira. La nómina se podría engrosar con muchas otras personas. En su apogeo, la firma llegó a tener más de 1.200 empleados distribuidos en el galpón de empaque, las chacras y el frigorífico. Gasparri siempre estuvo en todo. Llegaba tan temprano como el que más y con una carpeta apretada de papeles, con órdenes e indicaciones para todos. La mayoría de las veces cuando llegaba ya tenía todo pensado y todo resuelto, y todo pasaba por él, porque siempre tenía la última palabra.
Entre otras muchas cosas, fue Gasparri el que rompió con la tradición de la empacadoras de la región, que hasta El Chañar se limitaban a comprar la producción de los chacareros y no imaginaban que era posible producir, embalar y exportar la producción. También fue quien introdujo el uso de bins.
Y como iba a ser necesario gente para que trabajara en las chacras, prácticamente fundó San Patricio del Chañar, pueblo para el que donó más de 120 hectáreas. El grupo de colaboradores que lo siguió en el proyecto también tuvo su recompensa, unas 15 personas recibieron una chacra plantada cada uno.
La década del ‘80 se sobrellevó sin grandes problemas y la empresa se mantenía como una de las más importantes de la región. Pero hacia principios del ‘90 la situación financiera se desbordó como consecuencia de la deuda que presentaba de arrastre la firma, y la falta de políticas de Estado que sostuvieran tamaño proyecto productivo, hacen que la empresa entre en un embudo financiero difícil de sobrellevar. Todo ello termina con el concurso y quiebra de Gasparri S.A., un fin que nadie imaginó hasta el último momento, y que muchos lloraron como propio.
Gasparri se va a vivir a Río Cuarto, sin nada más que unos ahorros que le permitan vivir dignamente junto con su esposa y su hijo Fernando. Herido en lo profundo de su espíritu por ver como su trabajo de toda la vida, era subastado por un precio que nada tenía que ver con el esfuerzo, sacrificio y dedicación de los grandes pioneros de nuestra tierra, fallece el 14 de noviembre de 2004, a los 82 años.
Como siempre decía desde lo alto de las bardas de El Chañar, mirando al verde paisaje que había reemplazado al desierto y sus jarillas, "todo mi capital está allí, nadie se lo podrá llevar". Era la tierra de sus sueños, la tierra que transformó a fuerza de pico y pala, de lucha contra viento y arena codo a codo con sus amigos y colaboradores que compartieron la visión y pasión de su líder. Esa tierra y sus habitantes, hoy le devuelven con fraternal y justo abrazo, el lugar que nunca debió haber perdido, entre los GRANDES HOMBRES QUE HICIERON GRANDE A NUESTRO PAIS.
Fuente de información: http://es.wikipedia.org/wiki/San_Patricio_del_Cha%C3%B1ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.